viernes, 18 de diciembre de 2009

¡Que los suspendan!

Hay semanas aciagas para el presunto buen nombre de los padres de la Patria y esta es una de ellas. Ayer, en el Senado, "un error" en el voto de dos diputados socialistas en el debate de la Ley de Presupuestos Generales del Estado incorporó a los mismos varias enmiendas de CiU no pactadas -otras sí lo habían sido- por un importe de unos 250 millones de euros. Aunque los socialistas se apresuraron a dejar claro que eso se "arregla sin problemas" en el Congreso, que tiene la última palabra sobre la norma, lo cierto es que volver a cuadrar unas Cuentas del Estado 'descuadradas' les va a obligar a desautorizar unas partidas que, en algunos casos tienen un importante contenido social. Al final el importe tendrá que volver a ser el que es, pero la imagen dada no se va a quedar en una simple anécdota.
Hoy mismo, en el Congreso de los Diputados, se votó la Ley Orgánica de Financiación Autonómica y para sorpresa de propios y extraños, una situación de alto riesgo para el Gobierno socialista, que necesitaba hasta el último apoyo para sacarla adelante por los pelos, se convirtió en una holgada mayoría gracias a un nuevo error, esta vez el de los portavoces de los grupos catalán y vasco que se equivocaron y a la hora de votar dieron a sus parlamentarios la indicación de apoyar la ley. Imagínense a los convergentes dando su apoyo a la norma que, según sus jefes de filas, va a cargarse el 'Estatut'. Aquí la cosa tendría más gracia - si no fuera por la seriedad del marco de una Cámara legislativa- al tener en cuenta los antecedentes inmediatos a la votación, que por cierto también tenía un margen exiguo favorable al Gobierno hasta el extremo de haber movilizado los socialistas 'so pena de excomunión' a todos sus diputados conminándoles a no faltar a la sesión bajo ninguna circunstancia. Algo parecido había hecho el PP, perdedor 'a priori' pero consciente de que sus oponentes están jugando en estos asuntos muchas veces hasta con un solo diputado. Pese a todo, la votación se celebró inicialmente con sólo 180 señorías en la sala. Las protestas de muchos de los ausentes, que argumentaron escasez de tiempo para llegar al escaño a tiempo después del pertinente aviso de la Mesa de que la votación iba a empezar. Algunos, incluso, se escudaron en fallos en los ascensores de la Cámara Baja para haberse encontrado ya con las puertas cerradas cuando trataban de acceder a sus asientos. La 'ingeniería' parlamentaria y la mano ancha del presidente, José Bono -la que no tenía su antecesor, Manuel Marín, por ejemplo-, permitieron corregir esas deficiencias operativas y repetir el recuento con el pleno casi al completo. Entonces fue cuando los encargados de indicar el sentido del voto a sus compañeros de CiU y PNV se equivocaron y dieron su apoyo a una norma que rechazan abiertamente, aunque con argumentos bien diferentes, ya que los vascos tienen regulada su financiación al margen del resto de comunidades. como todo el mundo sabe.
Dos errores en dos días que, aunque al final no vayan a trastocar la marcha del país, son muestras significativas de cómo funciona nuestro sistema parlamentario. Confusiones las tiene cualquiera, pero, por desgracia, son más frecuentes de lo que sería de desear. Ya no vamos a hablar del absentismo de sus señorías, ignominiosamente reflejado un día sí y otro no por las cámaras de televisión. Cierto que cuando se lo reprochas todos tienen la misma cantinela y se remiten a que el trabajo parlamentario se desarrolla en muchos frentes y no sólo en el plenario y en sus votaciones. Lo malo es que cualquier asiduo cronista parlamentario sabe que la excusa no cuela, al menos con carácter generalizado, y que "las obligaciones son lo primero", como nos decían ya en la escuela.
Y esto me lleva a que quizá habría que buscar un camino para que diputados y senadores no hicieran novillos. A lo mejor es necesario que, ahora que se cuida tanto la capacitación de los futuros profesionales -Bolonia y todo eso-, a todos estos aspirantes a hacer de la política una profesión se les exigiera una preparación especial, al margen de sus titulaciones u otras aptitudes y conocimientos. Vamos, que pasen por una 'escuela' específica, aunque la dignifiquen si lo prefieren con el más honorable título de 'master', que eviten espectáculos como los dos reseñados y otros muchos que 'enriquecen' los diarios de sesiones de las cámaras, que si quieren ser profesionales del parlamentarismo, y en aras de dignificar 'la res publica', que muestren las condiciones necesarias para ello, y no accedan al 'trabajo' por el simple hecho de la afinidad al que hace las listas del partido correspondiente. En fin -repito-, que vayan a la 'escuela', y si no dan la talla ¡que les suspendan!

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