Puede condensarse el grandonismo de la tormenta de propuestas y compromisos manifestados por los diferentes partidos políticos asturianos durante la pasada campaña electoral para las autonómicas en los seis primeros meses de actividad -es una forma de hablar- de la Junta General del Principado?
Evidentemente, no. Especialmente si nos atenemos a la previsión de que el Parlamento asturiano tiene la intención de batir todos sus récords de absentismo en esta segunda mitad del año.
Tras los comicios y la constitución de las nuevas instituciones salidas de las urnas, sus señorías se tomaron muy pronto unas 'merecidas vacaciones' interrumpidas hace más o menos un mes para volver a una 'intensa' actividad que, ahora, probablemente se tome otro respiro porque "no es aconsejable mezclar sus trabajos con la inminente campaña de las legislativas convocadas por Mariano Rajoy para el día 20 de diciembre. De ser así, y la experiencia indica que en ese criterio coinciden los de uno y otro signo, nos plantaremos en febrero del año próximo con unos niveles de deserción de responsabilidades insólito incluso en los tiempos de mayor dejadez de los parlamentarios autonómicos. Aunque se ha aludido a la excepción del proyecto presupuestario, a vces me entran dudas de que el abandono alcance a la norma más relevante de cada año.
Recuerdo que la respuesta habitual de muchos de nuestros representantes cuando las cámaras de televisión ofrecían un hemiciclo lleno de asientos vacíos era que sus señorías trabajan en sus despachos y a esos no llegan las imágenes registradas por los dispositivos audiovisuales. Podemos creérnoslo o no, pero de lo que no cabe duda es de que lo seguro es que con la Junta General en 'by pass' ya no hay razón para disimular que lo único que importa son las organizaciones que los ponen en esos puestos y mucho menos la responsabilidad adquirida con los ciudadanos que se han molestado en apoyarles con su voto.
Resulta especialmente irritante que esos 'representantes del pueblo' ni siquiera se sonrojen cuando abandonan su compromiso, su "contrato social", para entregarse a los aparatos de sus organizaciones políticas, eso sí, sin dejar de cobrar ni uno sólo de los euros que engrosan sus sustanciosos emolumentos como diputados autonómicos.
Tratar de convertir la convocatoria para las generales en un elemento de manifiesta incompatibilidad con las que son sus responsabilidades personales es un ejercicio de cinismo que exige unas tragaderas enormes de los receptores de sus mensajes.
Ni que decir tiene que en los actuales momentos de desvergüenza nadie se va a sentir concernido con un enojo que está en las calles y en la barras de los bares. Finalmente, como en tantas otras cosas, cuando se exponen estos "problemas de conciencia" hay una extraordinaria unanimidad de derecha, izquierda y centro. Y el resultado a la vista tiene un tremendo tufo a una simple y vulgar holganza.
martes, 6 de octubre de 2015
domingo, 4 de octubre de 2015
Ciudadanos
Todo el mundo habla de la marca; todos opinan sobre su representación icónica, sobre su presente y sobre su futuro. Y no es para menos. El crecimiento de Ciudadanos ha desbordado su renovado papel tras el resultados de las elecciones autonómicas catalanas de hace unos días.
Parece obvio que, al menos hasta ahora, la relevancia del partido de Albert Rivera no había inquietado especialmente al centro-derecha español. Pero eso ha cambiado. No son los medios de comunicación los que acosan al Partido Popular con el interés que el electorado español ha empezado a demostrar por el partido naranja. No; nada de eso. Sólo hay que salir a la calle y escuchar para saber que muchos españoles que se consideran partidarios de opciones moderadas ven en esta nueva opción una forma de entregar su voto sin cambiar de chaqueta, de seguir conservando su ideología lejos de los acartonados comportamientos de Rajoy y los suyos.
Podría decirse que Rivera y su partido están repitiendo, en otro lugar del espectro ideológico, el guión que escribió Podemos hace tan sólo unos cuantos meses. Ahora son la alternativa para muchos desengañados de los partidos hasta ahora mayoritarios (no sólo del PP, también de bastantes simpatizantes del PSOE) y tienen ante sí unas expectativas de voto realmente envidiables. Por ende, los cronogramas de ruta -al contrario que para su modelo en la izquierda- les benefician, dado que su definitivo aldabonazo ha sido la cita con las urnas regionales del pasado fin de semana y las generales se celebrarán, definitivamente, en dos meses y medio.
Cuando el partido de Pablo Iglesias hizo su aparición fulgurante en el panorama político estatal, cuando las encuestas le situaban en inmejorable posición -incluso algunas como la fuerza política con un mayor porcentaje de intención de voto-, comenté en esta misma tribuna que era entonces cuando empezaban las dificultades reales, cuando se planteaba el ser o no ser de la opción organizada del descontento de la sociedad española. Y algo parecido podría aventurarse en este momento de Ciudadanos.
Cierto que los principios organizativos de ambos partidos son bien diferentes. Pero también que coinciden en que ambas afrontan (o afrontaban) la revalida del conjunto del territorio español sin una estructura acorde con el reto que se plantean. Podemos tuvo sus problemas -creo que los sigue teniendo- en su necesario encaje en un sistema que aceptó, aunque en sus fundamentos pueda atisbarse precisamente el "antisistema". Ciudadanos se parece más en su organización a los partidos tradicionales pero enfrenta una revalida para la que necesita un tejido interno del que posiblemente carezca. Me atengo, como ejemplo, a aquello que más próximo me queda: Asturias.
Las elecciones son de carácter general, pero cada provincia y región aportará a la Cortes Generales su granito de arena para configurar unos grupos parlamentarios capaces de ser determinantes en la configuración lgislativa y social de España. Aquí, en el Principado, los representantes del partido de Rivera son unos perfectos desconocidos y no tienen tirón alguno -el del líder estatal es importante pero no suficiente- por lo que el desafío a la vista es conseguir un cabeza de lista reconocible por una parte de la ciudadanía y unos acompañantes en las candidaturas que tengan un referente mínimo reconocible -en cualquiera de los ámbitos sociales- capaz de generar una credibilidad que se traduzca en apoyos suficientes. Fiarlo todo a un cartel es un tentación evidente, pero también un riesgo que alguien que quiere dejar su impronta debe tener muy en cuenta.
Parece obvio que, al menos hasta ahora, la relevancia del partido de Albert Rivera no había inquietado especialmente al centro-derecha español. Pero eso ha cambiado. No son los medios de comunicación los que acosan al Partido Popular con el interés que el electorado español ha empezado a demostrar por el partido naranja. No; nada de eso. Sólo hay que salir a la calle y escuchar para saber que muchos españoles que se consideran partidarios de opciones moderadas ven en esta nueva opción una forma de entregar su voto sin cambiar de chaqueta, de seguir conservando su ideología lejos de los acartonados comportamientos de Rajoy y los suyos.
Podría decirse que Rivera y su partido están repitiendo, en otro lugar del espectro ideológico, el guión que escribió Podemos hace tan sólo unos cuantos meses. Ahora son la alternativa para muchos desengañados de los partidos hasta ahora mayoritarios (no sólo del PP, también de bastantes simpatizantes del PSOE) y tienen ante sí unas expectativas de voto realmente envidiables. Por ende, los cronogramas de ruta -al contrario que para su modelo en la izquierda- les benefician, dado que su definitivo aldabonazo ha sido la cita con las urnas regionales del pasado fin de semana y las generales se celebrarán, definitivamente, en dos meses y medio.
Cuando el partido de Pablo Iglesias hizo su aparición fulgurante en el panorama político estatal, cuando las encuestas le situaban en inmejorable posición -incluso algunas como la fuerza política con un mayor porcentaje de intención de voto-, comenté en esta misma tribuna que era entonces cuando empezaban las dificultades reales, cuando se planteaba el ser o no ser de la opción organizada del descontento de la sociedad española. Y algo parecido podría aventurarse en este momento de Ciudadanos.
Cierto que los principios organizativos de ambos partidos son bien diferentes. Pero también que coinciden en que ambas afrontan (o afrontaban) la revalida del conjunto del territorio español sin una estructura acorde con el reto que se plantean. Podemos tuvo sus problemas -creo que los sigue teniendo- en su necesario encaje en un sistema que aceptó, aunque en sus fundamentos pueda atisbarse precisamente el "antisistema". Ciudadanos se parece más en su organización a los partidos tradicionales pero enfrenta una revalida para la que necesita un tejido interno del que posiblemente carezca. Me atengo, como ejemplo, a aquello que más próximo me queda: Asturias.
Las elecciones son de carácter general, pero cada provincia y región aportará a la Cortes Generales su granito de arena para configurar unos grupos parlamentarios capaces de ser determinantes en la configuración lgislativa y social de España. Aquí, en el Principado, los representantes del partido de Rivera son unos perfectos desconocidos y no tienen tirón alguno -el del líder estatal es importante pero no suficiente- por lo que el desafío a la vista es conseguir un cabeza de lista reconocible por una parte de la ciudadanía y unos acompañantes en las candidaturas que tengan un referente mínimo reconocible -en cualquiera de los ámbitos sociales- capaz de generar una credibilidad que se traduzca en apoyos suficientes. Fiarlo todo a un cartel es un tentación evidente, pero también un riesgo que alguien que quiere dejar su impronta debe tener muy en cuenta.
martes, 29 de septiembre de 2015
?Tiene Foro algún futuro?
Acabo de leer un adelanto informativo de esta misma mañana con el anuncio de la renuncia a sus actas como diputados regionales de dos de los tres representantes que Foro Asturias Ciudadanos tiene en la Junta General. Esther Landa y Argimiro Rodríguez dejan el escaño unas pocas semanas después de haber tomado posesión y contribuyen a alimentar la sensación cada vez más intensa de que el partido de Francisco Álvarez-Cascos va languideciendo mes a mes y haciendo olvidar todo el fuelle de su electrizante aparición en el panorama político asturiano.
Los dos cesantes han argumentado "motivos personales" y laborales para dejar el Parlamento autonómico, algo que denotaría una absoluta normalidad si la actividad política no estuviera plagada de ocultaciones y engaños. !Qué sería más normal que los relevos y alternancias si la cosa pública no se hubiera convertido en el refugio de una auténtica casta -aparte de la selectiva asignación que al término da Podemos- donde los amiguismos y la endogamia ocupacional no camparan por sus respetos!
Admitamos que Landa y Rodríguez han decidido dar este paso realmente porque consideran que sus responsabilidades institucionales han cubierto un capítulo y es mejor dejar paso a otros. Pero, ?por qué entonces ahora? ?Por qué a escasos meses de haber recogido su acta de diputado? ?No hubiera sido más lógico haber renunciado a figurar en las listas electorales y dejar su plaza a los que ahora les van a sustituir para que iniciasen la legislatura desde el minuto cero? El paso dado en este momento por los dos ex diputados regionales de Foro -no hay que olvidar que el partido casquista tiene en la actualidad sólo tres- no contribuye precisamente a abonar la "normalidad" con que se ha tratado de adornar. Tampoco la cercanía de la convención recientemente celebrada por esta fuerza política coadyuva a deshacer las sospechas de que pudiera haber otro trasfondo de marcado carácter político.
Un tercer factor para avivar las suspicacias es que uno de los que toman el relevo es Isidro Martínez Oblanca, un "profesional" de la política al que el desplome de Foro ha dejado sin su escaño en el Senado de los cuatro últimos años.
En fin, que va a ser muy difícil para los actuales responsables del partido, con Cristina Coto a la cabeza, convencer a propios y extraños de que aquí no pasa nada. La realidad es que la alternativa edificada por Cascos hace casi cinco años se ha ido evaporando con la misma intensidad con la que eclosionó. La retirada del propio líder antes de las elecciones autonómicas de mayo y los ulteriores resultados en el conjunto del territorio y en muchos de sus ayuntamientos evidencian que no se equivocaban quienes vaticinaron que el proyecto tenía visos de pasajero.
No me quiero imaginar tan siquiera lo que podría ser hoy Foro Asturias si no contase con el bastón de mando y el gobierno del Ayuntamiento de Gijón. Yo, como tantos otros, soy de los que pienso que el futuro de esta fuerza política está fuertemente ligado a este mandato de Carmen Moriyón en la villa de Jovellanos y que su reiterada intención de retirarse al final del mismo será el punto de inflexión para que FAC acabe por diluirse más allá de alguna que otra presencia testimonial. Otros proyectos anteriores ligados a un dirigente "expulsado" de su anterior partido deberían servirnos de referencia.
Los dos cesantes han argumentado "motivos personales" y laborales para dejar el Parlamento autonómico, algo que denotaría una absoluta normalidad si la actividad política no estuviera plagada de ocultaciones y engaños. !Qué sería más normal que los relevos y alternancias si la cosa pública no se hubiera convertido en el refugio de una auténtica casta -aparte de la selectiva asignación que al término da Podemos- donde los amiguismos y la endogamia ocupacional no camparan por sus respetos!
Admitamos que Landa y Rodríguez han decidido dar este paso realmente porque consideran que sus responsabilidades institucionales han cubierto un capítulo y es mejor dejar paso a otros. Pero, ?por qué entonces ahora? ?Por qué a escasos meses de haber recogido su acta de diputado? ?No hubiera sido más lógico haber renunciado a figurar en las listas electorales y dejar su plaza a los que ahora les van a sustituir para que iniciasen la legislatura desde el minuto cero? El paso dado en este momento por los dos ex diputados regionales de Foro -no hay que olvidar que el partido casquista tiene en la actualidad sólo tres- no contribuye precisamente a abonar la "normalidad" con que se ha tratado de adornar. Tampoco la cercanía de la convención recientemente celebrada por esta fuerza política coadyuva a deshacer las sospechas de que pudiera haber otro trasfondo de marcado carácter político.
Un tercer factor para avivar las suspicacias es que uno de los que toman el relevo es Isidro Martínez Oblanca, un "profesional" de la política al que el desplome de Foro ha dejado sin su escaño en el Senado de los cuatro últimos años.
En fin, que va a ser muy difícil para los actuales responsables del partido, con Cristina Coto a la cabeza, convencer a propios y extraños de que aquí no pasa nada. La realidad es que la alternativa edificada por Cascos hace casi cinco años se ha ido evaporando con la misma intensidad con la que eclosionó. La retirada del propio líder antes de las elecciones autonómicas de mayo y los ulteriores resultados en el conjunto del territorio y en muchos de sus ayuntamientos evidencian que no se equivocaban quienes vaticinaron que el proyecto tenía visos de pasajero.
No me quiero imaginar tan siquiera lo que podría ser hoy Foro Asturias si no contase con el bastón de mando y el gobierno del Ayuntamiento de Gijón. Yo, como tantos otros, soy de los que pienso que el futuro de esta fuerza política está fuertemente ligado a este mandato de Carmen Moriyón en la villa de Jovellanos y que su reiterada intención de retirarse al final del mismo será el punto de inflexión para que FAC acabe por diluirse más allá de alguna que otra presencia testimonial. Otros proyectos anteriores ligados a un dirigente "expulsado" de su anterior partido deberían servirnos de referencia.
viernes, 25 de septiembre de 2015
Para este viaje....
Para este viaje no hacían falta alforjas. Me viene a la memoria esta conocida expresión después de haber leído las informaciones sobre la primera ronda de negociaciones entre las actuales fuerzas políticas que configuran el Parlamento asturiano para abordar la reforma de la ley que regula las elecciones autonómicas en el Principado. Las dificultades que se manifestaron a propósito de los sucesivos encuentros en la pasada legislatura se han puesto de manifiesto en ésta a las primeras de cambio. No hace falta recordar que la reducción a una de las tres circunscripciones electorales actuales fue el caballo de batalla de unos larguísimos encuentros que acabaron, finalmente, en un fracaso absoluto.
Cierto que la composición actual de la Junta General del Principado complica aún más el logro de acuerdos en asuntos como el citado que, por unas razones o por otras, enfrentan a los partidos políticos. Sin embargo, sorprende que a las primeras de cambio Izquierda Unida y Ciudadanos -que ha tomado el testigo y el ponente de Unión, Progreso y Democracia del mandato anterior- hayan claudicado tan rápido en pro del "entendimiento".
Porque, si es así, ¿qué razón tuvieron unos y otros -prescindo de las nuevas siglas- para romper en 2013 un acuerdo de legislatura y poner en riesgo real la estabilidad del Gobierno autónomo presidido por Javier Fernández? ¿No estaba claro entonces, como ahora, que el mandatario socialista no estaba dispuesto a seguir adelante si sus "socios" insistían en mantener una iniciativa que en todo momento se manifestó bajo la sospecha de los intereses en las urnas de cada cual?
La cruda realidad indica que los grupos políticos muestran cualquier cosa en sus actuaciones y posicionamientos menos coherencia. Desde luego que don Gaspar Llamazares ha hecho honor a su fama "posibilista", muy especialmente desde que recuperó el estatus de 'socio preferente' de los socialistas, algo que nos devuelve a aquellos tiempos no tan lejanos en los que la coalición ponía 'el dinero y la cama'. "Aquí estamos para lo que haga falta", parecen decir los de la coalición cada vez que la Federación Socialista Asturiana no encuentra apoyos en otro 'dormitorio'.
¿Y qué decir de Ciudadanos? Su diputado agitador de la pasada legislatura -aunque con otra 'chaqueta'- se ha visto diluido en la nueva formación a la que pertenece, y aún más con la presencia de otros grupos más relevantes en la Cámara. Los órdagos de su único voto de entonces se han difuminado en los tres sufragios actuales.
Se dirá que no hay nada que hacer cuando socialistas y populares -además de Foro- tienen apoyos suficientes para impedir que se de la vuelta a un aspecto tan relevante de una ley como aquel que les facilita una mayor representación institucional -las tres circunscripciones-. La reserva de diez escaños para repartir entre los restos de las dos alas y el centro territorial no deja de ser un parche que, con toda seguridad, los 'mayoritarios' ya habrán estudiado que no les va a perjudicar esencialmente.
Pues nada. Renunciemos a las banderas y a los objetivos y pasemos a otra cosa, argumentan entre dientes los adalides de la reforma electoral. Pero, ¿qué les hace pensar que la abdicación de este momento en favor del "entendimiento" va a facilitar que los defensores de la actual redacción se muestren proclives al desbloqueo de listas, a las primarias obligatorias o tantas otras cosas que en la mayor parte de los casos no interesan a unos u a otros? Al final, todo invita a pensar en que las 'negociaciones' van a ser largas, más que el proyecto de la variante de Pajares. Más que eso, me atrevería a decir que acabarán languideciendo hasta terminar en un nuevo fracaso. El lema grabado a fuego por los socialistas a la entrada de la sala de reuniones sobre la irrenunciabilidad de unas mayorías amplias para el resultado final es la mejor garantía para Javier Fernández y los suyos de que estarán mejor si nada cambia. Ya funcionó hace más de dos años y nada hace pensar que no vuelva a hacerlo.
Cierto que la composición actual de la Junta General del Principado complica aún más el logro de acuerdos en asuntos como el citado que, por unas razones o por otras, enfrentan a los partidos políticos. Sin embargo, sorprende que a las primeras de cambio Izquierda Unida y Ciudadanos -que ha tomado el testigo y el ponente de Unión, Progreso y Democracia del mandato anterior- hayan claudicado tan rápido en pro del "entendimiento".
Porque, si es así, ¿qué razón tuvieron unos y otros -prescindo de las nuevas siglas- para romper en 2013 un acuerdo de legislatura y poner en riesgo real la estabilidad del Gobierno autónomo presidido por Javier Fernández? ¿No estaba claro entonces, como ahora, que el mandatario socialista no estaba dispuesto a seguir adelante si sus "socios" insistían en mantener una iniciativa que en todo momento se manifestó bajo la sospecha de los intereses en las urnas de cada cual?
La cruda realidad indica que los grupos políticos muestran cualquier cosa en sus actuaciones y posicionamientos menos coherencia. Desde luego que don Gaspar Llamazares ha hecho honor a su fama "posibilista", muy especialmente desde que recuperó el estatus de 'socio preferente' de los socialistas, algo que nos devuelve a aquellos tiempos no tan lejanos en los que la coalición ponía 'el dinero y la cama'. "Aquí estamos para lo que haga falta", parecen decir los de la coalición cada vez que la Federación Socialista Asturiana no encuentra apoyos en otro 'dormitorio'.
¿Y qué decir de Ciudadanos? Su diputado agitador de la pasada legislatura -aunque con otra 'chaqueta'- se ha visto diluido en la nueva formación a la que pertenece, y aún más con la presencia de otros grupos más relevantes en la Cámara. Los órdagos de su único voto de entonces se han difuminado en los tres sufragios actuales.
Se dirá que no hay nada que hacer cuando socialistas y populares -además de Foro- tienen apoyos suficientes para impedir que se de la vuelta a un aspecto tan relevante de una ley como aquel que les facilita una mayor representación institucional -las tres circunscripciones-. La reserva de diez escaños para repartir entre los restos de las dos alas y el centro territorial no deja de ser un parche que, con toda seguridad, los 'mayoritarios' ya habrán estudiado que no les va a perjudicar esencialmente.
Pues nada. Renunciemos a las banderas y a los objetivos y pasemos a otra cosa, argumentan entre dientes los adalides de la reforma electoral. Pero, ¿qué les hace pensar que la abdicación de este momento en favor del "entendimiento" va a facilitar que los defensores de la actual redacción se muestren proclives al desbloqueo de listas, a las primarias obligatorias o tantas otras cosas que en la mayor parte de los casos no interesan a unos u a otros? Al final, todo invita a pensar en que las 'negociaciones' van a ser largas, más que el proyecto de la variante de Pajares. Más que eso, me atrevería a decir que acabarán languideciendo hasta terminar en un nuevo fracaso. El lema grabado a fuego por los socialistas a la entrada de la sala de reuniones sobre la irrenunciabilidad de unas mayorías amplias para el resultado final es la mejor garantía para Javier Fernández y los suyos de que estarán mejor si nada cambia. Ya funcionó hace más de dos años y nada hace pensar que no vuelva a hacerlo.
martes, 4 de agosto de 2015
Concertación y responsabilidad
Apenas ha tenido tiempo de tomar posesión el nuevo Gobierno del Principado de Asturias cuando se han situado a hacer cola a sus puertas con la fe de un incondicional de cualquier ídolo juvenil los llamados agentes sociales. Saben que el ratificado presidente es receptivo y que, como cualquier mandatario, especialmente de la izquierda, tiene que pegar en su maleta de viaje esa ambigua etiqueta de la concertación.
Patronal y sindicatos se han dirigido a Javier Fernández para preguntar "cuándo es lo mío" y se han apresurado a colocar como prioridad de prioridades lo que otrora se llamaba "pacto social" y que no deja de ser una componenda bien vestida que encubre una de las principales fuentes de financiación de una y de otros. Sé que lo antedicho es políticamente incorrecto, muy incorrecto, pero todo el mundo sabe a estas alturas de nuestro vigente sistema constitucional que la fórmula soluciona muchos de los problemas económicos de los agentes sociales, teniendo como contrapartida para los gobiernos el que los "representantes de los trabajadores" no le den dolores de cabeza con huelgas y conflictos laborales o "los representantes del empresariado" dejen de tocar la diana con la reducción de lo público o las facilidades para el despido.
Se trata, pues, de un intercambio al margen de los poderes legislativos que luego tiene su plasmación en cifras en los proyectos de presupuestos en los que esos interlocutores del Ejecutivo no tendrían, a priori, arte ni parte.
La llamada concertación social tiene, creo yo, un clarísimo e irrenunciable obejtivo: la creación de empleo. No tengo en mi poder cifras de los resultados obtenidos en la búsqueda de ese objetivo durante todos estos años de acuerdos. Sí sabemos que uno de sus instrumentos básicos, los cursos de formación, han servido demasiadas veces para encubrir chanchullos y no han contribuido apenas a rebajar la cifra de inscritos en el Inem. Y eso cuando se han celebrado porque tenemos ejemplos en todas las comunidades autónomas de convocatorias que jamás han visto la luz.
Pero, como decía anteriormente, el "pacto social" forma parte de ese inaludible bagaje que debe llevar en su mochila cualquier gobierno o gobiernín que se precie. Ahora, con un equipo nuevo en el Principado de Asturias, ya toca. Y a ello se han entregado los dirigentes sindicales y representantes de la patronal. Y su interlocutor no ha tenido inconveniente -faltaría más- en colocarlo en el frontispicio de su despacho.
Eso sí, esos acuerdos precisan de fondos y el lugar del que extraerlos no puede ser otro que los presupuestos generales de la autonomía. Quizá por eso los mismos que esperan recibirlos se han apresurado a exigir "responsabilidad" a los grupos políticos que no han apoyado la investidura de Javier Fernández. La misma "responsabilidad" que ignoraron hace cuatro años cuando un débil Ejecutivo de Foro Asturias se vio obligado a prorrogar las cuentas de Vicente Álvarez Areces y, de rebote, a llevar a Asturias a una convocatoria anticipada de elecciones.
Patronal y sindicatos se han dirigido a Javier Fernández para preguntar "cuándo es lo mío" y se han apresurado a colocar como prioridad de prioridades lo que otrora se llamaba "pacto social" y que no deja de ser una componenda bien vestida que encubre una de las principales fuentes de financiación de una y de otros. Sé que lo antedicho es políticamente incorrecto, muy incorrecto, pero todo el mundo sabe a estas alturas de nuestro vigente sistema constitucional que la fórmula soluciona muchos de los problemas económicos de los agentes sociales, teniendo como contrapartida para los gobiernos el que los "representantes de los trabajadores" no le den dolores de cabeza con huelgas y conflictos laborales o "los representantes del empresariado" dejen de tocar la diana con la reducción de lo público o las facilidades para el despido.
Se trata, pues, de un intercambio al margen de los poderes legislativos que luego tiene su plasmación en cifras en los proyectos de presupuestos en los que esos interlocutores del Ejecutivo no tendrían, a priori, arte ni parte.
La llamada concertación social tiene, creo yo, un clarísimo e irrenunciable obejtivo: la creación de empleo. No tengo en mi poder cifras de los resultados obtenidos en la búsqueda de ese objetivo durante todos estos años de acuerdos. Sí sabemos que uno de sus instrumentos básicos, los cursos de formación, han servido demasiadas veces para encubrir chanchullos y no han contribuido apenas a rebajar la cifra de inscritos en el Inem. Y eso cuando se han celebrado porque tenemos ejemplos en todas las comunidades autónomas de convocatorias que jamás han visto la luz.
Pero, como decía anteriormente, el "pacto social" forma parte de ese inaludible bagaje que debe llevar en su mochila cualquier gobierno o gobiernín que se precie. Ahora, con un equipo nuevo en el Principado de Asturias, ya toca. Y a ello se han entregado los dirigentes sindicales y representantes de la patronal. Y su interlocutor no ha tenido inconveniente -faltaría más- en colocarlo en el frontispicio de su despacho.
Eso sí, esos acuerdos precisan de fondos y el lugar del que extraerlos no puede ser otro que los presupuestos generales de la autonomía. Quizá por eso los mismos que esperan recibirlos se han apresurado a exigir "responsabilidad" a los grupos políticos que no han apoyado la investidura de Javier Fernández. La misma "responsabilidad" que ignoraron hace cuatro años cuando un débil Ejecutivo de Foro Asturias se vio obligado a prorrogar las cuentas de Vicente Álvarez Areces y, de rebote, a llevar a Asturias a una convocatoria anticipada de elecciones.
martes, 21 de julio de 2015
Lo difícil viene ahora
Tras casi dos meses de espera y más de un sobresalto, el Principado de Asturias tiene otra vez presidente. Al final, los 'faroles' de Podemos se quedaron en eso, en 'faroles', y Javier Fernández revalidó el cargo en una sesión meteórica en la que, esta vez sí, se cumplió el guión.
Los diputados que comanda Emilio León se encargaron de que no hubiera filtración alguna sobre la decisión que tomaron anoche y la sesión se abrió con inusitada expectación. El aviso de que los 'emergentes' podrían haber prestado a la otra aspirante a la Presidencia, la popular Mercedes Fernández, parte de sus sufragios para forzar un nuevo empate y la continuidad de una situación de provisionalidad, había puesto a más de uno de los nervios. No fue así y, finalmente, los vencedores respiraron con alivio.
Porque el paso dado hoy mismo se antojaba cuestión de vida o muerte para el grupo socialista y sus apoyos de Izquierda Unida. No creo que a causa de la interinidad de un gobierno, ni por la preocupación de contar con el dudoso titular de ser la única autonomía que hasta ahora se había mostrado incapaz de alcanzar un acuerdo capaz de desatascar la situación precedente. Esos son razonamientos con los que siempre se puede argumentar políticamente. Sin embargo, la impresión generalizada era que al grupo con mayor número de diputados le urgía renovar su situación en las labores ejecutivas y punto. Después, ya veremos.
Ese objetivo ya está logrado y Javier Fernández tiene las manos libres para jurar el cargo y nombrar a su nuevo gabinete. Pero no creo que a nadie se le escape que era ese un obstáculo relativamente fácil de superar y que la verdadera carrera empieza ahora.
No tiene el reelegido presidente asturiano un escenario favorable, con una Cámara en la que encontrará con frecuencia dificultades para formar mayorías que impulsen su labor de gobierno. Sabe -y lo sabe bien- que solamente puede contar con los votos de sus representantes y esos otros cinco escaños que le ha brindado Gaspar Llamazares. Y estos, con el agravante de un apoyo poco consistente en las bases de la coalición al apuntalamiento del mandatario socialista que podrían causarle más de un problema al complaciente líder de IU. La derecha, por una parte, no va a facilitarle "ni el agua" (parecen lejos, al menos en los primeros compases de esta legislatura, los entendimientos con el Partido Popular de la pasada en los que llamarían "asuntos de Estado"), y los de Pablo Iglesias, por su parte, ya le han demostrado que están dispuestos a no pasar ni una y que tienen poco que ver con "la izquierda" que sustenta al nuevo gobierno. Quedan en la recámara -no los olvidemos- los de Ciudadanos, que lo mismo pueden servir para un roto que para un descosido, si las circunstancias lo exigieran.
Y en ese camino la siguiente etapa, la inminente, es la formación de un ejecutivo monocolor, dada la decisión de IU de no integrarse en el mismo. Su cabeza de filas ha sido muy específico al hablar de la composición de ese gabinete y de su propuesta de heterogeneidad. Sin embargo, no es Javier Fernández amigo de las 'aventuras' y las caras del viejo equipo de incondicionales y fieles no eran las de alguien que está a punto de cesar. Seguramente volverá a repetirse el viejo axioma de cambiar algo para que no cambie nada.
Pero tampoco eso representará el gran hándicap de un libreto que solamente acaba de abrir sus primeras páginas. Lo verdaderamente complicado para el renovado presidente del Principado empieza a la hora de ponerse a gestionar. Los modos y maneras empleados en la pasada legislatura ya no van a valerle y cada iniciativa legislativa, cada decisión, cada sesión parlamentaria va a representar, con toda seguridad, un desafío que le va a exigir el ciento y pico por ciento de sus aptitudes. La situación de Asturias, con unos números descorazonadores, tampoco va a contribuir seguramente a impulsar sus esfuerzos. Habrá que desearle suerte.
Los diputados que comanda Emilio León se encargaron de que no hubiera filtración alguna sobre la decisión que tomaron anoche y la sesión se abrió con inusitada expectación. El aviso de que los 'emergentes' podrían haber prestado a la otra aspirante a la Presidencia, la popular Mercedes Fernández, parte de sus sufragios para forzar un nuevo empate y la continuidad de una situación de provisionalidad, había puesto a más de uno de los nervios. No fue así y, finalmente, los vencedores respiraron con alivio.
Porque el paso dado hoy mismo se antojaba cuestión de vida o muerte para el grupo socialista y sus apoyos de Izquierda Unida. No creo que a causa de la interinidad de un gobierno, ni por la preocupación de contar con el dudoso titular de ser la única autonomía que hasta ahora se había mostrado incapaz de alcanzar un acuerdo capaz de desatascar la situación precedente. Esos son razonamientos con los que siempre se puede argumentar políticamente. Sin embargo, la impresión generalizada era que al grupo con mayor número de diputados le urgía renovar su situación en las labores ejecutivas y punto. Después, ya veremos.
Ese objetivo ya está logrado y Javier Fernández tiene las manos libres para jurar el cargo y nombrar a su nuevo gabinete. Pero no creo que a nadie se le escape que era ese un obstáculo relativamente fácil de superar y que la verdadera carrera empieza ahora.
No tiene el reelegido presidente asturiano un escenario favorable, con una Cámara en la que encontrará con frecuencia dificultades para formar mayorías que impulsen su labor de gobierno. Sabe -y lo sabe bien- que solamente puede contar con los votos de sus representantes y esos otros cinco escaños que le ha brindado Gaspar Llamazares. Y estos, con el agravante de un apoyo poco consistente en las bases de la coalición al apuntalamiento del mandatario socialista que podrían causarle más de un problema al complaciente líder de IU. La derecha, por una parte, no va a facilitarle "ni el agua" (parecen lejos, al menos en los primeros compases de esta legislatura, los entendimientos con el Partido Popular de la pasada en los que llamarían "asuntos de Estado"), y los de Pablo Iglesias, por su parte, ya le han demostrado que están dispuestos a no pasar ni una y que tienen poco que ver con "la izquierda" que sustenta al nuevo gobierno. Quedan en la recámara -no los olvidemos- los de Ciudadanos, que lo mismo pueden servir para un roto que para un descosido, si las circunstancias lo exigieran.
Y en ese camino la siguiente etapa, la inminente, es la formación de un ejecutivo monocolor, dada la decisión de IU de no integrarse en el mismo. Su cabeza de filas ha sido muy específico al hablar de la composición de ese gabinete y de su propuesta de heterogeneidad. Sin embargo, no es Javier Fernández amigo de las 'aventuras' y las caras del viejo equipo de incondicionales y fieles no eran las de alguien que está a punto de cesar. Seguramente volverá a repetirse el viejo axioma de cambiar algo para que no cambie nada.
Pero tampoco eso representará el gran hándicap de un libreto que solamente acaba de abrir sus primeras páginas. Lo verdaderamente complicado para el renovado presidente del Principado empieza a la hora de ponerse a gestionar. Los modos y maneras empleados en la pasada legislatura ya no van a valerle y cada iniciativa legislativa, cada decisión, cada sesión parlamentaria va a representar, con toda seguridad, un desafío que le va a exigir el ciento y pico por ciento de sus aptitudes. La situación de Asturias, con unos números descorazonadores, tampoco va a contribuir seguramente a impulsar sus esfuerzos. Habrá que desearle suerte.
lunes, 20 de julio de 2015
Prisas
Sigue el presidente en funciones del Principado haciendo evidentes sus prisas por finalizar un proceso que le renueve en el cargo. Si bien es verdad que Javier Fernández había mostrado su intención de reanudar esta misma semana el pleno de investidura suspendido días atrás tras el empate entre su candidatura y la de la popular Mercedes Fernández, la precipitación con la que ese buen vasallo que el primero puso al frente de la Junta General ha convocado la sesión ha irritado a la mitad del hemiciclo. Tienen razón los que afean a Jesús Sanjurjo las prisas con que ha citado a los diputados autonómicos. Sobre todo al obviar la preceptiva reunión de la junta de portavoces recurriendo a una simple comunicación escrita. Las formas y la mal llamada "cortesía parlamentaria" la exigían.
El mandatario asturiano tiene urgencia por ser revalidado cada vez que el cálculo numérico de su tropa le indica que tiene los sufragios suficientes para ser investido. El acuerdo firmado la pasada semana con Izquierda Unida y la ratificación del mismo por órganos de dirección y militancia de ambas fuerzas políticas le han vuelto a dar el impulso para precipitar una nueva intentona.
Debe estar muy seguro el presidente en funciones de que Podemos no va a cumplir su velada amenaza de 'prestar' votos al Partido Popular para propiciar un nuevo empate y desbaratar sus planes. No se explicaría, en caso contrario, la premura desarrollada para forzar el fin del proceso.
De esta manera, Javier Fernández afronta mañana una jornada con el convencimiento de que será refrendado como presidente del Principado. Tiene sobre el tapete el número máximo de apoyos posibles en este momento, con los 19 votos de su grupo y del de IU. Enfrente, Cherines tiene los catorce que suman sus diputados con los de Foro Asturias y sueña con ese 'préstamo' de otros cinco de los nueve que tiene Emilio León, lo que igualaría sus fuerzas con las del rival socialista.
Pero, ¿y si también el mandatario socialista tuviera en su manga una carta que todavía no ha decidido jugar a la espera de lo que hagan los 'podemitas'? Hasta ahora todas las combinaciones tienen como componentes a cinco de los seis grupos del Parlamento asturiano y nadie cuenta con los tres votos de Ciudadanos, un partido que desde su implantación en la política institucional autonómica ha mostrado su 'versatilidad' a la hora de inclinar balanzas. Sus dirigentes en el Principado han reiterado que harán lo que sea para garantizar que no haya que recurrir a elecciones anticipadas y, si bien su postura oficial es la abstención, un golpe de 'responsabilidad' podría llevarles a decidir en el plenario de mañana. Pronto lo sabremos.
Lo que sí es seguro es que la sesión de mañana está muy lejos de responder a guiones preestablecidos como ocurría en anteriores legislaturas. Las variables son más de una y, si bien todo el mundo da por hecho que por un camino u otro van a gobernar los socialistas, más de un dirigentes tendrá esta noche pesadillas en las que todos sus estrategias se vienen abajo por protagonismos indeseados.
El mandatario asturiano tiene urgencia por ser revalidado cada vez que el cálculo numérico de su tropa le indica que tiene los sufragios suficientes para ser investido. El acuerdo firmado la pasada semana con Izquierda Unida y la ratificación del mismo por órganos de dirección y militancia de ambas fuerzas políticas le han vuelto a dar el impulso para precipitar una nueva intentona.
Debe estar muy seguro el presidente en funciones de que Podemos no va a cumplir su velada amenaza de 'prestar' votos al Partido Popular para propiciar un nuevo empate y desbaratar sus planes. No se explicaría, en caso contrario, la premura desarrollada para forzar el fin del proceso.
De esta manera, Javier Fernández afronta mañana una jornada con el convencimiento de que será refrendado como presidente del Principado. Tiene sobre el tapete el número máximo de apoyos posibles en este momento, con los 19 votos de su grupo y del de IU. Enfrente, Cherines tiene los catorce que suman sus diputados con los de Foro Asturias y sueña con ese 'préstamo' de otros cinco de los nueve que tiene Emilio León, lo que igualaría sus fuerzas con las del rival socialista.
Pero, ¿y si también el mandatario socialista tuviera en su manga una carta que todavía no ha decidido jugar a la espera de lo que hagan los 'podemitas'? Hasta ahora todas las combinaciones tienen como componentes a cinco de los seis grupos del Parlamento asturiano y nadie cuenta con los tres votos de Ciudadanos, un partido que desde su implantación en la política institucional autonómica ha mostrado su 'versatilidad' a la hora de inclinar balanzas. Sus dirigentes en el Principado han reiterado que harán lo que sea para garantizar que no haya que recurrir a elecciones anticipadas y, si bien su postura oficial es la abstención, un golpe de 'responsabilidad' podría llevarles a decidir en el plenario de mañana. Pronto lo sabremos.
Lo que sí es seguro es que la sesión de mañana está muy lejos de responder a guiones preestablecidos como ocurría en anteriores legislaturas. Las variables son más de una y, si bien todo el mundo da por hecho que por un camino u otro van a gobernar los socialistas, más de un dirigentes tendrá esta noche pesadillas en las que todos sus estrategias se vienen abajo por protagonismos indeseados.
viernes, 17 de julio de 2015
Las normas de la casa de la sidra
A estas alturas de la película parece innecesario recordar que las cosas aquí, en Asturias, acostumbran a ser diferentes a las del resto del país. En estos momentos esa aseveración resulta obvia cuando repasamos la situación política que está viviendo la comunidad autónoma. Y no vale argumentar con la polarización de fuerzas políticas que se ha impuesto, con los votos de los electores, en la Junta General del Principado. Otras comunidades cuantan con seis y hasta más grupos parlamentarios y en todas ellas se han alcanzado acuerdos que les permiten tener un presidente autonómico y un gobierno propio.
No me cansaré de repetir que el conflicto institucional asturiano tiene más que ver con los modos y costumbres de actuación de los partidos "tradicionales" en contraste con la "heterodoxia" de algunas fuerzas emergentes, en este caso Podemos. Por mucha saliba que unos y otros gasten, la realidad es que ni los primeros quieren apearse de la burra de demasiados años de acomodo ni los segundos (aquí, porque en otros territorios se han mostrado más flexibles) parecen dispuesto a integrarse en el "sistema" edificado durante años por la "casta" y la "castilla".
La seguridad que desde el primer día han demostrado Javier Fernández y su partido de que la investidura estaba "chupada", pese a contar con unos míseros catorce diputados, se mostró quebradiza en la primera sesión en la que la Cámara autonómica abordó la elección del primer mandatario de la comunidad. Los votos de Foro, sumados a los del Partido Popular, la abstención de Izquierda Unida y el apoyo de los nueve representantes de Podemos a su propio candidato, arrojaron un empate entre los aspirantes de los dos partidos con mayor representación que aplazó la decisión a una nueva sesión parlamentaria.
De entonces acá, el Partido Socialista ha cerrado prácticamente un pacto con la coalición de Gaspar Llamazares, ratificada hoy mismo por los órganos de dirección del primero y que, con toda seguridad, será refrendada pasado mañana por las bases de IU.
El presidente en funciones, obtenidos esos cinco sufragios, se apresuró a acelerar el proceso una vez más, desentendiéndose de la posible suma de los del partido de Pablo Iglesias, porque sus peticiones eran muy "extensas" y alegando falta de tiempo para negociarlas. Sigue el señor Fernández empeñado en regirse por las normas que han presidido la vida política del Principado de Asturias durante demasiados años. Y como hiciera antes del fallido plenario que le iba a dar la Presidencia con el único apoyo de los votos de su grupo, vuelve a hablar de la convocatoria de una nueva sesión para la semana que viene, invocando esos diecinuevo diputados (con IU) como "mi tesoro", en un remedo de Gollum, el repelente personaje de "El señor de los anillos".
Pero, cuando el mandatario en funciones creía ver su sueño convertido en realidad, aparece de nuevo "el fantasma de la coleta" para apuntar un hipotético cambalache en el que los emergentes "podrían prestar" cinco de sus votos a Mercedes Fernández para provocar un nuevo empate que dejaría todo de nuevo en el aire y contribuiría a agregar canas y arrugas al líder socialista, amén de retrotraer cualquier negociación al punto de partida.
Personalmente, no me creo que Emilio León y sus diputados tengan realmente la intención de abordar tal operación, aunque institucionalmente nadie podría ponerle tacha. Más bien pienso que se trata de un nuevo aviso para aquellos que confían en que sigue siendo válido todo lo que lo ha sido hasta ahora. Probablemente se trate de un órdago para recordar a los socialistas que ya no pueden marcar en solitario los tiempos de Asturias y que gobernar una autonomía es algo más que sumar los apoyos mínimos para conservar el poder ejecutivo.
De lo que no cabe duda es de que el grupo mayoritario habrá tomado buena nota de la "advertencia" y tendrá que poner todo su empeño en evitar un nuevo susto, al menos mientras esos "alienígenas" que son Ciudadanos en Asturias perseveren en su postura aislacionista. La ladina amenaza de Podemos le recordará al menos que las normas que hasta ahora daban el poder han cambiado y las nuevas, pues para eso estamos en Asturias, son "las de la casa de la sidra", o sea peculiares e imprevisibles.
No me cansaré de repetir que el conflicto institucional asturiano tiene más que ver con los modos y costumbres de actuación de los partidos "tradicionales" en contraste con la "heterodoxia" de algunas fuerzas emergentes, en este caso Podemos. Por mucha saliba que unos y otros gasten, la realidad es que ni los primeros quieren apearse de la burra de demasiados años de acomodo ni los segundos (aquí, porque en otros territorios se han mostrado más flexibles) parecen dispuesto a integrarse en el "sistema" edificado durante años por la "casta" y la "castilla".
La seguridad que desde el primer día han demostrado Javier Fernández y su partido de que la investidura estaba "chupada", pese a contar con unos míseros catorce diputados, se mostró quebradiza en la primera sesión en la que la Cámara autonómica abordó la elección del primer mandatario de la comunidad. Los votos de Foro, sumados a los del Partido Popular, la abstención de Izquierda Unida y el apoyo de los nueve representantes de Podemos a su propio candidato, arrojaron un empate entre los aspirantes de los dos partidos con mayor representación que aplazó la decisión a una nueva sesión parlamentaria.
De entonces acá, el Partido Socialista ha cerrado prácticamente un pacto con la coalición de Gaspar Llamazares, ratificada hoy mismo por los órganos de dirección del primero y que, con toda seguridad, será refrendada pasado mañana por las bases de IU.
El presidente en funciones, obtenidos esos cinco sufragios, se apresuró a acelerar el proceso una vez más, desentendiéndose de la posible suma de los del partido de Pablo Iglesias, porque sus peticiones eran muy "extensas" y alegando falta de tiempo para negociarlas. Sigue el señor Fernández empeñado en regirse por las normas que han presidido la vida política del Principado de Asturias durante demasiados años. Y como hiciera antes del fallido plenario que le iba a dar la Presidencia con el único apoyo de los votos de su grupo, vuelve a hablar de la convocatoria de una nueva sesión para la semana que viene, invocando esos diecinuevo diputados (con IU) como "mi tesoro", en un remedo de Gollum, el repelente personaje de "El señor de los anillos".
Pero, cuando el mandatario en funciones creía ver su sueño convertido en realidad, aparece de nuevo "el fantasma de la coleta" para apuntar un hipotético cambalache en el que los emergentes "podrían prestar" cinco de sus votos a Mercedes Fernández para provocar un nuevo empate que dejaría todo de nuevo en el aire y contribuiría a agregar canas y arrugas al líder socialista, amén de retrotraer cualquier negociación al punto de partida.
Personalmente, no me creo que Emilio León y sus diputados tengan realmente la intención de abordar tal operación, aunque institucionalmente nadie podría ponerle tacha. Más bien pienso que se trata de un nuevo aviso para aquellos que confían en que sigue siendo válido todo lo que lo ha sido hasta ahora. Probablemente se trate de un órdago para recordar a los socialistas que ya no pueden marcar en solitario los tiempos de Asturias y que gobernar una autonomía es algo más que sumar los apoyos mínimos para conservar el poder ejecutivo.
De lo que no cabe duda es de que el grupo mayoritario habrá tomado buena nota de la "advertencia" y tendrá que poner todo su empeño en evitar un nuevo susto, al menos mientras esos "alienígenas" que son Ciudadanos en Asturias perseveren en su postura aislacionista. La ladina amenaza de Podemos le recordará al menos que las normas que hasta ahora daban el poder han cambiado y las nuevas, pues para eso estamos en Asturias, son "las de la casa de la sidra", o sea peculiares e imprevisibles.
martes, 14 de julio de 2015
¿Hablamos de la "izquierda"?
Tras la lectura diaria de las noticias que afectan a nuestras instituciones políticas y a sus protagonistas no hago sino reafirmarme en la obsolescencia de los arcaicos conceptos de "izquierda" y "derecha" que las elecciones del 24 de mayo pasado han vuelto a colocar interesadamente sobre el tablero institucional. Desde aquella noche son miríada los que han desempolvado las viejas etiquetas para sumar las cifras que las urnas han dividido.
¿Se puede hablar de izquierda cuando hablamos del Partido Socialista Obrero Español? ¡Hombre! Si se pone en consonancia con el Partido Popular parece lógico diferenciarlos de alguna manera. Sin embargo, el centenario partido de Pablo Iglesias (el otro, el de verdad) hace años que se apuntó a una socialdemocracia inventada por los 'nuevos' socialistas para enmascarar sus vergüenzas conservadoras.
Voy a decir más. A mi no me parece siquiera izquierda la coalición Izquierda Unida, por mucho que lo lleve en sus siglas. Quizá la dificultad de alcanzar el poder haya permitido a sus dirigentes mantener ese prurito de ser los guardianes del fuego sagrado, aunque las escasas veces que han compartido gobierno hayan mostrado un rostro bien diferente y a ratos confundido con el de sus partenaires socialistas.
Es IU la más empeñada ahora en agrupar bajo un solo manto a toda la "izquierda", aunque la tercera pata de la mesa no quiere ni oir hablar del asunto y se haya desmarcado contundentemente de la susodicha marca. No están los tiempos para ello. Ahora, lo que importa es tomar el palacio de invierno (de otoño, habría que decir) y para ello hay que huir de las "amistades peligrosas".
Con este panorama a nadie deben extrañar los avances en el concubinato con el que la muy polarizada Junta General del Principado ha vuelto a juntar a "socialistas" y "ecocomunistas" en un pacto que se cocina lentamente a los ojos de la opinión pública aunque todos sabemos hace ya semanas que el verdadero guiso se hizo mucho antes y en olla express.
Resulta hilarante ver a Javier Fernández y Gaspar Llamazares sentarse a una mesa con fuertes escoltas respectivas para anunciar el entendimiento en asuntos tan viejos como la reforma electoral. ¿Acaso no sirvió de nada la "traición" del presidente del Principado en funciones durante la pasada legislatura? Javier Fernández, cual bizarro conquistador muestras los cristalitos de colores a los indios arrodillados que se los cambian por el reluciente oro.
En el fondo, los que tenemos ya el culo pelado y conocemos la historia de la autonomía asturiana, sabemos que los guiones se repiten y que, como antes Vicente Álvarez Areces, su sucesor hará el necesario cambio de cromos con una fuerza política siempre entregada interesadamente a "la causa de la izquierda".
El Fernández del PSOE ha tenido desde el minuto cero una indisimulada prisa por ser investido y ahora, con la seguridad de los votos de la coalición, ya ni siquiera considera que haya tiempo para incorporar a Podemos, menos permeables a sus juegos malabares. Esos diecinueve votos le parecen, dadas las circunstancias, más que suficientes. Renovar el cargo es la meta y después, ya veremos. Es una actitud muy característica del dirigente del socialismo asturiano.
No quiero terminar sin hacer una referencia a otro de los aspectos que desmontan día a día el cacareado bloque de la izquierda, o bloque de progreso, o como cada cual lo quiera llamar. Estoy pensando en lo de las retribuciones de los cargos institucionales. ¿Habrá algo más incongruente al respecto que la postura de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Oviedo, apoyándose en el Partido Popular para subir los sueldos de los concejales?
Estrategias electorales aparte, puede que la negativa de Pablo iglesias (el nuevo, el de la coleta) a sumar sus huestes a la plataforma de unidad de la "izquierda" promovida por IU tenga su sustento en que en su discurso siempre se refirió a una casta que personificaban PSOE y PP, pero eludió sus consideraciones sobre esa otra "castita" de los adláteres que se aferran a las sobras que les dejan los "mayoritarios".
¿Se puede hablar de izquierda cuando hablamos del Partido Socialista Obrero Español? ¡Hombre! Si se pone en consonancia con el Partido Popular parece lógico diferenciarlos de alguna manera. Sin embargo, el centenario partido de Pablo Iglesias (el otro, el de verdad) hace años que se apuntó a una socialdemocracia inventada por los 'nuevos' socialistas para enmascarar sus vergüenzas conservadoras.
Voy a decir más. A mi no me parece siquiera izquierda la coalición Izquierda Unida, por mucho que lo lleve en sus siglas. Quizá la dificultad de alcanzar el poder haya permitido a sus dirigentes mantener ese prurito de ser los guardianes del fuego sagrado, aunque las escasas veces que han compartido gobierno hayan mostrado un rostro bien diferente y a ratos confundido con el de sus partenaires socialistas.
Es IU la más empeñada ahora en agrupar bajo un solo manto a toda la "izquierda", aunque la tercera pata de la mesa no quiere ni oir hablar del asunto y se haya desmarcado contundentemente de la susodicha marca. No están los tiempos para ello. Ahora, lo que importa es tomar el palacio de invierno (de otoño, habría que decir) y para ello hay que huir de las "amistades peligrosas".
Con este panorama a nadie deben extrañar los avances en el concubinato con el que la muy polarizada Junta General del Principado ha vuelto a juntar a "socialistas" y "ecocomunistas" en un pacto que se cocina lentamente a los ojos de la opinión pública aunque todos sabemos hace ya semanas que el verdadero guiso se hizo mucho antes y en olla express.
Resulta hilarante ver a Javier Fernández y Gaspar Llamazares sentarse a una mesa con fuertes escoltas respectivas para anunciar el entendimiento en asuntos tan viejos como la reforma electoral. ¿Acaso no sirvió de nada la "traición" del presidente del Principado en funciones durante la pasada legislatura? Javier Fernández, cual bizarro conquistador muestras los cristalitos de colores a los indios arrodillados que se los cambian por el reluciente oro.
En el fondo, los que tenemos ya el culo pelado y conocemos la historia de la autonomía asturiana, sabemos que los guiones se repiten y que, como antes Vicente Álvarez Areces, su sucesor hará el necesario cambio de cromos con una fuerza política siempre entregada interesadamente a "la causa de la izquierda".
El Fernández del PSOE ha tenido desde el minuto cero una indisimulada prisa por ser investido y ahora, con la seguridad de los votos de la coalición, ya ni siquiera considera que haya tiempo para incorporar a Podemos, menos permeables a sus juegos malabares. Esos diecinueve votos le parecen, dadas las circunstancias, más que suficientes. Renovar el cargo es la meta y después, ya veremos. Es una actitud muy característica del dirigente del socialismo asturiano.
No quiero terminar sin hacer una referencia a otro de los aspectos que desmontan día a día el cacareado bloque de la izquierda, o bloque de progreso, o como cada cual lo quiera llamar. Estoy pensando en lo de las retribuciones de los cargos institucionales. ¿Habrá algo más incongruente al respecto que la postura de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Oviedo, apoyándose en el Partido Popular para subir los sueldos de los concejales?
Estrategias electorales aparte, puede que la negativa de Pablo iglesias (el nuevo, el de la coleta) a sumar sus huestes a la plataforma de unidad de la "izquierda" promovida por IU tenga su sustento en que en su discurso siempre se refirió a una casta que personificaban PSOE y PP, pero eludió sus consideraciones sobre esa otra "castita" de los adláteres que se aferran a las sobras que les dejan los "mayoritarios".
lunes, 6 de julio de 2015
Izquierda Unida está madura
No creo que a nadie le haya cogido por sorpresa el resultado de la primera de las reuniones que el candidato socialista a la Presidencia del Principado inició hoy mismo para buscar apoyos a su investidura. Y tampoco es extraño que el primer interlocutor elegido haya sido Izquierda Unida.
La historia de la autonomía asturiana tiene una larga tradición de gobiernos del PSOE que, en numerosas ocasiones, han tenido que apoyarse en la coalición de izquierdas. Es, por así decirlo, la 'novia perfecta' para los intereses del partido más votado en las últimas elecciones territoriales. Tierna, sumisa, siempre a disposición de los deseos de su 'macho', que la magrea siempre que le viene en gana y la aparta cuando sacia sus deseos.
Por eso resulta normal que en el primer encuentro los socialistas hayan vuelto a reclamar los 'servicios' de partenaire de Llamazares y los suyos y estos se hayan mostrado ya maduros para el 'romance' a la primera de cambio. Ahora, Javier Fernández seguirá explorando otras opciones, aunque reforzado por saberse poseedor de una carta ganadora, y sin los agobios que le entraron cuando la pasada semana se vio sorprendido por el apoyo de Foro a su oponente popular, Mercedes Fernández.
En su habitual estilo, como ya hiciera hace tres años, el presidente en funciones ha calificado de "razonables" las propuestas planteadas en cuatro grandes bloques por Izquierda Unida y, sin esperar a otros posibles socios, después de hacer los números, se ha apresurado a decirle a Llamazares y Orviz que quiere un acuerdo "lo antes posible" (no vaya a ser que se arrepientan).
Por su parte a los de la coalición de izquierdas les ha faltado tiempo para asegurar que, si bien no renuncian a un pacto a tres -con Podemos- que garantice un ejecutivo con "una base parlamentaria amplia", les vale lo que hay y no van "a subordinar su posición a la de otros agentes de la izquierda", en manifiesta alusión a Emilio León y sus nueve votos en la Junta General. Eso sí, por si acaso alguien se lo afea, han agrrado la pancarta del "no pasarán" para asegurar que todos sus esfuerzos son para evitar un gobierno de la derecha.
Quizá ante tantas "facilidades" lo que deberían hacer los de IU es apelar a esa nueva y extendida moda del reférendum para todos y someter, al menos a sus votantes, su dócil apoyo al candidato socialista. Tímidamente lo han balbuceado, pero no me creo que vayan a hacerlo. Igual si la pregunta es la adecuada resulta que sus militantes y simpatizantes les recuerdan que su voto fue para ellos y no interpuesto para volver a apuntalar a un grupo que solamente les reclama cuando les necesitan. Al menos yo ya he escuchado a alguno de ellos que, para servir de muleta a Javier Fernández, podrían haberle dado su sufragio directamente al socialista, sin intermediarios.
Y no quiero terminar sin aludir a otro de los aspectos relevantes y hasta la fecha apenas insinuado. Si IU decide dar sus votos al candidato socialista, ¿lo será solamente para la investidura?, ¿para un pacto de legislatura? o, lo que algunos imaginamos, ¿para entrar en un gobierno compartido? Los de la coalición ya han degustado en varias ocasiones el calor del asiento y el coche oficial y me consta que les gusta, demagogias aparte.
Cosa bien distinta es cómo reaccionarán los socialistas. El presidente en funciones no es Tini Areces. Ni se le parece. Es un 'outsider' que prefiere gestionar en solitario y recurrir a los apoyos puntuales cuando los precisa, como así lo ha dejado entrever desde la misma noche electoral.
Sea como sea, lo evidente es que Izquierda Unida está madurita para el enlace, algo que muchos ya nos imaginábamos antes incluso de que se iniciaran las negociaciones. Seguro que con Podemos las cosas no funcionan de la misma manera. O eso creo.
La historia de la autonomía asturiana tiene una larga tradición de gobiernos del PSOE que, en numerosas ocasiones, han tenido que apoyarse en la coalición de izquierdas. Es, por así decirlo, la 'novia perfecta' para los intereses del partido más votado en las últimas elecciones territoriales. Tierna, sumisa, siempre a disposición de los deseos de su 'macho', que la magrea siempre que le viene en gana y la aparta cuando sacia sus deseos.
Por eso resulta normal que en el primer encuentro los socialistas hayan vuelto a reclamar los 'servicios' de partenaire de Llamazares y los suyos y estos se hayan mostrado ya maduros para el 'romance' a la primera de cambio. Ahora, Javier Fernández seguirá explorando otras opciones, aunque reforzado por saberse poseedor de una carta ganadora, y sin los agobios que le entraron cuando la pasada semana se vio sorprendido por el apoyo de Foro a su oponente popular, Mercedes Fernández.
En su habitual estilo, como ya hiciera hace tres años, el presidente en funciones ha calificado de "razonables" las propuestas planteadas en cuatro grandes bloques por Izquierda Unida y, sin esperar a otros posibles socios, después de hacer los números, se ha apresurado a decirle a Llamazares y Orviz que quiere un acuerdo "lo antes posible" (no vaya a ser que se arrepientan).
Por su parte a los de la coalición de izquierdas les ha faltado tiempo para asegurar que, si bien no renuncian a un pacto a tres -con Podemos- que garantice un ejecutivo con "una base parlamentaria amplia", les vale lo que hay y no van "a subordinar su posición a la de otros agentes de la izquierda", en manifiesta alusión a Emilio León y sus nueve votos en la Junta General. Eso sí, por si acaso alguien se lo afea, han agrrado la pancarta del "no pasarán" para asegurar que todos sus esfuerzos son para evitar un gobierno de la derecha.
Quizá ante tantas "facilidades" lo que deberían hacer los de IU es apelar a esa nueva y extendida moda del reférendum para todos y someter, al menos a sus votantes, su dócil apoyo al candidato socialista. Tímidamente lo han balbuceado, pero no me creo que vayan a hacerlo. Igual si la pregunta es la adecuada resulta que sus militantes y simpatizantes les recuerdan que su voto fue para ellos y no interpuesto para volver a apuntalar a un grupo que solamente les reclama cuando les necesitan. Al menos yo ya he escuchado a alguno de ellos que, para servir de muleta a Javier Fernández, podrían haberle dado su sufragio directamente al socialista, sin intermediarios.
Y no quiero terminar sin aludir a otro de los aspectos relevantes y hasta la fecha apenas insinuado. Si IU decide dar sus votos al candidato socialista, ¿lo será solamente para la investidura?, ¿para un pacto de legislatura? o, lo que algunos imaginamos, ¿para entrar en un gobierno compartido? Los de la coalición ya han degustado en varias ocasiones el calor del asiento y el coche oficial y me consta que les gusta, demagogias aparte.
Cosa bien distinta es cómo reaccionarán los socialistas. El presidente en funciones no es Tini Areces. Ni se le parece. Es un 'outsider' que prefiere gestionar en solitario y recurrir a los apoyos puntuales cuando los precisa, como así lo ha dejado entrever desde la misma noche electoral.
Sea como sea, lo evidente es que Izquierda Unida está madurita para el enlace, algo que muchos ya nos imaginábamos antes incluso de que se iniciaran las negociaciones. Seguro que con Podemos las cosas no funcionan de la misma manera. O eso creo.
domingo, 5 de julio de 2015
Todos cortejan a Ciudadanos
Los votantes del PSOE y los del PP prefieren a Ciudadanos para un acuerdo de gobierno. Así la asegura en su apertura de primera página de hoy 'El País' apoyándose en una encuesta propia. En el primer caso, la apuesta se hace frente a a ese otro binomio que los socialistas podrían ensayar con Podemos; en el segundo, porque parece que a los de Rajoy no les queda otro posible aliado con garantías para aunar una mayoría suficiente. Naturalmente, la encuesta se refiere a la organización estatal de ambas fuerzas políticas y para un escenario inmediatamente posterior a las elecciones legislativas del otoño próximo.
Sin embargo, como en tantas otras ocasiones anteriores, aquí, en Asturias y con un reparto de escaños real (el que arrojaron los comicios del 24 de mayo) la condición de laboratorio ofrece ahora la posibilidad de convertir las voluntades de los hasta ahora dos grandes partidos en una de esas diferentes fórmulas de gobierno. Las votaciones realizadas en el pleno de la Junta General del Principado el pasado viernes han situado al partido de Albert Rivera como una pieza básica para resolvar el complejo resultado de las urnas. Se dirá que aquí existe una variable que no se da en el conjunto del Estado, que es Foro Asturias Ciudadanos, pero, tras el 'sorprendente empate' de hace un par de días, dicha variable se ha sumado el núcleo del que se degajo hace algo más de cuatro años y, siglas aparte, sitúa a los populares en el mismo nivel que presentan los socialistas en solitario.
Tanto Javier Fernández como Mercedes Fernández se han apresurado a cortejar a los de Nicanor García conscientes de que sus tres votos pueden darles el control ejecutivo si los otros dos intérpretes, Podemos e Izquierda Unida, se empecinaran en no dar su brazo a torcer para apoyar al candidato del partido más votado. Algunos no podemos evitar echar la vista atrás y recordar la relevancia del solitario voto del único diputado de Unión, Progreso y Democracia -ahora en Ciudadanos y ocupando escaño en el Parlamento autonómico- para la investidura de Javier Fernández tras la anticipada cita con las urnas provocada por el fracaso del Ejecutivo de Francisco Álvarez-Cascos.
Se avecinan días intensos donde los dos aspirantes a la Presidencia que han pasado el primer corte van a tener mucho trabajo para arrimar el ascua a su sardina. Más fácil lo tiene el Fernández socialista, que puede convencer a los de Rivera pero también tiene esa otra carta en la manga de persuadir a Podemos e IU, o a uno de ellos. Al primero, no tan fácil, como lo certifican las palabras de su número uno en la Junta General, que tan pronto muestra una dureza irreductible como lanza esperanzadoras coletillas de posible futuros más halagüeños para el aspirante del PSOE.
Eso sí, ninguna de las posibles 'novias' se manifiesta dispuesto a entrar en las prisas que expresa Javier Fernández, ni tampoco los menos acuciantes avisos de Mercedes Fernández. Todos han expuesto con nitidez no estar dispuestos a acelerar el paso cuando lo exigen quienes los necesitan, especialmente después de que sus 'romeos' no mostraron interés alguno en cortejarles hasta que se vieron ante escenarios peligrosamente negativos para sus intereses.
El número uno en Asturias del partido de Pablo Iglesias, Emilio León, ha sido quien más nítidamente lo ha expresado al afirmar que no están dispuestos a asumir las urgencias que les han entrado ahora a los socialistas. También ha dicho que habrá investidura y que nadie debería estar preocupado por la hipótesis de unas elecciones anticipadas, pero es evidente que con guiones bien diferentes a los que habían elaborado los dos 'finalistas' en la carrera por la Presidencia del Principado.
Sin embargo, como en tantas otras ocasiones anteriores, aquí, en Asturias y con un reparto de escaños real (el que arrojaron los comicios del 24 de mayo) la condición de laboratorio ofrece ahora la posibilidad de convertir las voluntades de los hasta ahora dos grandes partidos en una de esas diferentes fórmulas de gobierno. Las votaciones realizadas en el pleno de la Junta General del Principado el pasado viernes han situado al partido de Albert Rivera como una pieza básica para resolvar el complejo resultado de las urnas. Se dirá que aquí existe una variable que no se da en el conjunto del Estado, que es Foro Asturias Ciudadanos, pero, tras el 'sorprendente empate' de hace un par de días, dicha variable se ha sumado el núcleo del que se degajo hace algo más de cuatro años y, siglas aparte, sitúa a los populares en el mismo nivel que presentan los socialistas en solitario.
Tanto Javier Fernández como Mercedes Fernández se han apresurado a cortejar a los de Nicanor García conscientes de que sus tres votos pueden darles el control ejecutivo si los otros dos intérpretes, Podemos e Izquierda Unida, se empecinaran en no dar su brazo a torcer para apoyar al candidato del partido más votado. Algunos no podemos evitar echar la vista atrás y recordar la relevancia del solitario voto del único diputado de Unión, Progreso y Democracia -ahora en Ciudadanos y ocupando escaño en el Parlamento autonómico- para la investidura de Javier Fernández tras la anticipada cita con las urnas provocada por el fracaso del Ejecutivo de Francisco Álvarez-Cascos.
Se avecinan días intensos donde los dos aspirantes a la Presidencia que han pasado el primer corte van a tener mucho trabajo para arrimar el ascua a su sardina. Más fácil lo tiene el Fernández socialista, que puede convencer a los de Rivera pero también tiene esa otra carta en la manga de persuadir a Podemos e IU, o a uno de ellos. Al primero, no tan fácil, como lo certifican las palabras de su número uno en la Junta General, que tan pronto muestra una dureza irreductible como lanza esperanzadoras coletillas de posible futuros más halagüeños para el aspirante del PSOE.
Eso sí, ninguna de las posibles 'novias' se manifiesta dispuesto a entrar en las prisas que expresa Javier Fernández, ni tampoco los menos acuciantes avisos de Mercedes Fernández. Todos han expuesto con nitidez no estar dispuestos a acelerar el paso cuando lo exigen quienes los necesitan, especialmente después de que sus 'romeos' no mostraron interés alguno en cortejarles hasta que se vieron ante escenarios peligrosamente negativos para sus intereses.
El número uno en Asturias del partido de Pablo Iglesias, Emilio León, ha sido quien más nítidamente lo ha expresado al afirmar que no están dispuestos a asumir las urgencias que les han entrado ahora a los socialistas. También ha dicho que habrá investidura y que nadie debería estar preocupado por la hipótesis de unas elecciones anticipadas, pero es evidente que con guiones bien diferentes a los que habían elaborado los dos 'finalistas' en la carrera por la Presidencia del Principado.
sábado, 4 de julio de 2015
Javier Fernández todavía tiene que currárselo
Muchos creían que el 'susto' del Ayuntamiento de Oviedo nos había curado de espantos. Pues no. La nueva aritmética derivada de los comicios del 24 de mayo pasado ha introducido en la ecuación institucional suficientes incógnitas como para hacernos dificultosa la resolución de cada nuevo problema.
En el ámbito autonómico, la realidad ya dejó claro desde los primeros compases de la nueva legislatura que los recursos utilizados hasta la fecha se mostraban insuficientes. Y lo dejó claro con esa presencia de tres candidatos a la Presidencia del Principado que, en un primer acto, pusieron en evidencia la capacidad de acuerdos medianamente consistentes entre los nuevos intérpretes de la realidad asturiana. Ahí sí se cumplieron los pronósticos después de que cada uno de ellos anunciara sus intenciones. Pero llegó ayer el segundo acto y en su discurrir ya hubo alguno de esos protagonistas que se animaron a romper el guión. El partido de Francisco Álvarez-Cascos, más concretamente, fue el primero en renunciar a un libreto que parecía escrito a la medida de un ufano Javier Fernández (tanto que, en un alarde de lo que nunca debería hacerse en periodismo, algunos medios informativos se permitieron titular antes de tiempo dando por hecha la investidura del candidato socialista).
Y no es que las indicaciones del líder forista a su pupila Cristina Coto debieran constituir una gran sorpresa. De suyo, la portavoz de esta fuerza política era la única que no había dado por cerrada la intención de su voto.
Pese a ello, el partido más votado no solamente daba el resultado de la sesión de ayer por cerrado sino que se había permitido poner fecha a la toma de posesión de su aspirante.
La bofetada quedó reflejada en el rostro de los dirigentes de la Federación Socialista Asturiana. Incluso, alguno se permitió denostar la posición de Foro. Pero sólo hasta que se dieron cuenta de que la unión de la izquierda a la que ellos vienen apelando desde hace semanas sin demasiado éxito no pueden negársele de igual manera a la derecha.
Algo, en cualquier caso, debieron barruntar los socialistas asturianos cuando, pocas horas antes, remitieron a Izquierda Unida y Podemos una oferta de pacto que no había figurado sobre la mesa en momento alguno de previas negociaciones. Una medida a la desesperada que, como resaltaron los de Pablo Iglesias en Asturias, debería haberse plasmado mucho antes y no ante el temor de una unión de la derecha y un hipotético desalojo del poder.
El caso es que, eliminada la opción de Emilio León, los dos 'finalistas' han llegado al término de la segunda etapa empatados, y ello ha truncado la expectativas de Javier Fernández de renovar lo más rápidamente posible la Presidencia autonómica. Se abre ahora un nuevo escenario en el que básicamente podría resaltarse lo siguiente:
-A Foro no le simpatizan ni el PP ni Mercedes Fernández pero, siguiendo sus señas de identidad, allá donde se pueda revolver algo estarán presentes.
-Con Ciudadanos haciendo desde el principio el dontancredo, la posibilidad de deshacer el empate obliga a los otros dos grupos de la izquierda -o a uno de ellos- a 'mojarse' y apoyar al candidato socialista.
-Buenas palabras aparte, no veo a Podemos bajándose de la burra en la que se ha montado desde el día de las elecciones por mucho riesgo de tener que acudir de nuevo a las urnas en un par de meses.
-Como PP-Foro suman 14 votos, a los 14 del candidato socialista sólo le quedan para sumar los cinco de Izquierda Unida, volviendo la coalición a su inveterada condición de muleta del partido mayoritario en Asturias.
-Supongo que el muy veterano Gaspar Llamazares encontrará en los argumentos de la responsabilidad suficiente sustento para aportar sus cinco diputados a Javier Fernández no sin dejar clara la condición de préstamo de tal actitud y sin más compromisos posteriores que permitir al susodicho renovar su presidencia.
Al final, seguramente el actual presidente en funciones repetirá en el palacio de Suárez de la Riva, pero no cabe duda de que va a tener que currárselo más de lo que ha hecho hasta el momento y, desde luego, mucho más de lo que se imaginaba la noche de aquel ya lejano 24 de mayo.
En el ámbito autonómico, la realidad ya dejó claro desde los primeros compases de la nueva legislatura que los recursos utilizados hasta la fecha se mostraban insuficientes. Y lo dejó claro con esa presencia de tres candidatos a la Presidencia del Principado que, en un primer acto, pusieron en evidencia la capacidad de acuerdos medianamente consistentes entre los nuevos intérpretes de la realidad asturiana. Ahí sí se cumplieron los pronósticos después de que cada uno de ellos anunciara sus intenciones. Pero llegó ayer el segundo acto y en su discurrir ya hubo alguno de esos protagonistas que se animaron a romper el guión. El partido de Francisco Álvarez-Cascos, más concretamente, fue el primero en renunciar a un libreto que parecía escrito a la medida de un ufano Javier Fernández (tanto que, en un alarde de lo que nunca debería hacerse en periodismo, algunos medios informativos se permitieron titular antes de tiempo dando por hecha la investidura del candidato socialista).
Y no es que las indicaciones del líder forista a su pupila Cristina Coto debieran constituir una gran sorpresa. De suyo, la portavoz de esta fuerza política era la única que no había dado por cerrada la intención de su voto.
Pese a ello, el partido más votado no solamente daba el resultado de la sesión de ayer por cerrado sino que se había permitido poner fecha a la toma de posesión de su aspirante.
La bofetada quedó reflejada en el rostro de los dirigentes de la Federación Socialista Asturiana. Incluso, alguno se permitió denostar la posición de Foro. Pero sólo hasta que se dieron cuenta de que la unión de la izquierda a la que ellos vienen apelando desde hace semanas sin demasiado éxito no pueden negársele de igual manera a la derecha.
Algo, en cualquier caso, debieron barruntar los socialistas asturianos cuando, pocas horas antes, remitieron a Izquierda Unida y Podemos una oferta de pacto que no había figurado sobre la mesa en momento alguno de previas negociaciones. Una medida a la desesperada que, como resaltaron los de Pablo Iglesias en Asturias, debería haberse plasmado mucho antes y no ante el temor de una unión de la derecha y un hipotético desalojo del poder.
El caso es que, eliminada la opción de Emilio León, los dos 'finalistas' han llegado al término de la segunda etapa empatados, y ello ha truncado la expectativas de Javier Fernández de renovar lo más rápidamente posible la Presidencia autonómica. Se abre ahora un nuevo escenario en el que básicamente podría resaltarse lo siguiente:
-A Foro no le simpatizan ni el PP ni Mercedes Fernández pero, siguiendo sus señas de identidad, allá donde se pueda revolver algo estarán presentes.
-Con Ciudadanos haciendo desde el principio el dontancredo, la posibilidad de deshacer el empate obliga a los otros dos grupos de la izquierda -o a uno de ellos- a 'mojarse' y apoyar al candidato socialista.
-Buenas palabras aparte, no veo a Podemos bajándose de la burra en la que se ha montado desde el día de las elecciones por mucho riesgo de tener que acudir de nuevo a las urnas en un par de meses.
-Como PP-Foro suman 14 votos, a los 14 del candidato socialista sólo le quedan para sumar los cinco de Izquierda Unida, volviendo la coalición a su inveterada condición de muleta del partido mayoritario en Asturias.
-Supongo que el muy veterano Gaspar Llamazares encontrará en los argumentos de la responsabilidad suficiente sustento para aportar sus cinco diputados a Javier Fernández no sin dejar clara la condición de préstamo de tal actitud y sin más compromisos posteriores que permitir al susodicho renovar su presidencia.
Al final, seguramente el actual presidente en funciones repetirá en el palacio de Suárez de la Riva, pero no cabe duda de que va a tener que currárselo más de lo que ha hecho hasta el momento y, desde luego, mucho más de lo que se imaginaba la noche de aquel ya lejano 24 de mayo.
miércoles, 24 de junio de 2015
"No hemos entendido el mensaje"
El acuerdo mayoritario alcanzado el pasado lunes entre las fuerzas políticas que integran la Junta General del Principado no ha logrado acallar el debate en la calle sobre el montante de las retribuciones que diputados y grupos parlamentarios se han asignado. Los frágiles argumentos de que no se ha incrementado el presupuesto de la anterior legislatura a pesar de contar con un grupo más no han servido para paliar la indignación de que la primera decisión de sus señorías tras tomar posesión haya sido asegurarse unos emolumentos que colisionan abiertamente con la realidad económica y social de la comunidad autonóma.
Son muchos los argumentos que podrían enfrentarse a las palabras de los beneficiarios de tal decisión, pero quizá haya sido el portavoz de Podemos quien mejor haya desmontado en muy pocas palabras tan interesadas explicaciones. Si la propuesta del partido de Pablo Iglesias de situar en tres veces el salario mínimo interprofesional -algo más de 1.900 euros mensuales- es considerada un atentado a la "dignidad" de los parlamentarios autonómicos, su puesta en relación con lo que hoy en día es la cruda realidad de la política salarial en este país implicaría el reconocimiento de una clara injusticia en los topes establecidos legal y, sobre todo, prácticamente.
Aquellos que puedan seguirme saben que no simpatizo precisamente con el partido emergente de la izquierda ni consigo creerme sus postulados por mucho que lo intente. Lo cierto es que la argumentación de Emilio León, la manifieste él u otra persona cualquiera, es una realidad incontestable. Se me dirá que todo responde solamente a una actitd demagógica, que hay más de "postureo" que de verdad en tal posicionamiento. Todo lo que se quiera, pero los números son contundentes y la realidad, mucho más.
Lo que ha calado absolutamente en la ciudadanía -sólo hay que abrir los oídos y escuchar- es el hecho de que, cuando ha llegado la hora del cocido, todos -salvo Podemos- han arrimado el hombro para garantizarse otros cuatro años de pecunio sustancioso y seguro. Lo han hecho los de la "casta", pero también la "castilla". Unos, porque son demasiados años de profesionalización bien retribuida para renunciar ahora a cualquier cosa; otros, porque se han acostumbrado rápidamente y entienden la cacareada 'regenaración' según les cuelgue del bolsillo.
Decía hace mucho años un contrito Felipe González, después de haber cosechado un severo correctivo del electorado, aquello de "hemos entendido el mensaje", palabras luego remedadas por otros sucesores. No es el caso que nos ocupa. Por mucho que la desafección ciudadana les haga retroceder en su representación institucional, la mayoría de los cargos institucionales siguen silbando y mirando para otro lado mientras murmuran para sí mismos "no hemos entendido nada".
Son muchos los argumentos que podrían enfrentarse a las palabras de los beneficiarios de tal decisión, pero quizá haya sido el portavoz de Podemos quien mejor haya desmontado en muy pocas palabras tan interesadas explicaciones. Si la propuesta del partido de Pablo Iglesias de situar en tres veces el salario mínimo interprofesional -algo más de 1.900 euros mensuales- es considerada un atentado a la "dignidad" de los parlamentarios autonómicos, su puesta en relación con lo que hoy en día es la cruda realidad de la política salarial en este país implicaría el reconocimiento de una clara injusticia en los topes establecidos legal y, sobre todo, prácticamente.
Aquellos que puedan seguirme saben que no simpatizo precisamente con el partido emergente de la izquierda ni consigo creerme sus postulados por mucho que lo intente. Lo cierto es que la argumentación de Emilio León, la manifieste él u otra persona cualquiera, es una realidad incontestable. Se me dirá que todo responde solamente a una actitd demagógica, que hay más de "postureo" que de verdad en tal posicionamiento. Todo lo que se quiera, pero los números son contundentes y la realidad, mucho más.
Lo que ha calado absolutamente en la ciudadanía -sólo hay que abrir los oídos y escuchar- es el hecho de que, cuando ha llegado la hora del cocido, todos -salvo Podemos- han arrimado el hombro para garantizarse otros cuatro años de pecunio sustancioso y seguro. Lo han hecho los de la "casta", pero también la "castilla". Unos, porque son demasiados años de profesionalización bien retribuida para renunciar ahora a cualquier cosa; otros, porque se han acostumbrado rápidamente y entienden la cacareada 'regenaración' según les cuelgue del bolsillo.
Decía hace mucho años un contrito Felipe González, después de haber cosechado un severo correctivo del electorado, aquello de "hemos entendido el mensaje", palabras luego remedadas por otros sucesores. No es el caso que nos ocupa. Por mucho que la desafección ciudadana les haga retroceder en su representación institucional, la mayoría de los cargos institucionales siguen silbando y mirando para otro lado mientras murmuran para sí mismos "no hemos entendido nada".
jueves, 18 de junio de 2015
Poderoso caballero
Poderoso caballero. Apenas transcurridas unas horas desde que los nuevos diputados autonómicos tomaran posesión de sus escaños les ha faltado tiempo a sus señorías para ponerse a trabajar. Y han empezado, como no, buscando la forma de ponerse de acuerdo sobre su pecunio y propiedades (leanse despachos y otras dependencias).
No sé si esa primera toma de contacto con la realidad ha pillado realmente desprevenidos a los nuevos inquilinos del palacio de la calle de Fruela, sobre todo a los representantes de Podemos. Yo creo que no. Seguro que en ningún momento imaginaron de veras que la otra "izquierda", la de ese binomio tan bien avenido que forman PSOE e IU, estaban dispuestos a asumir sus planteamientos programáticos respecto a sueldos, instalaciones y asesores. En cualquier caso, lo que ahora califican de "vergüenza" habría sido una sorpresa solamente para los de Pablo Iglesias. La crónica del debate sobre retribuciones está ahí para todo aquel que haya querido enterarse.
El argumento utilizado por los defensores del actual sistema es tan pobre como insostenible. Mantener el montante del presupuesto habilitado estos últimos años -siete millones de euros- como una forma de austeridad, dado que se repartirá entre seis grupos parlamentarios, en lugar de cinco como en la pasada legislatura, no por esperado resulta menos presentable.
Surgiran ahora de nuevo en el debate esos pomposos conceptos de la "dignidad" de la figura del diputado, de la "necesidad" de dotar de medios suficientes el trabajo de sus señorías. Fuegos de artificio para justitificar una vez más la profesionalización absoluta de la política institucional. Aparecerá también en el argumentario oficial la condición de electos de los parlamentarios, un subterfugio que sólamente tendría un sustento razonable si esas personas pudieran ser elegidas en listas abiertas y no, como ahora, en cotos cerrados donde los máximos dirigentes de cada fuerza política instalan a los más fieles y a aquellos que suponen que no les van a hacer ningún tipo de sombra o les van a traicionar. La "familia", vamos.
Aquellos que hemos consumido infinidad de horas en el desempeño de labores informativas en la Cámara sabemos bien del "trabajo" de tantos y tantos diputados que calientan el asiento y levantan la mano cuando su jefe de filas hace la indicación pertinente. Poco más. Un par de intervenciones en alguna comisión sirven, desgraciadamente, para justificar cuatro años de seguridad retributiva muy por encima de cualquier salario del 'ordinary people'.
Por eso, llegará el lunes y la mayor parte de sus señorías se encargarán de garantizarse el cocido -un cocido de guía michelín, eso sí- muy a pesar de los que se manifiestan partidarios de racionalizar las retribuciones. Y se hará porque, si los veteranos no están por la labor de aplicar recorte alguno a lo que ya tienen, hay algunos de los nuevos que han entendido muy bien cuál es el lugar al sol en el que deben ubicarse. Porque no nos engañemos, lo de la Mesa de la Junta General no era solamente una decisión coyuntural. Los de Ciudadanos, aquí, en Asturias, ya saben donde les interesa estar.
No sé si esa primera toma de contacto con la realidad ha pillado realmente desprevenidos a los nuevos inquilinos del palacio de la calle de Fruela, sobre todo a los representantes de Podemos. Yo creo que no. Seguro que en ningún momento imaginaron de veras que la otra "izquierda", la de ese binomio tan bien avenido que forman PSOE e IU, estaban dispuestos a asumir sus planteamientos programáticos respecto a sueldos, instalaciones y asesores. En cualquier caso, lo que ahora califican de "vergüenza" habría sido una sorpresa solamente para los de Pablo Iglesias. La crónica del debate sobre retribuciones está ahí para todo aquel que haya querido enterarse.
El argumento utilizado por los defensores del actual sistema es tan pobre como insostenible. Mantener el montante del presupuesto habilitado estos últimos años -siete millones de euros- como una forma de austeridad, dado que se repartirá entre seis grupos parlamentarios, en lugar de cinco como en la pasada legislatura, no por esperado resulta menos presentable.
Surgiran ahora de nuevo en el debate esos pomposos conceptos de la "dignidad" de la figura del diputado, de la "necesidad" de dotar de medios suficientes el trabajo de sus señorías. Fuegos de artificio para justitificar una vez más la profesionalización absoluta de la política institucional. Aparecerá también en el argumentario oficial la condición de electos de los parlamentarios, un subterfugio que sólamente tendría un sustento razonable si esas personas pudieran ser elegidas en listas abiertas y no, como ahora, en cotos cerrados donde los máximos dirigentes de cada fuerza política instalan a los más fieles y a aquellos que suponen que no les van a hacer ningún tipo de sombra o les van a traicionar. La "familia", vamos.
Aquellos que hemos consumido infinidad de horas en el desempeño de labores informativas en la Cámara sabemos bien del "trabajo" de tantos y tantos diputados que calientan el asiento y levantan la mano cuando su jefe de filas hace la indicación pertinente. Poco más. Un par de intervenciones en alguna comisión sirven, desgraciadamente, para justificar cuatro años de seguridad retributiva muy por encima de cualquier salario del 'ordinary people'.
Por eso, llegará el lunes y la mayor parte de sus señorías se encargarán de garantizarse el cocido -un cocido de guía michelín, eso sí- muy a pesar de los que se manifiestan partidarios de racionalizar las retribuciones. Y se hará porque, si los veteranos no están por la labor de aplicar recorte alguno a lo que ya tienen, hay algunos de los nuevos que han entendido muy bien cuál es el lugar al sol en el que deben ubicarse. Porque no nos engañemos, lo de la Mesa de la Junta General no era solamente una decisión coyuntural. Los de Ciudadanos, aquí, en Asturias, ya saben donde les interesa estar.
martes, 16 de junio de 2015
Pluralidad asimétrica
Me resulta realmente sonrojante escuchar a algunos de los protagonistas calificar de pluralista el resultado de la constitución de la Mesa de la Junta General del Principado de esta misma mañana. Y me produce ese efecto por más que pueda argumentarse que en cinco puestos hay otros tantos representantes de diferentes fuerzas políticas. Se me dirá que la culpa de todo la tuvo el Partido Popular con sus intransigencias y su voluntad de obviar un acuerdo generalizado según algunos de los planes esbozados en las reuniones preparatorias de días pasados. No es incierto. Pero tampoco lo es que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid otras fuerzas políticas han arrimado el ascua a su sardina para lograr propósitos más acordes con los intereses particulares que con los generales.
Vayamos por partes. En primer lugar, la Presidencia.
El bastón de mando de la nueva Cámara volverá a llevarlo el socialista Pedro Sanjurjo, un todoterreno capaz de lograr cargo tras cargo con tal de evitar la vuelta a una actividad profesional previa. Me sorprende leer tantos y tantos halagos de su labor a lo largo de los últimos cuatro años, tanta loa a su experiencia y a su prudente carácter. Dudo mucho que pueda asimilarse, en este caso, a esos árbitros cuya calificación resalta por pasar desapercibidos a lo largo del encuentro.
En todo caso, no es a las condiciones personales del renovado presidente de la Junta General a las que quería referirme, sino, más bien, al hecho de que el cargo haya recaído precisamente sobre un representante socialista. Dando por hecho que Javier Fernández tiene muchas papeletas para repetir también como presidente del Principado, igual la actual fragmentación del Parlamento aconsejaba que al frente se situara un diputado de otra fuerza política. Quizás aquí el espíritu "renovador" de Podemos se ha echado en falta a la hora de buscar para la Cámara ese acuerdo que dicen explorar para la elección en unos días del primer mandatario de la autonomía.
Tampoco me parece ni medio normal que la cuarta fuerza política por representación se haya hecho con la Vicepresidencia Primera, aunque ya se sabe que esa especie domesticada hace años que es Izquierda Unida siempre se arregla para pescar algo a la sombra de sus 'patronos' socialistas. Cierto que estamos hablando de algo simbólico, dado que tal responsabilidad no es mayor que la de otros compañeros en la Mesa -exceptuando al presidente-, pero conceptualmente me parece un signo más de las alteraciones permanentes en que amenaza con convertirse la "nueva política".
Los que sí han enseñado ya la patita con claridad son los de Ciudadanos, capaces de apoyar a los socialistas a cambio de asegurarse esa última plaza -la secretaría segunda- que se disputaban con Foro Asturias Ciudadanos. Claro que tienen dentro a un buen maestro del malabarismo posibilista en la figura del ex UPyD Ignacio Prendes, que parece haberle cogido el gusto al escaño hasta el extremo de defenderlo con uñas y dientes. La 'versatilidad' de los emergentes de la derecha viene avalada por sus varipintos pactos a lo largo y ancho de las nuevas instituciones.
Los que sí se han quedado compuestos y sin novia son los dos partidos de la derecha. El Partido Popular, por jugar a sacar pecho sin tener detrás un número de votos suficientes, y los casquistas porque alguien tenía que perder y no disfrutan de grandes amistades en prácticamente ninguna parte (bueno, ya sabemos que en Gijón sí tienen a la Corriente Sindical de Izquierda, FSA dixit).
Al final, como ya ha ocurrido en otras parte, el concepto de pluralidad difiere bastante según quienes la enuncien. Aquí, en el Principado, me parece que ese gran concepto impuesto de poco tiempo para acá en la política, la geometría asimétrica, no hace sino descuadrar lo que se correspondería con la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Pero de eso todavía no hemos visto la última.
Vayamos por partes. En primer lugar, la Presidencia.
El bastón de mando de la nueva Cámara volverá a llevarlo el socialista Pedro Sanjurjo, un todoterreno capaz de lograr cargo tras cargo con tal de evitar la vuelta a una actividad profesional previa. Me sorprende leer tantos y tantos halagos de su labor a lo largo de los últimos cuatro años, tanta loa a su experiencia y a su prudente carácter. Dudo mucho que pueda asimilarse, en este caso, a esos árbitros cuya calificación resalta por pasar desapercibidos a lo largo del encuentro.
En todo caso, no es a las condiciones personales del renovado presidente de la Junta General a las que quería referirme, sino, más bien, al hecho de que el cargo haya recaído precisamente sobre un representante socialista. Dando por hecho que Javier Fernández tiene muchas papeletas para repetir también como presidente del Principado, igual la actual fragmentación del Parlamento aconsejaba que al frente se situara un diputado de otra fuerza política. Quizás aquí el espíritu "renovador" de Podemos se ha echado en falta a la hora de buscar para la Cámara ese acuerdo que dicen explorar para la elección en unos días del primer mandatario de la autonomía.
Tampoco me parece ni medio normal que la cuarta fuerza política por representación se haya hecho con la Vicepresidencia Primera, aunque ya se sabe que esa especie domesticada hace años que es Izquierda Unida siempre se arregla para pescar algo a la sombra de sus 'patronos' socialistas. Cierto que estamos hablando de algo simbólico, dado que tal responsabilidad no es mayor que la de otros compañeros en la Mesa -exceptuando al presidente-, pero conceptualmente me parece un signo más de las alteraciones permanentes en que amenaza con convertirse la "nueva política".
Los que sí han enseñado ya la patita con claridad son los de Ciudadanos, capaces de apoyar a los socialistas a cambio de asegurarse esa última plaza -la secretaría segunda- que se disputaban con Foro Asturias Ciudadanos. Claro que tienen dentro a un buen maestro del malabarismo posibilista en la figura del ex UPyD Ignacio Prendes, que parece haberle cogido el gusto al escaño hasta el extremo de defenderlo con uñas y dientes. La 'versatilidad' de los emergentes de la derecha viene avalada por sus varipintos pactos a lo largo y ancho de las nuevas instituciones.
Los que sí se han quedado compuestos y sin novia son los dos partidos de la derecha. El Partido Popular, por jugar a sacar pecho sin tener detrás un número de votos suficientes, y los casquistas porque alguien tenía que perder y no disfrutan de grandes amistades en prácticamente ninguna parte (bueno, ya sabemos que en Gijón sí tienen a la Corriente Sindical de Izquierda, FSA dixit).
Al final, como ya ha ocurrido en otras parte, el concepto de pluralidad difiere bastante según quienes la enuncien. Aquí, en el Principado, me parece que ese gran concepto impuesto de poco tiempo para acá en la política, la geometría asimétrica, no hace sino descuadrar lo que se correspondería con la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Pero de eso todavía no hemos visto la última.
viernes, 12 de junio de 2015
Las "catástrofes" que se avecinan
Faltan menos de veinticuatro horas para la constitución de las corporaciones municipales salidas de las urnas el día 24 del pasado mes de mayo y, salvo sorpresas de última hora -en esto de la política no hay que descartarlas hasta que el árbitro dé el pitido final-, la dirección de las mismas -las alcaldías- pueden tener resultados insospechados frente a tanta alegría derrochada en aquella noche electoral.
En primer lugar, porque estas tres semanas de tensión y negociaciones han confirmado que las reglas del juego han cambiado y que lo que era válido hasta hora ha dejado ya de serlo. En la ecuación institucional se ha introducido una nueva variable -y numéricamente muy relevante- que hace que los instrumentos de cálculo se muestren obsoletos. Ya no es sólo que haya que conjugar algunas siglas más que hasta la fecha, sino que los elementos nuevos no responden a las viejas operaciones básicas.
Desde aquella noche del 24 de mayo mucha agua ha pasado por debajo del puente de las institucionesy mucha tinta ha corrido por las páginas de los medios informativos. En aquellas horas, los dos partidos hasta entonces hegemónicos empezaron a sumar de acuerdo a sus conceptos bipartidistas y, ante sus respectivos fracasos de representación, conjugaron esa otra bipolaridad de la derecha y la izquierda. Ya me refería días atrás a ello y no voy a insistir ahora en estos planteamientos. Eran PSOE, Podemos e IU, por un lado, y PP y Ciudadanos, por otro (Foro, es esa rara avis con la que contamos los asturianos que nunca sabes de dónde viene ni hacia dónde va). Craso error, como la realidad se ha encargado de demostrar. Si acaso, podría decirse que el partido de Albert Rivera responde de alguna manera a los viejos conceptos, aunque empeñados en ubicarse en un centro en estos momentos absolutamente desatendido, capaz de apoyar a la candidata socialista en Andalucía o a la de los populares en Madrid, por citar dos de los grandes escenarios en liza.
Pero nada de esto vale para Podemos. Socialistas y ecocomunistas se las prometían muy felices con los que denominaron "frentes populares", capaces de teñir de rojo el hasta ahora mapa azul español. No contaban, como se ha demostrado, que el partido de Pablo Iglesias, que en cada sitio se presentaba con una denominación diferente, fruto de su peculiar estructura orgánica, estaba lejos de cualquier clasificación al uso y, en muchos casos, bien alejado de seguir consignas de carácter general, tanto del conjunto de esos "frentes de izquierda" como de su propia cúpula nacional, más preocupada de organizar de alguna manera ese marasmo de forma que no les alterase los planes para noviembre.
Con independencia de lo que ocurra mañana, lo más triste que los españoles hemos constatado en estas últimas semanas es que, lejos de adaptarse al nuevo escenario, los hasta ahora mayoritarios han tratado de imponer sus estilos a los recién llegados. Inició este guión el Partido Popular por boca de su candidata a la Alcaldía de Madrid. Esperanza Aguirre -a la que ya se le queda corto aquello del verso y es todo un "poema suelto"- lanzó la idea de "todos contra Podemos", sean quienes sean ese "todos". En esta ocasión se sumaron al coro de recitadores de tal lírica buena parte de sus correligionarios, incluidos algunos destacados dirigentes. No tuvo apenas eco en sus interlocutores.
Pero es que esa misma idea ha fructificado a continuación entre los socialistas, que han puesto en el frontispicio de su política de pactos el desalojo de sus viejos enemigos de las instituciones. Bien secundados por esa especie de monaguillos permanentes que son los dirigentes de Izquierda Unida, se lanzaron a la calle, a los medios de comunicación, crearon plataformas de esas de "intelectuales, artistas y profesionales" que tanto gustan a la vieja izquierda. Todo lo que sea para ganar alcaldías para los suyos, no tanto para la "izquierda". Pero volvieron a dar en hueso con esos "advenedizos" del de la coleta que van a su bola y que no quieren aupar con su voto a algunas alcaldías a señalados dirigentes de la "casta" contra la que precisamente se constituyeron en plataforma electoral. Cierto que se han adornado lo suyo con esa pantomima de consulta ciudadana que se descalifica por sí misma. En eso sí llevan razón sus fallidos "compañeros de viaje": la consulta fue el día 24 de mayo y la ciudadanía ya habló entonces y de la forma más directa.
Pero, al margen de esa floritura tan asamblearia, lo cierto es que Podemos -con sus distintas marcas locales- tiene todo el derecho a aspirar al bastón de mando para el que, aquí sí, les apoyaron millares y millares de personas en las urnas "oficiales". Parece que en unos cuantos municipios van a seguir esa pauta y no parece que vaya a desanimarles el que los mismos que les cortejaban hasta hace unas horas se empeñen ahora en descalificarles y culparles de empujar a las instituciones a una situación "catastrófica". La última perla la puso ayer el candidato socialista a la Alcaldía de Gijón, José María Pérez, al poner a Xixón Sí Puede ante su "responsabilidad" de poner al frente del Ayuntamiento a una "señora de Somió" (¿Dónde vive su jefe de filas, Javier Fernández, al que supongo que apoya ciegamente?) en vez de al "hijo de una limpiadora y un obrero". Lenguaje del siglo XIX, a fe mía.
En ciertos aspectos, estos políticos de PSOE e IU me recuerdan un poco a plantel técnico y directiva del equipo de fútbol de Girona, capaces de repartir toda clase de dudas enrrededor para un resultado que dependía solamente de ellos mismos y que no supieron defender en el campo.
Todavía quedan unas horas y es posible que tengamos que escuchar más afirmaciones de ese calibre. A fin de cuentas, sus colegas del PP llegaron a rememorar la "quema de conventos" y "la violación de monjas" ante el éxito electoral del partido de Pablo Iglesias. Todo lo que no pasa por ellos son "catástrofes".
¡Madre mía! Esto no tiene remedio.
En primer lugar, porque estas tres semanas de tensión y negociaciones han confirmado que las reglas del juego han cambiado y que lo que era válido hasta hora ha dejado ya de serlo. En la ecuación institucional se ha introducido una nueva variable -y numéricamente muy relevante- que hace que los instrumentos de cálculo se muestren obsoletos. Ya no es sólo que haya que conjugar algunas siglas más que hasta la fecha, sino que los elementos nuevos no responden a las viejas operaciones básicas.
Desde aquella noche del 24 de mayo mucha agua ha pasado por debajo del puente de las institucionesy mucha tinta ha corrido por las páginas de los medios informativos. En aquellas horas, los dos partidos hasta entonces hegemónicos empezaron a sumar de acuerdo a sus conceptos bipartidistas y, ante sus respectivos fracasos de representación, conjugaron esa otra bipolaridad de la derecha y la izquierda. Ya me refería días atrás a ello y no voy a insistir ahora en estos planteamientos. Eran PSOE, Podemos e IU, por un lado, y PP y Ciudadanos, por otro (Foro, es esa rara avis con la que contamos los asturianos que nunca sabes de dónde viene ni hacia dónde va). Craso error, como la realidad se ha encargado de demostrar. Si acaso, podría decirse que el partido de Albert Rivera responde de alguna manera a los viejos conceptos, aunque empeñados en ubicarse en un centro en estos momentos absolutamente desatendido, capaz de apoyar a la candidata socialista en Andalucía o a la de los populares en Madrid, por citar dos de los grandes escenarios en liza.
Pero nada de esto vale para Podemos. Socialistas y ecocomunistas se las prometían muy felices con los que denominaron "frentes populares", capaces de teñir de rojo el hasta ahora mapa azul español. No contaban, como se ha demostrado, que el partido de Pablo Iglesias, que en cada sitio se presentaba con una denominación diferente, fruto de su peculiar estructura orgánica, estaba lejos de cualquier clasificación al uso y, en muchos casos, bien alejado de seguir consignas de carácter general, tanto del conjunto de esos "frentes de izquierda" como de su propia cúpula nacional, más preocupada de organizar de alguna manera ese marasmo de forma que no les alterase los planes para noviembre.
Con independencia de lo que ocurra mañana, lo más triste que los españoles hemos constatado en estas últimas semanas es que, lejos de adaptarse al nuevo escenario, los hasta ahora mayoritarios han tratado de imponer sus estilos a los recién llegados. Inició este guión el Partido Popular por boca de su candidata a la Alcaldía de Madrid. Esperanza Aguirre -a la que ya se le queda corto aquello del verso y es todo un "poema suelto"- lanzó la idea de "todos contra Podemos", sean quienes sean ese "todos". En esta ocasión se sumaron al coro de recitadores de tal lírica buena parte de sus correligionarios, incluidos algunos destacados dirigentes. No tuvo apenas eco en sus interlocutores.
Pero es que esa misma idea ha fructificado a continuación entre los socialistas, que han puesto en el frontispicio de su política de pactos el desalojo de sus viejos enemigos de las instituciones. Bien secundados por esa especie de monaguillos permanentes que son los dirigentes de Izquierda Unida, se lanzaron a la calle, a los medios de comunicación, crearon plataformas de esas de "intelectuales, artistas y profesionales" que tanto gustan a la vieja izquierda. Todo lo que sea para ganar alcaldías para los suyos, no tanto para la "izquierda". Pero volvieron a dar en hueso con esos "advenedizos" del de la coleta que van a su bola y que no quieren aupar con su voto a algunas alcaldías a señalados dirigentes de la "casta" contra la que precisamente se constituyeron en plataforma electoral. Cierto que se han adornado lo suyo con esa pantomima de consulta ciudadana que se descalifica por sí misma. En eso sí llevan razón sus fallidos "compañeros de viaje": la consulta fue el día 24 de mayo y la ciudadanía ya habló entonces y de la forma más directa.
Pero, al margen de esa floritura tan asamblearia, lo cierto es que Podemos -con sus distintas marcas locales- tiene todo el derecho a aspirar al bastón de mando para el que, aquí sí, les apoyaron millares y millares de personas en las urnas "oficiales". Parece que en unos cuantos municipios van a seguir esa pauta y no parece que vaya a desanimarles el que los mismos que les cortejaban hasta hace unas horas se empeñen ahora en descalificarles y culparles de empujar a las instituciones a una situación "catastrófica". La última perla la puso ayer el candidato socialista a la Alcaldía de Gijón, José María Pérez, al poner a Xixón Sí Puede ante su "responsabilidad" de poner al frente del Ayuntamiento a una "señora de Somió" (¿Dónde vive su jefe de filas, Javier Fernández, al que supongo que apoya ciegamente?) en vez de al "hijo de una limpiadora y un obrero". Lenguaje del siglo XIX, a fe mía.
En ciertos aspectos, estos políticos de PSOE e IU me recuerdan un poco a plantel técnico y directiva del equipo de fútbol de Girona, capaces de repartir toda clase de dudas enrrededor para un resultado que dependía solamente de ellos mismos y que no supieron defender en el campo.
Todavía quedan unas horas y es posible que tengamos que escuchar más afirmaciones de ese calibre. A fin de cuentas, sus colegas del PP llegaron a rememorar la "quema de conventos" y "la violación de monjas" ante el éxito electoral del partido de Pablo Iglesias. Todo lo que no pasa por ellos son "catástrofes".
¡Madre mía! Esto no tiene remedio.
miércoles, 3 de junio de 2015
¡Que se moje la casta!
A pesar de que, según me dicen, hemos sido casi vecinos durante muchos años, tuve el primer contacto con Emilio León, candidato de Podemos a la Presidencia del Principado, a través de la asistencia al mitin con el que la fuerza política que lidera Pablo Iglesias abrió la pasada campaña electoral en Gijón, compartiendo tribuna con Iñigo Errejón y Mario Suárez del Fueyo, entre otros. Y tengo que admitir que me produjo una grata impresión, con un discurso muy bien elaborado y medido, todo lo contrario que su compañero aspirante a la Alcaldía de la ciudad.
Ahora, en ese conglomerado libertario que sustenta a la fuerza política que tan buenos resultados obtuvo en las municipales y autonómicas, la entrevista que mi querido compañero Andrés Suárez publica hoy en el diario El Comercio ha supuesto un nuevo reconocimiento hacia las capacidades políticas de quien encabezó la lista regional de Podemos.
Y me gusta, ante todo, por lo que de avezado estratega y 'maquiavélico' hombre público representa su propuesta de ofrecer a Izquierda Unida, Ciudadanos y Foro Asturias "un gobierno de cambio" para Asturias. Se dirá -y con razón- que el plato que nos presenta León es de más que difícil digestión para quienes trabajan sobre parámetros conocidos. Y tienen razón. Hasta para las mentes más atrevidas resultará inimaginable conjugar a IU con el partido de Albert Rivera o a los casquistas con el propio Podemos. Hasta aquí, vale.
Pero resulta interesante contemplar el alcance de tan hipotética propuesta en el marco de la renovada constitución de la Junta General del Principado. Supongamos que los cuatro grupos políticos consiguen una plataforma de mínimos sobre una serie de cuestiones en las que existen más puntos de coincidencia de lo que pudiera parecer. Muy difícil, ya lo sé, pero supongámoslo. Ese marco dejaría desnudo al candidato socialista a la Presidencia de la comunidad. Pero también haría lo propio con la reconocida aspirante al mismo cargo por el Partido Popular. Fernández y Fernández ante la posibilidad de quedarse fuera de juego de una tacada. Eso o, como ya podemos imaginarnos, que recurran a la vieja técnica de los boxeadores sonados de apoyarse el uno en el otro para no irse a la lona. Una técnica que ya han ensayado con mejores cifras a su favor y que, de alguna manera, no les ha salido tan mal.
Esta es, a mi entender, la gran jugada de Emilio León; la de poner a los dos adversarios contra los que surgió el movimiento, y posterior partido, encabezado por Pablo Iglesias frente a sus carencias y obligarlos a descubrir sus miserias si quieren seguin en candelero. ¡Que se moje la casta! es el mensaje que parece estar mandándoles el candidato asturiano de Podemos.
Ahora, en ese conglomerado libertario que sustenta a la fuerza política que tan buenos resultados obtuvo en las municipales y autonómicas, la entrevista que mi querido compañero Andrés Suárez publica hoy en el diario El Comercio ha supuesto un nuevo reconocimiento hacia las capacidades políticas de quien encabezó la lista regional de Podemos.
Y me gusta, ante todo, por lo que de avezado estratega y 'maquiavélico' hombre público representa su propuesta de ofrecer a Izquierda Unida, Ciudadanos y Foro Asturias "un gobierno de cambio" para Asturias. Se dirá -y con razón- que el plato que nos presenta León es de más que difícil digestión para quienes trabajan sobre parámetros conocidos. Y tienen razón. Hasta para las mentes más atrevidas resultará inimaginable conjugar a IU con el partido de Albert Rivera o a los casquistas con el propio Podemos. Hasta aquí, vale.
Pero resulta interesante contemplar el alcance de tan hipotética propuesta en el marco de la renovada constitución de la Junta General del Principado. Supongamos que los cuatro grupos políticos consiguen una plataforma de mínimos sobre una serie de cuestiones en las que existen más puntos de coincidencia de lo que pudiera parecer. Muy difícil, ya lo sé, pero supongámoslo. Ese marco dejaría desnudo al candidato socialista a la Presidencia de la comunidad. Pero también haría lo propio con la reconocida aspirante al mismo cargo por el Partido Popular. Fernández y Fernández ante la posibilidad de quedarse fuera de juego de una tacada. Eso o, como ya podemos imaginarnos, que recurran a la vieja técnica de los boxeadores sonados de apoyarse el uno en el otro para no irse a la lona. Una técnica que ya han ensayado con mejores cifras a su favor y que, de alguna manera, no les ha salido tan mal.
Esta es, a mi entender, la gran jugada de Emilio León; la de poner a los dos adversarios contra los que surgió el movimiento, y posterior partido, encabezado por Pablo Iglesias frente a sus carencias y obligarlos a descubrir sus miserias si quieren seguin en candelero. ¡Que se moje la casta! es el mensaje que parece estar mandándoles el candidato asturiano de Podemos.
lunes, 1 de junio de 2015
De la suma simple a ecuaciones diferenciales
Transcurrida una semana desde la celebración de las elecciones municipales y autonómicas muchos han sido los planteamientos que se han visto alterados desde aquella tumultuosa noche del 24 de mayo pasado. De las que en las antiguas escuelas llamábamos "las cuatro reglas" hemos pasado a las matemáticas superiores a la hora de calibrar las posibles vías para el logro de unos pactos capaces de hacer gobernables las nuevas instituciones. En las últimas horas de aquel domingo y las primeras del lunes siguiente apenas si pasábamos de las sumas y restas que hipotéticamente configuraban los bloques de derecha y de izquierda. Pero el discurrir de las horas ha dejado en evidencia el carácter simplista de aquellos análisis al poner sobre el tablero las verdaderas aspiraciones y estrategias de algunos de los protagonistas en este nuevo mapa político.
La faceta más evidente de este panorama real es la confirmación de que la formación política que ha consechado los mejores resultados -aunque quizá no los que esparaban sus dirigentes- rechaza el papel de comparsa en el arco de la izquierda y exige que se le otorgue el papel protagonista en muchos de los guiones que se están escribiendo de cara el próximo día 13 (en los ayuntamientos) y algunos días después (en las autonomías).
Tómese como ejemplo del Principado de Asturias, donde los socialistas, el partido más votado y con mayor número de diputados regionales, empezó a hacer sus cálculos recurriendo a la adición a los suyos de los parlamentarios de Podemos e Izquierda Unida para reclamar el Gobierno de la comunidad. Siguiendo la costumbre de legislaturas anteriores, Javier Fernández y los suyos plantearon este escenario como una parte de un acuerdo global donde incluía los principales municipios de la región. Pronto se dio cuenta que los métodos habituales no eran de aplicación en este momento. Como ya ocurriera en Andalucía, el partido de Pablo Iglesias no parece buscar un reparto de sillones y aquí, como allí, ha establecido unas 'líneas rojas' a partir de las cuales no entra al trapo. Se pasó, de esta manera, a lo que el presidente del Principado en funciones ha calificado como los peligros del "ansia" por pactar, rebajando la euforia de sus correligionarios, en muchos casos solamente orientados hacia el arrumbamiento del Partido Popular del control de las instituciones. Quizá no sea ajeno a este reciclaje el susodicho cambio por el que hemos pasado de las sumas y restas de hace siete días a las ecuaciones diferenciales de hoy.
Analicemos algunos datos de esta compleja operación. Partamos, de inicio, con la intención manifestada por el candidato de Podemos a la Presidencia de Principado, Emilio León, de someterse a la investidura. ¿Cuál sería la posición de Izquierda Unida? ¿Optar por el mal conocido de tantos años - el PSOE- o sumarse a quienes parecen ser sus más próximos ideológicamente hablando y con los que muchos han hablado y hablan de convergencia electoral en unas listas comunes? De darse esta segunda posibilidad, las dos fuerzas de la izquierda parlamentaria asturiana sumarían catorce sufragios, los mismos que el PSOE en solitario. Pero es que si la aspirante del PP, Mercedes Fernández también se presenta -como ha asegurado- y alcanza el apoyo de los tres diputados de Ciudadanos -a Foro, a priori, lo mantengo de 'outsider', como casi siempre- a los 11 de su partido el resultado daría idénticos guarismo a los de los otros dos 'bloques'. ¿Descabellado? No tanto, aunque en esto de la política resulta dícil establecer garantías.
Quedaría, claro está, la opción por la que la Federación Socialista Asturiana 'mataría', la de lograr el apoyo - aunque sea el pasivo de la abstención- de Podemos. Pero resulta que el partido de Iglesias, de Errejón o de Monedero -porque anda por ahí, no nos engañemos- ha madurado a la fuerza y retoca sus estrategias día a día para adaptarse a los tortuosos caminos institucionales.
El partido emergente de la calle tiene un grave dilema a la hora de avalar gobiernos del PSOE, toda vez que su origen está en la lucha contra esa denominada 'casta' que, al menos hasta hace unos días, abarcaba tanto al PP como a los socialistas de Pedro Sánchez, con el que -Pablo Iglesias dixit- "ya se puede hablar". La realidad es que, dada su estructura organizativa vertical, no se sabe muy bien como podrían responder las bases, los círculos, si sus dirigentes mantienen a uno de los partidos que alumbraron su aparición. Probablemente mal, por mucha rabia que le tengan a la derecha y al PP. No es pues de extrañar que su líder indiscutible siga valorando una decisión que puede ser muy relevante para esa gran cita en la que tiene puestos todos sus objetivos, la de las elecciones legislativas del otoño próximo.
La faceta más evidente de este panorama real es la confirmación de que la formación política que ha consechado los mejores resultados -aunque quizá no los que esparaban sus dirigentes- rechaza el papel de comparsa en el arco de la izquierda y exige que se le otorgue el papel protagonista en muchos de los guiones que se están escribiendo de cara el próximo día 13 (en los ayuntamientos) y algunos días después (en las autonomías).
Tómese como ejemplo del Principado de Asturias, donde los socialistas, el partido más votado y con mayor número de diputados regionales, empezó a hacer sus cálculos recurriendo a la adición a los suyos de los parlamentarios de Podemos e Izquierda Unida para reclamar el Gobierno de la comunidad. Siguiendo la costumbre de legislaturas anteriores, Javier Fernández y los suyos plantearon este escenario como una parte de un acuerdo global donde incluía los principales municipios de la región. Pronto se dio cuenta que los métodos habituales no eran de aplicación en este momento. Como ya ocurriera en Andalucía, el partido de Pablo Iglesias no parece buscar un reparto de sillones y aquí, como allí, ha establecido unas 'líneas rojas' a partir de las cuales no entra al trapo. Se pasó, de esta manera, a lo que el presidente del Principado en funciones ha calificado como los peligros del "ansia" por pactar, rebajando la euforia de sus correligionarios, en muchos casos solamente orientados hacia el arrumbamiento del Partido Popular del control de las instituciones. Quizá no sea ajeno a este reciclaje el susodicho cambio por el que hemos pasado de las sumas y restas de hace siete días a las ecuaciones diferenciales de hoy.
Analicemos algunos datos de esta compleja operación. Partamos, de inicio, con la intención manifestada por el candidato de Podemos a la Presidencia de Principado, Emilio León, de someterse a la investidura. ¿Cuál sería la posición de Izquierda Unida? ¿Optar por el mal conocido de tantos años - el PSOE- o sumarse a quienes parecen ser sus más próximos ideológicamente hablando y con los que muchos han hablado y hablan de convergencia electoral en unas listas comunes? De darse esta segunda posibilidad, las dos fuerzas de la izquierda parlamentaria asturiana sumarían catorce sufragios, los mismos que el PSOE en solitario. Pero es que si la aspirante del PP, Mercedes Fernández también se presenta -como ha asegurado- y alcanza el apoyo de los tres diputados de Ciudadanos -a Foro, a priori, lo mantengo de 'outsider', como casi siempre- a los 11 de su partido el resultado daría idénticos guarismo a los de los otros dos 'bloques'. ¿Descabellado? No tanto, aunque en esto de la política resulta dícil establecer garantías.
Quedaría, claro está, la opción por la que la Federación Socialista Asturiana 'mataría', la de lograr el apoyo - aunque sea el pasivo de la abstención- de Podemos. Pero resulta que el partido de Iglesias, de Errejón o de Monedero -porque anda por ahí, no nos engañemos- ha madurado a la fuerza y retoca sus estrategias día a día para adaptarse a los tortuosos caminos institucionales.
El partido emergente de la calle tiene un grave dilema a la hora de avalar gobiernos del PSOE, toda vez que su origen está en la lucha contra esa denominada 'casta' que, al menos hasta hace unos días, abarcaba tanto al PP como a los socialistas de Pedro Sánchez, con el que -Pablo Iglesias dixit- "ya se puede hablar". La realidad es que, dada su estructura organizativa vertical, no se sabe muy bien como podrían responder las bases, los círculos, si sus dirigentes mantienen a uno de los partidos que alumbraron su aparición. Probablemente mal, por mucha rabia que le tengan a la derecha y al PP. No es pues de extrañar que su líder indiscutible siga valorando una decisión que puede ser muy relevante para esa gran cita en la que tiene puestos todos sus objetivos, la de las elecciones legislativas del otoño próximo.
viernes, 29 de mayo de 2015
¿De qué hablamos cuando hablamos de pactos?
En esa inmensa mesa de juego en que se ha convertido la política española se dirime estos días cómo podría ser el nuevo mapa de las instituciones municipales y autonómicas y se ensaya, de paso, para configurar las reglas que han de marcar el diseño estatal a partir de finales de año. De la mesa comedor que era hasta ahora alguien ha tirado violentamente del mantel para sustituirlo por el tapete verde sobre el que unos tratan de mantener su consagrada veteranía y otros, los recién llegados, se niegan -al menos de boca- a jugar con las cartas marcadas que aportan sus oponentes.
Pero en todo juego tiene que haber una reglas, por relajadas que éstas sean, e incluso un nombre. Y a esta partida se la ha llamado "pactos". Una palabra conjugada hasta la saciedad, que predomina estos días en los titulares informativos -al que no lo crea le reto a hacer contabilidad del término y comprobar que reina sobre cualquier otro-y que está en el discurso de todos y cada uno de los jugadores.
Pero, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de pactos? Porque hay diferencias de concepto insalvables entre quienes han practicado con ellos durante décadas y quienes acceden a la partida con criterios flexibles, cambiantes, difusos podría llegar a decirse. Así, asistimos desde el pasado domingo a propuestas trileras, como las que lanzó desde un primer momento la candidata del PP a la Alcaldía de Madrid, luego modificada por dos veces en sentido totalmente contrario al inicial; a compromisos que no ocultan intereses meramente partidistas; a planteamientos simplemente excluyentes, y así hasta tantas soluciones como protagonistas tiene la timba.
Resulta curioso escuchar al líder de Podemos afirmar que "ahora se puede hablar con el PSOE". ¿Acaso ha sido cuestión de horas que los de Pedro Sánchez hayan caído de la burra y cambiado el menosprecio de hace pocos días por el diálogo constructivo? De eso parece estar convencido Pablo Iglesias, aunque los propios origenes de base de sus organizaciones territoriales o locales indiquen cada día que lo que vale en Tegucigalpa no sirve para Pernanbuco, por decir dos nombres ficticios al azar. No hay más que ver que el ofrecimiento lanzado en Asturias por Javier Fernández para repartirse el Principado y los principales ayuntamientos de la región ha tenido diferentes "noes" según el 'paisano' que los pronuncie. Por no hablar de ese papel de comparsa que, como casi siempre, le toca representar a Izquierda Unida, que predica un frente de izquierdas único o frente popular', algo que los socialistas temen más que a un nublado por mucho que la realidad electoral les haya puesto ante el espejo de sus consolidados conservadurismos.
¿Y qué decir de una Mercedes Fernández que reclama el apoyo de Foro -y de Ciudadanos- para someterse a la investidura para la Presidencia del Principado? Tiene razón su todavía correligionario gijonés Manuel Pecharromán cuando se pregunta si vale ahora poner los concejales de su partido a disposición de la candidatura municipal de Moriyón cuando se persiguió a los ediles de Siero en el mandato que acaba de terminar o -eso no lo dice, pero lo cito yo- o se desmontó todo un grupo municipal en la villa de Jovellanos por su apoyo puntual a la actual regidora en estos últimos años.
Queda mucha partida por jugar y las diferentes 'manos' se van a resolver de una en una. Se seguirá hablando de pactos aunque cada uno de los interlocutores esté imaginando soluciones diferentes, se mantendrán algunos pulsos siempre condicionados al "quid pro quo" mal que les pese a los partidos renovadores. Lo único cierto es que del domingo acá han cambiado muchas cosas y los apriorismos iniciales no son una excepción. Porque, al final, alguien tendrá que tomar el bastón de mando en autonomías y ayuntamientos. Andalucía está ahí de ejemplo.
Pero en todo juego tiene que haber una reglas, por relajadas que éstas sean, e incluso un nombre. Y a esta partida se la ha llamado "pactos". Una palabra conjugada hasta la saciedad, que predomina estos días en los titulares informativos -al que no lo crea le reto a hacer contabilidad del término y comprobar que reina sobre cualquier otro-y que está en el discurso de todos y cada uno de los jugadores.
Pero, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de pactos? Porque hay diferencias de concepto insalvables entre quienes han practicado con ellos durante décadas y quienes acceden a la partida con criterios flexibles, cambiantes, difusos podría llegar a decirse. Así, asistimos desde el pasado domingo a propuestas trileras, como las que lanzó desde un primer momento la candidata del PP a la Alcaldía de Madrid, luego modificada por dos veces en sentido totalmente contrario al inicial; a compromisos que no ocultan intereses meramente partidistas; a planteamientos simplemente excluyentes, y así hasta tantas soluciones como protagonistas tiene la timba.
Resulta curioso escuchar al líder de Podemos afirmar que "ahora se puede hablar con el PSOE". ¿Acaso ha sido cuestión de horas que los de Pedro Sánchez hayan caído de la burra y cambiado el menosprecio de hace pocos días por el diálogo constructivo? De eso parece estar convencido Pablo Iglesias, aunque los propios origenes de base de sus organizaciones territoriales o locales indiquen cada día que lo que vale en Tegucigalpa no sirve para Pernanbuco, por decir dos nombres ficticios al azar. No hay más que ver que el ofrecimiento lanzado en Asturias por Javier Fernández para repartirse el Principado y los principales ayuntamientos de la región ha tenido diferentes "noes" según el 'paisano' que los pronuncie. Por no hablar de ese papel de comparsa que, como casi siempre, le toca representar a Izquierda Unida, que predica un frente de izquierdas único o frente popular', algo que los socialistas temen más que a un nublado por mucho que la realidad electoral les haya puesto ante el espejo de sus consolidados conservadurismos.
¿Y qué decir de una Mercedes Fernández que reclama el apoyo de Foro -y de Ciudadanos- para someterse a la investidura para la Presidencia del Principado? Tiene razón su todavía correligionario gijonés Manuel Pecharromán cuando se pregunta si vale ahora poner los concejales de su partido a disposición de la candidatura municipal de Moriyón cuando se persiguió a los ediles de Siero en el mandato que acaba de terminar o -eso no lo dice, pero lo cito yo- o se desmontó todo un grupo municipal en la villa de Jovellanos por su apoyo puntual a la actual regidora en estos últimos años.
Queda mucha partida por jugar y las diferentes 'manos' se van a resolver de una en una. Se seguirá hablando de pactos aunque cada uno de los interlocutores esté imaginando soluciones diferentes, se mantendrán algunos pulsos siempre condicionados al "quid pro quo" mal que les pese a los partidos renovadores. Lo único cierto es que del domingo acá han cambiado muchas cosas y los apriorismos iniciales no son una excepción. Porque, al final, alguien tendrá que tomar el bastón de mando en autonomías y ayuntamientos. Andalucía está ahí de ejemplo.
martes, 26 de mayo de 2015
El nuevo bipartidismo
Superado el domingo electoral, ha llegado la hora de la verdad para las distintas fuerzas políticas que han concurrido a estas elecciones municipales y autonómicas. Atrás han quedado los supuestos aventurados por los sondeos y ahora cada cual debe trabajar con números a la hora de conjugar el verbo que se ha impuesto tras conocer los resultados definitivos: pactar. Desde este momento ya no vale jugar de farol, ni echar un órdago. Ha llegado el instante de mostrar las cartas y poner sobre la mesa el juego capaz de hacerles ganar, en este caso gobernar.
Resulta especialmente lastimoso -a mi, al menos, es la sensación que me provoca- ver a los responsables de los hasta ahora dos grandes partidos adoptar el papel de mendicantes tratando de acercar a su ascua el fuego de aquellos a los que han ninguneado, cuando no vilipendiado, hasta hace solamente algunas horas. Y resulta también ofensivo comprobar que a ninguno se le cae la cara de vergüenza a la hora de hacer sumas con los sufragios que les puedan reportar la posibilidad de mantener el poder. PSOE y PP han empezado a echar las redes en los bancos de sus antiguos nichos electorales en un intento desesperado de conservar sus feudos aunque sea a costa de no se sabe qué, puesto que a estas alturas de la película ya nadie regala nada. Los dirigentes de ambas fuerzas políticas saben que la tarea no va a ser fácil pero a buen seguro que ya estarán haciendo cuentas de hasta donde pueden entrar en el 'trueque' que podrían proponerles sus presuntos apoyos.
En el otro lado de la balanza, los nuevos triunfadores se preparan para hacer valer la fuerza de sus escaños para acabar con los privilegios de los de siempre, aunque conscientes -supongo- de que tampoco van a poder imporner unos principios que implicarían el suicidio institucional de sus interlocutores. Negociar sin cintura va a llevar consigo la posibilidad de que la 'casta' se una para defender de forma conjunta su estatus. Aquí, en Asturias, ya hemos tenido un laboratorio de ensayo que demuestra que tal unión, otrora 'contra natura', es ahora más posible que nunca. Y los números pueden facilitarlo de nuevo.
Personalmente, me resulta difícil de imaginar que Javier Fernández y los suyos estén dispuestos a aceptar las condiciones irrenunciables para un acuerdo que ha puesto sobre la mesa Podemos. Es demasiado fuerte para ingerirlo de un solo trago por quienes han disfrutado del banquete durante tantas lustros. Y que tampoco se engañe el presidente en funciones del Principado. Los de Emilio León y Daniel Ripa no van a tragar como ocurrió hace tres años con UPyD e IU con cuatro baratijas que, finalmente, ni les concedieron cuando llegó la hora de la verdad. Ahora hay que negociar con concreciones, no con fugos de artificio.
Un aspecto preocupante, a mi entender, de los resultados del domingo es el carácter excluyente, de bloques, que han devuelto a nuestra sociedad. Algo que se ha dejado notar hasta en la exigible cortesía que cabría esperar de las felicitaciones de la noche electoral a quienes lograron unos buenos resultados (los de verdad, porque ya se sabe que aquí no pierde nadie).
Ahora, los de Pablo Iglesias han puesto en el frontispicio de sus objetivos "desalojar" al PP del gobierno de las instituciones, algo legítimo pero que habla bastante explícitamiente de una nueva bipolarización de la política en España, la que nos devuelve a los difuminados conceptos de derecha e izquierda, la que eleva a titulares conceptos como un "frente popular", la que parecen dispuestos a aceptar, aunque de mala gana, los protagonistas del bipartidismo que han controlado con mano firme el devenir de la sociedad de este país y que ahora no saben como adaptarse al 'caos' que ellos mismos han provocado. ¡Que dios nos coja confesados!
Resulta especialmente lastimoso -a mi, al menos, es la sensación que me provoca- ver a los responsables de los hasta ahora dos grandes partidos adoptar el papel de mendicantes tratando de acercar a su ascua el fuego de aquellos a los que han ninguneado, cuando no vilipendiado, hasta hace solamente algunas horas. Y resulta también ofensivo comprobar que a ninguno se le cae la cara de vergüenza a la hora de hacer sumas con los sufragios que les puedan reportar la posibilidad de mantener el poder. PSOE y PP han empezado a echar las redes en los bancos de sus antiguos nichos electorales en un intento desesperado de conservar sus feudos aunque sea a costa de no se sabe qué, puesto que a estas alturas de la película ya nadie regala nada. Los dirigentes de ambas fuerzas políticas saben que la tarea no va a ser fácil pero a buen seguro que ya estarán haciendo cuentas de hasta donde pueden entrar en el 'trueque' que podrían proponerles sus presuntos apoyos.
En el otro lado de la balanza, los nuevos triunfadores se preparan para hacer valer la fuerza de sus escaños para acabar con los privilegios de los de siempre, aunque conscientes -supongo- de que tampoco van a poder imporner unos principios que implicarían el suicidio institucional de sus interlocutores. Negociar sin cintura va a llevar consigo la posibilidad de que la 'casta' se una para defender de forma conjunta su estatus. Aquí, en Asturias, ya hemos tenido un laboratorio de ensayo que demuestra que tal unión, otrora 'contra natura', es ahora más posible que nunca. Y los números pueden facilitarlo de nuevo.
Personalmente, me resulta difícil de imaginar que Javier Fernández y los suyos estén dispuestos a aceptar las condiciones irrenunciables para un acuerdo que ha puesto sobre la mesa Podemos. Es demasiado fuerte para ingerirlo de un solo trago por quienes han disfrutado del banquete durante tantas lustros. Y que tampoco se engañe el presidente en funciones del Principado. Los de Emilio León y Daniel Ripa no van a tragar como ocurrió hace tres años con UPyD e IU con cuatro baratijas que, finalmente, ni les concedieron cuando llegó la hora de la verdad. Ahora hay que negociar con concreciones, no con fugos de artificio.
Un aspecto preocupante, a mi entender, de los resultados del domingo es el carácter excluyente, de bloques, que han devuelto a nuestra sociedad. Algo que se ha dejado notar hasta en la exigible cortesía que cabría esperar de las felicitaciones de la noche electoral a quienes lograron unos buenos resultados (los de verdad, porque ya se sabe que aquí no pierde nadie).
Ahora, los de Pablo Iglesias han puesto en el frontispicio de sus objetivos "desalojar" al PP del gobierno de las instituciones, algo legítimo pero que habla bastante explícitamiente de una nueva bipolarización de la política en España, la que nos devuelve a los difuminados conceptos de derecha e izquierda, la que eleva a titulares conceptos como un "frente popular", la que parecen dispuestos a aceptar, aunque de mala gana, los protagonistas del bipartidismo que han controlado con mano firme el devenir de la sociedad de este país y que ahora no saben como adaptarse al 'caos' que ellos mismos han provocado. ¡Que dios nos coja confesados!
domingo, 17 de mayo de 2015
Sin encuestas, tendencias
A siete días de celebrar las elecciones municipales y autonómicas, la gran atracción de la jornada de hoy -visto el fiasco de una campaña electoral más improductiva que nunca- era conocer las últimas encuestas autorizadas que en esta fecha pueden publicar los medios de comunicación. Pero nos hemos quedado con las ganas. Pocos y, en muchos casos, poco creíbles han sido los sondeos de intención de voto publicados, quizá porque son muchas las alternativas electorales con opciones reales de tener representación en consistorios y parlamentos autonómicos o, también, porque cada día los presupuestos están menos predispuestos a ser gastados en estimaciones que la realidad se encarga en el momento preciso de deslegitimar.
Sí que hemos tenido ocasión de comprobar una vez más que los que no renuncian a aventurar la futura aritmética parlamentaria son los propios partidos políticos en liza, aunque todos sabemos a estas alturas que ninguna empresa demoscópica vende resultados negativos a aquél que le va a pagar por su trabajo. Sólo la voracidad para arañar un voto aquí y otro allá les lleva a seguir intentando convencer a los dudosos.
Lo que sí parece más evidente es que del análisis de tendencias, que no de representación, no es tan aventurado estimar que al menos seis candidaturas electorales van a estar presentes en la Junta General del Principado y también que a los amantes de las mayorías les va a ser harto difícil conjugar escaños para alcanzar una base de gobierno estable. Ríete tú de lo de Andalucía podríamos afirmar ante lo que se nos viene encima.
Porque, aunque todas las previsiones apuntan a que el Partido Socialista será de nuevo el más votado, también es una evidencia que no va a estar en condiciones de sumar con otras siglas esos 23 diputados regionales que dan un soporte suficiente a una gestión de gobierno. Bien es cierto que esas mismas previsiones perfilan una posible mayoría de los más votados con Podemos e Izquierda Unida, un teórico conglomerado de la izquierda al que únicamente amalgama el rechazo a sus adversarios de la derecha, algo que puede ser insuficiente a la hora de poner un programa realista en funcionamiento.
Por lo que se refiere a esa misma derecha, tal parece que Asturias ha vuelto a sus tiempos 'rojos' toda vez que el Partido Popular no ofrece visos de remontar sus malos resultados de las dos últimas citas con las urnas, Ciudadanos entrará seguramente con menos fuerza de la que algunos le pronostican y Foro, el partido de Álvarez-Cascos, se desinfla claramente una vez que su líder y motor de hace cuatro años se ha desentendido progresivamente de su proyecto por mucho que ahora trate de aparecer en público durante esta campaña (Historia bien diferente puede ser el Ayuntamiento de Gijón, un auténtico oasis para los casquistas, que se han ganado cierto reconocimiento en cuatro años de gestión al contrario -o precisamente por eso- de lo que tratan de mostrar los furibundos ataques de los socialistas de José María Pérez que en esta ocasión han centralizado toda se artillería en la regidora Carmen Moriyón y su equipo).
Queda por saber si, como dicen muchos, pervive aún una bolsa importante de indecisos que no tienen claro si van a votar el domingo próximo y, de hacerlo, a favor de quién. Sinceramente, yo no me lo creo. Pienso que a estas alturas prácticamente todos sabemos qué hacer aunque en muchos casos no estemos tan seguros del porqué. Las inercias han funcionado de forma espectacular en los últimos meses pero, a la hora de entregar a alguien nuestra confianza, pesan tanto o más las credibilidades de quienes se ofrecen para recogerla. Lo que sí tengo claro es que con sólo dos dedos de frente nadie en su sano juicio se habrá sentido incentivado estos últimos días por unos políticos incansables en su objetivo de ofrecer todo lo que no han sido capaces de llevar a la práctica con anterioridad o, en caso de no haber tocado poder, los que han transformado su ideario en auténtica utopía incapaz de casar con la realidad de los recursos de una comunidad, y de un país, que sigue instalada en la crisis por mucho en que se empeñen algunos de sus dirigentes en tratar de convencernos de lo contrario.
Sí que hemos tenido ocasión de comprobar una vez más que los que no renuncian a aventurar la futura aritmética parlamentaria son los propios partidos políticos en liza, aunque todos sabemos a estas alturas que ninguna empresa demoscópica vende resultados negativos a aquél que le va a pagar por su trabajo. Sólo la voracidad para arañar un voto aquí y otro allá les lleva a seguir intentando convencer a los dudosos.
Lo que sí parece más evidente es que del análisis de tendencias, que no de representación, no es tan aventurado estimar que al menos seis candidaturas electorales van a estar presentes en la Junta General del Principado y también que a los amantes de las mayorías les va a ser harto difícil conjugar escaños para alcanzar una base de gobierno estable. Ríete tú de lo de Andalucía podríamos afirmar ante lo que se nos viene encima.
Porque, aunque todas las previsiones apuntan a que el Partido Socialista será de nuevo el más votado, también es una evidencia que no va a estar en condiciones de sumar con otras siglas esos 23 diputados regionales que dan un soporte suficiente a una gestión de gobierno. Bien es cierto que esas mismas previsiones perfilan una posible mayoría de los más votados con Podemos e Izquierda Unida, un teórico conglomerado de la izquierda al que únicamente amalgama el rechazo a sus adversarios de la derecha, algo que puede ser insuficiente a la hora de poner un programa realista en funcionamiento.
Por lo que se refiere a esa misma derecha, tal parece que Asturias ha vuelto a sus tiempos 'rojos' toda vez que el Partido Popular no ofrece visos de remontar sus malos resultados de las dos últimas citas con las urnas, Ciudadanos entrará seguramente con menos fuerza de la que algunos le pronostican y Foro, el partido de Álvarez-Cascos, se desinfla claramente una vez que su líder y motor de hace cuatro años se ha desentendido progresivamente de su proyecto por mucho que ahora trate de aparecer en público durante esta campaña (Historia bien diferente puede ser el Ayuntamiento de Gijón, un auténtico oasis para los casquistas, que se han ganado cierto reconocimiento en cuatro años de gestión al contrario -o precisamente por eso- de lo que tratan de mostrar los furibundos ataques de los socialistas de José María Pérez que en esta ocasión han centralizado toda se artillería en la regidora Carmen Moriyón y su equipo).
Queda por saber si, como dicen muchos, pervive aún una bolsa importante de indecisos que no tienen claro si van a votar el domingo próximo y, de hacerlo, a favor de quién. Sinceramente, yo no me lo creo. Pienso que a estas alturas prácticamente todos sabemos qué hacer aunque en muchos casos no estemos tan seguros del porqué. Las inercias han funcionado de forma espectacular en los últimos meses pero, a la hora de entregar a alguien nuestra confianza, pesan tanto o más las credibilidades de quienes se ofrecen para recogerla. Lo que sí tengo claro es que con sólo dos dedos de frente nadie en su sano juicio se habrá sentido incentivado estos últimos días por unos políticos incansables en su objetivo de ofrecer todo lo que no han sido capaces de llevar a la práctica con anterioridad o, en caso de no haber tocado poder, los que han transformado su ideario en auténtica utopía incapaz de casar con la realidad de los recursos de una comunidad, y de un país, que sigue instalada en la crisis por mucho en que se empeñen algunos de sus dirigentes en tratar de convencernos de lo contrario.
sábado, 9 de mayo de 2015
La vida sigue igual
Después de unos cuantos años, ayer decidía acudir de nuevo a un mitin electoral. Era el primer día de campaña y 'debutaba' en Gijón uno de los inspiradores y caras visibles de Podemos. En los Jardines del Náutico, al aire libre, como antiguamente, Iñigo Errejón consiguió atraer en torno suyo a unos cientos de personas que se arremolinaron cerca del escenario para escuchar a uno de los políticos 'nuevos'. Fue como un retorno al pasado en el sentido de que, aunque haya pasado mucha agua por debajo de los puentes, no son tantas las cosas que han cambiado por mucho que esta palabra -cambio- se utilice cada equis años hasta la saciedad. Desde la perspectiva del curioso, los lenguajes y los estilos no difieran demasiado de los de viejas ocasiones, por mucho que las caras sean diferentes y las generaciones se sucedan.
Escuchar al ideólogo del partido de Pablo Iglesias fue como rubricar que 'la vida sigue igual' y dar fe de que los recursos de los actos públicos han cambiado quizá menos que las viejas ideologías o los acartonados programas.
En cuanto a lo que a la concurrencia se refiere, y por mucho que Errejón se esforzara en plantear un escenario de dudosos, la realidad es que esta clase de convocatoria solamente reúne a los convencidos, a aquellos que tienen muy claro su voto, algo apreciable sin estar dotado de grandes dotes sicológicas y con sólo una vista ordinaria. Ni siquiera quien suscribe, poco proclive a los planteamientos del nuevo partido, acudió a la cita con la intención de comprobar el vehículo 'del cambio'. Nada nuevo bajo el sol, más allá de la encomiable ilusión de algunos centenares de personas que realmente ansían el relevo de unas fuerzas políticas profesionalizadas y siempre alejadas de las verdaderas necesidades de la ciudadanía. En ese sentido, quizá con muy buena voluntad y cerrando los ojos, podríamos retrotraernos a aquel 1982 en el que se concretó un verdadero vuelco en la clase dirigente de este país. Claro que ahora ya todos sabemos como acabó aquello. Los 'renovadores' se institucionalizaron, relajaron sus ímpetus y descubrieron que la política real no es aquella que pintaban en sus grandes concentraciones. Y traicionaron a los votantes, a muchos millones de ellos.
Ahora, Podemos ensaya un remedo de aquellos tiempos. El franquismo y sus epígonos, son "la casta" de un bipartidismo organizado para alternarse en un cómodo guión de reparto de prebendas para ellos y para los suyos.
Quisiera creer que la historia no se va a repetir, que si Podemos llegara a gobernar -cosa bastante improbable-, sería diferente. Pero los años y la experiencia me hacen reticente, desconfiado, precavido al menos.
Si acaso, de todo el discurso de ayer en Gijón me quedaría con las medidas orientadas a 'limpiar' los vicios de los dirigentes que gobiernan las instituciones. Rebaja de sus sueldos, sí; aunque dudo que lleguen a equipararse -como afirmó Errejón- al de un salario medio de un ciudadano medio. Eliminación de los asesores, bien, pero ya sabemos como acabó lo de un partido en decadencia que acumuló el mayor número de estos 'consejeros' en una sola persona en la legislatura que ahora termina en el Principado de Asturias. Acabar con la prioridad a la hora de pagar que establece por delante las dietas y complementos de los diputados mientras a los pequeños o medianos suministradores de la Administración se les dan moratorias de muchos meses. ¿Quién no suscribiría todo esto sin dudar? Son planteamientos populares, directos, irrefutables. Pues bien, de todo esto habrá que acordarse si alguna vez la 'regeneración' llega a tocar el poder. Y, de no dar cumplimiento, habrá que demandárselo en los mismos escenarios en los que ahora lo proclaman con gradilocuencia.
Escuchar al ideólogo del partido de Pablo Iglesias fue como rubricar que 'la vida sigue igual' y dar fe de que los recursos de los actos públicos han cambiado quizá menos que las viejas ideologías o los acartonados programas.
En cuanto a lo que a la concurrencia se refiere, y por mucho que Errejón se esforzara en plantear un escenario de dudosos, la realidad es que esta clase de convocatoria solamente reúne a los convencidos, a aquellos que tienen muy claro su voto, algo apreciable sin estar dotado de grandes dotes sicológicas y con sólo una vista ordinaria. Ni siquiera quien suscribe, poco proclive a los planteamientos del nuevo partido, acudió a la cita con la intención de comprobar el vehículo 'del cambio'. Nada nuevo bajo el sol, más allá de la encomiable ilusión de algunos centenares de personas que realmente ansían el relevo de unas fuerzas políticas profesionalizadas y siempre alejadas de las verdaderas necesidades de la ciudadanía. En ese sentido, quizá con muy buena voluntad y cerrando los ojos, podríamos retrotraernos a aquel 1982 en el que se concretó un verdadero vuelco en la clase dirigente de este país. Claro que ahora ya todos sabemos como acabó aquello. Los 'renovadores' se institucionalizaron, relajaron sus ímpetus y descubrieron que la política real no es aquella que pintaban en sus grandes concentraciones. Y traicionaron a los votantes, a muchos millones de ellos.
Ahora, Podemos ensaya un remedo de aquellos tiempos. El franquismo y sus epígonos, son "la casta" de un bipartidismo organizado para alternarse en un cómodo guión de reparto de prebendas para ellos y para los suyos.
Quisiera creer que la historia no se va a repetir, que si Podemos llegara a gobernar -cosa bastante improbable-, sería diferente. Pero los años y la experiencia me hacen reticente, desconfiado, precavido al menos.
Si acaso, de todo el discurso de ayer en Gijón me quedaría con las medidas orientadas a 'limpiar' los vicios de los dirigentes que gobiernan las instituciones. Rebaja de sus sueldos, sí; aunque dudo que lleguen a equipararse -como afirmó Errejón- al de un salario medio de un ciudadano medio. Eliminación de los asesores, bien, pero ya sabemos como acabó lo de un partido en decadencia que acumuló el mayor número de estos 'consejeros' en una sola persona en la legislatura que ahora termina en el Principado de Asturias. Acabar con la prioridad a la hora de pagar que establece por delante las dietas y complementos de los diputados mientras a los pequeños o medianos suministradores de la Administración se les dan moratorias de muchos meses. ¿Quién no suscribiría todo esto sin dudar? Son planteamientos populares, directos, irrefutables. Pues bien, de todo esto habrá que acordarse si alguna vez la 'regeneración' llega a tocar el poder. Y, de no dar cumplimiento, habrá que demandárselo en los mismos escenarios en los que ahora lo proclaman con gradilocuencia.
jueves, 7 de mayo de 2015
Unas elecciones diferentes
En la madrugada próxima arranca una nueva campaña electoral para la renovación de cargos en los 78 concejos asturianos y en la Junta General del Principado. Pero no se trata de una campaña más en lo que respecta a la concurrencia; al contrario, a priori esta cita con las urnas marca un antes y un después; un antes presidido por la existencia de dos partidos mayoritarios instalados en las instituciones y un tercero en discordia destinado casi siempre a apuntalar a uno de los primeros (el hecho diferencial de Foro Asturias Ciudadanos es todavía muy reciente y sin un papel incierto salvo los espectaculares resultados de hace cuatro años) y un después marcado por cambios significativos en el elenco.
Ahora los asturianos vamos a tener la opción de apoyar a dos nuevos actores en la escena política, dos partidos surgidos precisamente del descontento originado por la gestión de los habituales y sus vicios adquiridos. Aunque lo de las ideologías cada día se muestra como concepto más obsoleto, se puede afirmar que Podemos y Ciudadanos son dos ofertas orientadas a recoger el voto de la izquierda y de la derecha hastiado de sus siglas tradicionales.
Aunque las encuestas se muestren generalmente viciadas, todo apunta a que ambas fuerzas políticas se incorporarán a las instituciones con una presencia relativamente significativa, más por esa inercia de recambio que por el carisma de sus representantes o por unos programas que el 99% de la ciudadanía desconoce. Podemos y Ciudadanos se han subido, uno primero que el otro, a la potente ola de demanda de cambios y han aprovechado ese impulso para 'colarse' en las preferencias de los votantes. Que ésta sea amplia o reducida es algo que solamente el voto va a determinar por mucho que los dirigentes de ambos se atribuyan un futuro papel relevante.
La primera consecuencia del nuevo escenario tiene incluso una relevancia física, como cuando comprobamos que aquellas tres (o cuatro en Asturias) fotografías de los candidatos con opciones -hay un montón más de concurrentes que, dicho sea con todo el respeto, van de comparsas- se han transformado en seis. Visualmente el pastel tiene mucho más merengue y guindas capaces de dar color al producto final.
Nos esperan ahora algo más de dos semanas de bombardeo con actos públicos, megafonía callejera y folletos sin cuento repartidos con tanta prodigalidad y con los mismos resultados que las ofertas de una peluquería del centro que nos entregan por la calle y arrojamos a la siguiente papelera. Lo más lamentable es que ese despliegue nos va a costar a los asturianos en torno a un millón de euros que bien precisarían algunas atenciones prioritarias. Y todo para nada, puesto que estamos hablando de una campaña incapaz de movilizar un solo sufragio indeciso. Y, además, tiene gracia que tengamos que agradecerles que hayan recortado sustancialmente esas partidas si las ponemos en relación con anteriores citas electorales.
Al margen de los gastos, lo que más irrita a amplios sectores de la ciudadanía es escuchar o ver reflejadas en las páginas de los periódicos las promesas con las que se adornan unos y otros candidatos. Unos, recuperando buena parte de aquello que han sido incapaces de cumplir cuando han tenido el poder o han disfrutado de condiciones favorables para influir en quien lo ostentaba; otros, los nuevos, poniendo una pica en Flandes para 'responsabilizarse' de cambiar las normas del juego con el objetivo de mejorar la vida de los votantes, aunque las metas se ofrezcan faltas de la necesaria dotación material para alcanzarlas.
Al final, lo único que contará es el sufragio introducido en las urnas por cada uno de los censados que decida ejercer su derecho. Lo demás, serán fuegos de artificio para lograr un papel protagonista en el proscenio institucional. A partir de ahí se olvidará todo el argumento para centrarse en una aritmética asimétrica orientada a lograr pactos estables. Y ahí estará el verdadero meollo del conflicto. Que dios reparta suerte.
Ahora los asturianos vamos a tener la opción de apoyar a dos nuevos actores en la escena política, dos partidos surgidos precisamente del descontento originado por la gestión de los habituales y sus vicios adquiridos. Aunque lo de las ideologías cada día se muestra como concepto más obsoleto, se puede afirmar que Podemos y Ciudadanos son dos ofertas orientadas a recoger el voto de la izquierda y de la derecha hastiado de sus siglas tradicionales.
Aunque las encuestas se muestren generalmente viciadas, todo apunta a que ambas fuerzas políticas se incorporarán a las instituciones con una presencia relativamente significativa, más por esa inercia de recambio que por el carisma de sus representantes o por unos programas que el 99% de la ciudadanía desconoce. Podemos y Ciudadanos se han subido, uno primero que el otro, a la potente ola de demanda de cambios y han aprovechado ese impulso para 'colarse' en las preferencias de los votantes. Que ésta sea amplia o reducida es algo que solamente el voto va a determinar por mucho que los dirigentes de ambos se atribuyan un futuro papel relevante.
La primera consecuencia del nuevo escenario tiene incluso una relevancia física, como cuando comprobamos que aquellas tres (o cuatro en Asturias) fotografías de los candidatos con opciones -hay un montón más de concurrentes que, dicho sea con todo el respeto, van de comparsas- se han transformado en seis. Visualmente el pastel tiene mucho más merengue y guindas capaces de dar color al producto final.
Nos esperan ahora algo más de dos semanas de bombardeo con actos públicos, megafonía callejera y folletos sin cuento repartidos con tanta prodigalidad y con los mismos resultados que las ofertas de una peluquería del centro que nos entregan por la calle y arrojamos a la siguiente papelera. Lo más lamentable es que ese despliegue nos va a costar a los asturianos en torno a un millón de euros que bien precisarían algunas atenciones prioritarias. Y todo para nada, puesto que estamos hablando de una campaña incapaz de movilizar un solo sufragio indeciso. Y, además, tiene gracia que tengamos que agradecerles que hayan recortado sustancialmente esas partidas si las ponemos en relación con anteriores citas electorales.
Al margen de los gastos, lo que más irrita a amplios sectores de la ciudadanía es escuchar o ver reflejadas en las páginas de los periódicos las promesas con las que se adornan unos y otros candidatos. Unos, recuperando buena parte de aquello que han sido incapaces de cumplir cuando han tenido el poder o han disfrutado de condiciones favorables para influir en quien lo ostentaba; otros, los nuevos, poniendo una pica en Flandes para 'responsabilizarse' de cambiar las normas del juego con el objetivo de mejorar la vida de los votantes, aunque las metas se ofrezcan faltas de la necesaria dotación material para alcanzarlas.
Al final, lo único que contará es el sufragio introducido en las urnas por cada uno de los censados que decida ejercer su derecho. Lo demás, serán fuegos de artificio para lograr un papel protagonista en el proscenio institucional. A partir de ahí se olvidará todo el argumento para centrarse en una aritmética asimétrica orientada a lograr pactos estables. Y ahí estará el verdadero meollo del conflicto. Que dios reparta suerte.
domingo, 3 de mayo de 2015
Sueños de campaña
"Estamos en campaña. Disculpen las promesas". Así rezaba la viñeta de El Roto que anteayer insertaba en sus páginas el diario El País, una nueva muestra del talento en la observación de la actualidad de ese ingenioso humorista gráfico que es Andrés Rábago.
Seis palabras en un sencillo dibujo que definen con precisión la situación que los españoles estamos viviendo a raíz de la inminente contienda electoral que desembocará en las urnas el próximo día 24.
Porque, si bien son numerosas las fuerzas políticas en liza que concurren a esa cita que han preferido no mostrar aún sus cartas en lo que a programas específicos se refiere, también es cierto que la extraordinaria competencia que ha establecido la presencia de nuevos partidos emergentes obliga de alguna manera a unos y a otros a marcar territorio en lo que a aspectos ideológico-generales' se refiere. Así, llevamos ya semanas escuchando a organizaciones de la derecha, de la izquierda o del presunto centro manifestarse poseedores de la pócima mágica capaz de terminar con algunos de los problemas más acuciantes de la ciudadanía. Todo hay que decirlo, mucho tiene que ver la intrusión en esta campaña de unos líderes nacionales que se sienten , como algunos deportistas en encuentros de trámite, poco obligados a respetar unas mínimas normas de racionalidad y son capaces de convertirse en feriantes de tómbola para asegurarnos que vamos a ganar -todos- el ansiado 'perro piloto'. "Qué alegría, qué alboroto", proclaman a voz en grito. Y, tras invitarnos a traspasar el espejo, nos conducen por un remedo de 'país de las maravillas' en el que sus malabares se entrecruzan con sombrereros locos, reinas de corazones o conejos blancos que, con su excepcionalidad, nos emboban mientras ellos siguen a lo suyo.
Bajadas de impuestos, atención a sectores desfavorecidos, mejores servicios básicos,... Son algunos eslóganes recurridos que nos suenan a viejos, que se han repetido cada equis años hasta la saciedad para mostrarse más falsos que una moneda de dos euros y medio con el transcurrir del tiempo.
Pues todo esto volverá a escucharse en las semanas inminentes, si es que no ha aparecido ya en los discursos preparatorios. Se abrirá de nuevo la puja -aún más si cabe por la presencia de más demandantes- y el conductor de la subasta esperará a que la cifra vaya subiendo antes de hacer caer su mazo decisorio.
A expensas de lo que pueda depararnos esa vorágine de apuestas superlativas, de la simple lectura de algunas de las que ya han ido haciendo acto de presencia se me ocurre que, juntándolas, podría hacerse un verdadero programa capaz de satisfacer hasta la última de las exigencias del común de los mortales, una auténtica plasmación de la utopía social, una sabia combinación de la piedra filosofal y el elixir de la eterna juventud.
Claro que, como ha quedado demostrado hasta la saciedad, los sueños, sueños son.
Seis palabras en un sencillo dibujo que definen con precisión la situación que los españoles estamos viviendo a raíz de la inminente contienda electoral que desembocará en las urnas el próximo día 24.
Porque, si bien son numerosas las fuerzas políticas en liza que concurren a esa cita que han preferido no mostrar aún sus cartas en lo que a programas específicos se refiere, también es cierto que la extraordinaria competencia que ha establecido la presencia de nuevos partidos emergentes obliga de alguna manera a unos y a otros a marcar territorio en lo que a aspectos ideológico-generales' se refiere. Así, llevamos ya semanas escuchando a organizaciones de la derecha, de la izquierda o del presunto centro manifestarse poseedores de la pócima mágica capaz de terminar con algunos de los problemas más acuciantes de la ciudadanía. Todo hay que decirlo, mucho tiene que ver la intrusión en esta campaña de unos líderes nacionales que se sienten , como algunos deportistas en encuentros de trámite, poco obligados a respetar unas mínimas normas de racionalidad y son capaces de convertirse en feriantes de tómbola para asegurarnos que vamos a ganar -todos- el ansiado 'perro piloto'. "Qué alegría, qué alboroto", proclaman a voz en grito. Y, tras invitarnos a traspasar el espejo, nos conducen por un remedo de 'país de las maravillas' en el que sus malabares se entrecruzan con sombrereros locos, reinas de corazones o conejos blancos que, con su excepcionalidad, nos emboban mientras ellos siguen a lo suyo.
Bajadas de impuestos, atención a sectores desfavorecidos, mejores servicios básicos,... Son algunos eslóganes recurridos que nos suenan a viejos, que se han repetido cada equis años hasta la saciedad para mostrarse más falsos que una moneda de dos euros y medio con el transcurrir del tiempo.
Pues todo esto volverá a escucharse en las semanas inminentes, si es que no ha aparecido ya en los discursos preparatorios. Se abrirá de nuevo la puja -aún más si cabe por la presencia de más demandantes- y el conductor de la subasta esperará a que la cifra vaya subiendo antes de hacer caer su mazo decisorio.
A expensas de lo que pueda depararnos esa vorágine de apuestas superlativas, de la simple lectura de algunas de las que ya han ido haciendo acto de presencia se me ocurre que, juntándolas, podría hacerse un verdadero programa capaz de satisfacer hasta la última de las exigencias del común de los mortales, una auténtica plasmación de la utopía social, una sabia combinación de la piedra filosofal y el elixir de la eterna juventud.
Claro que, como ha quedado demostrado hasta la saciedad, los sueños, sueños son.
viernes, 1 de mayo de 2015
Bienvenidos a la fiesta
Una de las servidumbres inevitables del éxito es que quien lo disfruta -o lo padece- no puede obviar estar en el punto de mira de una gran mayoría, para lo bueno y para lo malo. Y en esas anda precisamente Podemos. Ya desde los comicios europeos, donde alcanzó unos sorprendentes resultados, cualquier acto o manifestación de sus principales dirigentes tiene una repercusión mediática inimaginable hace solamente un año.
El partido que lidera Pablo Iglesias emergió desde abajo, desde los niveles más próximos a la ciudadanía llana, principalmente germinado a partir de unos grandes niveles de descontento originados por una crisis nunca bien explicada y de las consecuencias de una gestión de la misma que sólo se me ocurre calificar de lamentable.
Incardinar el espíritu del 11-M, aquel movimiento natural de rebeldía contra la injusticia y la insolidaridad, en el esquema institucional era una labor ardua; para algunos -entre los que me cuento- prácticamente imposible. Pero un importante sector del electorado español decidió dar su confianza al joven partido en las elecciones para el Parlamento Europeo y ahí empezaron los problemas. Sus dirigentes se creyeron de verás aquello de que podían incluso ganar y gobernar; las encuestas les subían mes a mes el porcentaje de apoyos, y volvió a surgir el término mágico de un país hastiado: el cambio es posible: "Podemos".
Pero la realidad nos dice que las cosas no son así de sencillas, que no se levanta un rascacielos en unos días, que los albañiles -por excelentes profesionales que sean- no pueden redactar un proyecto sólido para el mismo, que las buenas intenciones son insuficientes y que de las mismas -aseguran- está empedrado el infierno.
El problema -algunos lo comentamos hace mucho tiempo- no está en recoger descontentos en un momento de hartazgo generalizado, sino en saber encajar ese impulso en el esqueleto institucional de una nación (salvo que se elija la vía revolucionaria, que no parece el caso). A la nueva fuerza política le ha costado sobremanera edificar su propia organización interna, primero, y hacer sus candidaturas electorales para el mes próximo, después. Por muy democrático que se pretenda ser, no se puede dejar de lado la condición humana, que el pensamiento único sólo se consigue mediante la opresión y que la discrepancia tiene difícil encaje en el camino recto.
Ahora, a Podemos se le ha caído una pata de las tres que sustentaban su cúpula. Y lo ha hecho con estrépito, por mucho que a las pocas horas se hayan tratado de minimizar daños con nuevas declaraciones más complacientes y amigables. La incontable y entusiasta feligresia adquirida en su todavía corta etapa de existencia relativizará la marcha de Juan Carlos Monedero, suavizará las aristas de unas declaraciones realmente fuertes; incluso, volverá a ese recurso tan viejo como la propia política que es señalar con el dedo índice -aunque sea de mala educación- al enemigo externo, o sea, a esos partidos de la "casta" y a los medios de comunicación que les hacen el juego. Nada que no hayan practicado con profusión otros anteriormente.
Pero que nadie se engañe. El conflicto de Podemos no tiene nombre y apellidos concretos, salvo para quienes consideran que el ego de Iglesias es incapaz de no desbordar las lindes de una organización. El problema no es un señor de nombre Juan Carlos Monedero. No. Éste ya había quedado relativamente desactivado desde el mismo momento en que se pusieron de manifiesto sus presuntas irregularidades al cobrar del régimen venezolano por unos supuestos informes y, sobre todo, por el sospecha de que aquel casi medio millón de euros fue entregado para financiar la formación de la nueva fuerza política. El verdadero problema no es esta persona; es que su organización ha decidido participar en un escenario que no se presenta precisamente como una plácida llanura, sino como la cubierta de un barco agitado por las olas, algo que ningún discurso puede cambiar.
Bienvenidos a la fiesta.
El partido que lidera Pablo Iglesias emergió desde abajo, desde los niveles más próximos a la ciudadanía llana, principalmente germinado a partir de unos grandes niveles de descontento originados por una crisis nunca bien explicada y de las consecuencias de una gestión de la misma que sólo se me ocurre calificar de lamentable.
Incardinar el espíritu del 11-M, aquel movimiento natural de rebeldía contra la injusticia y la insolidaridad, en el esquema institucional era una labor ardua; para algunos -entre los que me cuento- prácticamente imposible. Pero un importante sector del electorado español decidió dar su confianza al joven partido en las elecciones para el Parlamento Europeo y ahí empezaron los problemas. Sus dirigentes se creyeron de verás aquello de que podían incluso ganar y gobernar; las encuestas les subían mes a mes el porcentaje de apoyos, y volvió a surgir el término mágico de un país hastiado: el cambio es posible: "Podemos".
Pero la realidad nos dice que las cosas no son así de sencillas, que no se levanta un rascacielos en unos días, que los albañiles -por excelentes profesionales que sean- no pueden redactar un proyecto sólido para el mismo, que las buenas intenciones son insuficientes y que de las mismas -aseguran- está empedrado el infierno.
El problema -algunos lo comentamos hace mucho tiempo- no está en recoger descontentos en un momento de hartazgo generalizado, sino en saber encajar ese impulso en el esqueleto institucional de una nación (salvo que se elija la vía revolucionaria, que no parece el caso). A la nueva fuerza política le ha costado sobremanera edificar su propia organización interna, primero, y hacer sus candidaturas electorales para el mes próximo, después. Por muy democrático que se pretenda ser, no se puede dejar de lado la condición humana, que el pensamiento único sólo se consigue mediante la opresión y que la discrepancia tiene difícil encaje en el camino recto.
Ahora, a Podemos se le ha caído una pata de las tres que sustentaban su cúpula. Y lo ha hecho con estrépito, por mucho que a las pocas horas se hayan tratado de minimizar daños con nuevas declaraciones más complacientes y amigables. La incontable y entusiasta feligresia adquirida en su todavía corta etapa de existencia relativizará la marcha de Juan Carlos Monedero, suavizará las aristas de unas declaraciones realmente fuertes; incluso, volverá a ese recurso tan viejo como la propia política que es señalar con el dedo índice -aunque sea de mala educación- al enemigo externo, o sea, a esos partidos de la "casta" y a los medios de comunicación que les hacen el juego. Nada que no hayan practicado con profusión otros anteriormente.
Pero que nadie se engañe. El conflicto de Podemos no tiene nombre y apellidos concretos, salvo para quienes consideran que el ego de Iglesias es incapaz de no desbordar las lindes de una organización. El problema no es un señor de nombre Juan Carlos Monedero. No. Éste ya había quedado relativamente desactivado desde el mismo momento en que se pusieron de manifiesto sus presuntas irregularidades al cobrar del régimen venezolano por unos supuestos informes y, sobre todo, por el sospecha de que aquel casi medio millón de euros fue entregado para financiar la formación de la nueva fuerza política. El verdadero problema no es esta persona; es que su organización ha decidido participar en un escenario que no se presenta precisamente como una plácida llanura, sino como la cubierta de un barco agitado por las olas, algo que ningún discurso puede cambiar.
Bienvenidos a la fiesta.
jueves, 30 de abril de 2015
A quién no quiero en mi equipo
En el actual escenario de la política española se han presentado nuevos actores, y lo han hecho reclamando un protagonismo, lo que está obligando a quienes hasta ahora lo escribían a alterar el guión. Hasta las elecciones europeas del pasado año, la redacción del libreto parecía reservada a una de esas parejas acostumbradas, como algunos pianistas en la interpretación, a escribir a cuatro manos una obra en la que modificaban ligeramente los roles cada cuatro u ocho años, aunque siempre los intérpretes eran los mismos, intercambiándose las vestimentas, como en aquellas viejas compañías ambulantes de los cómicos de la legua.
Eso ha cambiado. Ahora se han incorporado nuevos figurantes con aspiraciones de asumir protagonismo y los veteranos actores de siempre precisan atildar sus papeles para acomodarlos al nuevo marco sin excesivo riesgo de perder su rancio prestigio.
Saco esto a colación después de haber leído la primera página del diario "El País", la de ayer y la de hoy, en las que figuran como titular principal los descartes que Ciudadanos -ayer- y el Partido Socialista -hoy- establecen para posibles pactos de gobierno o de legislatura tras los comicios del 24 de mayo próximo.
Hasta la fecha, lo anquilosado del guión hacía que todo el mundo supiera, sin necesidad de especificarlo, cuál o cuáles podrían ser los aliados de los dos partidos mayoritarios a la hora de completar mayorías suficientes para gobernar. Pero ahora el tablero es mucho más complejo y las posibilidades de movimientos hacen crecer exponencialmente las combinaciones.
Quizá por eso los máximos responsables de buena parte de las fuerzas políticas en liza han preferido apostar por los descartes, en vez de aventurar quienes podrían ser los compañeros de viaje en los hipotéticos grupos encargados de la gestión de autonomías y ayuntamientos.
Sin pretenderlo, me han venido a la memoria aquellos "cuadrinos" de fútbol que montábamos en los recreos de los tiempos escolares, aquéllos en los que los encargados de hacer los equipos siempre se encargaban de dejar claro quién era aquel que no querían en su equipo.
Ahora los 'preparadores' de Ciudadanos y del Partido Socialista han dejado claro ya qué jugadores no van a estar en sus 'team'. Los de Rivera sólo quieren a los titulares y amigos con los que compiten desde que han configurado su equipo; los de Pedro Sánchez son más flexibles y permitirían acompañar a sus 'galácticos' a algunos peones de brega capaces de oxigenar a los primeros, pero no a todos.
Pienso que todos estos posicionamientos tienen mucho más que ver -como casi todo lo que venimos oyendo últimamente- con las legislativas de finales de año que con las municipales y autonómicas del mes que viene. Y lo pienso porque resulta especialmente complicado establecer normas fijas capaces de ser aplicadas en la Comunidad Valenciana y en La Rioja, en el Ayuntamiento de Madrid o en el de Mijas, por decir algo. Me cuesta creer en una regla aritmética común y me atrevo a aventurar que su rígida aplicación sería una fuente de conflictos internos que llevaría a dolorosas secesiones en distintos puntos de España. La cruda realidad ya ha puesto frente al espejo a los emergentes Podemos y a los citados Ciudadanos a la hora de fijar las normas internas para la elaboración de listas.
Por otra parte, se me ocurre preguntarme si, en el caso de los socialistas, esas directrices son para aplicar desde este mismo momento o podrían trasladarse a una comunidad como la andaluza donde, a pesar de haber celebrado elecciones hace ya bastantes semanas, siguen sin tener una salida mínima para formar gobierno. ¿Quieren decirme los chicos de Ferraz que si el Partido Popular decidiera apostar por la abstención en la investidura de la líder andaluza le prohibirían acceder a la Presidencia de la comunidad con ese 'apoyo' de la derecha? Yo creo que no. Es más, estoy seguro de que Susana Díaz invocará todas las noches a Felipe González, esa especie de Cristo del Gran Poder sureño, para que le conceda el milagro de la gobernabilidad aunque sea en compañía del mismísimo diablo.
Eso ha cambiado. Ahora se han incorporado nuevos figurantes con aspiraciones de asumir protagonismo y los veteranos actores de siempre precisan atildar sus papeles para acomodarlos al nuevo marco sin excesivo riesgo de perder su rancio prestigio.
Saco esto a colación después de haber leído la primera página del diario "El País", la de ayer y la de hoy, en las que figuran como titular principal los descartes que Ciudadanos -ayer- y el Partido Socialista -hoy- establecen para posibles pactos de gobierno o de legislatura tras los comicios del 24 de mayo próximo.
Hasta la fecha, lo anquilosado del guión hacía que todo el mundo supiera, sin necesidad de especificarlo, cuál o cuáles podrían ser los aliados de los dos partidos mayoritarios a la hora de completar mayorías suficientes para gobernar. Pero ahora el tablero es mucho más complejo y las posibilidades de movimientos hacen crecer exponencialmente las combinaciones.
Quizá por eso los máximos responsables de buena parte de las fuerzas políticas en liza han preferido apostar por los descartes, en vez de aventurar quienes podrían ser los compañeros de viaje en los hipotéticos grupos encargados de la gestión de autonomías y ayuntamientos.
Sin pretenderlo, me han venido a la memoria aquellos "cuadrinos" de fútbol que montábamos en los recreos de los tiempos escolares, aquéllos en los que los encargados de hacer los equipos siempre se encargaban de dejar claro quién era aquel que no querían en su equipo.
Ahora los 'preparadores' de Ciudadanos y del Partido Socialista han dejado claro ya qué jugadores no van a estar en sus 'team'. Los de Rivera sólo quieren a los titulares y amigos con los que compiten desde que han configurado su equipo; los de Pedro Sánchez son más flexibles y permitirían acompañar a sus 'galácticos' a algunos peones de brega capaces de oxigenar a los primeros, pero no a todos.
Pienso que todos estos posicionamientos tienen mucho más que ver -como casi todo lo que venimos oyendo últimamente- con las legislativas de finales de año que con las municipales y autonómicas del mes que viene. Y lo pienso porque resulta especialmente complicado establecer normas fijas capaces de ser aplicadas en la Comunidad Valenciana y en La Rioja, en el Ayuntamiento de Madrid o en el de Mijas, por decir algo. Me cuesta creer en una regla aritmética común y me atrevo a aventurar que su rígida aplicación sería una fuente de conflictos internos que llevaría a dolorosas secesiones en distintos puntos de España. La cruda realidad ya ha puesto frente al espejo a los emergentes Podemos y a los citados Ciudadanos a la hora de fijar las normas internas para la elaboración de listas.
Por otra parte, se me ocurre preguntarme si, en el caso de los socialistas, esas directrices son para aplicar desde este mismo momento o podrían trasladarse a una comunidad como la andaluza donde, a pesar de haber celebrado elecciones hace ya bastantes semanas, siguen sin tener una salida mínima para formar gobierno. ¿Quieren decirme los chicos de Ferraz que si el Partido Popular decidiera apostar por la abstención en la investidura de la líder andaluza le prohibirían acceder a la Presidencia de la comunidad con ese 'apoyo' de la derecha? Yo creo que no. Es más, estoy seguro de que Susana Díaz invocará todas las noches a Felipe González, esa especie de Cristo del Gran Poder sureño, para que le conceda el milagro de la gobernabilidad aunque sea en compañía del mismísimo diablo.
lunes, 20 de abril de 2015
Aleación o mezcla
Me refería no hace mucho a la condición de laboratorio en que la política asturiana se había transformado para experimentar enlaces o uniones de todo tipo. Pues bien, el alquimista de turno ha logrado tras ímprobos esfuerzos -que nadie se engañe y piense que es labor de unas pocas semanas- sacar de su probeta un material nuevo fruto de la combinación de dos elementos extraños.
Me refiero, naturalmente, a la coalición electoral que, bajo la marca Ciudadanos, ha incorporado al material primigenio ese otro elemento de metal duro que es el grupo disidente de Unión, Progreso y Democracia.
"Una pa ti, otra pa mi". Con este principio se ha formado al límite del cronómetro este nuevo elemento al que los pronósticos dan presencia significativa en la Junta General. Parecía lógico que los chicos de Albert Rivera en el Principado, unos perfectos desconocidos para la inmensa mayoría de asturianos -entre los que me incluyo-, se reservasen cierta preferencia a la hora de repartir plazas: el uno, el tres, el cinco.... Lo que ya no estaba tan claro es que, salvado un primer escollo, otorgaran los puestos pares a Ignacio Prendes y sus rebeldes magentas. Se trataba de un experimento más complicado de lo que parece, toda vez que, mientras unos, emergentes, aparecían subidos a la ola, los otros, desahuaciados por la tozudez de Rosa Díez, eran los pretendientes.
Sin embargo, ya comentaba más arriba que nadie debe llamarse a engaño y pensar que la operación ha sido fruto de unos pocos días y de un esfuerzo sobrehumano de sus protagonistas. Las conversaciones, secretas, ya habían dado comienzo mucho antes; incluso antes de que el hasta ahora diputado regional de UPyD se borrara de la dirección nacional de la formación magenta. Casi diría que, aunque no formalmente, podríamos remontarnos al mismo momento en el que entonces eurodiputado de la misma Francisco Sosa Wagner inició el cisma que acabó con su renuncia al acta de Estrasburgo y el abandono del partido. Detrás de todos esos conflictos estaba la decidida apuesta de los mencionados por la confluencia con Ciudadanos, la misma a la que se oponía con idéntico tesón la lideresa de la formación magenta.
Parecía lógico pensar que, ante el desbarajuste interno del partido de Rosa Díez, los responsables de Ciudadanos en Asturias meditasen con mucha calma la opción de incorporar a los rebeldes de UPyD. Sin embargo, al final pesó sobremanera la conciencia del escaso bagaje acumulado hasta la fecha por los de Rivera en este territorio. Al final, el autoconvencimiento de que eran unos auténticos 'pardillos' pesó especialmente, no ya en los novatos dirigentes del Principado, sino en la dirección nacional, como lo prueba la visita 'pastoral' de uno de sus máximos dirigentes para traer la bención de Rivera al pacto asturiano.
Frente a tanto neófito sin nada en la mochila, la presencia de los ex dirigentes de UPyD dota de un cierto peso específico al producto resultante, muy especialmente con ese número dos para un Ignacio Prendes que ha tenido cuatro intensos años para fogearse, y de qué manera, en la política institucional, tras haber accedido a ella en condiciones prácticamente similares a Ciudadanos ahora.
El caso es que el alquimista ha abandonado el laboratorio para emitir la mágica exclamación del "eureka" después de creer que ha convertido el plomo en oro. Ahora falta la comprobación de que el tal metal precioso es de ley y puede ser mercancía de lujo. Los posibles conflictos internos, ahora y después de conocerse los resultados electorales, y, sobre todo, el dictamen en las urnas de los asturianos se encargarán de testar si el 'neonato' es una auténtica aleación o una simple mezcla.
Me refiero, naturalmente, a la coalición electoral que, bajo la marca Ciudadanos, ha incorporado al material primigenio ese otro elemento de metal duro que es el grupo disidente de Unión, Progreso y Democracia.
"Una pa ti, otra pa mi". Con este principio se ha formado al límite del cronómetro este nuevo elemento al que los pronósticos dan presencia significativa en la Junta General. Parecía lógico que los chicos de Albert Rivera en el Principado, unos perfectos desconocidos para la inmensa mayoría de asturianos -entre los que me incluyo-, se reservasen cierta preferencia a la hora de repartir plazas: el uno, el tres, el cinco.... Lo que ya no estaba tan claro es que, salvado un primer escollo, otorgaran los puestos pares a Ignacio Prendes y sus rebeldes magentas. Se trataba de un experimento más complicado de lo que parece, toda vez que, mientras unos, emergentes, aparecían subidos a la ola, los otros, desahuaciados por la tozudez de Rosa Díez, eran los pretendientes.
Sin embargo, ya comentaba más arriba que nadie debe llamarse a engaño y pensar que la operación ha sido fruto de unos pocos días y de un esfuerzo sobrehumano de sus protagonistas. Las conversaciones, secretas, ya habían dado comienzo mucho antes; incluso antes de que el hasta ahora diputado regional de UPyD se borrara de la dirección nacional de la formación magenta. Casi diría que, aunque no formalmente, podríamos remontarnos al mismo momento en el que entonces eurodiputado de la misma Francisco Sosa Wagner inició el cisma que acabó con su renuncia al acta de Estrasburgo y el abandono del partido. Detrás de todos esos conflictos estaba la decidida apuesta de los mencionados por la confluencia con Ciudadanos, la misma a la que se oponía con idéntico tesón la lideresa de la formación magenta.
Parecía lógico pensar que, ante el desbarajuste interno del partido de Rosa Díez, los responsables de Ciudadanos en Asturias meditasen con mucha calma la opción de incorporar a los rebeldes de UPyD. Sin embargo, al final pesó sobremanera la conciencia del escaso bagaje acumulado hasta la fecha por los de Rivera en este territorio. Al final, el autoconvencimiento de que eran unos auténticos 'pardillos' pesó especialmente, no ya en los novatos dirigentes del Principado, sino en la dirección nacional, como lo prueba la visita 'pastoral' de uno de sus máximos dirigentes para traer la bención de Rivera al pacto asturiano.
Frente a tanto neófito sin nada en la mochila, la presencia de los ex dirigentes de UPyD dota de un cierto peso específico al producto resultante, muy especialmente con ese número dos para un Ignacio Prendes que ha tenido cuatro intensos años para fogearse, y de qué manera, en la política institucional, tras haber accedido a ella en condiciones prácticamente similares a Ciudadanos ahora.
El caso es que el alquimista ha abandonado el laboratorio para emitir la mágica exclamación del "eureka" después de creer que ha convertido el plomo en oro. Ahora falta la comprobación de que el tal metal precioso es de ley y puede ser mercancía de lujo. Los posibles conflictos internos, ahora y después de conocerse los resultados electorales, y, sobre todo, el dictamen en las urnas de los asturianos se encargarán de testar si el 'neonato' es una auténtica aleación o una simple mezcla.
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