Mientras el país se mantiene plenamente inmerso todavía en la crisis económica y la sangría del paro no deja de crecer sin que el Gobierno de Zapatero sea capaz de ponerle freno, ese mismo equipo que dirige actualmente los destinos del país no seja de sobresaltarnos con anuncios que van en el sentido contrario al de la desesperada situación que afrontan millones de españoles. Primero fue la tarifa eléctrica, que en cuestión de días experimentará una notable subida. Antes hubo otras malas nuevas que no siempre se plentean en clave de subida de precios, que las hubo, sino también en forma de retirada de ayudas que a la hora de contar lo que uno tiene en el bolsillo viene a ser lo mismo.
Ahora, el Ejecutivo anuncia una subida para el primero de año de un 4% en la alta velocidad (incluye nuestro alvia, por supuesto) y de un 6% en las cercanías, porcentajes muy por encima de un IPC que anda entre el crecimiento cero y la deflación. Aunque este incremento tarifario pueda parecer menos relevante, por ser más prescindible, a mí me preocupa enormemente esta decisión, y me preocupa porque durante decenas de años los españoles hemos abandonado el ferrocarril por ser síntoma de atraso, por su falta de competitividad respecto a otros medios de transporte, por su abandono hasta convertirle en la 'cenicienta' del sector. De un tiempo para acá alguien descubrió que el tren es el mejor de los medios si se le pone a la altura necesaria y se le aplican las mismas medidas de modernización que sus 'hermanos' de carretera o aire. Y dicho y hecho, el ferrocarril ha avanzado a zancadas en los tres últimos lustros hasta situarse en una posición de absoluta competencia y sobrepasando a esos otros medios en las preferencias de los usuarios a la hora de hacer el típico balance genérico de 'calidad/precio', que también puede formularse como 'tiempo/precio' o 'comodidad/ precio',...
En Asturias tenemos un ejemplo claro con la entrada en funcionamiento de esa alta velocidad 'a medias' que, no obstante, ha reducido a unas cinco horas el viaje con Madrid y que ha hecho crecer exponencialmente mes a mes el número de usuarios de este servicio en detrimento de otros competidores. Lo preocupante sería que, una vez que la política de fomento del ferrocarril vaya imparable a situarle como el número uno en las preferencias de los españoles , cuando la parte más difícil del trabajo para diseñar un mapa férreo esté ya ejecutada, a alguien le dé por volver, vía precios, a disuadirnos de esas preferencias y se produzca un abandono progresivo que aboque al tren nuevamente a situaciones del pasado, aunque ahora se haya convertido en un medio moderno y bien dotado. ¡Qué dios nos libre!
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