Se empecinan Mercedes Fernández y su nuevo equipo en centrar todos sus objetivos en acabar con cualquier tipo de disidencia interna. Y Gijón no solamente es una de ellas, sino LA DISIDENCIA. Se acerca el final de año y en el Ayuntamiento de Gijón todo parece estar cocinado para que el municipio tenga en fecha sus presupuesto aprobado con el apoyo conjunto de Foro y Partido Popular. Los "flecos" que dicen mantenerse pendientes cada día son más difíciles de utilizar como argumento para una ruptura de última hora. Sin embargo, 'Cherines' todavía no ha dado a torcer su brazo y mediante mensajes confusos o subliminales trata de mantener la llama de que su gran enemigo, Francisco Álvarez-Cascos, no se va a salir con la suya y tendrá que envainársela en lo que a las cuentas públicas se refiere.
Se trata en definitiva de un asunto emponzoñado que tiene mala salida. La presidenta gijonesa y enemiga acérrima de la actual 'lideresa' de los populares asturianos ya puso inteligentemente sus cartas sobre la mesa semanas atrás y, después de defender el proyecto presupuestario municipal como bueno para los intereses de la ciudad, invitó a la dirección regional de su partido para que asumiera su responsabilidad como tal y diera la orden de dar un paso atrás para desandar el camino de la colaboración constructiva que ha durado ya más de año y medio. Por miedo o por prudencia, hasta la fecha no ha habido una respuesta a este reto claro y preciso. Es verdad que por ahora el rechazo a las cuentas municipales del equipo de Mercedes Fernández jamás ha tenido argumentos estrictamente presupuestarios y sí los exclusivamente partidistas que responden a aquella máxima de "al enemigo, ni agua".
El desenlace de esta trama va a conocerse muy pronto. El tiempo juega, por ahora, a favor de 'Pilipardo' y los suyos. A la dirección regional se le están terminando los cartuchos. Dejar correr las cosas es dar la batalla por perdida. pero asumir su papel de instancia superior y ordenar el cambio de ruta para acabar con el adversario dentro de la derecha podría conllevar consecuencias negativas difíciles de evaluar en estos momentos.
Lo único cierto es que Gijón y los gijoneses deberían estar al margen de las rencillas personales entre los populares. Lo contrario, seguro, tendrá daños colaterales para uno u otro sector. O quizá para los dos.
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