Jesús Iglesias, coordinador general de Izquierda Unida de Asturias y candidato de esta misma fuerza -coaligada con Los Verdes- a la Presidencia del Principado en los comicios del pasado día 22, ha cometido uno de los peores pecados en los que puede incurrir un político con experiencia: la de insultar a millares de sus paisanos.
En la entrevista que hoy publica el diario 'El Comercio', entre otras frases fruto de su análisis de los resultados de las citadas elecciones, leo textualmente que "tras comprar un producto como el que vendía Foro, entiendo que los asturianos son más ingenuos de lo que yo pensaba". No sé si una persona que se ha acostumbrado a vivir en la poltrona de la profesionalización política desde hace ya muchos años, primero en el Ayuntamiento de Gijón y después en la Junta General del Principado, se da cuenta del alcance de tales palabras. Traducidas al común de los ciudadanos de la calle más o menos podría interpretarse como 'el que no nos vota a nosotros -a IU- o a nuestros camaradas de la izquierda (¿...?) -PSOE- están enajenados, o son tontos, o las dos cosas'.
Análisis como el del señor Iglesias nos retrotraen más bien a regímenes dictatoriales -ahora que la Real Academia de la Historia ha abierto la polémica con sus definiciones de estos sistemas políticos y sus principales representantes-, ya sean de la derecha o de la izquierda. De alguna manera podría decirse que, aunque en la práctica parezca que se trata de etiquetas del pasado, lo que dejan traslucir afirmaciones como la mencionada es que el viejo poso del estalinismo todavía gorgotea en el sustrato ideológico de los antiguos 'peceros'. Con estas formas de pensamiento a uno le entra pánico de que una fuerza política cuyo líder se expresa así pudiera llegar a gobernar, algo que hoy en día, afortunadamente, se antoja inverosímil.
Que la izquierda en Asturias no ha aceptado su derrota parece evidente y que la asunción de responsabilidades que en la noche electoral, por ejemplo, hizo el presidente del Gobierno a nivel nacional no han calado en sus correligionarios y compañeros de viaje en el Principado. En cualquier caso, al menos los socialistas -por boca, sobre todo, de su nuevo 'doberman' Jesús Gutiérrez, secretario de Organización de la Federación Socialista Asturiana y nuevo diputado regional- cargan contra su adversario, en este caso Francisco Álvarez-Cascos, pero no se permiten descalificar a quienes le votaron, el error en el que sin ningún tipo de pudor ha caído Jesús Iglesias.
IU ha venido alardeando en estos últimos días de sus resultados -muy respetables, aunque sigan teniendo los mismos cuatro escaños que en la legislatura recién terminada- pero en este caso esa mejoría tan relativa no les va a permitir -salvo que la derecha se empeñe en suicidarse por sus inquinas internas- repetir su papel de 'muleta' institucional de los socialistas. Es curioso que sus principales dirigentes hayan realizado una campaña reclamando para sí el único voto que apoyaría a la izquierda real después de haber estado tantos años 'sirviendo' a los socialistas a cambio de un puesto en los gobiernos, esos mismos ejecutivos a los que acusan de derechización cuando llegan los momentos de confrontar en las urnas. Es curioso -digo- pero, a fin de cuentas, es la historia repetida. Cuando son necesarios están ahí y buscan su lugar al sol en gobiernos socialistas, y solamente en vísperas de consultas electorales se salen del escenario para volver a entrar en él si los números lo permiten. Y eso por no hablar del sustento que durante unos cuantos años la coalición ha dado en el País Vasco al PNV que, como todo el mundo sabe, es 'genuino representante de la izquierda política'.
En el fondo, como algunos dirigentes socialistas me comentaban días atrás en un sereno y reposado análisis de la situación, quizá el problema fundamental de su actual situación es que llevaban tantos años gobernando en el Principado y en muchos de los principales ayuntamientos, con intercambio periódico de puestos y responsabilidades, que se habían acostumbrado a considerar las instituciones como algo propio -casi su cortijo- y ni se les pasaba por la cabeza la idea de tener que abandonar ese estatus. Como 'cruelmente' titulaba estos días el diario 'El País' al PSOE -y a IU en muchos casos- les ha llegado la hora de afrontar su propio ERE (expediente de regulación de empleo, por si todavía queda algún último despistado en este Estado español que no conoce esas siglas, algo difícil cuando millones han tenido que viviirlo en carne propia o en la de sus deudos más próximos).
Casi todos los políticos han incluido en su prontuario de citas que hay que saber ganar, pero también perder, aunque a algunos no les haya calado de verdad y no pase de ser una frase sin utilidad real. Por lo que el líder de IU en Asturias se refiere, mejor se concentraba en seguir impulsando esa ligera escalada de la que tanto se vanagloria y 'vendiendo' sus mejores resultados y dejaba a un lado las descalificaciones hacia los electores porque no le han votado a él o, en su caso, a ese 'complejo' conglomerado que sigue manteniendo públicamente la denominación de la izquierda. Señor Iglesias, el pueblo -¿le suena esa palabra?- no es tonto, ni siquiera ingenuo. Cada cuatro años ustedes tienen la obligación de dejarles manifestarse a través del sistema menos malo que se ha inventado hasta ahora, el del voto. Pues bien, lo han hecho y han decidido un cambio. Atribuir esta nueva situación a una enajenación mayoritaria de los asturianos es un insulto colectivo a la inteligencia de sus paisanos y deja en muy mal lugar su credibilidad democrática.
lunes, 30 de mayo de 2011
viernes, 27 de mayo de 2011
El sexto derbi
A estas alturas parece que hace meses que los españoles nos dividimos en a blancos y blaugranas, en azules y rojos, en moros y cristianos futbolísticos. Superadas las absurdas controversias de aquellos cinco partidos que mantuvieron a España en un suspiro, pocos días después nos encontramos a escasas horas de la final de la Champions entre el United y el Barça y, aunque sin el resplandor mediático de aquel épico duelo medieval de las cinco confrontaciones entre los dos mejores equipos de la Liga española, el partido de mañana en Wembrey ya se ha convertido en el epígono del estresante duelo entre Real Madrid y Barcelona. Los seguidores de este último siguen dónde estaban -faltaría más-, pero los madridistas, lamiéndose las heridas con la Copa del Rey y el Pichichi español y la Bota de Oro europea logrados por su estrella Cristiano Rolando, se disponen a cambiar el blanco por el rojo y formalizar en sus retinas a los Rooney, Griggs, Van der Sart y compañía vestidos con la elástica del equipo de sus amores dispuestos a amargar la buena temporada de los chicos de Guardiola con el alzamiento de la Copa de Campeones de Europa, aunque tenga que ser representados por los pupilos de Ferguson.
Porque a estas alturas ya no cabe ninguna duda que serán minoría los 'merengues' que muestren sus preferencias porque el éxito de este año se vaya al Camp Nou y, de alguna manera, la otra gran mayoría creen que el Manchester United puede ser el vengador justiciero de las derrotas infringidas esta temporada por los barcelonistas. No me atrevo a cuantificar en un porcentaje los seguidores madridistas que van a ir a muerte a favor de equipo inglés, pero seguro que será muy alto, espectacular. Y esto, al final, convertira el encuentro de mañana en Wembley en la sexta edición del maxiderbi vivido en semanas pasadas. Los diablos rojos son la esperanza madridista de salvar la temporada, aunque parezca una 'boutade'.
Porque a estas alturas ya no cabe ninguna duda que serán minoría los 'merengues' que muestren sus preferencias porque el éxito de este año se vaya al Camp Nou y, de alguna manera, la otra gran mayoría creen que el Manchester United puede ser el vengador justiciero de las derrotas infringidas esta temporada por los barcelonistas. No me atrevo a cuantificar en un porcentaje los seguidores madridistas que van a ir a muerte a favor de equipo inglés, pero seguro que será muy alto, espectacular. Y esto, al final, convertira el encuentro de mañana en Wembley en la sexta edición del maxiderbi vivido en semanas pasadas. Los diablos rojos son la esperanza madridista de salvar la temporada, aunque parezca una 'boutade'.
martes, 24 de mayo de 2011
El pacto asturiano tiene demasiadas aristas
Era de esperar. La constatación de los datos definitivos de la noche electoral del domingo parecían poner a la derecha en bandeja el Gobierno del Principado de Asturias y el los ayuntamientos de Oviedo y de Gijón. Las primeras declaraciones, con la "rendición' incondicional del PP al triunfo del partido de Cascos, dibujaban un panorama relativamente transparente para ese acuerdo de Foro Asturias y Partido Popular en las horas subsiguientes. Quedaban por resolver los obstáculos derivados de los personalismos que llevaron a la ruptura de los populares asturianos tras negarle al entonces correligionario ex vicepresidente del Gobierno ser su cartel electoral, aunque también en este aspecto -con más o menos dificultades- la solución no se antojaba improbable.
Pero si algo nos ha enseñado la experiencia en esto de la política es que lo que hoy es blanco mañana puede ser negro, o cuando menos gris. Parece obvio que PP y FAC partían para ese hipotético pacto de posiciones diferentes: parcelado a cada municipio, en el caso de la nueva formación política; y más global, en el de los populares.
Ayer, una declaración del presidente y líder nacional del PP, Mariano Rajoy, introducía el primer palo en la rueda del engranaje pactista al asegurar que el acuerdo en Asturias se negociaría en Madrid. Este planteamiento no sentó muy bien en el seno de FAC, que se apresuró a recordar que el futuro político de Asturias se va a resolver precisamente aquí, en Asturias. Primer choque de trenes. Cascos y su partido son los triunfadores del 22-M en el Principado y no están dispuestos a soltar la sartén que tienen cogida por el mango, y mucho menos porque lo digan los mismos que forzaron con su falta de visión de futuro -la que podría haber sido una mayoría aplastante del PP en esta comunidad- la urgente, aunque exitosa, formación en pocos meses de una nueva formación política, esa misma que ganó las elecciones.
Por otra parte, aunque Rajoy probablemente se esté arrepintiendo ya de su decisión de diciembre pasado, pone sobre la mesa en este envite su clara victoria a nivel nacional del domingo y ese mapa azul que inunda la mayoría del territorio español. lo que se traduce en que hoy es más fuerte y tiene más seguridad que hace sólo siete días.
Así las cosas, lo evidente es que, aunque el PP tenga la inmensa mayoría de las comunidades amarradas -ahora IU ha puesto en cuestión hasta la investidura de Fernández Vara en Extremadura- tampoco le interesa encontrarse con un clavo en el zapato significado en la ausencia de acuerdo con Cascos en Asturias, lo que podría devolver al PSOE las esperanzas de mantener el Ejecutivo de esta comunidad. Quizá por eso, horas más tarde de la 'inconveniente' frase antes mencionada, Génova puntualizaba que será su organización asturiana la encargada de llevar las negociaciones para un posible pacto, ofreciéndose a "mediar" en caso de dificultades.
Por si esta primera contingencia no fuera suficiente, la izquierda ha querido contribuir a la ceremonia de la confusión con las declaraciones de sus responsables municipales de Oviedo, Alfredo Carreño, por el PSOE; y Roberto Sánchez Ramos, por IU, al dejar a un lado las ideologías para confluir en un objetivo común: echar de la Alcaldía de la capital a Gabino de Lorenzo, lo que -parece- se podría traducir en un inesperado apoyo al candidato de Foro Asturias, Arturo González de Mesa, para, sumando sus votos, convertirle en regidor de Oviedo.
Si a ello se une la anunciada estrategia de Cascos de dejar manos libres a las organizaciones locales del partido para negociar en sus respectivos ámbitos -compromiso formal de la noche electoral y de sus primeras declaraciones tras el triunfo- resulta que el escenario se transformaría en un maremágnum de consecuencias difíciles de calcular. ¿Se imaginan lo que podría pasar si una persona de FAC se convierte en alcalde de Oviedo en las condiciones mencionadas y De Lorenzo se va a la oposición? ¿Toleraría esta situación el PP manteniendo los compromisos en otros municipios o en el ámbito autonómico? ¿Sería la consecuencia de ésto el que los populares se abstuvieran en una previsible investidura de Cascos y abrieran la puerta a que Javier Fernández retomara la esperanza de alcanzar una Presidencia a la que ya había renunciado, si nos atenemos a sus propias declaraciones?
No cabe duda de que las políticas de pactos nunca son fáciles, pero en algunas ocasiones superan ese listón y pasan a convertirse en un complejo rompecabezas cuyas consecuencias podrían dar al traste con una meta que, a priori, parecía más sencilla. El triunfador del domingo tiene ante sí un panorama abierto y complejo en el que va a tener que poner toda su experiencia para sacar adelante con los mejores resultados para su formación política este cambiante escenario en el que se ha convertido la Asturias política en las últimas cuarenta y ocho horas.
He dejado a un lado intencionadamente otro de los grandes dilemas que el ex vicepresidente del Gobierno y su partido tienen planteado, el mismo que hasta ahora se presentaba como el de más complicada solución: el de Gijón. Comentaba en mi anterior 'post' que un posible entendimiento en Gijón parecía tener como premisa inicial para facilitar las cosas la retirada de la candidata del PP y líder local del mismo partido, Pilar Fernández Pardo. Esta opción, aparentemente, nunca se produciría de forma voluntaria, y solamente un empujón externo de Génova podría convertiría en viable. Con Pardo sobre el escenario es más que probable que ésta se mostrase dispuesta -al menos en declaraciones formales- a facilitar la llegada a la Alcaldía de Carmen Moriyón, aunque a renglón seguido también entra dentro de lo previsible que reclamara para sí la primera tenencia de alcaldía. Esta configuración del consistorio gijonés respondería a lo que ya algunos interpretan como la estrategia de una veterana tendente a lograr esa posición de privilegio con la intención de 'manejar' a la regidora "neófita" e "inexperta", transformandose en la alcaldesa en la sombra, con el consiguiente rendimiento político que le reportaría. Este sigue siendo otro de los grandes problemas para cascos y FAC, aunque hay muchos más que espero poder analizar en días venideros.
Por cierto, y a pesar de todas estas incertidumbres introducidas en las últimas horas, las mismas que ponen en entredicho un acuerdo de la derecha asturiana que hace solamente unas horas parecía relativamente factible sin 'derramamientos de sangre', hay una cuestión relevante sobre la que no recuerdo haber escuchado hasta ahora nada y que puede ser uno de los aspectos de especial relevancia más adelante en ese hipotético pacto de llegar a alcanzarse: El Ejecutivo regional del presidente Cascos, ¿sería monocolor con el apoyo externo del PP a través de unas condiciones plasmadas en un documento específico o entraríamos en el baile del reparto de consejerías -que seguramete serán menos que hasta la fecha, por decirlo todo-? Algo parecido podría cuestionarse del gobierno de los principales ayuntamientos en los que las dos fuerzas políticas de la derecha suman mayoría absoluta. Repito que me parece un asunto especialmente relevante, aunque en el escenario actual quizá sería mejor aplazar estas preguntas y apelar a aquella frase de un simpatico personaje de Billy Wilder que siempre finalizaba sus relatos con alguna divagación, situación que salvaba sistemáticamente con un "...pero esa es otra historia".
Pero si algo nos ha enseñado la experiencia en esto de la política es que lo que hoy es blanco mañana puede ser negro, o cuando menos gris. Parece obvio que PP y FAC partían para ese hipotético pacto de posiciones diferentes: parcelado a cada municipio, en el caso de la nueva formación política; y más global, en el de los populares.
Ayer, una declaración del presidente y líder nacional del PP, Mariano Rajoy, introducía el primer palo en la rueda del engranaje pactista al asegurar que el acuerdo en Asturias se negociaría en Madrid. Este planteamiento no sentó muy bien en el seno de FAC, que se apresuró a recordar que el futuro político de Asturias se va a resolver precisamente aquí, en Asturias. Primer choque de trenes. Cascos y su partido son los triunfadores del 22-M en el Principado y no están dispuestos a soltar la sartén que tienen cogida por el mango, y mucho menos porque lo digan los mismos que forzaron con su falta de visión de futuro -la que podría haber sido una mayoría aplastante del PP en esta comunidad- la urgente, aunque exitosa, formación en pocos meses de una nueva formación política, esa misma que ganó las elecciones.
Por otra parte, aunque Rajoy probablemente se esté arrepintiendo ya de su decisión de diciembre pasado, pone sobre la mesa en este envite su clara victoria a nivel nacional del domingo y ese mapa azul que inunda la mayoría del territorio español. lo que se traduce en que hoy es más fuerte y tiene más seguridad que hace sólo siete días.
Así las cosas, lo evidente es que, aunque el PP tenga la inmensa mayoría de las comunidades amarradas -ahora IU ha puesto en cuestión hasta la investidura de Fernández Vara en Extremadura- tampoco le interesa encontrarse con un clavo en el zapato significado en la ausencia de acuerdo con Cascos en Asturias, lo que podría devolver al PSOE las esperanzas de mantener el Ejecutivo de esta comunidad. Quizá por eso, horas más tarde de la 'inconveniente' frase antes mencionada, Génova puntualizaba que será su organización asturiana la encargada de llevar las negociaciones para un posible pacto, ofreciéndose a "mediar" en caso de dificultades.
Por si esta primera contingencia no fuera suficiente, la izquierda ha querido contribuir a la ceremonia de la confusión con las declaraciones de sus responsables municipales de Oviedo, Alfredo Carreño, por el PSOE; y Roberto Sánchez Ramos, por IU, al dejar a un lado las ideologías para confluir en un objetivo común: echar de la Alcaldía de la capital a Gabino de Lorenzo, lo que -parece- se podría traducir en un inesperado apoyo al candidato de Foro Asturias, Arturo González de Mesa, para, sumando sus votos, convertirle en regidor de Oviedo.
Si a ello se une la anunciada estrategia de Cascos de dejar manos libres a las organizaciones locales del partido para negociar en sus respectivos ámbitos -compromiso formal de la noche electoral y de sus primeras declaraciones tras el triunfo- resulta que el escenario se transformaría en un maremágnum de consecuencias difíciles de calcular. ¿Se imaginan lo que podría pasar si una persona de FAC se convierte en alcalde de Oviedo en las condiciones mencionadas y De Lorenzo se va a la oposición? ¿Toleraría esta situación el PP manteniendo los compromisos en otros municipios o en el ámbito autonómico? ¿Sería la consecuencia de ésto el que los populares se abstuvieran en una previsible investidura de Cascos y abrieran la puerta a que Javier Fernández retomara la esperanza de alcanzar una Presidencia a la que ya había renunciado, si nos atenemos a sus propias declaraciones?
No cabe duda de que las políticas de pactos nunca son fáciles, pero en algunas ocasiones superan ese listón y pasan a convertirse en un complejo rompecabezas cuyas consecuencias podrían dar al traste con una meta que, a priori, parecía más sencilla. El triunfador del domingo tiene ante sí un panorama abierto y complejo en el que va a tener que poner toda su experiencia para sacar adelante con los mejores resultados para su formación política este cambiante escenario en el que se ha convertido la Asturias política en las últimas cuarenta y ocho horas.
He dejado a un lado intencionadamente otro de los grandes dilemas que el ex vicepresidente del Gobierno y su partido tienen planteado, el mismo que hasta ahora se presentaba como el de más complicada solución: el de Gijón. Comentaba en mi anterior 'post' que un posible entendimiento en Gijón parecía tener como premisa inicial para facilitar las cosas la retirada de la candidata del PP y líder local del mismo partido, Pilar Fernández Pardo. Esta opción, aparentemente, nunca se produciría de forma voluntaria, y solamente un empujón externo de Génova podría convertiría en viable. Con Pardo sobre el escenario es más que probable que ésta se mostrase dispuesta -al menos en declaraciones formales- a facilitar la llegada a la Alcaldía de Carmen Moriyón, aunque a renglón seguido también entra dentro de lo previsible que reclamara para sí la primera tenencia de alcaldía. Esta configuración del consistorio gijonés respondería a lo que ya algunos interpretan como la estrategia de una veterana tendente a lograr esa posición de privilegio con la intención de 'manejar' a la regidora "neófita" e "inexperta", transformandose en la alcaldesa en la sombra, con el consiguiente rendimiento político que le reportaría. Este sigue siendo otro de los grandes problemas para cascos y FAC, aunque hay muchos más que espero poder analizar en días venideros.
Por cierto, y a pesar de todas estas incertidumbres introducidas en las últimas horas, las mismas que ponen en entredicho un acuerdo de la derecha asturiana que hace solamente unas horas parecía relativamente factible sin 'derramamientos de sangre', hay una cuestión relevante sobre la que no recuerdo haber escuchado hasta ahora nada y que puede ser uno de los aspectos de especial relevancia más adelante en ese hipotético pacto de llegar a alcanzarse: El Ejecutivo regional del presidente Cascos, ¿sería monocolor con el apoyo externo del PP a través de unas condiciones plasmadas en un documento específico o entraríamos en el baile del reparto de consejerías -que seguramete serán menos que hasta la fecha, por decirlo todo-? Algo parecido podría cuestionarse del gobierno de los principales ayuntamientos en los que las dos fuerzas políticas de la derecha suman mayoría absoluta. Repito que me parece un asunto especialmente relevante, aunque en el escenario actual quizá sería mejor aplazar estas preguntas y apelar a aquella frase de un simpatico personaje de Billy Wilder que siempre finalizaba sus relatos con alguna divagación, situación que salvaba sistemáticamente con un "...pero esa es otra historia".
lunes, 23 de mayo de 2011
¡Yes, he can!
¡Yes, he can! Lo decía ya bien entrada la madrugada el propio Francisco Álvarez-Cascos. La ilusión existía y el objetivo era ganar, pero ni los más optimistas de su partido, él incluido, pensaban que el éxito pudiera ser tan espectacular. Sólo cinco meses antes no existía más que un embrión de nueva plataforma política que contaba únicamente con el currículo y la personalidad del ex vicepresidente del Gobierno, y en las primeras horas de hoy las perspectivas de que FAC pase a gobernar el Principado de Asturias son prácticamente seguras, salvo catástrofes de última hora (incluso el voto emigrante podría arrebatarle un escaño, pero mantendría la mayoría absoluta sumando los suyos con los del PP).
Cascos pudo y ganó esa única encuesta verdadera a la que todos -su partido incluido- se agarraban para alejar fantasmas de los sondeos que proliferaron a lo largo del periodo de campaña en el que estuvieron permitidos por la ley electoral. A sus resultados hay que unir la rendición incondicional que anoche hizo el PP asturiano (y el nacional, de paso), las mismas personas que trabajaron a destajo para impedir que fuera su candidato y que propiciaron que el ex ministro construyera -por algo es ingeniero de caminos, canales y puertos- en un tiempo récord una opción ganadora. Todo parece indicar que ni sus más acérrimos enemigos en el seno del partido en el que militó toda su vida hasta enero pasado van a poner inconvenientes para que sea el próximo presidente del Principado. Isabel Pérez Espinosa, 'chapeau', fue la primera en dar la cara y poner en bandeja el pacto que "han pedido en las urnas los asturianos". Luego, fue el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, el que se unió a esta estrategia, admitiendo que pactará "con cualquiera". Hasta la que probablemente es su principal 'bestia negra' -y a la inversa-, la presidenta de los populares gijoneses, Pilar Fernández Pardo, se ha puesto a disposición de la nueva línea de un PP hundido en Asturias mientras veía como sus compañeros del resto de España arrasaban y se hacían con todas las comunidades en liza, excepción hecha de Extremadura.
Cascos ya tiene en sus manos todos los materiales necesarios para abordar una nueva alta responsabilidad en España, en esta ocasión en su tierra natal; de convertirse en el Manuel Fraga asturiano. Ahora, le corresponde responder a este nuevo escenario con generosidad, aparcando inquinas y rencores, como aseguraba en la madrugada de hoy que va a hacer, y esperar acontecimientos. Siempre he defendido que los dos problemas reales que el líder de Foro Asturias podría tener en esta etapa serían precisamente Gabino de Lorenzo y Pilar Fernández Pardo y ya queda constancia de la actitud de ambos ante el vuelco electoral de anoche.
En el caso del regidor ovetense, es más que posible que siga siéndolo dentro de algunas semanas -sigue siendo el más vota y el que tiene más concejales, aunque haya perdido la mayoría absoluta-, cuando se constituyan las nuevas corporaciones municipales. Si FAC es capaz de pasar por este trago, es más que probable que el veterano político ovetense, en el plazo de unos meses se retire a sus territorios de Benia y deje paso a otra persona, pero antes tiene que ser alcalde. El orgullo por encima de todo.
Más fácil parece el caso de Gijón. Con el argumento de los desastrosos resultados de anoche, a Fernández Pardo le resultaría muy fácil presentar su renuncia inmediatamente, lo que allanaría el camino del acuerdo local. Quedarse a disposición de Cascos, aunque no sea físicamente, sería una purga demasiado dura para la líder del PP gijonés. No me imagino a 'Pilipe' recibiendo instrucciones de una 'neófita inexperta' -ella que ya es, a pesar de su edad, una auténtica veterana en los vericuetos de la alta política- como es la aspirante de FAC a la Alcaldía, Carmen Moriyón.
En cualquier caso, estamos ante un proceso complejo y las cosas no son tan fáciles 'a prori'. Cascos sí fue contundente en la madrugada de hoy para dejar claras dos cosas: que sus organizaciones locales y comarcales van a tener manos libres para pactar o no y que, en el conjunto de Asturias, "no vamos a cambiar votos por territorios", lo que se traduce en que, efectivamente, no va a haber intercambio de cromos entre los dos partidos de la derecha asturiana. Eso es lo que ha dicho y ahora su compromiso está en letra impresa. El tiempo se encargará de darle o quitarle la razón. El vencedor del 22-M se enfrenta ahora -como también recordaba anoche- a un nuevo reto. La victoria de ayer no era el final de nada, sino el principio de todo. Cuando arrasó en el congreso constituyente de FAC -un congreso con algunos claroscuros, pero de resultado indudablemente exitoso-, este periodista en la reserva aseguraba que entonces empezaba para él y su partido la parte más difícil del camino. Ahora digo más. Desde hoy comienza para Cascos y sus correligionarios una nueva etapa, y si la anterior era complicada la actual es, como en el viejo circo, la del "más difícil todavía". Ese es el reto: unir a la mayoría en el trabajo para resolver los verdaderos problemas de Asturias. Con ello se ha comprometido y de esta manera ha asumido una tremenda responsabilidad. En sus manos y en las de los suyos está responder a la confianza que ayer le dieron los asturianos o defraudarlos, como antes hicieron los perdedores de la jornada electoral de ayer.
Cascos pudo y ganó esa única encuesta verdadera a la que todos -su partido incluido- se agarraban para alejar fantasmas de los sondeos que proliferaron a lo largo del periodo de campaña en el que estuvieron permitidos por la ley electoral. A sus resultados hay que unir la rendición incondicional que anoche hizo el PP asturiano (y el nacional, de paso), las mismas personas que trabajaron a destajo para impedir que fuera su candidato y que propiciaron que el ex ministro construyera -por algo es ingeniero de caminos, canales y puertos- en un tiempo récord una opción ganadora. Todo parece indicar que ni sus más acérrimos enemigos en el seno del partido en el que militó toda su vida hasta enero pasado van a poner inconvenientes para que sea el próximo presidente del Principado. Isabel Pérez Espinosa, 'chapeau', fue la primera en dar la cara y poner en bandeja el pacto que "han pedido en las urnas los asturianos". Luego, fue el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, el que se unió a esta estrategia, admitiendo que pactará "con cualquiera". Hasta la que probablemente es su principal 'bestia negra' -y a la inversa-, la presidenta de los populares gijoneses, Pilar Fernández Pardo, se ha puesto a disposición de la nueva línea de un PP hundido en Asturias mientras veía como sus compañeros del resto de España arrasaban y se hacían con todas las comunidades en liza, excepción hecha de Extremadura.
Cascos ya tiene en sus manos todos los materiales necesarios para abordar una nueva alta responsabilidad en España, en esta ocasión en su tierra natal; de convertirse en el Manuel Fraga asturiano. Ahora, le corresponde responder a este nuevo escenario con generosidad, aparcando inquinas y rencores, como aseguraba en la madrugada de hoy que va a hacer, y esperar acontecimientos. Siempre he defendido que los dos problemas reales que el líder de Foro Asturias podría tener en esta etapa serían precisamente Gabino de Lorenzo y Pilar Fernández Pardo y ya queda constancia de la actitud de ambos ante el vuelco electoral de anoche.
En el caso del regidor ovetense, es más que posible que siga siéndolo dentro de algunas semanas -sigue siendo el más vota y el que tiene más concejales, aunque haya perdido la mayoría absoluta-, cuando se constituyan las nuevas corporaciones municipales. Si FAC es capaz de pasar por este trago, es más que probable que el veterano político ovetense, en el plazo de unos meses se retire a sus territorios de Benia y deje paso a otra persona, pero antes tiene que ser alcalde. El orgullo por encima de todo.
Más fácil parece el caso de Gijón. Con el argumento de los desastrosos resultados de anoche, a Fernández Pardo le resultaría muy fácil presentar su renuncia inmediatamente, lo que allanaría el camino del acuerdo local. Quedarse a disposición de Cascos, aunque no sea físicamente, sería una purga demasiado dura para la líder del PP gijonés. No me imagino a 'Pilipe' recibiendo instrucciones de una 'neófita inexperta' -ella que ya es, a pesar de su edad, una auténtica veterana en los vericuetos de la alta política- como es la aspirante de FAC a la Alcaldía, Carmen Moriyón.
En cualquier caso, estamos ante un proceso complejo y las cosas no son tan fáciles 'a prori'. Cascos sí fue contundente en la madrugada de hoy para dejar claras dos cosas: que sus organizaciones locales y comarcales van a tener manos libres para pactar o no y que, en el conjunto de Asturias, "no vamos a cambiar votos por territorios", lo que se traduce en que, efectivamente, no va a haber intercambio de cromos entre los dos partidos de la derecha asturiana. Eso es lo que ha dicho y ahora su compromiso está en letra impresa. El tiempo se encargará de darle o quitarle la razón. El vencedor del 22-M se enfrenta ahora -como también recordaba anoche- a un nuevo reto. La victoria de ayer no era el final de nada, sino el principio de todo. Cuando arrasó en el congreso constituyente de FAC -un congreso con algunos claroscuros, pero de resultado indudablemente exitoso-, este periodista en la reserva aseguraba que entonces empezaba para él y su partido la parte más difícil del camino. Ahora digo más. Desde hoy comienza para Cascos y sus correligionarios una nueva etapa, y si la anterior era complicada la actual es, como en el viejo circo, la del "más difícil todavía". Ese es el reto: unir a la mayoría en el trabajo para resolver los verdaderos problemas de Asturias. Con ello se ha comprometido y de esta manera ha asumido una tremenda responsabilidad. En sus manos y en las de los suyos está responder a la confianza que ayer le dieron los asturianos o defraudarlos, como antes hicieron los perdedores de la jornada electoral de ayer.
viernes, 20 de mayo de 2011
Carteles electorales
Hace unos días escribía un 'post' ligero sobre la imagen con la que el PP ha presentado a la ciudanía en esta campaña a sus candidatas a la Presidencia del Principado, Isabel Pérez Espinosa, y a la Alcaldía de Gijón, Pilar Fernández Pardo. Pero la campaña oficial ha seguido su cansino discurrir e inevitablemente la profusión de banderolas en las calles te lleva a fijarte en detalles que dan lugar a posibles reflexiones.
La primera sorpresa que me he llevado estos últimos días ha sido el giro dado por los socialistas a este tipo de propaganda electoral. Las banderolas que actualmente ondean con la imagen de Javier Fernández ya no responden a las normas establecidas comunmente. Estas indican que el rectángulo correspondiente debe dedicar el máximo espacio al rostro del candidato, dejando otros más pequeños para pedir el voto, el anagrama del partido y poco más. Pues bien, a alguno de esos jóvenes innovadores con que cuenta el PSOE, en un legítimo intento de llamar la atención y salirse de la línea habitual, ha 'jibarizado' la cara del líder de la FSA situándola entre dos enormes fauces metálicas que se supone corresponden a alguna gran instalación industrial de la región. Desde luego, el efecto rompedor funciona, si bien hay que decir que el resultado se presta a todo tipo de bromas, sobre todo si se tiene en cuenta que el escurridizo Fernández ha perdido en el nuevo buena parte de su sonrisa del cartel original; es más forzada o es que él está más en su seriedad característica.
Y hablando de los socialistas no puedo dejar de referirme también a la foto oficial de su candidato a la Alcaldía gijonesa, santiago Martínez Argüelles. Desde luego, el que la eligió no le ha hecho un gran favor. Probablemente en un intento de resaltar ese estilo bonachón con el que se le ha querido investir para dar más sensación de proximidad a sus conciudadanos, su rostro se ha convertido en un perfecto círculo inscrito en el polígono del cartel. Las intenciones pueden haber sido buenas, pero el efecto final que produce es más el de un anuncio de una de esas famosas fábricas de galletas que proliferan en Aguilar de Campoo ligadas a nuestros viejos desayunos de las generaciones que ya no cumplimos los cincuenta.
Santiago sí conserva la sonrisa y esta actitud, compartida por la práctica totalidad de los candidatos de aquí y de allá, me traslada a otra reflexión. Entiendo que no hace falta que los aspirantes a dirigir nuestros destinos salgan con cara de enfadados, pero quizá la alegría que transmiten sus imágenes no se corresponde precisamente con la situación por la que atraviesa el país y millones de sus habitantes. Sobre todo aquellos que menos tienen y a los que la crisis ha lanzado al pozo del temor, cuando no de la desesperación, colectivos que seguramente se plantearán precisamente que todo ese montaje electoral, del que la cartelería forma parte, supone el gasto de miles de millones de euros.
Y una última consideración. Ahora que se está poniendo en cuestión la legalidad de las concentraciones de los "indignados" para el día de mañana argumentando su carácter perturbador de la obligada jornada de reflexión, quizá sería bueno empezar a considerar para futuras citas electorales -para ésta ya es tarde- imponer a los partidos que concurren a los comicios la retirada antes de las doce de esta noche de cierre de la campaña oficial de toda esa publicidad. A fin de cuentas, puede resultar complicado "reflexionar" mientras vas por la calle y sigen agobiandote banderolas y carteles que te piden explícitamente el voto. Si eso es algo que -amaños puntuales aparte- vale para la pegada de la medianoche del inicio de campaña no veo la razón de que no se aplique a ese viernes previo a la cita con las urnas. Puede que tal planteamiento resulte un tanto utópico, pero al menos al que suscribe le parece razonable. Si al final van a tener que retirarlos en días venideros -con frecuencia algunos recurren al olvido- pues que empiecen ya y dejen libre de 'presiones' al votante en ese sábado de reflexión.
Si se trata de jugar, o lo hacemos todos o rompemos la baraja.
La primera sorpresa que me he llevado estos últimos días ha sido el giro dado por los socialistas a este tipo de propaganda electoral. Las banderolas que actualmente ondean con la imagen de Javier Fernández ya no responden a las normas establecidas comunmente. Estas indican que el rectángulo correspondiente debe dedicar el máximo espacio al rostro del candidato, dejando otros más pequeños para pedir el voto, el anagrama del partido y poco más. Pues bien, a alguno de esos jóvenes innovadores con que cuenta el PSOE, en un legítimo intento de llamar la atención y salirse de la línea habitual, ha 'jibarizado' la cara del líder de la FSA situándola entre dos enormes fauces metálicas que se supone corresponden a alguna gran instalación industrial de la región. Desde luego, el efecto rompedor funciona, si bien hay que decir que el resultado se presta a todo tipo de bromas, sobre todo si se tiene en cuenta que el escurridizo Fernández ha perdido en el nuevo buena parte de su sonrisa del cartel original; es más forzada o es que él está más en su seriedad característica.
Y hablando de los socialistas no puedo dejar de referirme también a la foto oficial de su candidato a la Alcaldía gijonesa, santiago Martínez Argüelles. Desde luego, el que la eligió no le ha hecho un gran favor. Probablemente en un intento de resaltar ese estilo bonachón con el que se le ha querido investir para dar más sensación de proximidad a sus conciudadanos, su rostro se ha convertido en un perfecto círculo inscrito en el polígono del cartel. Las intenciones pueden haber sido buenas, pero el efecto final que produce es más el de un anuncio de una de esas famosas fábricas de galletas que proliferan en Aguilar de Campoo ligadas a nuestros viejos desayunos de las generaciones que ya no cumplimos los cincuenta.
Santiago sí conserva la sonrisa y esta actitud, compartida por la práctica totalidad de los candidatos de aquí y de allá, me traslada a otra reflexión. Entiendo que no hace falta que los aspirantes a dirigir nuestros destinos salgan con cara de enfadados, pero quizá la alegría que transmiten sus imágenes no se corresponde precisamente con la situación por la que atraviesa el país y millones de sus habitantes. Sobre todo aquellos que menos tienen y a los que la crisis ha lanzado al pozo del temor, cuando no de la desesperación, colectivos que seguramente se plantearán precisamente que todo ese montaje electoral, del que la cartelería forma parte, supone el gasto de miles de millones de euros.
Y una última consideración. Ahora que se está poniendo en cuestión la legalidad de las concentraciones de los "indignados" para el día de mañana argumentando su carácter perturbador de la obligada jornada de reflexión, quizá sería bueno empezar a considerar para futuras citas electorales -para ésta ya es tarde- imponer a los partidos que concurren a los comicios la retirada antes de las doce de esta noche de cierre de la campaña oficial de toda esa publicidad. A fin de cuentas, puede resultar complicado "reflexionar" mientras vas por la calle y sigen agobiandote banderolas y carteles que te piden explícitamente el voto. Si eso es algo que -amaños puntuales aparte- vale para la pegada de la medianoche del inicio de campaña no veo la razón de que no se aplique a ese viernes previo a la cita con las urnas. Puede que tal planteamiento resulte un tanto utópico, pero al menos al que suscribe le parece razonable. Si al final van a tener que retirarlos en días venideros -con frecuencia algunos recurren al olvido- pues que empiecen ya y dejen libre de 'presiones' al votante en ese sábado de reflexión.
Si se trata de jugar, o lo hacemos todos o rompemos la baraja.
A Gabino le pierde la boca
Faltan escasas horas para que la campaña electoral finalice y entremos en la jornada de reflexión previa a las votaciones de pasado mañana. En líneas generales, hay que coincidir en que estos quince últimos días no han respondido ni de lejos a las expectativas creadas en el Principado con el nuevo escenario montado por la aparición de Foro Asturias. La campaña no ha sido ni mejor ni peor que otras anteriores, si acaso igual. Casi podría decirse que, en contra de todos los pronósticos, ha sido la más tranquila en muchos años. FAC, a su manera, se ha comportado como un partido más y no ha aportado, más allá del 'gancho' propio de su líder "caleyeando" sin descanso. Los mitines han sido el recurso menos utilizado, las reuniones sectoriales son un peaje de obligado cumplimiento y ni siquiera hemos tenido debates, entre otras cosas porque ninguno de los principales aspirantes pareció poner un interés excesivo en su convocatoria, y eso aunque a la hora del cierre a alguno/a ponga el tema sobre el tapete y recrimine a su principal adversario que haya rehuído el 'cara a cara'.
Por lo que a encuestas se refiere, hemos tenido de todo. También en este caso posiblemente nunca antes haya habido tal disparidad de resultados -es verdad que en esta ocasión las opciones con posibilidades aumentaron- y ello hace que podamos llegar a este punto con un poso de desconcierto que alcanza a las sedes centrales de todos los grandes partidos. Si se habla con algunos de sus responsables en privado, parece que nadie se atreve a ir mucho más allá de vagas aproximaciones; incluso hay quienes aseguran que, tal y como están las cosas, no descartan prácticamente nada.
Y hablando de no descartar, el que sí ha querido tener al final un protagonismo, hoy mismo, es el actual alcalde de Oviedo. Por la mañana nos dejaba a todos fríos con un "posiblemente el PP pueda llegar a algún entendimiento" con Cascos, en el caso de que el partido de éste lograra más escaños que el suyo propio. Cómo sería el revuelo que causaron estas palabras -absolutamente opuestas a todas las consignas barajadas por los populares de forma oficial -desde el mismísimo Rajoy en el mitin del Calatrava hasta el propio regidor capitalino en sus escasas intervenciones públicas hasta ahora- que De Lorenzo se vio en la obligación de sacar un comunicado pocas horas más tarde en el que cita textualmente que "no me corresponde a mí decir nada sobre lo que pueda hacer o no el PP con respecto al partido de Cascos". Tal afirmación es una obviedad, al menos desde el punto de vista de las normas y reglamentos internos, ya que ni él es el presidente regional del PP y, aunque lo fuera, ese escenario de pacto que él insinúa se cocinaría en todos los casos en Madrid.
Sin embargo, dejando a un lado esta constatación simple, la primera de sus manifestaciones pone en evidencia que probablemente al alcalde de Oviedo se le ha ido la lengua y que la posterior matización responde a una llamada al orden en toda regla desde las más altas instancias. Hablaba antes de encuestas y decía que las ha habido para todos los gustos. No obstante, uno ha echado de menos esas que todos sabemos encargan para su uso interno los principales partidos. Pues bien, como los rumores son libres y circulan a su antojo, hace días que uno de ellos atribuía al sondeo interno del PP unos números terroríficos para sus intereses y que concedían al partido de Cascos nada menos que 18 escaños. ¿Será algo más que un rumor y un De Lorenzo que nos tiene acostumbrados a dar giros de ciento ochenta grados en veinticuatro horas no ha medido su locuacidad y, sin mencionarlo, le ha dado a esa consulta demoscópica la credibilidad que sus compañeros no tenían intención de sacar a la luz?
Hay miedo, mucho miedo entre populares y socialistas, las dos fuerzas que han mantenido en encefelograma plano esta región durante muchos años, por lo que pueda suceder. Hay miedo, incluso, en Foro Asturias que, pese a todas las euforias oficiales, admiten que su proyecto ha llegado lejos, pero tiene más que difícil el único objetivo a priori situado como meta: ganar. Nunca como ahora la incertidumbre preside los hechos y los rostros de los candidatos. "Aquí todo puede pasar" sería la frase que mejor resume lo que estos días se respira en el ámbito político asturiano.
Los datos oficiales, los que van a fabricar los asturianos con su voto en las urnas, están ya a menos de 48 horas de conocerse. La solución al crucigrama de las posibles formaciones del Gobierno, todo apunta a que se sitúa algo más lejos. Al final, quince días de campaña no han aclarado mucho sobre las hipótesis de las que a su inicio partieron. Si acaso, por si los elementos 'distorsionadores' propios de la entrada en escena de FAC no fueran suficientes, el inesperado gran protagonista de esta cita del domingo, el movimiento de los "indignados", va a introducir una nueva variable. Por mucho que unos y otros -algunos con más vehemencia- ahora se posicionen del lado de los derechos de los cabreados, lo que puedan protagonizar pasado mañana todos estos miles de personas que han hecho de la calle durante esta semana su tribuna 'electoral' es otra incógnita que nadie se atreve a despejar con seriedad. Pero tranquilos, que ya queda poco para saber algo preciso.
Por lo que a encuestas se refiere, hemos tenido de todo. También en este caso posiblemente nunca antes haya habido tal disparidad de resultados -es verdad que en esta ocasión las opciones con posibilidades aumentaron- y ello hace que podamos llegar a este punto con un poso de desconcierto que alcanza a las sedes centrales de todos los grandes partidos. Si se habla con algunos de sus responsables en privado, parece que nadie se atreve a ir mucho más allá de vagas aproximaciones; incluso hay quienes aseguran que, tal y como están las cosas, no descartan prácticamente nada.
Y hablando de no descartar, el que sí ha querido tener al final un protagonismo, hoy mismo, es el actual alcalde de Oviedo. Por la mañana nos dejaba a todos fríos con un "posiblemente el PP pueda llegar a algún entendimiento" con Cascos, en el caso de que el partido de éste lograra más escaños que el suyo propio. Cómo sería el revuelo que causaron estas palabras -absolutamente opuestas a todas las consignas barajadas por los populares de forma oficial -desde el mismísimo Rajoy en el mitin del Calatrava hasta el propio regidor capitalino en sus escasas intervenciones públicas hasta ahora- que De Lorenzo se vio en la obligación de sacar un comunicado pocas horas más tarde en el que cita textualmente que "no me corresponde a mí decir nada sobre lo que pueda hacer o no el PP con respecto al partido de Cascos". Tal afirmación es una obviedad, al menos desde el punto de vista de las normas y reglamentos internos, ya que ni él es el presidente regional del PP y, aunque lo fuera, ese escenario de pacto que él insinúa se cocinaría en todos los casos en Madrid.
Sin embargo, dejando a un lado esta constatación simple, la primera de sus manifestaciones pone en evidencia que probablemente al alcalde de Oviedo se le ha ido la lengua y que la posterior matización responde a una llamada al orden en toda regla desde las más altas instancias. Hablaba antes de encuestas y decía que las ha habido para todos los gustos. No obstante, uno ha echado de menos esas que todos sabemos encargan para su uso interno los principales partidos. Pues bien, como los rumores son libres y circulan a su antojo, hace días que uno de ellos atribuía al sondeo interno del PP unos números terroríficos para sus intereses y que concedían al partido de Cascos nada menos que 18 escaños. ¿Será algo más que un rumor y un De Lorenzo que nos tiene acostumbrados a dar giros de ciento ochenta grados en veinticuatro horas no ha medido su locuacidad y, sin mencionarlo, le ha dado a esa consulta demoscópica la credibilidad que sus compañeros no tenían intención de sacar a la luz?
Hay miedo, mucho miedo entre populares y socialistas, las dos fuerzas que han mantenido en encefelograma plano esta región durante muchos años, por lo que pueda suceder. Hay miedo, incluso, en Foro Asturias que, pese a todas las euforias oficiales, admiten que su proyecto ha llegado lejos, pero tiene más que difícil el único objetivo a priori situado como meta: ganar. Nunca como ahora la incertidumbre preside los hechos y los rostros de los candidatos. "Aquí todo puede pasar" sería la frase que mejor resume lo que estos días se respira en el ámbito político asturiano.
Los datos oficiales, los que van a fabricar los asturianos con su voto en las urnas, están ya a menos de 48 horas de conocerse. La solución al crucigrama de las posibles formaciones del Gobierno, todo apunta a que se sitúa algo más lejos. Al final, quince días de campaña no han aclarado mucho sobre las hipótesis de las que a su inicio partieron. Si acaso, por si los elementos 'distorsionadores' propios de la entrada en escena de FAC no fueran suficientes, el inesperado gran protagonista de esta cita del domingo, el movimiento de los "indignados", va a introducir una nueva variable. Por mucho que unos y otros -algunos con más vehemencia- ahora se posicionen del lado de los derechos de los cabreados, lo que puedan protagonizar pasado mañana todos estos miles de personas que han hecho de la calle durante esta semana su tribuna 'electoral' es otra incógnita que nadie se atreve a despejar con seriedad. Pero tranquilos, que ya queda poco para saber algo preciso.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Los "indignados" se comen la campaña
Mientras algunos tratan de ningunearlos, otros intentan arrimar el ascua a su sardina e incorporarlos como propios a unos objetivos en los que nunca entraron. Me estoy refiriendo de nuevo al Movimiento 15-M, o "de los indignados", como algunos medios de comunicación los han bautizado. El caso es que, tal y como comentaba hace escasamente veinticuatro horas, esta protesta ciudadana que surge sin programas, sin ideología específica, sin líderes, ha cogido a las fuerzas políticas más importantes, tando de la izquierda como de la derecha, con el paso cambiado y, tras la primera reacción de asombro, han empezado a posicionarse con el habitual cinismo de unos y de otros.
"Hay motivo" fue un lema que contribuyó hace unos siete años para aupar al PSOE al poder y desbancar a sus adversarios del PP. Ahora, a pesar de las hipócritas reacciones de los dirigentes de ambos, también hay razones suficientes, y muchas, para que la ciudadanía esté cabreada. Mientras, las fuerzas políticas que se van a batir el cobre de las urnas el próximo domingo nos mantienen desde hace doce días condenados a una nueva campaña plana, llena de descalificaciones y de miedos, poniendo siempre sobre el tablero de sus promesas electorales lo qué hay que hacer, aunque casi nunca cómo; recordándonos los problemas -muchos de los cuales han sido originados por ellos mismos- pero sin especificar la forma real y cuantificada para salir de ellos; culpando al adversario de todos los males pasados, presentes y futuros.
Y en ello estaban cuando aparecieron "los indignados", que se han mostrado capaces de movilizar a gente en toda España gracias fundamentalmente a las redes sociales, esas mismas redes sociales que los candidatos de nuevo cuño dicen conocer al dedillo y manejar con tanta habilidad como el propio Zuckerberg . Los cabreados han aparecido y les han robado la cartera de sus campañas, porque a estas alturas de la película ya a nadie puede escapársele que en las portadas de los diarios de toda España los 'sin techo sociales' se han ganado las cabeceras principales relegando a un segundo plano los mitines y declaraciones de los candidatos. O sea que les han birlado por el método del descuido todo el protagonismo y les han metido el miedo en el cuerpo.
Ahora, en uno más de esos giros tradicionales que hacen de la política el arte del engaño, los partidos de la izquierda se han empeñado en "apropiarse" ese movimiento, de apostatar, si es preciso, de todas sus 'hojas de ruta' y estrategias para convertirse a la nueva religión de los 'desheredados' por la crisis. Resulta vergonzoso leer las declaraciones de los lideres socialistas expresando su comprensión hacia ese colectivo cada día mayor y no vay a enumerar las más relevantes porque me alargaría demasiado y hoy no me apetece. Quede como muestra la perla del ex presidente del Gobierno Felipe González, que ha "advertido" de un cierto paralelismo entre la protesta ciudadana española y las revueltas que han convulsionado en los últimos meses importantes países del mundo árabe. ¡Hay que tener rostro!
Entretanto, la derecha, como era de esperar, ha preferido ignorar la relevancia de este movimiento 'anónimo' y, aunque con otras palabras, reducirlo a los 'folloneros' de siempre y a jóvenes malcriados unidos en el cocido común del rechazo a la política institucional. El líder del PP, Mariano Rajoy, ha salido en defensa de la "nueva aristocracia" -la política, para lo que no me sigan- menospreciado a quienes dicen que "no nos representan", todo en la línea de la pretensión de ampararse en la 'gente de orden', como se decía antiguamente, que no son otros sino ellos, los únicos capaces de llevar el timón de un país a la deriva. ¡Otro que tal lo baila!
Al final, el Movimiento 15-M va a estar ahí, al menos hasta el domingo, aunque es previsible que a lo más que pueda llegar es a que la abstención crezca un poco -tampoco hacía falta animar mucho al electorado a quedarse en casa-. En todo caso, pase lo que pase, siempre les quedará el prurito de haber 'apagado' a los partidos y a sus campañas y poner públicamente en evidencia de dónde proceden muchos de los males de este país. Que no es poco.
"Hay motivo" fue un lema que contribuyó hace unos siete años para aupar al PSOE al poder y desbancar a sus adversarios del PP. Ahora, a pesar de las hipócritas reacciones de los dirigentes de ambos, también hay razones suficientes, y muchas, para que la ciudadanía esté cabreada. Mientras, las fuerzas políticas que se van a batir el cobre de las urnas el próximo domingo nos mantienen desde hace doce días condenados a una nueva campaña plana, llena de descalificaciones y de miedos, poniendo siempre sobre el tablero de sus promesas electorales lo qué hay que hacer, aunque casi nunca cómo; recordándonos los problemas -muchos de los cuales han sido originados por ellos mismos- pero sin especificar la forma real y cuantificada para salir de ellos; culpando al adversario de todos los males pasados, presentes y futuros.
Y en ello estaban cuando aparecieron "los indignados", que se han mostrado capaces de movilizar a gente en toda España gracias fundamentalmente a las redes sociales, esas mismas redes sociales que los candidatos de nuevo cuño dicen conocer al dedillo y manejar con tanta habilidad como el propio Zuckerberg . Los cabreados han aparecido y les han robado la cartera de sus campañas, porque a estas alturas de la película ya a nadie puede escapársele que en las portadas de los diarios de toda España los 'sin techo sociales' se han ganado las cabeceras principales relegando a un segundo plano los mitines y declaraciones de los candidatos. O sea que les han birlado por el método del descuido todo el protagonismo y les han metido el miedo en el cuerpo.
Ahora, en uno más de esos giros tradicionales que hacen de la política el arte del engaño, los partidos de la izquierda se han empeñado en "apropiarse" ese movimiento, de apostatar, si es preciso, de todas sus 'hojas de ruta' y estrategias para convertirse a la nueva religión de los 'desheredados' por la crisis. Resulta vergonzoso leer las declaraciones de los lideres socialistas expresando su comprensión hacia ese colectivo cada día mayor y no vay a enumerar las más relevantes porque me alargaría demasiado y hoy no me apetece. Quede como muestra la perla del ex presidente del Gobierno Felipe González, que ha "advertido" de un cierto paralelismo entre la protesta ciudadana española y las revueltas que han convulsionado en los últimos meses importantes países del mundo árabe. ¡Hay que tener rostro!
Entretanto, la derecha, como era de esperar, ha preferido ignorar la relevancia de este movimiento 'anónimo' y, aunque con otras palabras, reducirlo a los 'folloneros' de siempre y a jóvenes malcriados unidos en el cocido común del rechazo a la política institucional. El líder del PP, Mariano Rajoy, ha salido en defensa de la "nueva aristocracia" -la política, para lo que no me sigan- menospreciado a quienes dicen que "no nos representan", todo en la línea de la pretensión de ampararse en la 'gente de orden', como se decía antiguamente, que no son otros sino ellos, los únicos capaces de llevar el timón de un país a la deriva. ¡Otro que tal lo baila!
Al final, el Movimiento 15-M va a estar ahí, al menos hasta el domingo, aunque es previsible que a lo más que pueda llegar es a que la abstención crezca un poco -tampoco hacía falta animar mucho al electorado a quedarse en casa-. En todo caso, pase lo que pase, siempre les quedará el prurito de haber 'apagado' a los partidos y a sus campañas y poner públicamente en evidencia de dónde proceden muchos de los males de este país. Que no es poco.
El miedo se vuelve contra sus promotores
Miedo, miedo, miedo. Si por un término podríamos definir la campaña electoral que en estos días entra en su recta final es precisamente por dicha palabra. Sin embargo, con esta aseveración no aporto nada nuevo a lo que ya se viene diciendo en los ámbitos nacional y regional desde que empezó la misma. Hay, no obstante, algunas nuevas aportaciones a este 'leit motiv' político que vienen a matizar y ampliar en lo que dicho mensaje se convirtió desde que se iniciará la contienda.
En la primera mitad de la campaña quedó claro que los dos grandes partidos; el PSOE, una vez más con la necesaria colaboración de Izquierda Unida, advertió al electorado de que si sus respectivos adversarios se imponían gracias al apoyo del electorado, las siete plagas de Egipto se quedaban en una minucia al lado de lo que nos esperaba a los españoles. Los socialistas centraron su discurso en que la vuelta al poder de la derecha significaría el acta de defunción del Estado del Bienestar, la pérdida de los logros sociales, el infierno más o menos próximo para las clases más desfavorecidas,... Enfrente, sus rivales del PP se preguntaban qué queda a estas alturas del susodicho Estado del Bienestar y pronosticaban que darle a sus adversarios socialistas un nuevo voto de confianza era poner al país al borde del derrumbamiento final.
En el caso del Principado de Asturias, la izquierda, fundamentalmente los socialistas, se encontraron con que tienen que disparar en dos direcciones a la vez y que, por mucho que remarquen el mensaje de que la derecha acabará por unirse, los enemigos se han multiplicado y, encuestas aparte, el Foro Asturias de Cascos, lejos de ser el el invitado de piedra y al margen del reseñado argumentario de que las 'dos derechas' de Asturias son el auténtico enemigo a batir, y así lo han entendido los estrategas de la FSA, que han cambiado su relativo 'ninguneo' inicial hacia la nueva formación política por convertirlo en la diana de de sus baterías pesadas.
Queda claro a estas alturas y con estos elementos que el que suscribe piensa que al ex vicepresidente del Gobierno con José María Aznar, tanto como sus méritos personales para atraerse el voto que todavía no tiene, sus contrincantes de la izquierda le están aportando un buen complemento a su campaña.
Sin embargo, con ello y todo, la 'hoja de ruta' de las principales fuerzas políticas asturianas no han logrado ni de lejos -e incluyo a todos- despertar el interés de los ciudadanos más allá del derivado del escenario específico y único hasta la fecha para el domingo próximo.
Y es precisamente a este punto al que quería llegar después de haber leído ayer las declaraciones de algunos de los principales protagonistas de la contienda regional. El ya mencionado Cascos llamaba anteayer en el acto principal en Gijón de su 'cruzada' a la "rebelión colectiva" de los asturianos. En paralelo, IU apelaba en el Principado a "organizar la rebeldía" para castigar en las urnas a PSOE y PP. La cosa no va tanto de las relativas coindidencias entre dos opciones políticas tan alejadas ideológicamente como las mencionadas como de la coincidencia en el tiempo de ambas con esa relativamente sorpresiva aparición en el panorama español del denominado Movimiento 15-M, que ha logrado un protagonismo inesperado a estas alturas de la película merced a sus movilizaciones del fin de semana y principios de la presente en las principales capitales españolas.
'El País', en su edición de ayer, titulaba en primera página que dicho movimiento "alarma a la izquierda", para completar a renglón seguido que "agrada a la derecha". Y es aquí, precisamente, donde el diario de información general de mayor tirada en España me parece que se equivoca.
Por circunstancias absolutamente personales, este modesto periodista en la reserva, se vio inmerso el pasado domingo en las expresiones reales en la calle de esta sorprendente iniciativa ciudadana cuyo éxito ninguno de los partidos institucionales podrá atribuir a las maniobras de sus rivales. Si esta movilización alarma a los principales partidos -incluido el PP, pese al otrora diario oficial del Ejecutivo socialista- es precisamente porque su aparición -desde mi punto de vista tardía- les ha pillado con el paso cambiado y porque no tiene nombre y apellidos, ni siglas, ni colores. es difícil golpear a un enemigo sin rostro. El Movimiento 15-M, tan sorprendente para los partidos institucionales como algunas de las últimas desgracias naturales ocurridas en distintos lugares del mundo, no tiene cara, no presenta un programa, ni candidatos, ni objetivos numéricos. Es el estallido telúrico de los descontentos, de los cabreados, de los indignados, que ya son muchos millones en este país, los mismos que no se conforman con una utópica plataforma por el voto en blanco, por no citar otras iniciativas más 'folclóricas'; ni siquiera por esa supuesta izquierda real que concurre a los comicios del domingo dividida en no menos de ocho o diez grupúsculos de cuatro amigos -dicho sea con el máximo respeto a sus principios-.
El Movimiento 15-M, tampoco nos engañemos es el escenario ideal para aquellos que piensan que en río revuelto siempre hay ganancia para los pescadores -en este caso furtivos-, que el caos es la única solución a los problemas o que defienden la anarquía frente a la democracia, lo que les permite utilizar métodos poco acordes con un marco de convivencia razonable. Pero estos son los de siempre, unos pocos, y sobre ellos prevalece el descontento ciudadano mayoritario ante unas fuerzas políticas incapaces de ofrecer soluciones y cargadas de promesas en las que ni uno solo de ellos cree. La base social de esta efervescencia incipiente son todos aquellos que ven como se les plantean fechas y puntos de inflexión trucados, que se manipulan las cifras, que se pide calma hasta una próxima recuperación mientras los mismos que lo hacen acumulan sueldos millonarios, se niegan a renunciar a uno solo de sus privilegios, se asignan pensiones vitalicias -las mismas que se ofrecen inciertas para el común de los mortales-; en definitiva, aquellos que piden el sacrificio sin aplicarse el cuento ni por el forro. Quede como nota significativa el escándalo originado por la actuación del todavía director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Straus-Kahn, esperanza hasta antaeayer de la izquierda francesa de desbancar a Sarkozy de la Presidencia de la República. Uno ya no sabe si es más indignante que, amparándose en su condición, haya abusado supuestamente de una simple camarera de su hotel en Nueva York o que el susodicho pagaba por la habitación del 'modesto' establecimiento la cifra de 30.000 dólares por noche, desembolso que, naturalmente, no salían de los rendimientos de su trabajo.
El problema que tienen los partidos políticos, como creo que ya deje reflejado en esta tribuna hace tiempo, es que sus dirigentes han constituido una nueva aristocracia social y económica, una casta superior ajena a los problemas de los mismos que les apoyan en las urnas. Hasta ahora, grupitos macrominoritarios o enemigos sin trascendencia real se sostenían en el vocerío o en el derecho al pataleo, pero más o menos dentro de las reglas del juego. De repente, una mayoría real está empezando a mostrar su hartazgo y sólo hace falta que encuentren una plataforma que lo canalice. En este país a esa categoría de hastiados pertenecemos una amplia mayoría.
Porque -y hay que decirlo con claridad- nadie se crea que lo de este fin de semana es la típica algarabía callejera de estudiantes ociosos o grupitos de la extrema izquierda que no encuentran su lugar al sol en las instituciones; los que corrían por las calles y plazas del centro de Madrid mientras los antidisturbios nos retrotraían a las revueltas antifranquistas no eran esos colectivos mencionados, aunque tambien, sino miles de parados sin una perspectiva real de retornar al mercado laboral; futuros pensionistas que tienen algo más que dudas sobre el futuro que les espera a la vuelta de la esquina; funcionarios con los sueldos congelados, o rebajados, que ven como los mismos que les sitúan en esa posición mejoran sus condiciones materiales y salariales; en fin, como aseveraba antes, son la avanzadilla de millones de españoles que empiezan a gritar hasta aquí hemos llegado y que hasta ahora limitaban sus rabietas a la barra del bar.
El Movimiento 15-M llega -como decía- quizá un poco tarde, al menos para la cita con las urnas de esta semana, pero se presenta como la primera alternativa multicolectiva capaz de unificar la ira de millones de españoles, aunque por el momento únicamente se perfile como un embrión. Que cuaje no va a depnder del voto, o del apoyo económico en la calle de la ciudadanía, sino de su -difícil- objetivo de unificar el descontento. De momento, lo que han logrado es que los promotores de la campaña del miedo se hayan convertido de fabricantes en receptores. Ahora son ellos los que empiezan a tener miedo por su estatus y sus privilegios. Y esto ya es algo.
En la primera mitad de la campaña quedó claro que los dos grandes partidos; el PSOE, una vez más con la necesaria colaboración de Izquierda Unida, advertió al electorado de que si sus respectivos adversarios se imponían gracias al apoyo del electorado, las siete plagas de Egipto se quedaban en una minucia al lado de lo que nos esperaba a los españoles. Los socialistas centraron su discurso en que la vuelta al poder de la derecha significaría el acta de defunción del Estado del Bienestar, la pérdida de los logros sociales, el infierno más o menos próximo para las clases más desfavorecidas,... Enfrente, sus rivales del PP se preguntaban qué queda a estas alturas del susodicho Estado del Bienestar y pronosticaban que darle a sus adversarios socialistas un nuevo voto de confianza era poner al país al borde del derrumbamiento final.
En el caso del Principado de Asturias, la izquierda, fundamentalmente los socialistas, se encontraron con que tienen que disparar en dos direcciones a la vez y que, por mucho que remarquen el mensaje de que la derecha acabará por unirse, los enemigos se han multiplicado y, encuestas aparte, el Foro Asturias de Cascos, lejos de ser el el invitado de piedra y al margen del reseñado argumentario de que las 'dos derechas' de Asturias son el auténtico enemigo a batir, y así lo han entendido los estrategas de la FSA, que han cambiado su relativo 'ninguneo' inicial hacia la nueva formación política por convertirlo en la diana de de sus baterías pesadas.
Queda claro a estas alturas y con estos elementos que el que suscribe piensa que al ex vicepresidente del Gobierno con José María Aznar, tanto como sus méritos personales para atraerse el voto que todavía no tiene, sus contrincantes de la izquierda le están aportando un buen complemento a su campaña.
Sin embargo, con ello y todo, la 'hoja de ruta' de las principales fuerzas políticas asturianas no han logrado ni de lejos -e incluyo a todos- despertar el interés de los ciudadanos más allá del derivado del escenario específico y único hasta la fecha para el domingo próximo.
Y es precisamente a este punto al que quería llegar después de haber leído ayer las declaraciones de algunos de los principales protagonistas de la contienda regional. El ya mencionado Cascos llamaba anteayer en el acto principal en Gijón de su 'cruzada' a la "rebelión colectiva" de los asturianos. En paralelo, IU apelaba en el Principado a "organizar la rebeldía" para castigar en las urnas a PSOE y PP. La cosa no va tanto de las relativas coindidencias entre dos opciones políticas tan alejadas ideológicamente como las mencionadas como de la coincidencia en el tiempo de ambas con esa relativamente sorpresiva aparición en el panorama español del denominado Movimiento 15-M, que ha logrado un protagonismo inesperado a estas alturas de la película merced a sus movilizaciones del fin de semana y principios de la presente en las principales capitales españolas.
'El País', en su edición de ayer, titulaba en primera página que dicho movimiento "alarma a la izquierda", para completar a renglón seguido que "agrada a la derecha". Y es aquí, precisamente, donde el diario de información general de mayor tirada en España me parece que se equivoca.
Por circunstancias absolutamente personales, este modesto periodista en la reserva, se vio inmerso el pasado domingo en las expresiones reales en la calle de esta sorprendente iniciativa ciudadana cuyo éxito ninguno de los partidos institucionales podrá atribuir a las maniobras de sus rivales. Si esta movilización alarma a los principales partidos -incluido el PP, pese al otrora diario oficial del Ejecutivo socialista- es precisamente porque su aparición -desde mi punto de vista tardía- les ha pillado con el paso cambiado y porque no tiene nombre y apellidos, ni siglas, ni colores. es difícil golpear a un enemigo sin rostro. El Movimiento 15-M, tan sorprendente para los partidos institucionales como algunas de las últimas desgracias naturales ocurridas en distintos lugares del mundo, no tiene cara, no presenta un programa, ni candidatos, ni objetivos numéricos. Es el estallido telúrico de los descontentos, de los cabreados, de los indignados, que ya son muchos millones en este país, los mismos que no se conforman con una utópica plataforma por el voto en blanco, por no citar otras iniciativas más 'folclóricas'; ni siquiera por esa supuesta izquierda real que concurre a los comicios del domingo dividida en no menos de ocho o diez grupúsculos de cuatro amigos -dicho sea con el máximo respeto a sus principios-.
El Movimiento 15-M, tampoco nos engañemos es el escenario ideal para aquellos que piensan que en río revuelto siempre hay ganancia para los pescadores -en este caso furtivos-, que el caos es la única solución a los problemas o que defienden la anarquía frente a la democracia, lo que les permite utilizar métodos poco acordes con un marco de convivencia razonable. Pero estos son los de siempre, unos pocos, y sobre ellos prevalece el descontento ciudadano mayoritario ante unas fuerzas políticas incapaces de ofrecer soluciones y cargadas de promesas en las que ni uno solo de ellos cree. La base social de esta efervescencia incipiente son todos aquellos que ven como se les plantean fechas y puntos de inflexión trucados, que se manipulan las cifras, que se pide calma hasta una próxima recuperación mientras los mismos que lo hacen acumulan sueldos millonarios, se niegan a renunciar a uno solo de sus privilegios, se asignan pensiones vitalicias -las mismas que se ofrecen inciertas para el común de los mortales-; en definitiva, aquellos que piden el sacrificio sin aplicarse el cuento ni por el forro. Quede como nota significativa el escándalo originado por la actuación del todavía director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Straus-Kahn, esperanza hasta antaeayer de la izquierda francesa de desbancar a Sarkozy de la Presidencia de la República. Uno ya no sabe si es más indignante que, amparándose en su condición, haya abusado supuestamente de una simple camarera de su hotel en Nueva York o que el susodicho pagaba por la habitación del 'modesto' establecimiento la cifra de 30.000 dólares por noche, desembolso que, naturalmente, no salían de los rendimientos de su trabajo.
El problema que tienen los partidos políticos, como creo que ya deje reflejado en esta tribuna hace tiempo, es que sus dirigentes han constituido una nueva aristocracia social y económica, una casta superior ajena a los problemas de los mismos que les apoyan en las urnas. Hasta ahora, grupitos macrominoritarios o enemigos sin trascendencia real se sostenían en el vocerío o en el derecho al pataleo, pero más o menos dentro de las reglas del juego. De repente, una mayoría real está empezando a mostrar su hartazgo y sólo hace falta que encuentren una plataforma que lo canalice. En este país a esa categoría de hastiados pertenecemos una amplia mayoría.
Porque -y hay que decirlo con claridad- nadie se crea que lo de este fin de semana es la típica algarabía callejera de estudiantes ociosos o grupitos de la extrema izquierda que no encuentran su lugar al sol en las instituciones; los que corrían por las calles y plazas del centro de Madrid mientras los antidisturbios nos retrotraían a las revueltas antifranquistas no eran esos colectivos mencionados, aunque tambien, sino miles de parados sin una perspectiva real de retornar al mercado laboral; futuros pensionistas que tienen algo más que dudas sobre el futuro que les espera a la vuelta de la esquina; funcionarios con los sueldos congelados, o rebajados, que ven como los mismos que les sitúan en esa posición mejoran sus condiciones materiales y salariales; en fin, como aseveraba antes, son la avanzadilla de millones de españoles que empiezan a gritar hasta aquí hemos llegado y que hasta ahora limitaban sus rabietas a la barra del bar.
El Movimiento 15-M llega -como decía- quizá un poco tarde, al menos para la cita con las urnas de esta semana, pero se presenta como la primera alternativa multicolectiva capaz de unificar la ira de millones de españoles, aunque por el momento únicamente se perfile como un embrión. Que cuaje no va a depnder del voto, o del apoyo económico en la calle de la ciudadanía, sino de su -difícil- objetivo de unificar el descontento. De momento, lo que han logrado es que los promotores de la campaña del miedo se hayan convertido de fabricantes en receptores. Ahora son ellos los que empiezan a tener miedo por su estatus y sus privilegios. Y esto ya es algo.
martes, 10 de mayo de 2011
Dos mujeres y un destino
Recorrer en estos dias las calles de las ciudadanes y villas asturianos obliga inevitablemente a llevar la vista alta, y no precisamente por orgullo, sino porque los ojos, de forma involuntaria, se alzan hacia los carteles electorales con los que los principales partidos han poblado las farolas de las calles y avenidas.
A esta inercia no somos ajenos nadie y este modesto comentarista se dio ayer un buen paseo por el centro de la villa de Jovellanos y no pudo evitar encontrarse, sobre todo, con los rostros de las candidatas populares a la Presidencia del Principado y a la Alcaldía de Gijón. No es que sus rivales de la izquierda no hayan inverido en banderolas, pero parece evidente que los populares han echado el resto con su oferta netamente femenina en unos tiempos es los que es la izquierda la que presume de dar todo el papel protagonista a la mujer a través de sus propuestas de igualdades y paridades. La realidad es que, entre las fuerzas políticas con posibilidades, solamente el PP ha hecho una apuesta fuerte por las candidatas y, además, no regatea esfuerzos en vender ese órdago, más con imágenes que con palabras.
Y a propósito de la imagen, la repetición de los mismos rostros cada cincuenta metros ha provocado que, de forma involuntaria, me haya fijado en esos dos mujeres con las que el PP, si no fuera por la presencia de Foro Asturias, aspiraría con mucho más entusiasmo, a desalojar a los socialistas del Parlamento asturiano y del primer ayuntamiento de la ciudad.
Indisimuladamente me he parado en medio de la acera a observar las fotografías oficiales de Isabel Pérez Espinosa y Pilar Fernández Pardo y no he podido evitar una reflexión sobre las similitudes y diferencias existentes entre esas imágenes promocionales -siempre prestas a aprovechar cada detalle positivo de la realidad facial de cada cual cuando se trata de vender el producto-. A priori, a mi modesto entender, ambas responden a un modelo acorde con el sector social al que representan. Isabel y Pilar, o Pilar e Isabel, son en sus carteles electorales dos mujeres atractivas y representativas de una clase social que es, como no podía ser de otra manera, la que fielmente apoya al núcleo del PP por encima de las coyunturas.
Sin embargo, hay también -como digo- claras diferencias entre el producto que su partido vende a través de la imagen. Ambas se ofrecen al elector desde esas banderolas y carteles jóvenes -aunque la candidata gijonesa tiene algunos años más- y emprendedoras. Cuidadosamente vestidas, aunque sin alardes; minuciosamente maquilladas, pero sin excesos. En fin, perfectos productos de la derecha, pero sin sobrepasar ese punto de no retorno que las hiciera fruto de una minoría selecta. Sin embargo, y no creo que tenga que ver con la diferencia que marca el documento nacional de identidad, la imagen elegida tras miles de pruebas para 'venderlas' electoralmente nos presenta a una Pardo más 'clásica', frente a una Espinosa más rompedora. A primera vista parecen productos salidos de la misma 'colada', pero mientras que la por tercera vez aspirante a la Alcaldía de Gijón mantiene su melena suelta de tanta otras ocasiones, la candidata a la Presidencia del Principado ofrece un peinado más rompedor, más juvenil, más extraño a esa clase social de la que hablábamos. Tambien en lo que a los 'afeites' se refiere, aunque ambas han cuidadno -no iba a ser de otra manera- su perfil, los pequeños detalles favorecen la 'juventud' de Espinosa. Ni siquiera el color rojo elegido por Pardo consigue sobresalir sobre el oscuro entre gris y azul marino de la chaqueta de su compañera de empresa.
Son solamente eso, detalles, aunque nimios y anecdóticos de una apuesta conjunta en la que participan por vez primera en la derecha asturiana dos mujeres con un mismo destino: romper la hegemonía socialista en esta comunidad y en la mayor de sus ciudades. Misión más que difícil, pero que constituye un objetivo común de una oferta electoral.
A esta inercia no somos ajenos nadie y este modesto comentarista se dio ayer un buen paseo por el centro de la villa de Jovellanos y no pudo evitar encontrarse, sobre todo, con los rostros de las candidatas populares a la Presidencia del Principado y a la Alcaldía de Gijón. No es que sus rivales de la izquierda no hayan inverido en banderolas, pero parece evidente que los populares han echado el resto con su oferta netamente femenina en unos tiempos es los que es la izquierda la que presume de dar todo el papel protagonista a la mujer a través de sus propuestas de igualdades y paridades. La realidad es que, entre las fuerzas políticas con posibilidades, solamente el PP ha hecho una apuesta fuerte por las candidatas y, además, no regatea esfuerzos en vender ese órdago, más con imágenes que con palabras.
Y a propósito de la imagen, la repetición de los mismos rostros cada cincuenta metros ha provocado que, de forma involuntaria, me haya fijado en esos dos mujeres con las que el PP, si no fuera por la presencia de Foro Asturias, aspiraría con mucho más entusiasmo, a desalojar a los socialistas del Parlamento asturiano y del primer ayuntamiento de la ciudad.
Indisimuladamente me he parado en medio de la acera a observar las fotografías oficiales de Isabel Pérez Espinosa y Pilar Fernández Pardo y no he podido evitar una reflexión sobre las similitudes y diferencias existentes entre esas imágenes promocionales -siempre prestas a aprovechar cada detalle positivo de la realidad facial de cada cual cuando se trata de vender el producto-. A priori, a mi modesto entender, ambas responden a un modelo acorde con el sector social al que representan. Isabel y Pilar, o Pilar e Isabel, son en sus carteles electorales dos mujeres atractivas y representativas de una clase social que es, como no podía ser de otra manera, la que fielmente apoya al núcleo del PP por encima de las coyunturas.
Sin embargo, hay también -como digo- claras diferencias entre el producto que su partido vende a través de la imagen. Ambas se ofrecen al elector desde esas banderolas y carteles jóvenes -aunque la candidata gijonesa tiene algunos años más- y emprendedoras. Cuidadosamente vestidas, aunque sin alardes; minuciosamente maquilladas, pero sin excesos. En fin, perfectos productos de la derecha, pero sin sobrepasar ese punto de no retorno que las hiciera fruto de una minoría selecta. Sin embargo, y no creo que tenga que ver con la diferencia que marca el documento nacional de identidad, la imagen elegida tras miles de pruebas para 'venderlas' electoralmente nos presenta a una Pardo más 'clásica', frente a una Espinosa más rompedora. A primera vista parecen productos salidos de la misma 'colada', pero mientras que la por tercera vez aspirante a la Alcaldía de Gijón mantiene su melena suelta de tanta otras ocasiones, la candidata a la Presidencia del Principado ofrece un peinado más rompedor, más juvenil, más extraño a esa clase social de la que hablábamos. Tambien en lo que a los 'afeites' se refiere, aunque ambas han cuidadno -no iba a ser de otra manera- su perfil, los pequeños detalles favorecen la 'juventud' de Espinosa. Ni siquiera el color rojo elegido por Pardo consigue sobresalir sobre el oscuro entre gris y azul marino de la chaqueta de su compañera de empresa.
Son solamente eso, detalles, aunque nimios y anecdóticos de una apuesta conjunta en la que participan por vez primera en la derecha asturiana dos mujeres con un mismo destino: romper la hegemonía socialista en esta comunidad y en la mayor de sus ciudades. Misión más que difícil, pero que constituye un objetivo común de una oferta electoral.
domingo, 8 de mayo de 2011
¿Para qué sirve un mitin electoral?
En mis más de treinta años de actividad como profesional de la información he acumulado un ingente número de mítines electorales y, como la mayoría de los ciudadanos, hace mucho que llegue a la conclusión de que, aunque los partidos los consideren todavía necesarios, han ido perdiendo su razon original de ser y su utilidad es más bien nula si exceptuamos el reflejo que puedan tener en los medios de comunicación. No voy a repetir ahora ahora aquello de que este tipo de convocatorias solamente las secundan los ya convencidos y con su voto decidido.
Hoy, como reservista en esto de la información, decidí romper esquemas y acercarme como ciudadano de a pie y sin militancia a ocupar una de las sillas destinadas al público en el segundo anfiteatro del Palacio de los Deportes gijonés para ver lo que se experimenta cuando no tienes luego la obligación de plasmar el desarrllo del acto y las palabras de los intervinientes a la página de un periódico y te puedes limitar a escuchar y analizar por tí mismo el estilo en el que se mueven y los argumentos que utilizan los dirigentes políticos, en este caso tan de primera fila como era el propio presidente del Gobierno de la nación.
"Hay que tener co.jones -me comentaba un compañero en activo- para estar aquí por voluntad propia después de tantas horas perdidas por obligación laboral". Y es posible que tuviera razón y que el cercano certamen de tapas podría haber sido mejor lugar para dedicar el tiempo libre.
Sin embargo, pienso que la decisión tenía su atractivo, más sociológico que de adquisición de conocimientos o de descubrimiento de propuestas innovadoras. En lo que a esta parte se refiere tengo que decir que, efectivamente, esta clase de mitines son absolutamente aburridos y solamente se justifican por el 'aparataje' que conllevan y por la posibilidad de ver de cerca al líder político, en algo que se asemeja bastante a la parafernalia que lleva aparejada la visita de algún famoso del espectáculo, la moda o la televisión. Gritar elogios al protagonista, tratar de darle la mano o besarle, no sé si alguno incluso lograr su autógrafo, un remedo de 'alfombra roja', parece desde fuera lo más relevante de la cita.
Porque en lo que a discursos se refiere uno se encuentra al final con que no ha escuchado en una hora y pico nada que no haya quedado reflejado en los días o semanas anteriores en los medios de comunicación; ya ni siquiera puedes sonreir con esos 'chascarrillos' en los que era maestro Alfonso Guerra y que servían para animar un poco la retahila de logros propios y culpas ajenas inherentes al guión infinitamente repetido.
Me comentaba un veterano militante socialista a la salida que parece mentira que Zapatero pueda ser en las circunstancias actuales "tan plano", "tan previsible" y reiterativo, por no utilizar otros adjetivos, especialmente ahora que la liberación que le ha supuesto el anuncio de su retirada le facilita mucho las cosas para 'soltarse el pelo' en el mejor sentido de la palabra. Las cifras de las inversiones de Asturias, la responsibilidad de Aznar tantos años después en la actuales cifras del paro -de las que los socialistas son absolutamente inocentes-, las diferencias entre los únicos defensores del Estado del Bienestar -ellos- y los depredadores movidos siempre por intereses personales -los adversarios-, ... En fin, nada nuevo bajo el sol. Los elogios a su candidato en Asturias, Javier Fernández, a mi entender sinceros, y los obligados al todavía presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces -auténtico florero en la reunión, él al que le gusta ser la salsa de todos los guisos y que no pudo ni hablar, sólo saludar- y las concesiones a la galería de sus inicios políticos y su infancia ligados a Gijón o las alusiones al Sporting -ese equipo que "a todos cae simpático", frase que originó unos leves murmullos que se apresuró a acallar con las manos-, completan el seguimiento fiel al libreto ya conocido.
Algo parecido se podría decir de Javier Fernández, el menos mitinero de los socialistas asturianos, que también repitió discretamente con el papel asignado, aunque en su caso siempre aparece ese temor a la derrota inspirado en el voto fiel de la derecha que le lleva a insistir en la necesidad de movilizar a los votantes del PSOE.
Curiosamente, podría decirse que el secundario de la película, el candidato del partido a la Alcaldía de Gijón, Santiago Martínez Argüelles, fue quien de todos ellos se mostró más próximo, mas llano, más en la línea de lo que la gente sin vendas en los ojos espera oir. Su estilo es diferente y ya desde su nominación ha aparecido como un político capaz de transmitir -ideologías aparte- más calor humano y cercanía a sus ciudadanos. Entiendo yo que los cuatro años que ha pasado codo con codo junto a la actual alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, tienen mucho que ver con esta imagen. Por cierto que la regidora fue, desde mi punto de vista, y sin tener intervención, la auténtica triunfadora de la cita de esta mañana. Nadie recibió tantos y tan explícitos elogios como ella, desde su discreto segundo plano de dirigente en retirada. Será también porque la veterana política gijonesa es maestra en es difícil arte de la cercanía, a pesar de su rebelde carácter.
Lo que no deja duda alguna a estas alturas es que, al margen del oropel ajeno totalmente a la política, estas citas electorales se muestran obsoletas. Se decía estos días que anteayer en León el presidente del Gobierno no había logrado llenar el recinto elegido para su intervención. En el de hoy en Gijón asegurarán sus organizadores que no ocurrió tal cosa, pero evidentemente la convocatoria no fue tan masiva como cabría esperar -hueco hubiera habido para unos cuantos cientos más con una mejor distribución y algún que otro asiento quedó vacío- y si los apalusos no faltaron en ningún momento -hasta ahí podríamos llegar- el entusiasmo de los que salían de las palmas en otros tiempos no se dejó ver en el Palacio de los Deportes gijonés.
Dejo para el final una simple muestra para el anecdotario electoral pero que, a mi entender, resulta mucho más importante y significativo que todo el desarrollo del acto. Por casualidad, a la salida, me encontré al secretario general del SOMA, José Ángel Fernández Villa, que caminaba al lado de un compañero y que siguió su camino cuando me acerque a saludarlo. El veterano dirigente sindical anda delicado de salud y no lo oculta tras su sonrisa, pero es capaz de transmitir aún que no olvida los viejos tiempos ni a los veteranos compañeros, aunque estos fuéramos los que estábamos al otro lado de la trinchera. Algo que no parecen practicar sus compañeros de partido, que no se molestan en ocultar la triste realidad de haberle aparcado de forma discreta; a él, precisamente a él, que tiene en su haber muchos más méritos y medallas en la defensa del socialismo que cualquiera de los que ocuparon la tribuna de oradores o las primeras filas del patio de sillas, dicho sea al margen de las consideraciones de carácter personal que cada cual pueda tener. Claro que sobre el escenario ya no estaban ni Felipe González, ni Alfonso Guerra, ni tantos otros que siempre supieron valorar los méritos para la causa de uno de sus más 'fieros' militantes.
En fin, que a mí me entristeció ver tan 'sólo' al viejo león de las cuencas. Hace unos años, pocos, los que todavía estaban dentro se hubieran pegado codazos por salir hombro con hombro con el líder sindical o hubieran buscado con empeño digno de mejor causa una foto con este veterano socialista curtido en mil batallas. Ahora este tipo de activos ya no se cultivan en prácticamente en ninguno de los ámbitos de nuestra sociedad, ni -por lo visto- en los políticos. Y así, día a día, lo único que hemos logrado es que en todos ellos se detecte una peligrosa descapitalización.
Hoy, como reservista en esto de la información, decidí romper esquemas y acercarme como ciudadano de a pie y sin militancia a ocupar una de las sillas destinadas al público en el segundo anfiteatro del Palacio de los Deportes gijonés para ver lo que se experimenta cuando no tienes luego la obligación de plasmar el desarrllo del acto y las palabras de los intervinientes a la página de un periódico y te puedes limitar a escuchar y analizar por tí mismo el estilo en el que se mueven y los argumentos que utilizan los dirigentes políticos, en este caso tan de primera fila como era el propio presidente del Gobierno de la nación.
"Hay que tener co.jones -me comentaba un compañero en activo- para estar aquí por voluntad propia después de tantas horas perdidas por obligación laboral". Y es posible que tuviera razón y que el cercano certamen de tapas podría haber sido mejor lugar para dedicar el tiempo libre.
Sin embargo, pienso que la decisión tenía su atractivo, más sociológico que de adquisición de conocimientos o de descubrimiento de propuestas innovadoras. En lo que a esta parte se refiere tengo que decir que, efectivamente, esta clase de mitines son absolutamente aburridos y solamente se justifican por el 'aparataje' que conllevan y por la posibilidad de ver de cerca al líder político, en algo que se asemeja bastante a la parafernalia que lleva aparejada la visita de algún famoso del espectáculo, la moda o la televisión. Gritar elogios al protagonista, tratar de darle la mano o besarle, no sé si alguno incluso lograr su autógrafo, un remedo de 'alfombra roja', parece desde fuera lo más relevante de la cita.
Porque en lo que a discursos se refiere uno se encuentra al final con que no ha escuchado en una hora y pico nada que no haya quedado reflejado en los días o semanas anteriores en los medios de comunicación; ya ni siquiera puedes sonreir con esos 'chascarrillos' en los que era maestro Alfonso Guerra y que servían para animar un poco la retahila de logros propios y culpas ajenas inherentes al guión infinitamente repetido.
Me comentaba un veterano militante socialista a la salida que parece mentira que Zapatero pueda ser en las circunstancias actuales "tan plano", "tan previsible" y reiterativo, por no utilizar otros adjetivos, especialmente ahora que la liberación que le ha supuesto el anuncio de su retirada le facilita mucho las cosas para 'soltarse el pelo' en el mejor sentido de la palabra. Las cifras de las inversiones de Asturias, la responsibilidad de Aznar tantos años después en la actuales cifras del paro -de las que los socialistas son absolutamente inocentes-, las diferencias entre los únicos defensores del Estado del Bienestar -ellos- y los depredadores movidos siempre por intereses personales -los adversarios-, ... En fin, nada nuevo bajo el sol. Los elogios a su candidato en Asturias, Javier Fernández, a mi entender sinceros, y los obligados al todavía presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces -auténtico florero en la reunión, él al que le gusta ser la salsa de todos los guisos y que no pudo ni hablar, sólo saludar- y las concesiones a la galería de sus inicios políticos y su infancia ligados a Gijón o las alusiones al Sporting -ese equipo que "a todos cae simpático", frase que originó unos leves murmullos que se apresuró a acallar con las manos-, completan el seguimiento fiel al libreto ya conocido.
Algo parecido se podría decir de Javier Fernández, el menos mitinero de los socialistas asturianos, que también repitió discretamente con el papel asignado, aunque en su caso siempre aparece ese temor a la derrota inspirado en el voto fiel de la derecha que le lleva a insistir en la necesidad de movilizar a los votantes del PSOE.
Curiosamente, podría decirse que el secundario de la película, el candidato del partido a la Alcaldía de Gijón, Santiago Martínez Argüelles, fue quien de todos ellos se mostró más próximo, mas llano, más en la línea de lo que la gente sin vendas en los ojos espera oir. Su estilo es diferente y ya desde su nominación ha aparecido como un político capaz de transmitir -ideologías aparte- más calor humano y cercanía a sus ciudadanos. Entiendo yo que los cuatro años que ha pasado codo con codo junto a la actual alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, tienen mucho que ver con esta imagen. Por cierto que la regidora fue, desde mi punto de vista, y sin tener intervención, la auténtica triunfadora de la cita de esta mañana. Nadie recibió tantos y tan explícitos elogios como ella, desde su discreto segundo plano de dirigente en retirada. Será también porque la veterana política gijonesa es maestra en es difícil arte de la cercanía, a pesar de su rebelde carácter.
Lo que no deja duda alguna a estas alturas es que, al margen del oropel ajeno totalmente a la política, estas citas electorales se muestran obsoletas. Se decía estos días que anteayer en León el presidente del Gobierno no había logrado llenar el recinto elegido para su intervención. En el de hoy en Gijón asegurarán sus organizadores que no ocurrió tal cosa, pero evidentemente la convocatoria no fue tan masiva como cabría esperar -hueco hubiera habido para unos cuantos cientos más con una mejor distribución y algún que otro asiento quedó vacío- y si los apalusos no faltaron en ningún momento -hasta ahí podríamos llegar- el entusiasmo de los que salían de las palmas en otros tiempos no se dejó ver en el Palacio de los Deportes gijonés.
Dejo para el final una simple muestra para el anecdotario electoral pero que, a mi entender, resulta mucho más importante y significativo que todo el desarrollo del acto. Por casualidad, a la salida, me encontré al secretario general del SOMA, José Ángel Fernández Villa, que caminaba al lado de un compañero y que siguió su camino cuando me acerque a saludarlo. El veterano dirigente sindical anda delicado de salud y no lo oculta tras su sonrisa, pero es capaz de transmitir aún que no olvida los viejos tiempos ni a los veteranos compañeros, aunque estos fuéramos los que estábamos al otro lado de la trinchera. Algo que no parecen practicar sus compañeros de partido, que no se molestan en ocultar la triste realidad de haberle aparcado de forma discreta; a él, precisamente a él, que tiene en su haber muchos más méritos y medallas en la defensa del socialismo que cualquiera de los que ocuparon la tribuna de oradores o las primeras filas del patio de sillas, dicho sea al margen de las consideraciones de carácter personal que cada cual pueda tener. Claro que sobre el escenario ya no estaban ni Felipe González, ni Alfonso Guerra, ni tantos otros que siempre supieron valorar los méritos para la causa de uno de sus más 'fieros' militantes.
En fin, que a mí me entristeció ver tan 'sólo' al viejo león de las cuencas. Hace unos años, pocos, los que todavía estaban dentro se hubieran pegado codazos por salir hombro con hombro con el líder sindical o hubieran buscado con empeño digno de mejor causa una foto con este veterano socialista curtido en mil batallas. Ahora este tipo de activos ya no se cultivan en prácticamente en ninguno de los ámbitos de nuestra sociedad, ni -por lo visto- en los políticos. Y así, día a día, lo único que hemos logrado es que en todos ellos se detecte una peligrosa descapitalización.
sábado, 7 de mayo de 2011
Políticos y ciudadanos
Ahora que nos encontramos inmersos de lleno en una campaña electoral, se me antoja necesario dar la relevancia real que tienen dos iniciativas que circulan precisamente en estas fechas por los medio de comunicación. Los líderes y sus palabras han eclipsado de alguna manera estas dos importantes propuestas que, aunque su origen se sitúe en foros diferentes, tienen que ver, y mucho, con las relaciones entre políticos y ciudadanos, sobre todo por las diferencias que ambas documentos remarcan entre lo que deberían ser y lo que realmento son.
La más reciente de esas dos iniciativas es un libro denominado "Reacciona" y que fue presentado ayer, entre otros, por dos de sus promotores -hay muchos más-, el juez Baltasar Garzón y Federico Mayor Zaragoza -del que no voy a citar un currículo de títulos interminable, aunque sí destaco entre ellos su condición de copresidente del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones de la ONU o la de presidente de la Fundación para una Cultura de Paz, amén de haber sido ministro con Adolfo Suárez-. Esta publicación, por lo que he leído, trata de 'despertar' a la ciudadanía ante los usos y abusos que de sus votos hace los dirigentes políticos. Una frase que refleja el espíritu del libro es: "Lo peor que se puede hacer en democracia es reirse de los ciudadanos" y la pronunció el siempre polémico Garzón. Y ¿qué piensa el magistrado que es reirse de los ciudadanos? Pues, entre otras cosas "no decir la verdad", "tomarse a broma la corrupción" o "desprestigiar las instituciones" por citar solamente algunas de sus palabras. La iniciativa tiene como objetivo que los españoles dejemos de 'pasar' de los políticos, limitando nuestras quejas a colocarlos en los primeros lugares de los colectivos menos valorados en todas las encuestas del CIS, empecemos a reclamar que cumplan su parte del contrato que representa el apoyo que les damos en las urnas y tengan en cuenta que lo que son se lo deben precisamente a esos votos. Como otra perla de este libro recopilatorio me quedo con unas palabras de Mayor Zaragoza quien, al referirse a la actual situación de nuestro país, asegura que "Nos quitan la justicia social y nos la intercambian por los mercados". ¡No sabra este señor de lo que habla!
Más modesta, pero no menos importante, es la otra iniciativa, que parte de las asociaciones de periodistas y cuenta con el apoyo de otros colectivos involucrados en el sector de la comunicación. En este caso se trata de un manifiesto -que ya ha recogido miles de firmas- contra las ruedas de prensa sin preguntas, una modalidad que ha empezado a proliferar hace algunos años y que ha alcanzado su periodo de esplendor en estos tiempos en que nos encontramos actualmente. Este escrito -que invito a leer a quien no lo conozca- trata de lograr el apoyo de las empresas de comunicación para que los profesionales que tienen cada día la obligación de acudir a estas convocatorias de partidos e instituciones puedan realizar su trabajo sin arriesgarse a una reprimenda, cuando no una sanción, si deciden no dar cobertura a estos actos monologados.
Seguro que algunas personas se dirán: "¡Bah! Ese es un problema de los periodistas". Pero se equivocan. Sentarse en una silla mientras el responsable de turno lee un papel o explica escuetamente las razones de su decisión sin dar opción a conocer los pormenores y las razones de uno u otra, convierte al informador en un mero escribiente y acaba por matar la importante razón social de ser de tales profesionales y los medios a los que representan, que no es otra que servir de cable conductor de comunicación entre políticos y ciudadanos y que estos puedan conocer cualquier posible recoveco, arista o detalle de la actuación y las decisiones que toman sus representantes públicos.
Quede constancia de que, precisamente en estos momentos en los que la política pasa a un primer plano, ambas iniciativas, desde orígenes diferentes, se transforman en un serio aviso a la ciudadanía de los riesgos que la interpretación que de los derechos constitucionales, y de la democracia en general, puedan hacer los representantes públicos se transmuten en actitudes absolutistas como la que cada día más dirigentes políticos e institucionales practican. Son dos serias llamadas de atención para que los ciudadanos tomemos conciencia de que -como antes apuntaba- cada vez que acudimos a las urnas firmamos un contrato con siglas y personas y que estamos obligados a exigirles su cumplimiento.
La más reciente de esas dos iniciativas es un libro denominado "Reacciona" y que fue presentado ayer, entre otros, por dos de sus promotores -hay muchos más-, el juez Baltasar Garzón y Federico Mayor Zaragoza -del que no voy a citar un currículo de títulos interminable, aunque sí destaco entre ellos su condición de copresidente del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones de la ONU o la de presidente de la Fundación para una Cultura de Paz, amén de haber sido ministro con Adolfo Suárez-. Esta publicación, por lo que he leído, trata de 'despertar' a la ciudadanía ante los usos y abusos que de sus votos hace los dirigentes políticos. Una frase que refleja el espíritu del libro es: "Lo peor que se puede hacer en democracia es reirse de los ciudadanos" y la pronunció el siempre polémico Garzón. Y ¿qué piensa el magistrado que es reirse de los ciudadanos? Pues, entre otras cosas "no decir la verdad", "tomarse a broma la corrupción" o "desprestigiar las instituciones" por citar solamente algunas de sus palabras. La iniciativa tiene como objetivo que los españoles dejemos de 'pasar' de los políticos, limitando nuestras quejas a colocarlos en los primeros lugares de los colectivos menos valorados en todas las encuestas del CIS, empecemos a reclamar que cumplan su parte del contrato que representa el apoyo que les damos en las urnas y tengan en cuenta que lo que son se lo deben precisamente a esos votos. Como otra perla de este libro recopilatorio me quedo con unas palabras de Mayor Zaragoza quien, al referirse a la actual situación de nuestro país, asegura que "Nos quitan la justicia social y nos la intercambian por los mercados". ¡No sabra este señor de lo que habla!
Más modesta, pero no menos importante, es la otra iniciativa, que parte de las asociaciones de periodistas y cuenta con el apoyo de otros colectivos involucrados en el sector de la comunicación. En este caso se trata de un manifiesto -que ya ha recogido miles de firmas- contra las ruedas de prensa sin preguntas, una modalidad que ha empezado a proliferar hace algunos años y que ha alcanzado su periodo de esplendor en estos tiempos en que nos encontramos actualmente. Este escrito -que invito a leer a quien no lo conozca- trata de lograr el apoyo de las empresas de comunicación para que los profesionales que tienen cada día la obligación de acudir a estas convocatorias de partidos e instituciones puedan realizar su trabajo sin arriesgarse a una reprimenda, cuando no una sanción, si deciden no dar cobertura a estos actos monologados.
Seguro que algunas personas se dirán: "¡Bah! Ese es un problema de los periodistas". Pero se equivocan. Sentarse en una silla mientras el responsable de turno lee un papel o explica escuetamente las razones de su decisión sin dar opción a conocer los pormenores y las razones de uno u otra, convierte al informador en un mero escribiente y acaba por matar la importante razón social de ser de tales profesionales y los medios a los que representan, que no es otra que servir de cable conductor de comunicación entre políticos y ciudadanos y que estos puedan conocer cualquier posible recoveco, arista o detalle de la actuación y las decisiones que toman sus representantes públicos.
Quede constancia de que, precisamente en estos momentos en los que la política pasa a un primer plano, ambas iniciativas, desde orígenes diferentes, se transforman en un serio aviso a la ciudadanía de los riesgos que la interpretación que de los derechos constitucionales, y de la democracia en general, puedan hacer los representantes públicos se transmuten en actitudes absolutistas como la que cada día más dirigentes políticos e institucionales practican. Son dos serias llamadas de atención para que los ciudadanos tomemos conciencia de que -como antes apuntaba- cada vez que acudimos a las urnas firmamos un contrato con siglas y personas y que estamos obligados a exigirles su cumplimiento.
Al PSOE asturiano le han hecho un traje
Resulta que tanto hablar de los 'gurteles', de los 'fabras' o de los 'pozeros', tanta recurrencia a los niveles de corrupción en la derecha española -que la hay y mucha; no está en mi ánimo tapar a unos sinvergüenzas- y, al final, va a ser precisamente aquí, en Asturias, donde los socialistas, que tienen mejores condiciones objetivas para no darse el batacazo, como prevén las encuestas en la mayoría de las comunidades, las va a tocar la china. Es posible que la 'Operación Marea' no tenga el nivel -mediático seguro que no- que han alcanzado los trapicheos que albergan su nicho de sospechas fundamentalmente en la Comunidad Valenciana, pero a la Federación Socialista Asturiana le va a tocar lidiar con un problema de las mismas características, salvando las distancias de la relevancia cuantitativa y cualitativa que puedan tener ambos escándalos.
El caso es que no se puede escupir para arriba, como dice la sabiduría popular. Desde que explotó el asunto de la presunta corrupción en el Gobierno asturiano, centrada en la Consejería de Educación, escándalo que llevó a prisión al hasta poco antes titular de la misma, José Luis Iglesias Riopedre, la condición secreta del sumario, la 'timidez' de algunos partidos de la oposición o de otros que estando en coalición con el Ejecutivo se suponen los más activos contra cualquier sombra de sospecha de irregularidades graves en la Administración pública, añadido al manifiesto distanciamiento practicado por los dirigentes socialistas de los imputados y, casi de tapadillo, del conjunto del Gobierno regional -será por si sale más 'mierda', porque el juez Sorando, y su antecesora en Gijón, ya ha manifestado que el caso puede tener otras ramificaciones-; desde entonces -digo- la utilización política del asunto había sido considerablemente tibia.
Pero no era lógico pensar que un asunto de las características de lo que algunos llamaron 'caso Ripedre' se fuera a quedar en alguna que otra diatriba del siempre agresivo Cascos. Al final, desde que el arbitro -la normativa electoral- pitó el inicio del 'partido' -la campaña oficial para la cita con las urnas del próximo día 22- las hostilidades se han desatado y las primeras cuarenta y ocho horas de la misma han puesto de manifiesto que ninguno de los rivales del PSOE asturiano va a dejar pasar este arma política y que la misma tiene todas las posibilidades de convertirse en el argumentario principal de estos intensos quince días.
Y tampoco es para pensar que los adversarios de los socialistas tenían guardada en un cajón esta 'hoja de ruta' con la intención de ponerla en marcha una vez dado el pistoletazo de salida de la medianoche del pasado jueves. Tampoco vamos a darles tanto mérito. La verdadera espoleta la ha puesto el levantamiento judicial del secreto de parte del sumario de la 'Operación Marea', lo que ha permitido que la opinión pública conozca amplísimos detalles de la trama, entre ellos, hechos y conversaciones que desmontan aquella imagen de 'hombre honrado engañado por su entorno' que se hilvanó en torno a las implicaciones del anterior consejero de Educación.
Ahora, los socialistas ya no pueden solamente escudarse en que todo está en manos de la Justicia. Es verdad que ellos no llevan al citado Ripedre en sus listas -como hacen sus rivales y ellos mismos en otras partes de España-, pero en la gestión de la vida pública la mujer del césar no solamente debe ser honrada, sino parecerlo, y no es así en el caso que nos ocupa. La imagen del Ejecutivo de Areces está en entredicho y nadie parece querer salir a defenderla con verdadera intensidad.
Hoy mismo, el líder de los socialistas asturianos y candidato a la Presidencia del Principado, Javier Fernández, admitía no solamente la existencia de un estado de "alarma", sino también la imposibilidad de cuantificar la "influencia" que la presunta corrupción que afecta al seno del actual Gobierno autonómico pueda tener en las urnas dentro de dos semanas. En público, sus compañeros de partido se desmarcan del asunto y tratan de alejarlo de ellos y de su campaña todo lo humanamente posible, pero en privado no dudan en reconocer sus temores a que la corrupción pueda pasarles factura en estos momentos decisivos del largo camino hacia la conservación del poder en el Principado.
En definitiva, que a los socialistas asturianos alguien les ha hecho un traje, aunque no tenga el diseño y la calidad de los que luce 'de papu' el candidato de los populares valencianos, Francisco Camps.
El caso es que no se puede escupir para arriba, como dice la sabiduría popular. Desde que explotó el asunto de la presunta corrupción en el Gobierno asturiano, centrada en la Consejería de Educación, escándalo que llevó a prisión al hasta poco antes titular de la misma, José Luis Iglesias Riopedre, la condición secreta del sumario, la 'timidez' de algunos partidos de la oposición o de otros que estando en coalición con el Ejecutivo se suponen los más activos contra cualquier sombra de sospecha de irregularidades graves en la Administración pública, añadido al manifiesto distanciamiento practicado por los dirigentes socialistas de los imputados y, casi de tapadillo, del conjunto del Gobierno regional -será por si sale más 'mierda', porque el juez Sorando, y su antecesora en Gijón, ya ha manifestado que el caso puede tener otras ramificaciones-; desde entonces -digo- la utilización política del asunto había sido considerablemente tibia.
Pero no era lógico pensar que un asunto de las características de lo que algunos llamaron 'caso Ripedre' se fuera a quedar en alguna que otra diatriba del siempre agresivo Cascos. Al final, desde que el arbitro -la normativa electoral- pitó el inicio del 'partido' -la campaña oficial para la cita con las urnas del próximo día 22- las hostilidades se han desatado y las primeras cuarenta y ocho horas de la misma han puesto de manifiesto que ninguno de los rivales del PSOE asturiano va a dejar pasar este arma política y que la misma tiene todas las posibilidades de convertirse en el argumentario principal de estos intensos quince días.
Y tampoco es para pensar que los adversarios de los socialistas tenían guardada en un cajón esta 'hoja de ruta' con la intención de ponerla en marcha una vez dado el pistoletazo de salida de la medianoche del pasado jueves. Tampoco vamos a darles tanto mérito. La verdadera espoleta la ha puesto el levantamiento judicial del secreto de parte del sumario de la 'Operación Marea', lo que ha permitido que la opinión pública conozca amplísimos detalles de la trama, entre ellos, hechos y conversaciones que desmontan aquella imagen de 'hombre honrado engañado por su entorno' que se hilvanó en torno a las implicaciones del anterior consejero de Educación.
Ahora, los socialistas ya no pueden solamente escudarse en que todo está en manos de la Justicia. Es verdad que ellos no llevan al citado Ripedre en sus listas -como hacen sus rivales y ellos mismos en otras partes de España-, pero en la gestión de la vida pública la mujer del césar no solamente debe ser honrada, sino parecerlo, y no es así en el caso que nos ocupa. La imagen del Ejecutivo de Areces está en entredicho y nadie parece querer salir a defenderla con verdadera intensidad.
Hoy mismo, el líder de los socialistas asturianos y candidato a la Presidencia del Principado, Javier Fernández, admitía no solamente la existencia de un estado de "alarma", sino también la imposibilidad de cuantificar la "influencia" que la presunta corrupción que afecta al seno del actual Gobierno autonómico pueda tener en las urnas dentro de dos semanas. En público, sus compañeros de partido se desmarcan del asunto y tratan de alejarlo de ellos y de su campaña todo lo humanamente posible, pero en privado no dudan en reconocer sus temores a que la corrupción pueda pasarles factura en estos momentos decisivos del largo camino hacia la conservación del poder en el Principado.
En definitiva, que a los socialistas asturianos alguien les ha hecho un traje, aunque no tenga el diseño y la calidad de los que luce 'de papu' el candidato de los populares valencianos, Francisco Camps.
viernes, 6 de mayo de 2011
De tapas por Gijón... políticas
El primer día de la campaña electoral no nos ha acercado a Gijón a ninguno de los candidatos de los principales partidos en liza en la recién inaugurada campaña para los comicios del próximo día 22, al menos en lo que actos públicos se refiere. Ante tal panorama, y ahora que proliferan hasta la saciedad las convocatorias gastronómicas de pinchos o 'cocktails', ayer decidí dedicar la última parte de la jornada a irme de 'tapas' políticas por la villa. Esta cita se traduce en un paseo por los actos de pequeñas y medianas fuerzas políticas que me permitirían conocer a tantos nuevos candidatos de los que parecen definir esta convocatoria municipal y autonómica.
Este primer día de la campaña en Gijón, en lo que actos abiertos al público se refiere, se iniciaba a las siete de la tarde en los Jardines de la Reina, con la presentación de la candidatura municipal de Izquierda Unida de Gijón. Conocer a Jorge Espina, candidato a la Alcaldía de la coalición de izquierda, y su discurso parecía un atractivo a priori relativamente interesante. Al final, el fuerte aguacero hizo que, a la hora convenida, en el lugar citado, sólo estuvieran una furgoneta de este fuarza política, un escenario a medio montar y cuatro personas despistadas. Desconozco si el acto se trasladó a otro lugar o se celebró más tarde. El caso es que mi objetivo se vio frustrado.
Unos minutos más tarde, en el Ateneo Jovellanos, el candidato autonómico de UPyD, Ignacio Prendes, ante cerca de una treintena de asistentes, intentaba, y parcialmente lograba, convencer a sus oyentes de que la fuerza política que encabeza es algo más que Rosa Díez. Su discurso, templado y con buenos argumentos, apenas hizo olvidar que de buenas intenciones está el infierno empedrado. Si acaso, para alguien como el que suscribe que no se ha molestado en revisar nombre a nombre cada candidatura, la presencia significativa de José Ramón Herrero Merediz -veinte años en el PCA y veintisiete en el PSOE- fue toda una sorpresa de su apuesta por un rechazo a las 'viejas políticas' -de las que se autoinculpó en parte- para apostar por otras de nuevo signo, las de la fuerza política que en asturias se estrena en esta ocasión.
Por fin, treinta minutos más tarde, la cita era en el paseo de Begoña para conocer al equipo formado por Cascos para asaltar el Ayuntamiento de Gijón. La lluvia, que ya había cesado algunos minutos antes, fue suficiente para amedrentar a Foro Asturias -vaya un partido de una región climáticamente inestable como la nuestra- y que decidiera optar por lo seguro y trasladase la presentación de la candidatura que encabeza Carmen Moriyón a un local que mantiene el nombre de bazar chino original en el que se refugian actualmente en situación de precariedad los chicos del ex vicepresidente del Gobierno. El oropel con el que se trató de adornar la presentación del conjunto de la candidatura, con mucho humor y poca política, no fue suficiente contrapeso para el discurso de una candidata novata y que, por mucha buena intención y energías que le eche, solamente puede acabar recurriendo a la figura del líder, que como era lógico la acompaña inseparablemente en el cartel electoral.
En definitiva, una primera jornada que, en el ámbito local al menos, no aportó nada nuevo a lo ya conocido de los últimos días. Mientras en puntos más alejados de la villa de Jovellanos los candidatos autonómicos mantenían la atonía de fechas recientes -si acaso el propio Cascos ya apuntó ayer que el caso de la corrupción, tan traído y llevado en el ámbito nacional, puede ser una de sus primeras armas de destrucción masiva para el combate, a propósito del 'Caso Renedo', de la 'Operación Marea', o del 'Caso Riopedre', que cada cual puede llamar como quiera- y anunciaban quince días de 'más de lo mismo' si tomamos como referente anteriores campañas.
A Javier Fernández, a la espera de la llegada de Zapatero -ansiada por él y rechaza por otros colegas de diversas regiones- parece que lo del campo le pone más que una 'starlette' a un 'salido'. Espinosa sigue desgranando sus líneas maestras, mientras Gabino de Lorenzo le hace de todo menos favores. E izquierda Unida trabaja a destajo su condición de izquierda real, desmarcándose del PSOE, pero olvidándose de que la memoria popular no puede obviar que cuando critica la situación económica y las cifras del paro deja a un lado su papel de claro colaboracionista a través de anteriores apoyos en Madrid, o su condición de socio de gobierno de Areces en Asturias y de Felgueroso en Gijón.
Mientras, FAC sigue sin mostrar sus teóricos potenciales y confía en que, en estos primeros momentos al menos, es el que más personas es capaz de movilizar para sus actos. Sus incondicionales siguen confiando en el tirón de su líder para romper la tendencia de las encuestas, meta que combinan con un discreto pesimismo con respecto a los resultados en los principales ayuntamientos.
Hablando en plata, la campaña acaba de empezar y las perspectivas de nuevos escenarios todavía no se han concretado, Quedan muchos días -cada jornada uno menos- y las cosas no han cambiado sustancialmente con respecto al desarrollo de la pre-campaña y las previsiones no invitan al optimismo. Ahora son uno más, pero, al menos hasta el momento, las cosas no han cambiado sustancialmente. Todos hablan de los mismos problemas -los que usted y yo nos sabemos de memoria- pero la cosa no va más allá de la intención de superarlos y las soluciones creíbles, aquellas que resucitan la esperanza -ya sabemos por algiuno de ellos que no hay varitas mágicas- son las que no aparecen para nada en el discurso electoral. Mañana será otro día.
Este primer día de la campaña en Gijón, en lo que actos abiertos al público se refiere, se iniciaba a las siete de la tarde en los Jardines de la Reina, con la presentación de la candidatura municipal de Izquierda Unida de Gijón. Conocer a Jorge Espina, candidato a la Alcaldía de la coalición de izquierda, y su discurso parecía un atractivo a priori relativamente interesante. Al final, el fuerte aguacero hizo que, a la hora convenida, en el lugar citado, sólo estuvieran una furgoneta de este fuarza política, un escenario a medio montar y cuatro personas despistadas. Desconozco si el acto se trasladó a otro lugar o se celebró más tarde. El caso es que mi objetivo se vio frustrado.
Unos minutos más tarde, en el Ateneo Jovellanos, el candidato autonómico de UPyD, Ignacio Prendes, ante cerca de una treintena de asistentes, intentaba, y parcialmente lograba, convencer a sus oyentes de que la fuerza política que encabeza es algo más que Rosa Díez. Su discurso, templado y con buenos argumentos, apenas hizo olvidar que de buenas intenciones está el infierno empedrado. Si acaso, para alguien como el que suscribe que no se ha molestado en revisar nombre a nombre cada candidatura, la presencia significativa de José Ramón Herrero Merediz -veinte años en el PCA y veintisiete en el PSOE- fue toda una sorpresa de su apuesta por un rechazo a las 'viejas políticas' -de las que se autoinculpó en parte- para apostar por otras de nuevo signo, las de la fuerza política que en asturias se estrena en esta ocasión.
Por fin, treinta minutos más tarde, la cita era en el paseo de Begoña para conocer al equipo formado por Cascos para asaltar el Ayuntamiento de Gijón. La lluvia, que ya había cesado algunos minutos antes, fue suficiente para amedrentar a Foro Asturias -vaya un partido de una región climáticamente inestable como la nuestra- y que decidiera optar por lo seguro y trasladase la presentación de la candidatura que encabeza Carmen Moriyón a un local que mantiene el nombre de bazar chino original en el que se refugian actualmente en situación de precariedad los chicos del ex vicepresidente del Gobierno. El oropel con el que se trató de adornar la presentación del conjunto de la candidatura, con mucho humor y poca política, no fue suficiente contrapeso para el discurso de una candidata novata y que, por mucha buena intención y energías que le eche, solamente puede acabar recurriendo a la figura del líder, que como era lógico la acompaña inseparablemente en el cartel electoral.
En definitiva, una primera jornada que, en el ámbito local al menos, no aportó nada nuevo a lo ya conocido de los últimos días. Mientras en puntos más alejados de la villa de Jovellanos los candidatos autonómicos mantenían la atonía de fechas recientes -si acaso el propio Cascos ya apuntó ayer que el caso de la corrupción, tan traído y llevado en el ámbito nacional, puede ser una de sus primeras armas de destrucción masiva para el combate, a propósito del 'Caso Renedo', de la 'Operación Marea', o del 'Caso Riopedre', que cada cual puede llamar como quiera- y anunciaban quince días de 'más de lo mismo' si tomamos como referente anteriores campañas.
A Javier Fernández, a la espera de la llegada de Zapatero -ansiada por él y rechaza por otros colegas de diversas regiones- parece que lo del campo le pone más que una 'starlette' a un 'salido'. Espinosa sigue desgranando sus líneas maestras, mientras Gabino de Lorenzo le hace de todo menos favores. E izquierda Unida trabaja a destajo su condición de izquierda real, desmarcándose del PSOE, pero olvidándose de que la memoria popular no puede obviar que cuando critica la situación económica y las cifras del paro deja a un lado su papel de claro colaboracionista a través de anteriores apoyos en Madrid, o su condición de socio de gobierno de Areces en Asturias y de Felgueroso en Gijón.
Mientras, FAC sigue sin mostrar sus teóricos potenciales y confía en que, en estos primeros momentos al menos, es el que más personas es capaz de movilizar para sus actos. Sus incondicionales siguen confiando en el tirón de su líder para romper la tendencia de las encuestas, meta que combinan con un discreto pesimismo con respecto a los resultados en los principales ayuntamientos.
Hablando en plata, la campaña acaba de empezar y las perspectivas de nuevos escenarios todavía no se han concretado, Quedan muchos días -cada jornada uno menos- y las cosas no han cambiado sustancialmente con respecto al desarrollo de la pre-campaña y las previsiones no invitan al optimismo. Ahora son uno más, pero, al menos hasta el momento, las cosas no han cambiado sustancialmente. Todos hablan de los mismos problemas -los que usted y yo nos sabemos de memoria- pero la cosa no va más allá de la intención de superarlos y las soluciones creíbles, aquellas que resucitan la esperanza -ya sabemos por algiuno de ellos que no hay varitas mágicas- son las que no aparecen para nada en el discurso electoral. Mañana será otro día.
¿Hay motivo para confiar en la Justicia?
Hace escasas horas el Tribunal Constitucional ha revocado el fallo del Supremo que impedía a la coalición abertzale vasca en la que se integra Batasuna, Bildu, presentarse a los comicios del próximo día 22. Como siempre, lo más relevante no es tanto que los ahora 'arrepentidos' de los crimenes de ETA y neófitos en la condena de la violencia terrorista puedan pelear su presencia en los ayuntamientos del País Vasco -aunque su trascendencia en el futuro va a demostrar su importancia, y bastante, para Euskadi-, sino la forma en la que se ha producido y que muy brevemente paso a describir a base de unas breves pinceladas.
La Fiscalía y el Gobierno socialista pensaban hace unos cuantos días que Bildu formaba parte del entramado de ETA y, como tales, no consideraban conforme a derecho su presencia en las municipales de este mes. La decisión del Supremo de esta misma semana, ratificando ese argumentario, hizo salir al propio vicepresidente y responsable de la política antiterrorista, Alfredo Pérez Rubalcaba, a felicitarse por el fallo; otros compañeros del Ejecutivo también se pronunciaron en la misma línea. Conocida esta sentencia, el PNV de Iñigo Urkullu adelantó que quedaban rotos los puentes de colaboración de su partido con el PSOE, lo que se traduciría en la práctica imposibilidad de Zapatero y su equipo de contar con una mayoría suficiente para gobernar y, por ende, sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para el año próximo. En paralelo, y sin aparente relación, empezaron a surgir voces en el PSOE y en el Gobierno opinando que la presencia de los abertzales en los comicios, lejos de ser malo para el sistema democrático, era conveniente. De ahí a defenderlo abiertamente pasaron unas horas. Ayer, en torno a la medianoche, el Constitucional dio la vuelta a la tortilla y por una mayoría de seis votos -los de los magistrados propuestos por el PSOE- a cinco revocó el fallo del Supremo y abrio la puerta a la comparecencia electoral con todas las de la ley de Bildu. Un detalle final de última hora: El citado Urkullu, satisfecho lógicamente de este cambio, afirma que, a partir de ahora, "hay todo un mundo por construir" con los socialistas.
Como tontos ya no quedan en este país, ni los del pueblo que antes ponían su toque personal en cada villorio o aldea, excuso sacar conclusiones, tarea que dejo para mis presuntos lectores.
Llevamos años hablando de la politización de la Justicia y sus más altas instancias se han mostrado durante los últimos tiempos acordes con esa creencia gneralizada, fruto de la guerra entre los grandes partidos para controlarlas mediante la exclusividad que se reservan para nombrar a sus miembros. El Tribunal Constitucional, última instancia para el recurso en España, lejos de haber sido una excepción, se ha mostrado como el órgano más polémico e incapaz de transmitir a los ciudadanos la imagen de independencia que su alta responsabilidad y su papel institucional le conceden a través de la Carta Magna. En vez de mejorar esa imagen, su historia no ha hecho más que deteriorarla. Su última decisión hasta el momento no parece un paliativo a esta afirmación. Y si en esas estamos, ¿tenemos los españoles motivos fundados para confiar en la Justicia?
La Fiscalía y el Gobierno socialista pensaban hace unos cuantos días que Bildu formaba parte del entramado de ETA y, como tales, no consideraban conforme a derecho su presencia en las municipales de este mes. La decisión del Supremo de esta misma semana, ratificando ese argumentario, hizo salir al propio vicepresidente y responsable de la política antiterrorista, Alfredo Pérez Rubalcaba, a felicitarse por el fallo; otros compañeros del Ejecutivo también se pronunciaron en la misma línea. Conocida esta sentencia, el PNV de Iñigo Urkullu adelantó que quedaban rotos los puentes de colaboración de su partido con el PSOE, lo que se traduciría en la práctica imposibilidad de Zapatero y su equipo de contar con una mayoría suficiente para gobernar y, por ende, sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para el año próximo. En paralelo, y sin aparente relación, empezaron a surgir voces en el PSOE y en el Gobierno opinando que la presencia de los abertzales en los comicios, lejos de ser malo para el sistema democrático, era conveniente. De ahí a defenderlo abiertamente pasaron unas horas. Ayer, en torno a la medianoche, el Constitucional dio la vuelta a la tortilla y por una mayoría de seis votos -los de los magistrados propuestos por el PSOE- a cinco revocó el fallo del Supremo y abrio la puerta a la comparecencia electoral con todas las de la ley de Bildu. Un detalle final de última hora: El citado Urkullu, satisfecho lógicamente de este cambio, afirma que, a partir de ahora, "hay todo un mundo por construir" con los socialistas.
Como tontos ya no quedan en este país, ni los del pueblo que antes ponían su toque personal en cada villorio o aldea, excuso sacar conclusiones, tarea que dejo para mis presuntos lectores.
Llevamos años hablando de la politización de la Justicia y sus más altas instancias se han mostrado durante los últimos tiempos acordes con esa creencia gneralizada, fruto de la guerra entre los grandes partidos para controlarlas mediante la exclusividad que se reservan para nombrar a sus miembros. El Tribunal Constitucional, última instancia para el recurso en España, lejos de haber sido una excepción, se ha mostrado como el órgano más polémico e incapaz de transmitir a los ciudadanos la imagen de independencia que su alta responsabilidad y su papel institucional le conceden a través de la Carta Magna. En vez de mejorar esa imagen, su historia no ha hecho más que deteriorarla. Su última decisión hasta el momento no parece un paliativo a esta afirmación. Y si en esas estamos, ¿tenemos los españoles motivos fundados para confiar en la Justicia?
Pistoletazo de salida
Que estas elecciones municipales y autonómicas eran diferentes lo sabíamos desde hace tiempo, y no sólo por la irrupción en el panorama político regional de Foro Asturias. Ahora, la aburrida pegada de carteles electorales -que el PP adelantó "por error" en algunas autonomías y municipios unas cuantas horas, vulnerando por enésima vez la normativa electoral, que todos se han saltado a la torera desde hace semanas- se ha visto eclipsada por el sondeo del CIS adelantado ayer y que, al margen de alguna pequeña anomalía, empieza a dar lo que hace días califique de "tendencias" más o menos fiables de los resultados que puedan arrojar las urnas el próximo día 22.
La encuesta publicada ayer, sobre un muestreo amplio y más preciso que las de anteriores consultas, ofrecen ya pautas que, si bien no dejan de ser eso, pautas, apuntan ya los caminos por el que podría discurrir el futuro del Principado deAsturias.
Al margen de los efectos correctores que se podrían aplicar a unos datos nomales, en la consulta del Centro de Investigaciones Sociológicas, aparecen dos datos significativos a tener en cuenta a la hora de valorar sus cifras. Por un lado, el periodo escogido, que finaliza antes del anuncio del presidente del Gobierno de su intención de no ser cartel electoral socialista el año próximo -los expertos dicen que tras esta declaración oficial el PSOE remontó ligeramente sus diferencias (entre diez y doce puntos desfavorables con respecto al PP de Rajoy) mientras que otros estudios demoscópicos demuestran que, tras un primer momento de repunte, las cosas han vuelto al lugar en el que estaban antes de la comparecencia formal de Zapatero- y, por otro, el 'olvido' de incorporar a este último estudio la valoración y el nivel de conocimiento del 'nuevo' candidato, el ex vicepresidente del Gobierno Francisco Álvarez-Cascos.
Al margen de los sondeos, más o menos fiables -los más conservadores recurren al muy legítimo argumento de que la única encuesta es la de las votaciones del 22 de mayo-, la realidad actual es que hace algo más de hora y media se ha abierto formalmente la campaña electoral y está en manos de los fuerzas políticas que en ella concurren poner de su parte todos los elementos a su alcance para transformar esos resultados en otros más beneficiosos para cada cual.
Hay que constatar, de entrada, que la larga pre-campaña -casi tanto como ese interminable periodo de polémica diaria que ha originado el cuádruple enfrentamiento entre Barça y Madrid (o Madrid y Barça, que da igual), afortunadamente agotado- nos ha dejado un poso globalmente negativo. En el plano de los problemas que verdaderamente preocupan a los asturianos poco o casi nada han aportado los candidatos principales; incluso, sorprende que un 'perro viejo' como Cascos, avezado en la técnica de suministrar titulares 'seguros' a los medios de comunicación, haya desarrollado su objetivo de recorrer caleya a caleya, pero no haya aportado ese germen de novedad que todo el mundo esperaba tras doce años de encefalograma plano en el ámbito autonómico. Sus rivales no le han ido a la zaga y, si acaso, se han empleado en bastantes ocasiones en centrar su discurso en la descalificación del 'invitado sorpresa' a la fiesta, el que incomoda, el que rompe la baraja invariablemente uniforme de tres legislaturas.
De los datos del sondeo del CIS se deduce que la derecha podría ganar Asturias, aunque por los pelos, pero con unos rsultados que sitúan al PP por encima de Foro Asturias, algo que complica el posible pacto de la derecha muy por encima de lo que pudiera haber sido un número mayor de escaños del partido de Cascos sobre el que lidera formalmente Gabino de Lorenzo. Ya comenté en otra ocasión en esta misma tribuna que, si bien veía al PP -con instrucciones precisas de Génova- permitiendo gobernar a Cascos con un apoyo mayor de los asturianos, parece más difícil pensar en el escenario contrario: Espinosa tiene más díficil , con más diputados en teoría, ser la presidenta del Principado, Nadie se imagina a FAC de 'compañero útil de viaje' y mucho menos por la personalidad de su líder. Así las cosas, y con los números del CIS, vería más fácil un gobierno en mayoría minoritaria de PSOE e IU -que no van a tener los problemas de la derecha- con los partidos de Espinosa y Cascos en la bancada de la oposición. Eso, o Cascos abandona su proyecto y se va a Madrid de nuevo. El ex ministro vino para ganar sí o sí, y cualquier otra opción distinta se antoja difícil de asimilar.
Por su parte, el PSOE recoge el desgaste del 'efecto Zapatero' y pierde diputados, hasta el extremo de no asegurarse la mayoría absoluta ni siquiera con la ayuda de Izquierda Unida. Centrarse en los problemas regionales -como hacen todos los candidatos autonómicos socialistas- e ignorar los 'desastres nacionales' no es suficiente, especialmente en el equipo que capitanea Javier Fernández, quien, tras doce años de gobierno de su partido en la comunidad, tambien ha dejado de lado intencionadamente los 'logros' del equipo de Vicente Álvarez Areces, absolutamente ignorado -fuera de foco, diría un buen compañero- en este periodo de contienda electoral. Resumiendo, que lo fía todo al nuevo protagonista, a pesar de su escaso nivel de química con la ciudadanía.
En fin, que esta madrugada ha llegado la hora de la verdad y ahora está en manos de las fuerzas políticas que concurren a los comicios del 22 de mayo -no hay que olvidar del todo el poder del voto de partidos como UPyD o IDEAS- poner rúbrica o revisar los pronósticos de los sondeos, de los mayoritarios y de los minoritarios. Desde luego, más de uno va a tener que poner mayor energía en estas dos semanas para corregir un marco que no le vale -creo que algo que está en el sentimiento de todos los principales protagonistas de esta obra-, el que se deriva de esos datos. Y, en cualquier caso, siempre hay que recordar que las encuestas, algunas veces, más de las que algunos quisieran, se equivocan y que, como recordaba antes, la única verdadera es la del sufragio que los asturianos introduzcamos en las urnas dentro de un par de semanas largas. Los márgenes son muy pequeños y eso puede animar a los candidatos a tratar de arañar un voto de aquí y otro de allá para desnivelar el equilibrio aparente de la balanza,algo que solamente deviene de los indecisos o los que se niegan a participar en la 'fiesta'.
En mi modesta opinión, si la campaña discurre por los derroteros que ha seguido en sus prolegómenos, no son de prever grandes novedades. El panorama formal de estos comicios en Asturias, es cierto, es novedoso, pero hasta la fecha lo único que tiende a confirmar es que una derecha unida, como ocurre en la mayoría de los territorios autonómicos, hubiera logrado con relativa holgura la Presidencia y el Gobierno del Principado. Pero Asturias 'is diferent' una vez más y aquí las cosas no se presentan nada claras por el momento. La encuesta del CIS podría ser un incentivo para que unos políticos aburridos -todos los que son y todos los que están- y sin aquel espíritu innovador que parecía ofrecer a priori esta contienda recuerden que la campaña -la de verdad, la que marca la ley electoral- acaba de empezar y está para poner toda la carne en el asador y dar la vuelta a las encuestas. Es difícil, pero no imposible.
La encuesta publicada ayer, sobre un muestreo amplio y más preciso que las de anteriores consultas, ofrecen ya pautas que, si bien no dejan de ser eso, pautas, apuntan ya los caminos por el que podría discurrir el futuro del Principado deAsturias.
Al margen de los efectos correctores que se podrían aplicar a unos datos nomales, en la consulta del Centro de Investigaciones Sociológicas, aparecen dos datos significativos a tener en cuenta a la hora de valorar sus cifras. Por un lado, el periodo escogido, que finaliza antes del anuncio del presidente del Gobierno de su intención de no ser cartel electoral socialista el año próximo -los expertos dicen que tras esta declaración oficial el PSOE remontó ligeramente sus diferencias (entre diez y doce puntos desfavorables con respecto al PP de Rajoy) mientras que otros estudios demoscópicos demuestran que, tras un primer momento de repunte, las cosas han vuelto al lugar en el que estaban antes de la comparecencia formal de Zapatero- y, por otro, el 'olvido' de incorporar a este último estudio la valoración y el nivel de conocimiento del 'nuevo' candidato, el ex vicepresidente del Gobierno Francisco Álvarez-Cascos.
Al margen de los sondeos, más o menos fiables -los más conservadores recurren al muy legítimo argumento de que la única encuesta es la de las votaciones del 22 de mayo-, la realidad actual es que hace algo más de hora y media se ha abierto formalmente la campaña electoral y está en manos de los fuerzas políticas que en ella concurren poner de su parte todos los elementos a su alcance para transformar esos resultados en otros más beneficiosos para cada cual.
Hay que constatar, de entrada, que la larga pre-campaña -casi tanto como ese interminable periodo de polémica diaria que ha originado el cuádruple enfrentamiento entre Barça y Madrid (o Madrid y Barça, que da igual), afortunadamente agotado- nos ha dejado un poso globalmente negativo. En el plano de los problemas que verdaderamente preocupan a los asturianos poco o casi nada han aportado los candidatos principales; incluso, sorprende que un 'perro viejo' como Cascos, avezado en la técnica de suministrar titulares 'seguros' a los medios de comunicación, haya desarrollado su objetivo de recorrer caleya a caleya, pero no haya aportado ese germen de novedad que todo el mundo esperaba tras doce años de encefalograma plano en el ámbito autonómico. Sus rivales no le han ido a la zaga y, si acaso, se han empleado en bastantes ocasiones en centrar su discurso en la descalificación del 'invitado sorpresa' a la fiesta, el que incomoda, el que rompe la baraja invariablemente uniforme de tres legislaturas.
De los datos del sondeo del CIS se deduce que la derecha podría ganar Asturias, aunque por los pelos, pero con unos rsultados que sitúan al PP por encima de Foro Asturias, algo que complica el posible pacto de la derecha muy por encima de lo que pudiera haber sido un número mayor de escaños del partido de Cascos sobre el que lidera formalmente Gabino de Lorenzo. Ya comenté en otra ocasión en esta misma tribuna que, si bien veía al PP -con instrucciones precisas de Génova- permitiendo gobernar a Cascos con un apoyo mayor de los asturianos, parece más difícil pensar en el escenario contrario: Espinosa tiene más díficil , con más diputados en teoría, ser la presidenta del Principado, Nadie se imagina a FAC de 'compañero útil de viaje' y mucho menos por la personalidad de su líder. Así las cosas, y con los números del CIS, vería más fácil un gobierno en mayoría minoritaria de PSOE e IU -que no van a tener los problemas de la derecha- con los partidos de Espinosa y Cascos en la bancada de la oposición. Eso, o Cascos abandona su proyecto y se va a Madrid de nuevo. El ex ministro vino para ganar sí o sí, y cualquier otra opción distinta se antoja difícil de asimilar.
Por su parte, el PSOE recoge el desgaste del 'efecto Zapatero' y pierde diputados, hasta el extremo de no asegurarse la mayoría absoluta ni siquiera con la ayuda de Izquierda Unida. Centrarse en los problemas regionales -como hacen todos los candidatos autonómicos socialistas- e ignorar los 'desastres nacionales' no es suficiente, especialmente en el equipo que capitanea Javier Fernández, quien, tras doce años de gobierno de su partido en la comunidad, tambien ha dejado de lado intencionadamente los 'logros' del equipo de Vicente Álvarez Areces, absolutamente ignorado -fuera de foco, diría un buen compañero- en este periodo de contienda electoral. Resumiendo, que lo fía todo al nuevo protagonista, a pesar de su escaso nivel de química con la ciudadanía.
En fin, que esta madrugada ha llegado la hora de la verdad y ahora está en manos de las fuerzas políticas que concurren a los comicios del 22 de mayo -no hay que olvidar del todo el poder del voto de partidos como UPyD o IDEAS- poner rúbrica o revisar los pronósticos de los sondeos, de los mayoritarios y de los minoritarios. Desde luego, más de uno va a tener que poner mayor energía en estas dos semanas para corregir un marco que no le vale -creo que algo que está en el sentimiento de todos los principales protagonistas de esta obra-, el que se deriva de esos datos. Y, en cualquier caso, siempre hay que recordar que las encuestas, algunas veces, más de las que algunos quisieran, se equivocan y que, como recordaba antes, la única verdadera es la del sufragio que los asturianos introduzcamos en las urnas dentro de un par de semanas largas. Los márgenes son muy pequeños y eso puede animar a los candidatos a tratar de arañar un voto de aquí y otro de allá para desnivelar el equilibrio aparente de la balanza,algo que solamente deviene de los indecisos o los que se niegan a participar en la 'fiesta'.
En mi modesta opinión, si la campaña discurre por los derroteros que ha seguido en sus prolegómenos, no son de prever grandes novedades. El panorama formal de estos comicios en Asturias, es cierto, es novedoso, pero hasta la fecha lo único que tiende a confirmar es que una derecha unida, como ocurre en la mayoría de los territorios autonómicos, hubiera logrado con relativa holgura la Presidencia y el Gobierno del Principado. Pero Asturias 'is diferent' una vez más y aquí las cosas no se presentan nada claras por el momento. La encuesta del CIS podría ser un incentivo para que unos políticos aburridos -todos los que son y todos los que están- y sin aquel espíritu innovador que parecía ofrecer a priori esta contienda recuerden que la campaña -la de verdad, la que marca la ley electoral- acaba de empezar y está para poner toda la carne en el asador y dar la vuelta a las encuestas. Es difícil, pero no imposible.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)