Faltan escasas horas para que la campaña electoral finalice y entremos en la jornada de reflexión previa a las votaciones de pasado mañana. En líneas generales, hay que coincidir en que estos quince últimos días no han respondido ni de lejos a las expectativas creadas en el Principado con el nuevo escenario montado por la aparición de Foro Asturias. La campaña no ha sido ni mejor ni peor que otras anteriores, si acaso igual. Casi podría decirse que, en contra de todos los pronósticos, ha sido la más tranquila en muchos años. FAC, a su manera, se ha comportado como un partido más y no ha aportado, más allá del 'gancho' propio de su líder "caleyeando" sin descanso. Los mitines han sido el recurso menos utilizado, las reuniones sectoriales son un peaje de obligado cumplimiento y ni siquiera hemos tenido debates, entre otras cosas porque ninguno de los principales aspirantes pareció poner un interés excesivo en su convocatoria, y eso aunque a la hora del cierre a alguno/a ponga el tema sobre el tapete y recrimine a su principal adversario que haya rehuído el 'cara a cara'.
Por lo que a encuestas se refiere, hemos tenido de todo. También en este caso posiblemente nunca antes haya habido tal disparidad de resultados -es verdad que en esta ocasión las opciones con posibilidades aumentaron- y ello hace que podamos llegar a este punto con un poso de desconcierto que alcanza a las sedes centrales de todos los grandes partidos. Si se habla con algunos de sus responsables en privado, parece que nadie se atreve a ir mucho más allá de vagas aproximaciones; incluso hay quienes aseguran que, tal y como están las cosas, no descartan prácticamente nada.
Y hablando de no descartar, el que sí ha querido tener al final un protagonismo, hoy mismo, es el actual alcalde de Oviedo. Por la mañana nos dejaba a todos fríos con un "posiblemente el PP pueda llegar a algún entendimiento" con Cascos, en el caso de que el partido de éste lograra más escaños que el suyo propio. Cómo sería el revuelo que causaron estas palabras -absolutamente opuestas a todas las consignas barajadas por los populares de forma oficial -desde el mismísimo Rajoy en el mitin del Calatrava hasta el propio regidor capitalino en sus escasas intervenciones públicas hasta ahora- que De Lorenzo se vio en la obligación de sacar un comunicado pocas horas más tarde en el que cita textualmente que "no me corresponde a mí decir nada sobre lo que pueda hacer o no el PP con respecto al partido de Cascos". Tal afirmación es una obviedad, al menos desde el punto de vista de las normas y reglamentos internos, ya que ni él es el presidente regional del PP y, aunque lo fuera, ese escenario de pacto que él insinúa se cocinaría en todos los casos en Madrid.
Sin embargo, dejando a un lado esta constatación simple, la primera de sus manifestaciones pone en evidencia que probablemente al alcalde de Oviedo se le ha ido la lengua y que la posterior matización responde a una llamada al orden en toda regla desde las más altas instancias. Hablaba antes de encuestas y decía que las ha habido para todos los gustos. No obstante, uno ha echado de menos esas que todos sabemos encargan para su uso interno los principales partidos. Pues bien, como los rumores son libres y circulan a su antojo, hace días que uno de ellos atribuía al sondeo interno del PP unos números terroríficos para sus intereses y que concedían al partido de Cascos nada menos que 18 escaños. ¿Será algo más que un rumor y un De Lorenzo que nos tiene acostumbrados a dar giros de ciento ochenta grados en veinticuatro horas no ha medido su locuacidad y, sin mencionarlo, le ha dado a esa consulta demoscópica la credibilidad que sus compañeros no tenían intención de sacar a la luz?
Hay miedo, mucho miedo entre populares y socialistas, las dos fuerzas que han mantenido en encefelograma plano esta región durante muchos años, por lo que pueda suceder. Hay miedo, incluso, en Foro Asturias que, pese a todas las euforias oficiales, admiten que su proyecto ha llegado lejos, pero tiene más que difícil el único objetivo a priori situado como meta: ganar. Nunca como ahora la incertidumbre preside los hechos y los rostros de los candidatos. "Aquí todo puede pasar" sería la frase que mejor resume lo que estos días se respira en el ámbito político asturiano.
Los datos oficiales, los que van a fabricar los asturianos con su voto en las urnas, están ya a menos de 48 horas de conocerse. La solución al crucigrama de las posibles formaciones del Gobierno, todo apunta a que se sitúa algo más lejos. Al final, quince días de campaña no han aclarado mucho sobre las hipótesis de las que a su inicio partieron. Si acaso, por si los elementos 'distorsionadores' propios de la entrada en escena de FAC no fueran suficientes, el inesperado gran protagonista de esta cita del domingo, el movimiento de los "indignados", va a introducir una nueva variable. Por mucho que unos y otros -algunos con más vehemencia- ahora se posicionen del lado de los derechos de los cabreados, lo que puedan protagonizar pasado mañana todos estos miles de personas que han hecho de la calle durante esta semana su tribuna 'electoral' es otra incógnita que nadie se atreve a despejar con seriedad. Pero tranquilos, que ya queda poco para saber algo preciso.
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