De la lectura del mensaje con el que el presidente del Principado ha felicitado el año nuevo a los asturianos se desprende que, al menos por el momento, no podemos esperar de nuestros gobernantes más que buenas intenciones y propósitos de la enmienda. Apelar al afán de afrontar el problema del paro, que ya afecta a más de 105.000 paisanos nuestros, demuestra interés, pero resulta insuficiente para los tiempos que nos está tocando vivir. Se supone que quien se presenta a unas elecciones y las gana está para solucionar los problemas y no para dejar constancia de ellos y la necesidad de resolverlos.
Éste es el horizonte que se fija Javier Fernández y lo hace con dos instrumentos: uno tangible, los presupuestos recién aprobados, que son un adelanto con respecto al año anterior, pero en forma alguna la panacea, especialmente si no se gestionan adecuadamente y aquí todavía quedan demasiados vicios del pasado reciente; y otro más etéreo, cual es su proverbial estilo de "consenso" y "pacificación". El actual vecino del palacio de Suárez de la Riva lleva demasiado tiempo explotando hasta la saciedad su capacidad de entendimiento "con todos". Quisiera equivocarme, pero me temo que es un bagaje insuficiente para el tamaño de la empresa.
Desde su elección como primer mandatario de la comunidad autónoma, Javier Fernández ha mostrado que, al menos en lo que al discurso se refiere, tiene templadas las teclas de su verbo o, en todo caso, buenos 'afinadores' que le mantienen el motor en marcha. Sin embargo, el discurso de este fin de año, bien sea por una posible desafección a esta clase de fechas, bien por un descuido puntual, se ha quedado muy corto y falto de un contenido capaz de transmitir a los asturianos en un momento en el que lo necesitan más que nunca esa esperanza perdida que el propio presidente dice tratar de recuperar. Al final, parece que la crisis también se ha instalado en el mensaje.
Ya nos había advertido Javier Fernández, con la lección aprendida tras las actuaciones de sus compañeros de partido Rodríguez Zapatero y Álvarez Areces, que no iba a prometer lo que no podría cumplir. Si a ello unimos su parquedad discursiva, la debilidad de su Gobierno en minoría, por más que cuente de momento con el apoyo de su socio circunstancial, Izquierda Unida, y las (razonables) dudas sobre la ejecución de las cuentas recientemente aprobadas, no cabría esperar otro tipo de mensaje: un mensaje de humo, por más que su aroma y su lectura (de acceso restringido a los que sepan interpretar ese tipo de mensajes) puedan resultar, si no agradables, por lo menos no molestos.
ResponderEliminarraitanucu
Creo que la lectura que se podria sacar es de un moderado optimismo ante unas cuentas supervisadas por Madrid.
ResponderEliminarPoco margen de maniobra existe cuando los impuestos son mesurados, los ingresos escasos y todo parece decidirlo el gobierno central.
Si es cierto, que el goierno con IU es cnrcunstancial pero es una "circunstancia" que perdura felizmente durante años , y que gracias a ella, supone tener un gobierno lo mas estable y responsable que se podria esperar, dadas las diferentes fuerzas que lo componen y las coyunturas actuales.
Por de pronto, es, y parece, un gobierno serio y capaz, pero, con la cabeza baja ante Madrid.
Creo, que ante la nueva entrada de año, solo podemos desearle lo mejor, y alejar de nosotros a los agoreros,porque eso, puede conllevar nuestra mejora futura.