Desde hace algunas horas Asturias dispone de una ley presupuestaria apoyada por la mayoría de la Junta General del Principado. Se trata de una buena noticia después de los sobresaltos derivados de la prórroga sobrevenida por la decisión de Vicente Álvarez Areces de no forzar un proyecto antes de decir adiós y de la subsiguiente, obligada por la falta de apoyos necesarios cosechada por Francisco Álvarez-Cascos. Tener presupuesto es lo mínimo exigido para una comunidad autónoma que quiera avanzar en el buen camino. Otra cosa será que, conseguido el instrumento, se logre aplicar con raciocinio y expectativas de solución a los problemas asturianos. La elevada presión fiscal -una de las más duras de España- es un arma de doble filo si la recaudación no responde a lo previsto, como ya ha ocurrido en el presente ejercicio económico. El enroque del Gobierno de Madrid con respecto a cualquier medida que intente su homólogo asturiano tampoco ayuda nada. Ello sin contar que una cosa es la letra y otra la música. pero eso se verá en el futuro inmediato.
Por encima del hecho de que el Parlamento haya dado vía libre a las Cuentas del Principado para 2013, hay un hecho significativo que no se escapa a nadie. Y es que el pacto de gobernación entre socialistas, Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia ha funcionado cual maquinaria de relojería para sumar en todos los casos los 23 votos necesarios en la Cámara. Muchos agoreros aventuramos que el acuerdo entre las tres fuerzas políticas se manifestaba inestable y estaba para un susto. De momento, no ha sido así y la coalición avanza, aunque hay indicios para pensar que no está para tirar voladores. Todo lo contrario que en el otro lado de la balanza, donde Partido Popular y Foro Asturias apenas si han llegado a ponerse de acuerdo en el apoyo a las enmiendas de totalidad al mencionado presupuesto. Ayer coincidieron en algunas parciales el uno con el otro. Pero poco más.
No ha sido así en el Ayuntamiento de Oviedo y es de esperar que lo mismo ocurra en el Consistorio gijonés. La solución está a la vuelta de la esquina.
Y menos mal que hay pacto porque sino volveriamos a repetir tiempos pasados de infausto recuerdo para Asturias.
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