Mientras el país se mantiene plenamente inmerso todavía en la crisis económica y la sangría del paro no deja de crecer sin que el Gobierno de Zapatero sea capaz de ponerle freno, ese mismo equipo que dirige actualmente los destinos del país no seja de sobresaltarnos con anuncios que van en el sentido contrario al de la desesperada situación que afrontan millones de españoles. Primero fue la tarifa eléctrica, que en cuestión de días experimentará una notable subida. Antes hubo otras malas nuevas que no siempre se plentean en clave de subida de precios, que las hubo, sino también en forma de retirada de ayudas que a la hora de contar lo que uno tiene en el bolsillo viene a ser lo mismo.
Ahora, el Ejecutivo anuncia una subida para el primero de año de un 4% en la alta velocidad (incluye nuestro alvia, por supuesto) y de un 6% en las cercanías, porcentajes muy por encima de un IPC que anda entre el crecimiento cero y la deflación. Aunque este incremento tarifario pueda parecer menos relevante, por ser más prescindible, a mí me preocupa enormemente esta decisión, y me preocupa porque durante decenas de años los españoles hemos abandonado el ferrocarril por ser síntoma de atraso, por su falta de competitividad respecto a otros medios de transporte, por su abandono hasta convertirle en la 'cenicienta' del sector. De un tiempo para acá alguien descubrió que el tren es el mejor de los medios si se le pone a la altura necesaria y se le aplican las mismas medidas de modernización que sus 'hermanos' de carretera o aire. Y dicho y hecho, el ferrocarril ha avanzado a zancadas en los tres últimos lustros hasta situarse en una posición de absoluta competencia y sobrepasando a esos otros medios en las preferencias de los usuarios a la hora de hacer el típico balance genérico de 'calidad/precio', que también puede formularse como 'tiempo/precio' o 'comodidad/ precio',...
En Asturias tenemos un ejemplo claro con la entrada en funcionamiento de esa alta velocidad 'a medias' que, no obstante, ha reducido a unas cinco horas el viaje con Madrid y que ha hecho crecer exponencialmente mes a mes el número de usuarios de este servicio en detrimento de otros competidores. Lo preocupante sería que, una vez que la política de fomento del ferrocarril vaya imparable a situarle como el número uno en las preferencias de los españoles , cuando la parte más difícil del trabajo para diseñar un mapa férreo esté ya ejecutada, a alguien le dé por volver, vía precios, a disuadirnos de esas preferencias y se produzca un abandono progresivo que aboque al tren nuevamente a situaciones del pasado, aunque ahora se haya convertido en un medio moderno y bien dotado. ¡Qué dios nos libre!
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Los problemas, no; el problema
El CiIS hizo ayer público su último sondeo y entre otros resultados todos nos hemos quedado con un concreto: la preocupación de los españoles por el problema del paro, una sangría que no parece tener fin y que ya ni siquiera los que gobiernan se avergüenzan de reconocer que, "por el momento", no saben como frenarla. El 79% de los españoles sitúan como el principal problema del país el desempleo, la cifra más alta de toda la última década, aunque es cierto que hubo alguna ocasión en el actual periodo democrático en que ese porcentaje se supero, tanto con Felipe González como con José María Aznar en el Gobierno.
En segundo lugar entre los asuntos que quitan el sueño a los ciudadanos de este país el Centro de Investigaciones Socialógicas sitúa la situación económica, o sea lo que todos conocemos ya como crisis, un periodo que se alarga más allá de todas las previsiones iniciales y que, aunque aquí sí hay optimistas que se atreven incluso a decir que ya estamos saliendo de ella, por el momento se percibe como una enfermedad que se ha instalado en la vida española mientras que en los países de nuestro entorno ha empezado a alejarse dejando atrás los negros nubarrones de hace un año y dando paso a esperanzadores rayos de sol en forma de cifras y dígitos.
El tercero de los problemas que destacan los españoles es "la clase política". Este apartado tiene poco que explicar y todo el mundo lo entiende. Un Gobierno incapaz de gestionar la mala situación y una oposición que tampoco ofrece la mínima confianza.
Lo que el CIS no nos dice es que estos tres quebraderos de cabeza que desvelan a los españoles son parte de la misma pesadilla. Entre los tres configuran un único escenario capaz de ponerle los pelos de punta a cualquiera. No son tres problemas; son el problema, con mayúsculas.
En segundo lugar entre los asuntos que quitan el sueño a los ciudadanos de este país el Centro de Investigaciones Socialógicas sitúa la situación económica, o sea lo que todos conocemos ya como crisis, un periodo que se alarga más allá de todas las previsiones iniciales y que, aunque aquí sí hay optimistas que se atreven incluso a decir que ya estamos saliendo de ella, por el momento se percibe como una enfermedad que se ha instalado en la vida española mientras que en los países de nuestro entorno ha empezado a alejarse dejando atrás los negros nubarrones de hace un año y dando paso a esperanzadores rayos de sol en forma de cifras y dígitos.
El tercero de los problemas que destacan los españoles es "la clase política". Este apartado tiene poco que explicar y todo el mundo lo entiende. Un Gobierno incapaz de gestionar la mala situación y una oposición que tampoco ofrece la mínima confianza.
Lo que el CIS no nos dice es que estos tres quebraderos de cabeza que desvelan a los españoles son parte de la misma pesadilla. Entre los tres configuran un único escenario capaz de ponerle los pelos de punta a cualquiera. No son tres problemas; son el problema, con mayúsculas.
viernes, 25 de diciembre de 2009
La voz de la mayoría
Tradicionalmente, el mensaje navideño del Rey ha llegado a los españoles medido al milímetro en cada una de sus palabras. Su contenido ha sido, generalmente, tan institucional como corresponde a una figura, la del jefe del Estado, a la que la Constitución otorga un papel de máxima representación pero ningúna capacidad de influencia real -más allá del carisma de la persona que ostenta la Corona- en la vida social y política del país. Sin salirse de ese guión, don Juan Carlos ha afinado algo más sus discursos en los últimos años y ya podemos ver en sus contenidos mensajes que nada tienen que ver con el mero trámite de una presencia televisiva anual. Pese a mantener la prudencia que la Carta Magna asigna a tan alta institución, el mensaje navideño tiene cada año "más titulares" por mucho que algunos prefieran ver en los mismos interpretaciones más o menos respetables, pero interpretaciones.
El de anoche, sin embargo, fue el más directo de todos, especialmente cuando ha solicitado sentido de Estado para salir de la crisis, un recado para Gobierno y oposición sin necesidad de que los haya llamado por su nombre o sus siglas. De esta manera, el Monarca ha puesto su voz a una demanda de la gran mayoría de la sociedad española, incapaz de entender como PSOE y PP son incapaces de alcanzar un consenso sobre aquellos temas trascendentales para el futuro de España. Siempre habrá quienes digan que el Rey "no debe meterse en política" y saque punta a sus palabras más allá de su alcance general, quien hable de "llamadas al orden" a los líderes de las dos grandes fuerzas políticas. Sin embargo, la redacción textual del mensaje navideño no ha hecho otra cosa que hacer de portavoz de la mayoría real de esta país, sin necesidad del permiso de un pase por las urnas, que otros si han experimentado pero luego no han sido capaces de transformar ni de lejos, en solitario o juntos, en la puesta en práctica de las herramientas para transformar en hechos los sentimientos de la más amplia de las mayorías.
La reacción de socialistas y populares no ha podido ser más esperanzadora y han acogido esa llamada a la unidad en los asuntos de Estado como si se tratase de una insospechada fórmula mágica que alguien ajeno a ellos les haya descubierto milagrosamente. "Un discurso pegado a la realidad", se ha dicho; "realista y acertado", se añade. Lástima que la experiencia invite al excepticismo y la mayoría no nos creamos que, como los dos grandes partidos han dicho, van a poner todo de su parte para seguir ese consejo de los españoles al que el Rey ha dado forma desde su privilegiada tribuna de jefe del Estado. La reciente historia de este país está plagada de llamadas a los grandes pactos de Estado en esto o aquello, y también al general fracaso de la inmensa mayoría de todos los intentos de alcanzarlos. Para que PSOE y PP se pongan de acuerdo y adquieran ese "sentido de Estado" tendrían que dejar de ser PSOE y PP. Claro que estamos en esa época del año en la que todo el bueno parece suavizar tensiones y acogerse a las "buenas intenciones". Uno quisiera equivocarse y constatar dentro de unos meses que ese 'espíritu' de las Navidades llega más allá del mes de enero. Por desgracia, lo más probable es que para entonces ya se estén acusando mutuamente hasta de los problemas más nimios, no digamos ya de los verdaderamente relevantes, y la bipolaridad cruenta mantenga la misma línea de confrontación que viene marcando la política española desde hace años, con crisis y antes de ella.
El de anoche, sin embargo, fue el más directo de todos, especialmente cuando ha solicitado sentido de Estado para salir de la crisis, un recado para Gobierno y oposición sin necesidad de que los haya llamado por su nombre o sus siglas. De esta manera, el Monarca ha puesto su voz a una demanda de la gran mayoría de la sociedad española, incapaz de entender como PSOE y PP son incapaces de alcanzar un consenso sobre aquellos temas trascendentales para el futuro de España. Siempre habrá quienes digan que el Rey "no debe meterse en política" y saque punta a sus palabras más allá de su alcance general, quien hable de "llamadas al orden" a los líderes de las dos grandes fuerzas políticas. Sin embargo, la redacción textual del mensaje navideño no ha hecho otra cosa que hacer de portavoz de la mayoría real de esta país, sin necesidad del permiso de un pase por las urnas, que otros si han experimentado pero luego no han sido capaces de transformar ni de lejos, en solitario o juntos, en la puesta en práctica de las herramientas para transformar en hechos los sentimientos de la más amplia de las mayorías.
La reacción de socialistas y populares no ha podido ser más esperanzadora y han acogido esa llamada a la unidad en los asuntos de Estado como si se tratase de una insospechada fórmula mágica que alguien ajeno a ellos les haya descubierto milagrosamente. "Un discurso pegado a la realidad", se ha dicho; "realista y acertado", se añade. Lástima que la experiencia invite al excepticismo y la mayoría no nos creamos que, como los dos grandes partidos han dicho, van a poner todo de su parte para seguir ese consejo de los españoles al que el Rey ha dado forma desde su privilegiada tribuna de jefe del Estado. La reciente historia de este país está plagada de llamadas a los grandes pactos de Estado en esto o aquello, y también al general fracaso de la inmensa mayoría de todos los intentos de alcanzarlos. Para que PSOE y PP se pongan de acuerdo y adquieran ese "sentido de Estado" tendrían que dejar de ser PSOE y PP. Claro que estamos en esa época del año en la que todo el bueno parece suavizar tensiones y acogerse a las "buenas intenciones". Uno quisiera equivocarse y constatar dentro de unos meses que ese 'espíritu' de las Navidades llega más allá del mes de enero. Por desgracia, lo más probable es que para entonces ya se estén acusando mutuamente hasta de los problemas más nimios, no digamos ya de los verdaderamente relevantes, y la bipolaridad cruenta mantenga la misma línea de confrontación que viene marcando la política española desde hace años, con crisis y antes de ella.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Unos alardean, otros se llevan el gato al agua
Mientras nuestra clase gobernante autonómica se esfuerza cada fin de año en convencernos de que el tratamiento del Estado para con Asturias es de favor, los hechos -machacones- se encargan de poner sus triunfalismos en su lugar. Todos sabemos a estas alturas que las cifras -incluso las cifras- tienen la condición de relatividad según en qué medida se tomen y con cuál se las compare, pero la experiencia nos indica que ya ni al 'gran pregonero' del Gobierno Zapatero, nuestro ilustre delegado del Gobierno, se le puede creer prácticamente nada de lo que dice y nos hace dudar hasta cuando acierta.
Están esos gobernantes vendiendo estos días que, a pesar de la crisis, Asturias todavía sigue siendo una de las comunidades privilegiadas por el Ejecutivo socialista de la nación. Los números -como antes comentaba- siempre tienen una esquina favorable por la que tomarlos para vender lo que sea. Sin embargo, hay otras realidades más contrastables que, a su manera, se encargan de retirarnos la condición de 'niña de mis ojos' del presidente Zapatero. Y voy a citar dos ejemplos que todo el mundo puede entender.
El primero se refiere a la reciente unanimidad de los responsables de las más importantes empresas constructoras sobre la efectividad del actual ministro de Fomento, José Blanco, a la hora de 'cazar al vuelo' cualquier clase de ayudas europeas para financiar las grandes infraestructuras. Hasta aquí todo excelente. El problema para los intereses de nuestra región es cuando se añade que el último gran pellizco 'rebañado' por 'Pepiño' a la UE para la alta velocidad se va para los AVE de Galicia y del País Vasco (no hace falta perder el tiempo en explicar por qué).
Otro ejemplo. El presidente de Cantabria ha recibido del presidente del Gobierno el compromiso de que el AVE de esta comunidad con Madrid y el que unira la capital montañesa con Bilbao estarán finalizados en 2015, la misma fecha que tiene por el momento el fin de la línea de alta velocidad entre Madrid y Asturias. El problema no es que la vecina comunidad tenga menos derechos que otras a alcanzar cuanto antes sus objetivos, sino que hasta hace bien poco esas aspiraciones tenían una fecha de conclusión a más largo plazo. Mientras aquí el Ministerio de Fomento sigue jugando a dibujar el mapa de la entrada de la alta velocidad en Asturias, otras regiones vecinas llevan una velocidad de crucero y unas inversiones superiores a las de un trazado aún por definir.
Se podrá decir que a Miguel Ángel Revilla le ha vendido Zapatero la misma 'moto' que a los asturianos en 2004 con la supresión del peaje de la autovía del Huerna -de eso ya hablaremos otro día-, pero algo me dice que no es así y que mientras nuestros 'gobernantinos' se empavonan con teorías otros se llevan el gato al agua. A lo mejor es que nuestro simpático vecino se encarga de suministrar cada Navidad a Zapatero unas excelentes anchoas de Santoña y otras delicias de su tierra. Quizá Areces debería programar algún viaje para llevar a La Moncloa un queso de Cabrales o los ingredientes para una buena fabada. Es broma, evidentemenete. Claro que una protesta a tiempo o un abandono definitivo del sempiterno amén a todo lo que digan en Madrid quizá tuviera mejores resultados. ¡Si ya ni siquiera les puedes reclamar un trato adecuado a los tuyos, apaga y vamonos!
Están esos gobernantes vendiendo estos días que, a pesar de la crisis, Asturias todavía sigue siendo una de las comunidades privilegiadas por el Ejecutivo socialista de la nación. Los números -como antes comentaba- siempre tienen una esquina favorable por la que tomarlos para vender lo que sea. Sin embargo, hay otras realidades más contrastables que, a su manera, se encargan de retirarnos la condición de 'niña de mis ojos' del presidente Zapatero. Y voy a citar dos ejemplos que todo el mundo puede entender.
El primero se refiere a la reciente unanimidad de los responsables de las más importantes empresas constructoras sobre la efectividad del actual ministro de Fomento, José Blanco, a la hora de 'cazar al vuelo' cualquier clase de ayudas europeas para financiar las grandes infraestructuras. Hasta aquí todo excelente. El problema para los intereses de nuestra región es cuando se añade que el último gran pellizco 'rebañado' por 'Pepiño' a la UE para la alta velocidad se va para los AVE de Galicia y del País Vasco (no hace falta perder el tiempo en explicar por qué).
Otro ejemplo. El presidente de Cantabria ha recibido del presidente del Gobierno el compromiso de que el AVE de esta comunidad con Madrid y el que unira la capital montañesa con Bilbao estarán finalizados en 2015, la misma fecha que tiene por el momento el fin de la línea de alta velocidad entre Madrid y Asturias. El problema no es que la vecina comunidad tenga menos derechos que otras a alcanzar cuanto antes sus objetivos, sino que hasta hace bien poco esas aspiraciones tenían una fecha de conclusión a más largo plazo. Mientras aquí el Ministerio de Fomento sigue jugando a dibujar el mapa de la entrada de la alta velocidad en Asturias, otras regiones vecinas llevan una velocidad de crucero y unas inversiones superiores a las de un trazado aún por definir.
Se podrá decir que a Miguel Ángel Revilla le ha vendido Zapatero la misma 'moto' que a los asturianos en 2004 con la supresión del peaje de la autovía del Huerna -de eso ya hablaremos otro día-, pero algo me dice que no es así y que mientras nuestros 'gobernantinos' se empavonan con teorías otros se llevan el gato al agua. A lo mejor es que nuestro simpático vecino se encarga de suministrar cada Navidad a Zapatero unas excelentes anchoas de Santoña y otras delicias de su tierra. Quizá Areces debería programar algún viaje para llevar a La Moncloa un queso de Cabrales o los ingredientes para una buena fabada. Es broma, evidentemenete. Claro que una protesta a tiempo o un abandono definitivo del sempiterno amén a todo lo que digan en Madrid quizá tuviera mejores resultados. ¡Si ya ni siquiera les puedes reclamar un trato adecuado a los tuyos, apaga y vamonos!
Laso, uno de los escasos políticos de Asturias
Aunque con unas horas de retraso, no me resisto a aportar a través de esta tribuna una pequeño recuerdo personal de uno de esos políticos de raza que, precisamente por eso, no han acaparado titulares de prensa nada más que cuando, como es el caso, nos ha dejado definitivamente. No era José María Laso Prieto ni mucho menos un político al uso, ni lo era ni lo fue nunca, a pesar de tratarse de una persona con las ideas muy claras, fiel hasta el final a un ideario, siempre coherente con esos parámetros y dispuesto en todo momento a aportar su sabiduría y su experiencia a una causa, la del Partido Comunista -luego, también, anque de otra manera a Izquierda Unida- hasta el extremo de haberse convertido en "el militante más activo de toda la izquierda asturiana", en acertada expresión de Germán Ojeda, aunque esa actividad se haya podido quedar oscurecisa por la falta de ambiciones personales, la misma que le llevaron a no ocupar cargos de relevancia. Su aportación era la del teórico pragmático, una actitud que le llevó a sufrir en silencio la evolución -¿...? de la organización por la que dio incluso su sangre cuando ser comunista constituía un seguro de persecución y torturas.
Durante estos dos últimos días se han prodigado los artículos de opinión de distinto signo glosando la figura de Laso. Sin embargo, más allá de la consideración personal a un veterano militante, hace muchos años que este 'estigmatizado' discípulo de Gramsci, sus propios compañeros hace muchos años que le habían apartado ya no sólo de los centros de decisión, sino incluso de los de opinión: eso sí, manteniéndolo como una especie de 'brazo incorrupto de Santa Teresa' siempre disponible para sacar en procesión cuando a Izquierda Unida, e incluso al Partido Comunista de Asturias, les era preciso recordar sus orígenes, de dónde venían.
Tuve la fortuna de conocer a José María Laso en los tiempos de la transición política, cuando todo estaba por hacer y uno era un simple figurante en la profesión periodística velando sus primeras armas en un nuevo campo que se abría sin unas fronteras restrictivas a la Prensa asturiana. Entonces, sus reflexiones en modo alguno dogmáticas, a pesar de su enraizado pensamiento comunismo, a algunos nos ayudaron a establecer las bases para crear un nuevo territorio informativo hasta entonces vetado por el uniformismo franquista. Él era una de esas escasas personas a las que podías acudir siempre en busca de una ayuda para comprender ese territorio que nuestras generaciones no habían tenido nuca la oportunidad de conocer, y su aportación era siempre coherente, nunca dogmática, adaptada a esa etapa en la que todo el mundo debía aportar su grano de arena -sin renunciar a sus ideas- para establecer un periodo de transición a la democracia.
Luego, esa democracia se fue estabilizando y las personas como José María Laso empezaron a dejar de ser necesaras para las generaciones de aspirantes a profesionales -muchos lo han conseguido- y, en silencio, sin hacer ruido, este veterano comunista se fue apartando, manteniendo sus principios y su conocimiento reflexivo a disposición de quienes quisieran escucharle, aunque esos modos y maneras ya no encajasen con los nuevos tiempos configurados por las ambiciones, por los fines que justificaban los medios, y su figura se restringiera a uno de los pequeños altares laterales de la 'iglesia' comunista para que las pocas personas que conservasen la fe tuvieran a quien recurrir, lejos de la todopoderosa corte celestial configurada como cualquier jerarquía al uso.
Ahora, Laso nos ha dejado y todos se acuerdan de él y reparten sus loas. Ésta, la mía, es mucho más modesta, pero sentida como la que más, porque afortunadamente la memoria ayuda a recordar la verdadera historia de la reciente política autonómica, ayuda a recordar que José María Laso Prieto fue, en verdad, uno de los escasos políticos auténticos que ha dado esta comunidad.
Durante estos dos últimos días se han prodigado los artículos de opinión de distinto signo glosando la figura de Laso. Sin embargo, más allá de la consideración personal a un veterano militante, hace muchos años que este 'estigmatizado' discípulo de Gramsci, sus propios compañeros hace muchos años que le habían apartado ya no sólo de los centros de decisión, sino incluso de los de opinión: eso sí, manteniéndolo como una especie de 'brazo incorrupto de Santa Teresa' siempre disponible para sacar en procesión cuando a Izquierda Unida, e incluso al Partido Comunista de Asturias, les era preciso recordar sus orígenes, de dónde venían.
Tuve la fortuna de conocer a José María Laso en los tiempos de la transición política, cuando todo estaba por hacer y uno era un simple figurante en la profesión periodística velando sus primeras armas en un nuevo campo que se abría sin unas fronteras restrictivas a la Prensa asturiana. Entonces, sus reflexiones en modo alguno dogmáticas, a pesar de su enraizado pensamiento comunismo, a algunos nos ayudaron a establecer las bases para crear un nuevo territorio informativo hasta entonces vetado por el uniformismo franquista. Él era una de esas escasas personas a las que podías acudir siempre en busca de una ayuda para comprender ese territorio que nuestras generaciones no habían tenido nuca la oportunidad de conocer, y su aportación era siempre coherente, nunca dogmática, adaptada a esa etapa en la que todo el mundo debía aportar su grano de arena -sin renunciar a sus ideas- para establecer un periodo de transición a la democracia.
Luego, esa democracia se fue estabilizando y las personas como José María Laso empezaron a dejar de ser necesaras para las generaciones de aspirantes a profesionales -muchos lo han conseguido- y, en silencio, sin hacer ruido, este veterano comunista se fue apartando, manteniendo sus principios y su conocimiento reflexivo a disposición de quienes quisieran escucharle, aunque esos modos y maneras ya no encajasen con los nuevos tiempos configurados por las ambiciones, por los fines que justificaban los medios, y su figura se restringiera a uno de los pequeños altares laterales de la 'iglesia' comunista para que las pocas personas que conservasen la fe tuvieran a quien recurrir, lejos de la todopoderosa corte celestial configurada como cualquier jerarquía al uso.
Ahora, Laso nos ha dejado y todos se acuerdan de él y reparten sus loas. Ésta, la mía, es mucho más modesta, pero sentida como la que más, porque afortunadamente la memoria ayuda a recordar la verdadera historia de la reciente política autonómica, ayuda a recordar que José María Laso Prieto fue, en verdad, uno de los escasos políticos auténticos que ha dado esta comunidad.
sábado, 19 de diciembre de 2009
Los gobernantes se 'retratan'
La avalancha de información diaria que se recibe en las redacciones de los medios de comunicación obliga necesariamente a que algunas noticias no encuentren hueco en las páginas de los diarios o en los espacios informativos de radio o televisión. Sin cuestionar la objetividad de quienes tienen la responsabilidad directa de hacer esa criba y decidir que 'sale' y que 'no sale' me sorprende no haber tenido referencia alguna -ya se sabe que uno no puede leerlo todo y por ello pido perdón si mi generalización tiene alguna excepción- de una de esas "notas" jugosas que de seguro tendrían mayor aceptación en el lector que otras de teórica mayor enjundia.
Me refiero a unos hechos recogidos unos días atrás por 'El Semanal Digital' referidos a la tradicional costumbre de que las sedes de las instituciones, en este caso los ministerios, dejen constancia para el futuro del paso por sus dependencias de quienes ocuparon en ellos la máxima responsabilidad y lo hagan a través de cuadros que pasan a enriquecer, con cada relevo, la galería de ocupantes de un sillón en el Consejo de Ministros.
La noticia se refería en este caso al departamento de Fomento y al 'conflicto' que se le planteó recientemenete a su titular, José Blanco, cuando su antecesora, Magdalena Álvarez, en la actualidad eurodiputada, reclamó su derecho a figurar en esa galería pictorica y, también siguiendo la costumbre, propuso como autor del retrato a su paisano Hernán Cortés. Los encargados de "les perres" tomaron nota y se iniciaron los trámites para que "Maleni" quedara inmortalizada para la posteridad en el macroedificio del paseo de La Castellana. La sorpresa para Blanco fue constatar que en la citada galería no aparecía por ninguna parte la efigie del antecesor de su antecesora, Francisco Álvarez-Cascos, un 'despiste' que 'Pepiño' se apresuró a corregir para evitar dejar un hueco en la colección pictórica de ministros del ramo. Puesto en contacto con el político asturiano y siguiendo el mismo procedimiento, Cascos eligió autor y lo hizo en la persona de Antonio López, Premio Príncipe de Asturias. De esta manera, los dos anteriores titulares de Fomento completarán la galería de forma prácticamente simultánea.
Hasta aquí estaría la información con claro gancho popular y, por lo que he tenido ocasión de comprobar, poco conocida por los españoles que siguen asiduamente los medios de comunicación.
Sin embargo, hay un aspecto que puede borrar la sonrisa a más de uno por estas "guerrinas" entre políticos de uno u otro signo y es el importe económico que la operación conlleva. La factura del cuadro de Magdalena Álvarez asciende a 76.560 euros y el de Cascos, como no podía ser de otra manera, a la hermosa cifra de 191.400 euros -los que todavía mantengan esa práctica que lo pasen a pesetas-. ¿De verdad se pueden estar retrasando pagos en la Administración a proveedores privados o se recortan presupuestos para asuntos sociales de vital importancia para dedicar esas cantidades a recordar a tantos 'ex' de cuyos nombres al pasar unos pocos años no recordamos ni quienes les tratamos, a alimentar la vanidad de quien por razones de valía o de fidelidad a un 'aparato' de partido ha tenido acceso a una alta responsabilidad? Creo que si se le pregunta a alguno de los millones de parados que hay en este país, los más generosos recomendarían que, para que su memoria de tanto alto cargo no se pierda del todo -de algunos es posible que sería mejor que así fuera- se les hiciera una caricatura y se colgaran del lugar que se considerase oportuno. Alguien dirá que esas cifras son menos que calderilla a la hora de confrontarla con las magnitudes de toda una crisis económica nacional, pero a veces es en los gestos en donde se demuestra la verdadera vocación de servicio y de estar en la vida institucional para resolver problemas. Con esa otra actuación habitual los políticos no hacen otra cosa que 'retratarse', en esa otra acepción de carácter peyorativo que todos damos a la palabra.
Me refiero a unos hechos recogidos unos días atrás por 'El Semanal Digital' referidos a la tradicional costumbre de que las sedes de las instituciones, en este caso los ministerios, dejen constancia para el futuro del paso por sus dependencias de quienes ocuparon en ellos la máxima responsabilidad y lo hagan a través de cuadros que pasan a enriquecer, con cada relevo, la galería de ocupantes de un sillón en el Consejo de Ministros.
La noticia se refería en este caso al departamento de Fomento y al 'conflicto' que se le planteó recientemenete a su titular, José Blanco, cuando su antecesora, Magdalena Álvarez, en la actualidad eurodiputada, reclamó su derecho a figurar en esa galería pictorica y, también siguiendo la costumbre, propuso como autor del retrato a su paisano Hernán Cortés. Los encargados de "les perres" tomaron nota y se iniciaron los trámites para que "Maleni" quedara inmortalizada para la posteridad en el macroedificio del paseo de La Castellana. La sorpresa para Blanco fue constatar que en la citada galería no aparecía por ninguna parte la efigie del antecesor de su antecesora, Francisco Álvarez-Cascos, un 'despiste' que 'Pepiño' se apresuró a corregir para evitar dejar un hueco en la colección pictórica de ministros del ramo. Puesto en contacto con el político asturiano y siguiendo el mismo procedimiento, Cascos eligió autor y lo hizo en la persona de Antonio López, Premio Príncipe de Asturias. De esta manera, los dos anteriores titulares de Fomento completarán la galería de forma prácticamente simultánea.
Hasta aquí estaría la información con claro gancho popular y, por lo que he tenido ocasión de comprobar, poco conocida por los españoles que siguen asiduamente los medios de comunicación.
Sin embargo, hay un aspecto que puede borrar la sonrisa a más de uno por estas "guerrinas" entre políticos de uno u otro signo y es el importe económico que la operación conlleva. La factura del cuadro de Magdalena Álvarez asciende a 76.560 euros y el de Cascos, como no podía ser de otra manera, a la hermosa cifra de 191.400 euros -los que todavía mantengan esa práctica que lo pasen a pesetas-. ¿De verdad se pueden estar retrasando pagos en la Administración a proveedores privados o se recortan presupuestos para asuntos sociales de vital importancia para dedicar esas cantidades a recordar a tantos 'ex' de cuyos nombres al pasar unos pocos años no recordamos ni quienes les tratamos, a alimentar la vanidad de quien por razones de valía o de fidelidad a un 'aparato' de partido ha tenido acceso a una alta responsabilidad? Creo que si se le pregunta a alguno de los millones de parados que hay en este país, los más generosos recomendarían que, para que su memoria de tanto alto cargo no se pierda del todo -de algunos es posible que sería mejor que así fuera- se les hiciera una caricatura y se colgaran del lugar que se considerase oportuno. Alguien dirá que esas cifras son menos que calderilla a la hora de confrontarla con las magnitudes de toda una crisis económica nacional, pero a veces es en los gestos en donde se demuestra la verdadera vocación de servicio y de estar en la vida institucional para resolver problemas. Con esa otra actuación habitual los políticos no hacen otra cosa que 'retratarse', en esa otra acepción de carácter peyorativo que todos damos a la palabra.
viernes, 18 de diciembre de 2009
¡Que los suspendan!
Hay semanas aciagas para el presunto buen nombre de los padres de la Patria y esta es una de ellas. Ayer, en el Senado, "un error" en el voto de dos diputados socialistas en el debate de la Ley de Presupuestos Generales del Estado incorporó a los mismos varias enmiendas de CiU no pactadas -otras sí lo habían sido- por un importe de unos 250 millones de euros. Aunque los socialistas se apresuraron a dejar claro que eso se "arregla sin problemas" en el Congreso, que tiene la última palabra sobre la norma, lo cierto es que volver a cuadrar unas Cuentas del Estado 'descuadradas' les va a obligar a desautorizar unas partidas que, en algunos casos tienen un importante contenido social. Al final el importe tendrá que volver a ser el que es, pero la imagen dada no se va a quedar en una simple anécdota.
Hoy mismo, en el Congreso de los Diputados, se votó la Ley Orgánica de Financiación Autonómica y para sorpresa de propios y extraños, una situación de alto riesgo para el Gobierno socialista, que necesitaba hasta el último apoyo para sacarla adelante por los pelos, se convirtió en una holgada mayoría gracias a un nuevo error, esta vez el de los portavoces de los grupos catalán y vasco que se equivocaron y a la hora de votar dieron a sus parlamentarios la indicación de apoyar la ley. Imagínense a los convergentes dando su apoyo a la norma que, según sus jefes de filas, va a cargarse el 'Estatut'. Aquí la cosa tendría más gracia - si no fuera por la seriedad del marco de una Cámara legislativa- al tener en cuenta los antecedentes inmediatos a la votación, que por cierto también tenía un margen exiguo favorable al Gobierno hasta el extremo de haber movilizado los socialistas 'so pena de excomunión' a todos sus diputados conminándoles a no faltar a la sesión bajo ninguna circunstancia. Algo parecido había hecho el PP, perdedor 'a priori' pero consciente de que sus oponentes están jugando en estos asuntos muchas veces hasta con un solo diputado. Pese a todo, la votación se celebró inicialmente con sólo 180 señorías en la sala. Las protestas de muchos de los ausentes, que argumentaron escasez de tiempo para llegar al escaño a tiempo después del pertinente aviso de la Mesa de que la votación iba a empezar. Algunos, incluso, se escudaron en fallos en los ascensores de la Cámara Baja para haberse encontrado ya con las puertas cerradas cuando trataban de acceder a sus asientos. La 'ingeniería' parlamentaria y la mano ancha del presidente, José Bono -la que no tenía su antecesor, Manuel Marín, por ejemplo-, permitieron corregir esas deficiencias operativas y repetir el recuento con el pleno casi al completo. Entonces fue cuando los encargados de indicar el sentido del voto a sus compañeros de CiU y PNV se equivocaron y dieron su apoyo a una norma que rechazan abiertamente, aunque con argumentos bien diferentes, ya que los vascos tienen regulada su financiación al margen del resto de comunidades. como todo el mundo sabe.
Dos errores en dos días que, aunque al final no vayan a trastocar la marcha del país, son muestras significativas de cómo funciona nuestro sistema parlamentario. Confusiones las tiene cualquiera, pero, por desgracia, son más frecuentes de lo que sería de desear. Ya no vamos a hablar del absentismo de sus señorías, ignominiosamente reflejado un día sí y otro no por las cámaras de televisión. Cierto que cuando se lo reprochas todos tienen la misma cantinela y se remiten a que el trabajo parlamentario se desarrolla en muchos frentes y no sólo en el plenario y en sus votaciones. Lo malo es que cualquier asiduo cronista parlamentario sabe que la excusa no cuela, al menos con carácter generalizado, y que "las obligaciones son lo primero", como nos decían ya en la escuela.
Y esto me lleva a que quizá habría que buscar un camino para que diputados y senadores no hicieran novillos. A lo mejor es necesario que, ahora que se cuida tanto la capacitación de los futuros profesionales -Bolonia y todo eso-, a todos estos aspirantes a hacer de la política una profesión se les exigiera una preparación especial, al margen de sus titulaciones u otras aptitudes y conocimientos. Vamos, que pasen por una 'escuela' específica, aunque la dignifiquen si lo prefieren con el más honorable título de 'master', que eviten espectáculos como los dos reseñados y otros muchos que 'enriquecen' los diarios de sesiones de las cámaras, que si quieren ser profesionales del parlamentarismo, y en aras de dignificar 'la res publica', que muestren las condiciones necesarias para ello, y no accedan al 'trabajo' por el simple hecho de la afinidad al que hace las listas del partido correspondiente. En fin -repito-, que vayan a la 'escuela', y si no dan la talla ¡que les suspendan!
jueves, 17 de diciembre de 2009
¿Es Valledor el problema?
En palabras pronunciadas ayer por un 'camarada' después de que el interesado anunciara su decisión, la renuncia de Francisco Javier García Valledor a su escaño como diputado de Izquierda Unida en la Junta General del Principado "estaba cantado". Las quejas de su jefe de filas, Jesús Iglesias, sobre la falta de "lealtad" por no aguantar el esfuerzo de agotar la legislatura -falta más de un año- no se sostienen 'a priori' salvo que analicemos motivos que prefiere más no enunciar en voz alta. De entrada, no parece que pudiera ponerse pega alguna a la decisión de Valledor, toda vez que el ya ex diputado regional había presentado su renuncia por escrito el pasado mes de abril y abandona el escaño, ación plausible en el siglo de los tránsfugas. Tampoco parece que las razones de no seguir apoyando algo en lo que no cree merezcan otra cosa que respeto y, desde luego, se pueden calificar de cualquier cosa menos de "pueril", como ayer hizo Iglesias.
Si se tiene en cuenta que las relaciones de Valledor con sus compañeros de la dirección vienen siendo formalmente malas desde hace un año, cuando ya expresó su discrepancia con la letra con la que se dio forma al pacto de gobierno entre la coalición y los socialistas, los sucesivos episodios de desencuentros por su periódica crítica al desarrollo de dicho pacto y, sobre todo, a la gestión de algunos de los consejeros socialistas del Gobierno de Areces no hacen sino escribir una historia necesariamente obligada a carecer de un final feliz. Lo raro - pienso- es que se haya llegado hasta aquí.
En este último año no han faltado los comentarios oficiosos que atribuían a Valledor sus discrepancias continuas con el hecho de que , firmado hace un año el pacto de gobierno con la FSA, se hubiera quedado fuera del Gobierno de coalición -en la pasada legislatura fue, como todo el mundo sabe, consejero de Justicia, entre otras competencias que hacían muy larga la denominación oficial de su departamento-. Desde entonces se ha estado alimentando esta especie de resentimiento, aliñado, incluso, con una secreta vocación de impulsar una nueva fuerza política. Todavía en las últimas horas, la comparecencia pública de hoy mismo de Valledor para oficializar su renuncia al escaño en el Parlamento asturiano han merecido sibilinas alusiones al mínimo apoyo que sus posiciones tienen en el seno de Izquierda unida y de los partidos coaligados con la misma, Bloque por Asturies y Los Verdes para llevar adelante cualquier esfuerzo para reorientar la marcha de su fuerza política y darle un nuevo carácter.
No faltan en estas argumentaciones bajo manga quienes trasladan el malestar del ahora ex diputado en su retirada de la cabecera de cartel de IU en las autonómicas de 2007 para colocar en ese lugar al citado Jesús Iglesias.
Quienes tratan de circunscribir a estas decisiones políticas la ruptura formalizada ayer olvidan, sin embargo, que en la anterior legislatura, habiendo sido el cartel electoral de IU y, tras el el primer acuerdo de gobierno con los socialistas, siendo 'Quico' miembro del Ejecutivo de coalición, ya trajo de cabeza a sus compañeros por convertirse en la 'mosca cojonera' que periódicamente ponía sobre el tapete discrepancias públicas con sus socios, encendiendo decenas de fuegos que sus compañeros de dirección de IU se encargaban de apagar en los despachos de partido. De ese periodo están las hemerotecas llenas de las permanentes quejas que los dirigentes socialistas lanzaban a sus coaligados por esa actitud, unas quejas en las que sólo faltó pedir formalmente la cabeza del consejero 'díscolo'.
De manera que relacionar ahora la marcha de Valledor con un proceso puntual, el acuerdo presupuestario de su fuerza política con el PSOE, un acuerdo cuyo alcance los que ahora le reprochan su decisión de irse han puesto en cuestión a lo largo de las últimas semanas para acabar justificándolo en lo que simple y llanamente podríamos denominar "posibilismo".
Es cierto que Valledor en las dos últimas legislaturas se ha pasado unos cuantos pueblos en más de una ocasión y que su gestión como consejero sin competencias estuvo plagada de claroscuros escenificados en un descontrol viajero que dio lugar a algunos conocidos motes. Lo que habría que preguntarse es si en esta dicotomía actual es más plausible el 'pragmatismo' de sus compañeros o la "coherencia" del discrepante, si en un análisis teórico de lo que representa en el panorama político español Izquierda Unida, todavía heredera directa del Partido Comunista -si es que alguien en estos momentos lo sabe-, el seguimiento de una ideología de izquierdas tiene más que ver con unos o con el otro.
El tema da para mucho, porque se puede llegar a desmenuzar qué es lo que queda de los que en otro tiempo se llamaron partidos de la izquierda en estos momentos, como se puede reflexionar sobre si el papel que en estos momentos están desarrollando en España los sindicatos se corresponde con sus objetivos programáticos y sociales. El problema es que en este país, tan dado a incorporar modos y costumbres norteamericanos , cada día tiene uno más la impresión de que todo se limita a dos grandes fuerzas políticas -los nacionalismos tienen su papel donde lo tienen, aunque muchas veces tengan la oportunidad de salir de ese territorio para imponer sus escasos votos al conjunto de la política española-, una de carácter netamente conservador y otra de corte liberal y que todo lo demás es accesorio.
Pero volviendo a la cuestión, el plante de Valledor no deja de ser una cuestión puntual que no debería tener mayores consecuencias más allá de que se va alguien que ha tenido un protagonismo en la reciente historia de Asturias. El meollo de la cuestión es que, mientras el PCE se "refunda" para intentar volver a ser lo que fue, o IU, con un nuevo líder, Cayo Lara, defiende en público la necesidad de la huelga o rechaza las políticas económicas y de empleo del Gobierno de Zapatero, la coalición se transforma allí donde tiene la opción de "tocar poder" y entrar en un gobierno, ya sea autonómico o municipal, y se adapta a la gestión 'socialdemócrata'. De esta manera han podido gestionar pero muchas veces a costa de renuncias a principios básicos de su ideario. Probablemente si esto no fuera así, IU de Asturias no habría apoyado los Presupuestos autonómicos para 2010, y ello pese a que las consejerías que gestionan han merecido mejor trato que otras que ocupan socialistas.
Una última observación personal. Creo que el enfado de Iglesias con Valledor por no hacer el "esfuerzo" de acabar la legislatura tienen dos variables dignas de mencionar. Una, que a quien te está haciendo la puñeta es mejor tenerlo cerca para controlar como te la hace; y dos, que el coordinador general no le personará a su ya ex diputado que con su marcha le haya abierto la puerta del Parlamento regional para más de un año a un militante del Bloque por Asturies que, por mucho que están en la misma coalición, son, sin duda, 'más peligrosos' que Valledor para que se mantenga la entente de gobierno y no molestar a los compañeros socialistas.
Si se tiene en cuenta que las relaciones de Valledor con sus compañeros de la dirección vienen siendo formalmente malas desde hace un año, cuando ya expresó su discrepancia con la letra con la que se dio forma al pacto de gobierno entre la coalición y los socialistas, los sucesivos episodios de desencuentros por su periódica crítica al desarrollo de dicho pacto y, sobre todo, a la gestión de algunos de los consejeros socialistas del Gobierno de Areces no hacen sino escribir una historia necesariamente obligada a carecer de un final feliz. Lo raro - pienso- es que se haya llegado hasta aquí.
En este último año no han faltado los comentarios oficiosos que atribuían a Valledor sus discrepancias continuas con el hecho de que , firmado hace un año el pacto de gobierno con la FSA, se hubiera quedado fuera del Gobierno de coalición -en la pasada legislatura fue, como todo el mundo sabe, consejero de Justicia, entre otras competencias que hacían muy larga la denominación oficial de su departamento-. Desde entonces se ha estado alimentando esta especie de resentimiento, aliñado, incluso, con una secreta vocación de impulsar una nueva fuerza política. Todavía en las últimas horas, la comparecencia pública de hoy mismo de Valledor para oficializar su renuncia al escaño en el Parlamento asturiano han merecido sibilinas alusiones al mínimo apoyo que sus posiciones tienen en el seno de Izquierda unida y de los partidos coaligados con la misma, Bloque por Asturies y Los Verdes para llevar adelante cualquier esfuerzo para reorientar la marcha de su fuerza política y darle un nuevo carácter.
No faltan en estas argumentaciones bajo manga quienes trasladan el malestar del ahora ex diputado en su retirada de la cabecera de cartel de IU en las autonómicas de 2007 para colocar en ese lugar al citado Jesús Iglesias.
Quienes tratan de circunscribir a estas decisiones políticas la ruptura formalizada ayer olvidan, sin embargo, que en la anterior legislatura, habiendo sido el cartel electoral de IU y, tras el el primer acuerdo de gobierno con los socialistas, siendo 'Quico' miembro del Ejecutivo de coalición, ya trajo de cabeza a sus compañeros por convertirse en la 'mosca cojonera' que periódicamente ponía sobre el tapete discrepancias públicas con sus socios, encendiendo decenas de fuegos que sus compañeros de dirección de IU se encargaban de apagar en los despachos de partido. De ese periodo están las hemerotecas llenas de las permanentes quejas que los dirigentes socialistas lanzaban a sus coaligados por esa actitud, unas quejas en las que sólo faltó pedir formalmente la cabeza del consejero 'díscolo'.
De manera que relacionar ahora la marcha de Valledor con un proceso puntual, el acuerdo presupuestario de su fuerza política con el PSOE, un acuerdo cuyo alcance los que ahora le reprochan su decisión de irse han puesto en cuestión a lo largo de las últimas semanas para acabar justificándolo en lo que simple y llanamente podríamos denominar "posibilismo".
Es cierto que Valledor en las dos últimas legislaturas se ha pasado unos cuantos pueblos en más de una ocasión y que su gestión como consejero sin competencias estuvo plagada de claroscuros escenificados en un descontrol viajero que dio lugar a algunos conocidos motes. Lo que habría que preguntarse es si en esta dicotomía actual es más plausible el 'pragmatismo' de sus compañeros o la "coherencia" del discrepante, si en un análisis teórico de lo que representa en el panorama político español Izquierda Unida, todavía heredera directa del Partido Comunista -si es que alguien en estos momentos lo sabe-, el seguimiento de una ideología de izquierdas tiene más que ver con unos o con el otro.
El tema da para mucho, porque se puede llegar a desmenuzar qué es lo que queda de los que en otro tiempo se llamaron partidos de la izquierda en estos momentos, como se puede reflexionar sobre si el papel que en estos momentos están desarrollando en España los sindicatos se corresponde con sus objetivos programáticos y sociales. El problema es que en este país, tan dado a incorporar modos y costumbres norteamericanos , cada día tiene uno más la impresión de que todo se limita a dos grandes fuerzas políticas -los nacionalismos tienen su papel donde lo tienen, aunque muchas veces tengan la oportunidad de salir de ese territorio para imponer sus escasos votos al conjunto de la política española-, una de carácter netamente conservador y otra de corte liberal y que todo lo demás es accesorio.
Pero volviendo a la cuestión, el plante de Valledor no deja de ser una cuestión puntual que no debería tener mayores consecuencias más allá de que se va alguien que ha tenido un protagonismo en la reciente historia de Asturias. El meollo de la cuestión es que, mientras el PCE se "refunda" para intentar volver a ser lo que fue, o IU, con un nuevo líder, Cayo Lara, defiende en público la necesidad de la huelga o rechaza las políticas económicas y de empleo del Gobierno de Zapatero, la coalición se transforma allí donde tiene la opción de "tocar poder" y entrar en un gobierno, ya sea autonómico o municipal, y se adapta a la gestión 'socialdemócrata'. De esta manera han podido gestionar pero muchas veces a costa de renuncias a principios básicos de su ideario. Probablemente si esto no fuera así, IU de Asturias no habría apoyado los Presupuestos autonómicos para 2010, y ello pese a que las consejerías que gestionan han merecido mejor trato que otras que ocupan socialistas.
Una última observación personal. Creo que el enfado de Iglesias con Valledor por no hacer el "esfuerzo" de acabar la legislatura tienen dos variables dignas de mencionar. Una, que a quien te está haciendo la puñeta es mejor tenerlo cerca para controlar como te la hace; y dos, que el coordinador general no le personará a su ya ex diputado que con su marcha le haya abierto la puerta del Parlamento regional para más de un año a un militante del Bloque por Asturies que, por mucho que están en la misma coalición, son, sin duda, 'más peligrosos' que Valledor para que se mantenga la entente de gobierno y no molestar a los compañeros socialistas.
martes, 15 de diciembre de 2009
Crónica de un fracaso anunciado
La IV Conferencia de Presidentes Autonómicos terminó hace pocas horas con un final tan predecible como esa "Crónica de una muerte anunciada" del genial García Márquez. Una larga jornada perfectamente escenografiada desde el Gobierno para no llegar a ninguna parte. Era lógico. ¿Qué podría hacer suponer que un pacto económico ante la crisis al que ni se han acercado en los últimos meses PSOE y PP podría ser factible en el cónclave autonómico donde, amén de la anécdota de la presencia de algún 'extraño', controlan los mandatarios autonómicos de los dos grandes partidos? ¿Por qué iban a coincidir en un texto común los presidentes de la Comunidad Valenciana, Galicia y Madrid, por poner tres ejemplos, con los de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, por citar otros tres? La política contra el paro, la subida de impuestos, la ley de Economía Sostenible son elementos que enfrentan abiertamente a socialistas y populares a nivel de direcciones nacionales y no hay razón alguna que se me alcance para pensar que podía tener un sentido distinto al tratarse de presidentes autonómicos si son de ambos partidos. Por tanto, parece que, buenas intenciones aparte, no hay razón alguna para rasgarse las vestiduras por este nuevo fracaso de este organismo creado por Zapatero más por cuestiones de imagen que de verdadera creencia en que pudiera ser un foro de encuentro para resolver los problemas nacionales desde una óptica autonómica.
Es posible que en esta ocasión el asunto central de la reunión dé más motivos que nunca para ratificar las posturas irreconciliables que los dos grandes partidos mantienen día a día, mes a mes, año a año, em las más imporantes cuestiones que afectan al futuro de este país. Sin embargo, no es preciso nada más que un breve repaso a los tres encuentros anteriores para llegar a la evidencia de que en ninguno de ellos se han sobrepasado las formas y que los escasos acuerdos alcanzados duermen el sueño de los justos, por muchos que se les haya querido publicitar en sus respectivos momentos. Y ya no se trata de que las normas básicas de periodicidad o de temarios se hayan saltado a la torera en función de intereses puntuales de quien la convoca, el presidente del Gobierno de la nación; es que la Conferencia de Presidentes Autonómicos nació, operaciones mediáticas aparte, muerta por su concepción y por las reglas del juego establecidas para un órgano sin capacidad de provocar realmente un mandato con capacidad ejecutiva. Las mayorías necesarias establecidas no se alcanzan si PSOE y PP no están de acuerdo y, en caso de un cambio de tendencia, si esa mayoría cualificada pudiera llegar a alcanzarse es fácil presumir que coincidiría con la del Ejecutivo nacional y entonces ya no sería necesario recurrir a Estado autonómico más allá de un formalista diálogo a dos voces.
La Conferencia de Presidentes Autonómicos nació muerta y no tiene visos de haber cristiano que la resucite. eso sí, como tantas otras políticas más de gestos que reales, servirá a Zapatero para defender su talante, su capacidad de diálogo, su aperturismo a la oposición. Tanto es así que, a falta de resultados, el presidente del Gobierno se ha mostrado como un gran experto en escenografía y lo que no se alcanza e acuerdos se perfecciona en imagen. En la de ayer, los presidentes autonómicos ya no estuvieron solos y cada uno de ellos acudió a la cita con su consejero de Economía -alguno se llevó a otro más- que ocuparon plaza discretamente en segundos planos físicos -sillas convenientemente distanciadas unos metros detrás de sus jefes de fila, mientras que el propio Zapatero añadió al escenario a sus tres vicepresidentes, con especial atención a esa incorporación de última hora de la responsable el área de Economía, Elena Salgado, una carta que el convocante se sacó de la manga en plan sorpresa a última hora.
Todo ello dio como resultado una escenario calcado físicamente de los grandes cónclaves europeos. Lo malo es que, lejos del esmero tramoyista, los resultados son -por la temática- aún más desoladores que en convocatorias precedentes.
Es posible que en esta ocasión el asunto central de la reunión dé más motivos que nunca para ratificar las posturas irreconciliables que los dos grandes partidos mantienen día a día, mes a mes, año a año, em las más imporantes cuestiones que afectan al futuro de este país. Sin embargo, no es preciso nada más que un breve repaso a los tres encuentros anteriores para llegar a la evidencia de que en ninguno de ellos se han sobrepasado las formas y que los escasos acuerdos alcanzados duermen el sueño de los justos, por muchos que se les haya querido publicitar en sus respectivos momentos. Y ya no se trata de que las normas básicas de periodicidad o de temarios se hayan saltado a la torera en función de intereses puntuales de quien la convoca, el presidente del Gobierno de la nación; es que la Conferencia de Presidentes Autonómicos nació, operaciones mediáticas aparte, muerta por su concepción y por las reglas del juego establecidas para un órgano sin capacidad de provocar realmente un mandato con capacidad ejecutiva. Las mayorías necesarias establecidas no se alcanzan si PSOE y PP no están de acuerdo y, en caso de un cambio de tendencia, si esa mayoría cualificada pudiera llegar a alcanzarse es fácil presumir que coincidiría con la del Ejecutivo nacional y entonces ya no sería necesario recurrir a Estado autonómico más allá de un formalista diálogo a dos voces.
La Conferencia de Presidentes Autonómicos nació muerta y no tiene visos de haber cristiano que la resucite. eso sí, como tantas otras políticas más de gestos que reales, servirá a Zapatero para defender su talante, su capacidad de diálogo, su aperturismo a la oposición. Tanto es así que, a falta de resultados, el presidente del Gobierno se ha mostrado como un gran experto en escenografía y lo que no se alcanza e acuerdos se perfecciona en imagen. En la de ayer, los presidentes autonómicos ya no estuvieron solos y cada uno de ellos acudió a la cita con su consejero de Economía -alguno se llevó a otro más- que ocuparon plaza discretamente en segundos planos físicos -sillas convenientemente distanciadas unos metros detrás de sus jefes de fila, mientras que el propio Zapatero añadió al escenario a sus tres vicepresidentes, con especial atención a esa incorporación de última hora de la responsable el área de Economía, Elena Salgado, una carta que el convocante se sacó de la manga en plan sorpresa a última hora.
Todo ello dio como resultado una escenario calcado físicamente de los grandes cónclaves europeos. Lo malo es que, lejos del esmero tramoyista, los resultados son -por la temática- aún más desoladores que en convocatorias precedentes.
martes, 8 de diciembre de 2009
Nuestra opción para otro Oscar
Confieso que Fernando Trueba nunca ha sido santo de mi devoción, lo cual no es óbice para que aprecie algunos aciertos importantes -los menos- en su irregular y heterodoxa filmografía. Siempre me ha parecido que su obra ha seguido una trayectoria errática desde aquella sobrevalorada "Opera prima", una película coyuntural que sirvió de referente en el campo del cine a una generación, hasta la absurda "Two much", pasando por la frecuente incursión en el documental 'culto' o 'social'. De por medio aparecieron relatos cinematográficos notables que siguen la pauta de la puesta en imágenes más clásica y también más convincente; vease "El año de las luces", "La niña de mis ojos" o "Belle epoque", ganadora en su día del Oscar de Hollywood a la mejor película de habla no inglesa. De lo que no cabe duda es de que el autor de todos estos títulos no se ha recatado nunca de su huida de tendencias o estilos, lo que le ha llevado a autoproclamarse en más de una ocasión "inclasificable".
Tras varios años sin filmar, especialmente ficción, Trueba ha vuelto recientemente con "El baile de la Victoria" y antes incluso de que fuera estrenada ya figuraba como la candidata española para optar a primeros del año próximo al premio internacional más cotizado, nuevamente el Oscar. Pese a lo antedicho, me acerque a la proyección de esta última obra del autor de "Sal gorda" con la mejor de las predisposiciones. Un 'trailer' sugerente y la presencia siempre atrayente del actor Ricardo Darín fueron el salvoconducto para pasar por taquilla a pesar de que el precio de las entradas se está poniendo por las nubes.
Sin embargo, tengo que confesar que el resultado ha sido bastante decepcionante. Se ha dicho que la obra original de Antonio Skarmeta, en la que se inspira el guión, tiene buena parte de la culpa de que "El baile de la Victoria" sea una película deslavazada, con unos personajes que tienen muchos menos matices de los que cabría esperar del desarrollo de la historia, que se nos antojan excesivamente simples, como sus respectivas historias personales, algo que no remedia la fusión de todas ellas, aunque los mejores momentos de su metraje surgen precisamente cuando se entrecruzan emocionalmente los destinos del trío protagonista, actuando de amalgama el carácter exageradamente ingenuo e idealista del joven al que da vida Abel Ayala. La historia personal de ese ladrón de guante blanco que interpreta Darín es lo más flojo de la historia, a pesar de la capacidad habitual del actor argentino para entrar en sintonía con el espectador y hacer creíble su creación con una simple mirada. No es mejor el atormentado personaje de Miranda Bodenhofer, de la que sabemos que mora en especie de autismo, del que sólo la libera la danza, por causa de haber sido testigo presencial del asesinato de sus padres por la Policía de Pinochet cuando tenía unos pocos años. El tercero, el aglutinador, se nos presenta a fuerza de ingenuo como una especie de extraterrestre, ilusorio y confiado, y ello a pesar de haber pasado dos años en prisión y haber sufrido las vejaciones y abusos sexuales de un alcaide baboso.
Cuando estas tres vidas se cruzan -dejo a un lado al personaje de la mujer de Darín, que interpreta una estilizada Ariadna Gil, porque su aparición y los datos que sobre ella nos proporcionan son ínfimos- nos encontramos con una historia que salta de género en género - a ratos drama, otra thriller de robos, incluso cine apunta tímidamente al cine políitico- sin llegar a centrarse en un camino claro. Y, por si esto fuera poco, Trueba tira de onirismo para colocar en un plano relevante a un caballo, la segunda pasión del muchacho, que se traslada por la película al galope ya sea en la cordillera andina, en la céntricas calles de Santiago a pleno día o en los páramos que dan acceso a la costa a la que el joven lleva a su amada para que conozca el mar (otro elemento simplista y sin conexión aparente con el resto de la historia).
En definitiva, aunque Trueba muestra que puede contar narrar en imágenes como el mejor, solamente lo hace a saltos y en muy contadas ocasiones, dejando destellos de buen cine que se disuelven al poco de empezar a deslumbrarnos. Me parece que "El baile de la Victoria" es un híbrido tanto de personajes como de situaciones que no logran encajar nunca en un relato coherente y único, algo que probablemente su autor no haya buscado intencionadamente, dado su carácter especialmente proclive a hacer -por decirlo claro- lo que le viene en gana en cada momento. ¡Ah! Y que a nadie se le ocurra, si tiene oportunidad de preguntarle, el porqué o el porqué no de un símbolo (el caballo), los vértices de un personaje (la joven Miranda) o una situación (el halo de tragedia que sobrevuela a ratos el relato). Este cineasta tiene un carácter muy difícil y detesta que hurguen en sus películas, como detesta la crítica cinematográfica, que confiesa no leer nunca. Él es así.
Tras varios años sin filmar, especialmente ficción, Trueba ha vuelto recientemente con "El baile de la Victoria" y antes incluso de que fuera estrenada ya figuraba como la candidata española para optar a primeros del año próximo al premio internacional más cotizado, nuevamente el Oscar. Pese a lo antedicho, me acerque a la proyección de esta última obra del autor de "Sal gorda" con la mejor de las predisposiciones. Un 'trailer' sugerente y la presencia siempre atrayente del actor Ricardo Darín fueron el salvoconducto para pasar por taquilla a pesar de que el precio de las entradas se está poniendo por las nubes.
Sin embargo, tengo que confesar que el resultado ha sido bastante decepcionante. Se ha dicho que la obra original de Antonio Skarmeta, en la que se inspira el guión, tiene buena parte de la culpa de que "El baile de la Victoria" sea una película deslavazada, con unos personajes que tienen muchos menos matices de los que cabría esperar del desarrollo de la historia, que se nos antojan excesivamente simples, como sus respectivas historias personales, algo que no remedia la fusión de todas ellas, aunque los mejores momentos de su metraje surgen precisamente cuando se entrecruzan emocionalmente los destinos del trío protagonista, actuando de amalgama el carácter exageradamente ingenuo e idealista del joven al que da vida Abel Ayala. La historia personal de ese ladrón de guante blanco que interpreta Darín es lo más flojo de la historia, a pesar de la capacidad habitual del actor argentino para entrar en sintonía con el espectador y hacer creíble su creación con una simple mirada. No es mejor el atormentado personaje de Miranda Bodenhofer, de la que sabemos que mora en especie de autismo, del que sólo la libera la danza, por causa de haber sido testigo presencial del asesinato de sus padres por la Policía de Pinochet cuando tenía unos pocos años. El tercero, el aglutinador, se nos presenta a fuerza de ingenuo como una especie de extraterrestre, ilusorio y confiado, y ello a pesar de haber pasado dos años en prisión y haber sufrido las vejaciones y abusos sexuales de un alcaide baboso.
Cuando estas tres vidas se cruzan -dejo a un lado al personaje de la mujer de Darín, que interpreta una estilizada Ariadna Gil, porque su aparición y los datos que sobre ella nos proporcionan son ínfimos- nos encontramos con una historia que salta de género en género - a ratos drama, otra thriller de robos, incluso cine apunta tímidamente al cine políitico- sin llegar a centrarse en un camino claro. Y, por si esto fuera poco, Trueba tira de onirismo para colocar en un plano relevante a un caballo, la segunda pasión del muchacho, que se traslada por la película al galope ya sea en la cordillera andina, en la céntricas calles de Santiago a pleno día o en los páramos que dan acceso a la costa a la que el joven lleva a su amada para que conozca el mar (otro elemento simplista y sin conexión aparente con el resto de la historia).
En definitiva, aunque Trueba muestra que puede contar narrar en imágenes como el mejor, solamente lo hace a saltos y en muy contadas ocasiones, dejando destellos de buen cine que se disuelven al poco de empezar a deslumbrarnos. Me parece que "El baile de la Victoria" es un híbrido tanto de personajes como de situaciones que no logran encajar nunca en un relato coherente y único, algo que probablemente su autor no haya buscado intencionadamente, dado su carácter especialmente proclive a hacer -por decirlo claro- lo que le viene en gana en cada momento. ¡Ah! Y que a nadie se le ocurra, si tiene oportunidad de preguntarle, el porqué o el porqué no de un símbolo (el caballo), los vértices de un personaje (la joven Miranda) o una situación (el halo de tragedia que sobrevuela a ratos el relato). Este cineasta tiene un carácter muy difícil y detesta que hurguen en sus películas, como detesta la crítica cinematográfica, que confiesa no leer nunca. Él es así.
domingo, 6 de diciembre de 2009
Ahora sí toca
Los esfuerzos del secretario general de la Federación Socialista Asturiana por cerrar todas las puertas a un posible debate sobre la candidatura de su partido a las todavía lejanas elecciones autonómicas no están teniendo muy buenos resultados. Es raro el día en que alguno de sus compañeros de filas no se salta a la torera la exigente consigna del 'general secretario' de los socialistas asturianos y proclama que es él y no otro quien tiene que ocupar la cabecera del cartel allá por el año 2011. El impenetrable Fernández no se cansa de repetir el "ahora no toca" y son muchos, y algunos significados, como esta misma semana el delegado del Gobierno, Antonio Trevín, quienes prefieren 'enfadarle' y poner sobre el tapete la conveniencia de ir preparando el terreno al nuevo candidato, una persona, por otra parte, que por carácter y estilo no resulta especialmente conocido, mucho menos carismático, entre la mayoría de los asturianos.
Sin embargo, el hecho más relevante en esta 'rebelión' interna en las filas del socialismo asturiano la ha protagonizado el líder sindical ugetista Eduardo Donaire, durante el reciente congreso regional de la Federación que preside, la del Metal, apelando directamente a sus deseos de ver a Fernández muy pronto como presidente del Principado. Supongo que al interesado, vanidades aparte, le habrá sentado a cuerno quemado esta arenga que contraviene radicalmente su estrategia de silencio. Pero lo realmente importante es el hecho de que la 'proclamación' venga de un sector muy concreto, el de la UGT, y concretamente de su facción más relevante, que hace ya tiempo que ha retirado su apoyo al actual presidente Areces y cuyos dirigentes no ocultan cada vez que pueden su hartazgo de un político "amortizado con creces".
La abierta apuesta de UGT en estos momentos tiene también mucho que ver con las declaraciones y movimientos periódicos del propio Areces y de su equipo de gobierno, que no pierden ocasión de hacer ver -con frases de doble sentido y apoyos en positivo- que el proyecto del actual mandatario autonómico está sin completar y que a éste le quedan "energías" suficientes para seguir al frente de la nave. Ya he comentado en alguna ocasión que a Areces no va a ser fácil sacarlo del despacho presidencial, que no va a dar facilidades para su relevo y que utilizará todos recursos e influencias a su alcance para intentar seguir en el puesto.
Si esta opción no figura para nada dentro de los planes de UGT, parece claro que esa creencia es bastante más amplia en el seno del socialismo asturiano. Quizá por eso un día sí y otro no aparecen declaraciones como las de Trevín o algunos dirigentes locales y a todos nos llegan otras en idéntico sentido que prefieren mantener el anonimato.
No sería conveniente dejar de lado en estas actitudes el temor de muchos de esos 'javieristas' a que el secretario general de la FSA pudiera llegar a 'rajarse' a última hora y por ello preferirían que la designación fuera cuanto más pronta mejor. Muchos no pueden olvidar que una característica de su futuro candidato es la indecisión y tiemblan al pensar en que a última hora les deje huérfanos, allanando el camino a las intenciones continuistas de Areces (en el PP existe una corriente parecida sobre una posible cuarta intentona de Ovidio Sánchez, aunque éste la haya negado, si no se aclara y pronto quién va a ser su cartel electoral en Asturias, algo que a día de hoy no tiene nombre y apellidos, mal que les pese a algunos). A fin de cuentas nadie olvida que a Javier fernández hubo que "empujarle" en su día para que diera el paso de asumir su candidatura a la secretaría general del PSOE asturiano, en una fase crítica de la organización.
Forzar que en esta ocasión no haya dudas y que cuanto antes Fernández sea el candidato no es sólo una estrategia política general. Muchos de los que se irán sumando al clamor por llegar a ese punto no están guiados exclusivamente por la inocencia. Muchos -y cada vez serán más si la cosa se aclara- tienen otra meta menos altruista: ir colocándose para un relevos que, si los socialistas vuelven a gobernar, traerá consigo un vuelco espectacular en la Administración autonómica asturiana. En fin, que lo importante para ellos es ir resituándose a modo de garantía para poder continuar desempeñando esta 'atractiva' profesión de la política.
Sin embargo, el hecho más relevante en esta 'rebelión' interna en las filas del socialismo asturiano la ha protagonizado el líder sindical ugetista Eduardo Donaire, durante el reciente congreso regional de la Federación que preside, la del Metal, apelando directamente a sus deseos de ver a Fernández muy pronto como presidente del Principado. Supongo que al interesado, vanidades aparte, le habrá sentado a cuerno quemado esta arenga que contraviene radicalmente su estrategia de silencio. Pero lo realmente importante es el hecho de que la 'proclamación' venga de un sector muy concreto, el de la UGT, y concretamente de su facción más relevante, que hace ya tiempo que ha retirado su apoyo al actual presidente Areces y cuyos dirigentes no ocultan cada vez que pueden su hartazgo de un político "amortizado con creces".
La abierta apuesta de UGT en estos momentos tiene también mucho que ver con las declaraciones y movimientos periódicos del propio Areces y de su equipo de gobierno, que no pierden ocasión de hacer ver -con frases de doble sentido y apoyos en positivo- que el proyecto del actual mandatario autonómico está sin completar y que a éste le quedan "energías" suficientes para seguir al frente de la nave. Ya he comentado en alguna ocasión que a Areces no va a ser fácil sacarlo del despacho presidencial, que no va a dar facilidades para su relevo y que utilizará todos recursos e influencias a su alcance para intentar seguir en el puesto.
Si esta opción no figura para nada dentro de los planes de UGT, parece claro que esa creencia es bastante más amplia en el seno del socialismo asturiano. Quizá por eso un día sí y otro no aparecen declaraciones como las de Trevín o algunos dirigentes locales y a todos nos llegan otras en idéntico sentido que prefieren mantener el anonimato.
No sería conveniente dejar de lado en estas actitudes el temor de muchos de esos 'javieristas' a que el secretario general de la FSA pudiera llegar a 'rajarse' a última hora y por ello preferirían que la designación fuera cuanto más pronta mejor. Muchos no pueden olvidar que una característica de su futuro candidato es la indecisión y tiemblan al pensar en que a última hora les deje huérfanos, allanando el camino a las intenciones continuistas de Areces (en el PP existe una corriente parecida sobre una posible cuarta intentona de Ovidio Sánchez, aunque éste la haya negado, si no se aclara y pronto quién va a ser su cartel electoral en Asturias, algo que a día de hoy no tiene nombre y apellidos, mal que les pese a algunos). A fin de cuentas nadie olvida que a Javier fernández hubo que "empujarle" en su día para que diera el paso de asumir su candidatura a la secretaría general del PSOE asturiano, en una fase crítica de la organización.
Forzar que en esta ocasión no haya dudas y que cuanto antes Fernández sea el candidato no es sólo una estrategia política general. Muchos de los que se irán sumando al clamor por llegar a ese punto no están guiados exclusivamente por la inocencia. Muchos -y cada vez serán más si la cosa se aclara- tienen otra meta menos altruista: ir colocándose para un relevos que, si los socialistas vuelven a gobernar, traerá consigo un vuelco espectacular en la Administración autonómica asturiana. En fin, que lo importante para ellos es ir resituándose a modo de garantía para poder continuar desempeñando esta 'atractiva' profesión de la política.
viernes, 4 de diciembre de 2009
La libertad de los españoles
Todo el mundo se ha enterado ya de que hoy, en el Congreso de los Diputados, donde como cada año se procedió a dar lectura a la Constitución por un sinfín de personajes, famosos y ciudadanos de a pie, un estudiante de secundaria al que le correspondía intervenir fue expulsado de la tribuna por una vicepresidenta de cuyo nombre ni siquiera me acuerdo. Al chico, de un colegio madrileño, le tocó en suerte dar lectura al artículo correspondiente al derecho a la huelga, y así lo hizo. Pero mire usted por donde decidió saltarse el guión e hizo su propia aportación afeando a los sindicatos su renuncia a recurrir a tal recurso, prefiriendo -dijo- bailarle el agua al Gobierno.
La vicepresidenta de cuyo nombre no me acuerdo le expulsó de la tribuna. Institucionalmente no parece que a la decisión pueda ponérsele tacha alguna. Otra cosa distinta es que esa rigidez mostrada ayer por la Mesa de la Cámara Baja se aplique a este caso concreto y no aparezca en un sinfín de ocasiones que también lo justificarían. Hoy mismo, otro joven aprovechó para recordar a un familiar suyo que por circunstancias políticas tuvo que abandonar en su día España. A éste no se le retiró el turno ni se le dio orden de bajar de la tribuna. Podría también recordar lo condescendientes que las presidencias parlamentarias son a la hora de aplicar el reglamento con los parlamentarios. Claro que alguien dirá que estos están en su casa y haciendo su trabajo. Lo malo es que la 'solemne' sesión de hoy fue abierta por el presidente del Congreso, José Bono, y éste no se recató en recordar la libertad de la que disfrutan ahora los españoles gracias a herramientas como la propia Constitución y las instituciones que se encargan de desarrollarla y aplicarla. A ello añadiría yo que a la clase dirigente política se les llena la boca a diario con el argumento de que el Parlamento es la expresión de la voluntad de los españoles, de todos.
En fin, que el 'incidente' de hoy es más que probable que se quede en una simple anécdota que en poco tiempo se habrá olvidado, pero no debería ser todo tan fácil. Es de sentido común que el Congrso no puede ser un lugar donde cada hijo de vecino vaya a decir lo que le viene en gana. Pero cuando, por motivos especiales, su salón de sesiones se abre a personas distintas a los propietarios temporales de los escaños, parece exagerada una expulsión como la de hoy y abre serias dudas sobre el alcance del derecho a la libertad de expresión, que también está en la Carta Magna, por cierto. A lo peor la decisión tiene más que ver con la crítica intervención del muchacho hacia el papel de los sindicatos, desde hace años más amigos que enemigos del Gobierno, que al hecho de salirse del guión. es posible que si el chaval hubiera acabado su lectura con un "¡Viva Zapatero!" -como el título de una reciente película italiana- hubiera concluido con el único baldón de una posible pitada desde las bancadas del PP.
La vicepresidenta de cuyo nombre no me acuerdo le expulsó de la tribuna. Institucionalmente no parece que a la decisión pueda ponérsele tacha alguna. Otra cosa distinta es que esa rigidez mostrada ayer por la Mesa de la Cámara Baja se aplique a este caso concreto y no aparezca en un sinfín de ocasiones que también lo justificarían. Hoy mismo, otro joven aprovechó para recordar a un familiar suyo que por circunstancias políticas tuvo que abandonar en su día España. A éste no se le retiró el turno ni se le dio orden de bajar de la tribuna. Podría también recordar lo condescendientes que las presidencias parlamentarias son a la hora de aplicar el reglamento con los parlamentarios. Claro que alguien dirá que estos están en su casa y haciendo su trabajo. Lo malo es que la 'solemne' sesión de hoy fue abierta por el presidente del Congreso, José Bono, y éste no se recató en recordar la libertad de la que disfrutan ahora los españoles gracias a herramientas como la propia Constitución y las instituciones que se encargan de desarrollarla y aplicarla. A ello añadiría yo que a la clase dirigente política se les llena la boca a diario con el argumento de que el Parlamento es la expresión de la voluntad de los españoles, de todos.
En fin, que el 'incidente' de hoy es más que probable que se quede en una simple anécdota que en poco tiempo se habrá olvidado, pero no debería ser todo tan fácil. Es de sentido común que el Congrso no puede ser un lugar donde cada hijo de vecino vaya a decir lo que le viene en gana. Pero cuando, por motivos especiales, su salón de sesiones se abre a personas distintas a los propietarios temporales de los escaños, parece exagerada una expulsión como la de hoy y abre serias dudas sobre el alcance del derecho a la libertad de expresión, que también está en la Carta Magna, por cierto. A lo peor la decisión tiene más que ver con la crítica intervención del muchacho hacia el papel de los sindicatos, desde hace años más amigos que enemigos del Gobierno, que al hecho de salirse del guión. es posible que si el chaval hubiera acabado su lectura con un "¡Viva Zapatero!" -como el título de una reciente película italiana- hubiera concluido con el único baldón de una posible pitada desde las bancadas del PP.
Una imagen con mil palabras
Me choca que en un tema tan recurrente en la prensa regional y nacional como es el regreso a la primera línea política de Francisco Álvarez-Cascos llevemos algunas semanas sin 'noticias'. Cualquier declaración, cualquier gesto, de él o de sus compañeros de la dirección del PP, daba origen a nuevas interpretaciones que casi siempre acababan en el retorno del veterano político asturiano.
Sin embargo, no he encontrado referencias al asunto tras el acto celebrado esta misma semana en el transcurso del cual don Juan Carlos recibió el I Premio FAES a la Libertad. ¿Y por qué iba a haberlas?, se preguntarán algunos. El protagonista era el Rey y su interlocutor protagonista el presidente de la mencionada fundación, José María Aznar. Sin embargo, una de las fotografías distribuidas ese día, además de la tradicional en la que los dos mencionados aparecen en el momento de la entrega del galardón, pasó prácticamente desapercibida. A fin de cuentas las imágenes no se leen, dirán otros. Craso error, porque, al margen de tratarse de un tópico -y como tal machaconamente real- una imagen sí puede valer más que mil palabras y a la que aludo estaba cargada de párrafos. Estaban -digámoslo ya-, aparte de los protagonistas principales, en primera fila y firmes y sonrientes, entre otros, Ángel Acebes y el citado Cascos.
Mientras muchos se empeñan en descifrar el rompecabecas del retorno del ex ministro de Fomento a partir de sus malquereres entre los que mandan en su partido en Asturias o a partir de las expectativas de hacerse con el poder en el Principado que puedan tener puestas en él Rajoy y su equipo -tampoco grandes simpatizantes del polémico ex vicepresidente-, otros preferimos escudriñar por latiitudes diferentes. Al margen de sus amplias actividades profesionales privadas, yo recomiendo a quienes estén interesados en el hipotético futuro político de Cascos que le sigan a través de imágenes como la mencionada, que vean en qué terrenos y con qué personas se mueve, cómo mide sus tiempos y sus escenarios.
Es posible que Cascos y Aznar no terminaran tan bien como era de esperar después de sus largos años de estrecha colaboración, pero el asturiano, como otros de los políticos ahora apartados pero que formaron parte del núcleo central del último líder que tuvo el PP -para lo bueno y para lo malo-, conforman un contrapoder sólido dentro del partido, y la sensación que día a día da la actual dirección -por muchas reuniones y cónclaves que celebren- sólo contribuyen a consolidar una idea muy extendida entre las bases: "con ellos ganamos y esos son los líderes que tenemos que volver a tener". Es obvio que no soy tan atrevido como para aventurar algún tipo de conspiración interna que acabe en una futura guerra interna en el seno de los populares. Las cosas no funcionan así. Pero a veces es el propio paso del tiempo el que, mansamente, madura las frutas y, cuando llega la sazón, las hace caer del árbol.
Si alguien -muchos, según parece- se muestran interesados en seguir los movimientos de Cascos que recuerden que se trata de uno de los políticos más avezados de la historia democrática de este país, y por ello, que atiendan a ese tipo de apariciones o gestos suyos que van punteando un camino cargado de significados a sumar. Dejémenos de conjeturas o adivinanzas con Rajoy, con Gabino de Lorenzo,... y pongamos mucha atención a las imágenes que, en el caso del político asturiano, tienen ahora mucho más valor que sus escasas y crípticas declaraciones sobre un futuro político por el momento incierto.
Sin embargo, no he encontrado referencias al asunto tras el acto celebrado esta misma semana en el transcurso del cual don Juan Carlos recibió el I Premio FAES a la Libertad. ¿Y por qué iba a haberlas?, se preguntarán algunos. El protagonista era el Rey y su interlocutor protagonista el presidente de la mencionada fundación, José María Aznar. Sin embargo, una de las fotografías distribuidas ese día, además de la tradicional en la que los dos mencionados aparecen en el momento de la entrega del galardón, pasó prácticamente desapercibida. A fin de cuentas las imágenes no se leen, dirán otros. Craso error, porque, al margen de tratarse de un tópico -y como tal machaconamente real- una imagen sí puede valer más que mil palabras y a la que aludo estaba cargada de párrafos. Estaban -digámoslo ya-, aparte de los protagonistas principales, en primera fila y firmes y sonrientes, entre otros, Ángel Acebes y el citado Cascos.
Mientras muchos se empeñan en descifrar el rompecabecas del retorno del ex ministro de Fomento a partir de sus malquereres entre los que mandan en su partido en Asturias o a partir de las expectativas de hacerse con el poder en el Principado que puedan tener puestas en él Rajoy y su equipo -tampoco grandes simpatizantes del polémico ex vicepresidente-, otros preferimos escudriñar por latiitudes diferentes. Al margen de sus amplias actividades profesionales privadas, yo recomiendo a quienes estén interesados en el hipotético futuro político de Cascos que le sigan a través de imágenes como la mencionada, que vean en qué terrenos y con qué personas se mueve, cómo mide sus tiempos y sus escenarios.
Es posible que Cascos y Aznar no terminaran tan bien como era de esperar después de sus largos años de estrecha colaboración, pero el asturiano, como otros de los políticos ahora apartados pero que formaron parte del núcleo central del último líder que tuvo el PP -para lo bueno y para lo malo-, conforman un contrapoder sólido dentro del partido, y la sensación que día a día da la actual dirección -por muchas reuniones y cónclaves que celebren- sólo contribuyen a consolidar una idea muy extendida entre las bases: "con ellos ganamos y esos son los líderes que tenemos que volver a tener". Es obvio que no soy tan atrevido como para aventurar algún tipo de conspiración interna que acabe en una futura guerra interna en el seno de los populares. Las cosas no funcionan así. Pero a veces es el propio paso del tiempo el que, mansamente, madura las frutas y, cuando llega la sazón, las hace caer del árbol.
Si alguien -muchos, según parece- se muestran interesados en seguir los movimientos de Cascos que recuerden que se trata de uno de los políticos más avezados de la historia democrática de este país, y por ello, que atiendan a ese tipo de apariciones o gestos suyos que van punteando un camino cargado de significados a sumar. Dejémenos de conjeturas o adivinanzas con Rajoy, con Gabino de Lorenzo,... y pongamos mucha atención a las imágenes que, en el caso del político asturiano, tienen ahora mucho más valor que sus escasas y crípticas declaraciones sobre un futuro político por el momento incierto.
martes, 1 de diciembre de 2009
Economía Insostenible
Hoy es día primero de mes y las ventanillas de los bancos adquieren un protagonismo incuestionable en la vida económica del país, la real no la de las grandes cifras ni la de las medidas gubernamentales contra la crisis. Si algunas veces una imagen vale más que mil palabras, en paralelo hay otras en que un hecho puntual y aparentemente insignificante en el conjunto de los esfuerzos nacionales por la recuperación supone más que mil artículos de los grandes expertos o 'gurus' económicos.
El que suscribe fue esta mañana testigo de una de esas 'anécdotas' que pueden llegar a poner los pelos de punta a cualquiera con un mínimo de sensibilidad social. El marco es una de esas citadas ventanillas de una entidad financiera y el personaje una clienta de avanzada edad y con evidentes signos de pertenecer a cualquier grupo menos a la antigua y denostada clase media, mucho menos a alguna suerte de élite económica, que acudía allí con su libreta para recoger probablemente una parte de su pensión o un pellizquito de sus ahorros para iniciar otro mes de esos que, uno tras otro, sin ser enero tienen más cuestas que L'Angliru para sortear las necesidades mínimas para vivir. La mujer en cuestión se acercó a la empleada de la caja y solicitó que le entregara 81 ó 82 euros. Ante esa aparente duda, la trabajadora del banco le preguntó cuál de las dos cantidades quería extraer de su cuenta y la respuesta de su interlocutora fue más o menos textualmente: "Dame 82; vale más que sobre a que falte". No es preciso echar mano de los buenos oficios de un escritor para que cualquiera se dé cuenta del significado de esas palabras. Si un euro, dentro de esa irrisoria cantidad, puede ser la barrera de que a una persona le llegue el dinero o le falte para tirar como pueda es que algo muy gordo está pasando en este país.
Supongo que sobrarán quienes digan que se trata de un hecho aislado, que es una simple anécdota, incluso que ese persona puede que tenga más que un directivo de una gran empresa. Pero para una gran mayoría, siendo un caso concreto, va mucho más allá y describe mejor una realidad social que cualquier expediente de regulación de empleo, que unos planes para ahorrar energía o una medidas para apoyar la rehabilitación de viviendas, por citar solamente algunas de las herramientas que el Ejecutivo ha agrupado para presentar a bombo y platillo su particular receta para salir de la recesión. A esa mujer y a miles de españoles que pasan por situaciones más que difíciles, aunque sin llegar a tal grado de gravedad, son a los que el presidente del Gobierno y su equipo económico deberían de explicar ese invento de la Ley de Economía Sostenible y no a una bonita presentadora de televisión en los lujosos salones del Palacio de La Moncloa.
Aunque utópico, me gusta imaginarme al señor Zapatero en ese momento y en ese lugar acercarse a la 'ciudadana de los 82 euros' y contarle lo que está haciendo para que España vaya mejor y los españoles salgan de la crisis, que le explique cosas como que va a controlar los desorbitados sueldos de los grandes directivos de corporaciones empresariales o a los consejeros de las potentes entidades financieras. Dejo al criterio de quien esto lea cuál sería la respuesta y el gesto de esa mujer agobiada por un euro. Hoy no voy a poner corolario a este comentario. La hipótesis y la tesis la tienen; pónganlo ustedes mismos.
El que suscribe fue esta mañana testigo de una de esas 'anécdotas' que pueden llegar a poner los pelos de punta a cualquiera con un mínimo de sensibilidad social. El marco es una de esas citadas ventanillas de una entidad financiera y el personaje una clienta de avanzada edad y con evidentes signos de pertenecer a cualquier grupo menos a la antigua y denostada clase media, mucho menos a alguna suerte de élite económica, que acudía allí con su libreta para recoger probablemente una parte de su pensión o un pellizquito de sus ahorros para iniciar otro mes de esos que, uno tras otro, sin ser enero tienen más cuestas que L'Angliru para sortear las necesidades mínimas para vivir. La mujer en cuestión se acercó a la empleada de la caja y solicitó que le entregara 81 ó 82 euros. Ante esa aparente duda, la trabajadora del banco le preguntó cuál de las dos cantidades quería extraer de su cuenta y la respuesta de su interlocutora fue más o menos textualmente: "Dame 82; vale más que sobre a que falte". No es preciso echar mano de los buenos oficios de un escritor para que cualquiera se dé cuenta del significado de esas palabras. Si un euro, dentro de esa irrisoria cantidad, puede ser la barrera de que a una persona le llegue el dinero o le falte para tirar como pueda es que algo muy gordo está pasando en este país.
Supongo que sobrarán quienes digan que se trata de un hecho aislado, que es una simple anécdota, incluso que ese persona puede que tenga más que un directivo de una gran empresa. Pero para una gran mayoría, siendo un caso concreto, va mucho más allá y describe mejor una realidad social que cualquier expediente de regulación de empleo, que unos planes para ahorrar energía o una medidas para apoyar la rehabilitación de viviendas, por citar solamente algunas de las herramientas que el Ejecutivo ha agrupado para presentar a bombo y platillo su particular receta para salir de la recesión. A esa mujer y a miles de españoles que pasan por situaciones más que difíciles, aunque sin llegar a tal grado de gravedad, son a los que el presidente del Gobierno y su equipo económico deberían de explicar ese invento de la Ley de Economía Sostenible y no a una bonita presentadora de televisión en los lujosos salones del Palacio de La Moncloa.
Aunque utópico, me gusta imaginarme al señor Zapatero en ese momento y en ese lugar acercarse a la 'ciudadana de los 82 euros' y contarle lo que está haciendo para que España vaya mejor y los españoles salgan de la crisis, que le explique cosas como que va a controlar los desorbitados sueldos de los grandes directivos de corporaciones empresariales o a los consejeros de las potentes entidades financieras. Dejo al criterio de quien esto lea cuál sería la respuesta y el gesto de esa mujer agobiada por un euro. Hoy no voy a poner corolario a este comentario. La hipótesis y la tesis la tienen; pónganlo ustedes mismos.
Las excusas no bastan
Desde nuestra profesión de periodistas tenemos la ocasión de transmitir a la sociedad toda clase de información, la posibilidad de desvelar hechos y actuaciones que en otras circunstancias quedarían en el anonimato, el privilegio de criticar a los protagonistas de la vida pública. Eso y mucho más, pero siempre bajo la tremenda responsabilidad de hacerlo con serenidad, con datos precisos y contratados y con argumentos sólidos. Es frecuente que en el buen desarrollo de esta labor recibamos zancadillas, desmentidos, varapalos,... de aquellos que preferirían que algunas verdades permanecieran recluidas en el silencio salvador para quienes se rigen por sus propias normas e ignoran las que nos afectan a todos.
Sin embargo, hay ocasiones en las que es preciso poner el saco del revés y mirar hacia el interior, hacia nuestro propio trabajo y reflexionar durante unos minutos sobre el alcance del mismo cuando se desarrolla con prisas y sin responsabilidad. El caso del joven canario acusado de las lesiones que provocaron la muerte de una niña de tres años que polarizó durante unos días la atención de algunos de los principales medios nacionales es un ejemplo tremendo de los niveles a los que se puede llevar la información cuando la cada día más acuciante presión por ser los 'primeros' o por 'ir más allá que los demás' acelera los teclados y la creación redaccional. El joven en cuestión ha quedado en libertad sin cargos tras demostrar la autopsia que las lesiones se las había causado la niña días antes jugando. La responsabilidad del médico cuyo parte dio origen al principio del "linchamiento mediático y social" es muy grave, pero no exculpa a la frenética carrera de los grandes rotativos para contribuir a ese juicio precipitado y antidemocrático que ha dado lugar a que el otrora presunto delincuente deba contar con escolta policial para evitar que grupos enardecidos se tomasen la justicia por su mano.
Conocida la realidad de los hechos, todos los que alentaron la 'condena anticipada' se han apresurado a replegar velas y ocultar el desenlace del asunto en lo más profundo de las páginas más interiores de sus diarios. Algunos han dado la cara y se han atrevido a pedir excusas al joven canario. Escaso bagaje para un mal que ya tiene mal remedio.
Sensacionalismo y escaso rigor lo ha habido siempre en esta profesión -hasta alguna genial película ha puesto el dedo sobre la llaga de esta lacra, una veces con humor ('Primera plana') y otras con absoluta seriedad ('El gran carnaval'), pero la cada día más enconada competencia, la inmediatez de la información que han ido incorporando las continuamente mejoradas nuevas tecnologías hacen que la tentación de caer en la irresponsabilidad sea cada día más fácil.
Quizá casos como el de Canarias sean un buen elemento para detenerse un rato a pensar en la responsabilidad social -de la judicial ya se encargan las instancias pertinentes- de esta profesión y pensarse dos veces los mensajes que trasladamos a la sociedad sin que ello signifique en momento alguno renunciar al derecho a la información y a la libertad para ejercerla con responsabilidad. De lo contrario, es más que posible que la consideración social de nuestra profesión pueda en un día muy lejano llegar a alcanzar los bajos niveles de la clase política, la que, por cierto, ya ha logrado el dudoso honor de figurar como el cuerto problema de este país en la consideración de sus habitantes.
Sin embargo, hay ocasiones en las que es preciso poner el saco del revés y mirar hacia el interior, hacia nuestro propio trabajo y reflexionar durante unos minutos sobre el alcance del mismo cuando se desarrolla con prisas y sin responsabilidad. El caso del joven canario acusado de las lesiones que provocaron la muerte de una niña de tres años que polarizó durante unos días la atención de algunos de los principales medios nacionales es un ejemplo tremendo de los niveles a los que se puede llevar la información cuando la cada día más acuciante presión por ser los 'primeros' o por 'ir más allá que los demás' acelera los teclados y la creación redaccional. El joven en cuestión ha quedado en libertad sin cargos tras demostrar la autopsia que las lesiones se las había causado la niña días antes jugando. La responsabilidad del médico cuyo parte dio origen al principio del "linchamiento mediático y social" es muy grave, pero no exculpa a la frenética carrera de los grandes rotativos para contribuir a ese juicio precipitado y antidemocrático que ha dado lugar a que el otrora presunto delincuente deba contar con escolta policial para evitar que grupos enardecidos se tomasen la justicia por su mano.
Conocida la realidad de los hechos, todos los que alentaron la 'condena anticipada' se han apresurado a replegar velas y ocultar el desenlace del asunto en lo más profundo de las páginas más interiores de sus diarios. Algunos han dado la cara y se han atrevido a pedir excusas al joven canario. Escaso bagaje para un mal que ya tiene mal remedio.
Sensacionalismo y escaso rigor lo ha habido siempre en esta profesión -hasta alguna genial película ha puesto el dedo sobre la llaga de esta lacra, una veces con humor ('Primera plana') y otras con absoluta seriedad ('El gran carnaval'), pero la cada día más enconada competencia, la inmediatez de la información que han ido incorporando las continuamente mejoradas nuevas tecnologías hacen que la tentación de caer en la irresponsabilidad sea cada día más fácil.
Quizá casos como el de Canarias sean un buen elemento para detenerse un rato a pensar en la responsabilidad social -de la judicial ya se encargan las instancias pertinentes- de esta profesión y pensarse dos veces los mensajes que trasladamos a la sociedad sin que ello signifique en momento alguno renunciar al derecho a la información y a la libertad para ejercerla con responsabilidad. De lo contrario, es más que posible que la consideración social de nuestra profesión pueda en un día muy lejano llegar a alcanzar los bajos niveles de la clase política, la que, por cierto, ya ha logrado el dudoso honor de figurar como el cuerto problema de este país en la consideración de sus habitantes.
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