Mientras el país se mantiene plenamente inmerso todavía en la crisis económica y la sangría del paro no deja de crecer sin que el Gobierno de Zapatero sea capaz de ponerle freno, ese mismo equipo que dirige actualmente los destinos del país no seja de sobresaltarnos con anuncios que van en el sentido contrario al de la desesperada situación que afrontan millones de españoles. Primero fue la tarifa eléctrica, que en cuestión de días experimentará una notable subida. Antes hubo otras malas nuevas que no siempre se plentean en clave de subida de precios, que las hubo, sino también en forma de retirada de ayudas que a la hora de contar lo que uno tiene en el bolsillo viene a ser lo mismo.
Ahora, el Ejecutivo anuncia una subida para el primero de año de un 4% en la alta velocidad (incluye nuestro alvia, por supuesto) y de un 6% en las cercanías, porcentajes muy por encima de un IPC que anda entre el crecimiento cero y la deflación. Aunque este incremento tarifario pueda parecer menos relevante, por ser más prescindible, a mí me preocupa enormemente esta decisión, y me preocupa porque durante decenas de años los españoles hemos abandonado el ferrocarril por ser síntoma de atraso, por su falta de competitividad respecto a otros medios de transporte, por su abandono hasta convertirle en la 'cenicienta' del sector. De un tiempo para acá alguien descubrió que el tren es el mejor de los medios si se le pone a la altura necesaria y se le aplican las mismas medidas de modernización que sus 'hermanos' de carretera o aire. Y dicho y hecho, el ferrocarril ha avanzado a zancadas en los tres últimos lustros hasta situarse en una posición de absoluta competencia y sobrepasando a esos otros medios en las preferencias de los usuarios a la hora de hacer el típico balance genérico de 'calidad/precio', que también puede formularse como 'tiempo/precio' o 'comodidad/ precio',...
En Asturias tenemos un ejemplo claro con la entrada en funcionamiento de esa alta velocidad 'a medias' que, no obstante, ha reducido a unas cinco horas el viaje con Madrid y que ha hecho crecer exponencialmente mes a mes el número de usuarios de este servicio en detrimento de otros competidores. Lo preocupante sería que, una vez que la política de fomento del ferrocarril vaya imparable a situarle como el número uno en las preferencias de los españoles , cuando la parte más difícil del trabajo para diseñar un mapa férreo esté ya ejecutada, a alguien le dé por volver, vía precios, a disuadirnos de esas preferencias y se produzca un abandono progresivo que aboque al tren nuevamente a situaciones del pasado, aunque ahora se haya convertido en un medio moderno y bien dotado. ¡Qué dios nos libre!
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Los problemas, no; el problema
El CiIS hizo ayer público su último sondeo y entre otros resultados todos nos hemos quedado con un concreto: la preocupación de los españoles por el problema del paro, una sangría que no parece tener fin y que ya ni siquiera los que gobiernan se avergüenzan de reconocer que, "por el momento", no saben como frenarla. El 79% de los españoles sitúan como el principal problema del país el desempleo, la cifra más alta de toda la última década, aunque es cierto que hubo alguna ocasión en el actual periodo democrático en que ese porcentaje se supero, tanto con Felipe González como con José María Aznar en el Gobierno.
En segundo lugar entre los asuntos que quitan el sueño a los ciudadanos de este país el Centro de Investigaciones Socialógicas sitúa la situación económica, o sea lo que todos conocemos ya como crisis, un periodo que se alarga más allá de todas las previsiones iniciales y que, aunque aquí sí hay optimistas que se atreven incluso a decir que ya estamos saliendo de ella, por el momento se percibe como una enfermedad que se ha instalado en la vida española mientras que en los países de nuestro entorno ha empezado a alejarse dejando atrás los negros nubarrones de hace un año y dando paso a esperanzadores rayos de sol en forma de cifras y dígitos.
El tercero de los problemas que destacan los españoles es "la clase política". Este apartado tiene poco que explicar y todo el mundo lo entiende. Un Gobierno incapaz de gestionar la mala situación y una oposición que tampoco ofrece la mínima confianza.
Lo que el CIS no nos dice es que estos tres quebraderos de cabeza que desvelan a los españoles son parte de la misma pesadilla. Entre los tres configuran un único escenario capaz de ponerle los pelos de punta a cualquiera. No son tres problemas; son el problema, con mayúsculas.
En segundo lugar entre los asuntos que quitan el sueño a los ciudadanos de este país el Centro de Investigaciones Socialógicas sitúa la situación económica, o sea lo que todos conocemos ya como crisis, un periodo que se alarga más allá de todas las previsiones iniciales y que, aunque aquí sí hay optimistas que se atreven incluso a decir que ya estamos saliendo de ella, por el momento se percibe como una enfermedad que se ha instalado en la vida española mientras que en los países de nuestro entorno ha empezado a alejarse dejando atrás los negros nubarrones de hace un año y dando paso a esperanzadores rayos de sol en forma de cifras y dígitos.
El tercero de los problemas que destacan los españoles es "la clase política". Este apartado tiene poco que explicar y todo el mundo lo entiende. Un Gobierno incapaz de gestionar la mala situación y una oposición que tampoco ofrece la mínima confianza.
Lo que el CIS no nos dice es que estos tres quebraderos de cabeza que desvelan a los españoles son parte de la misma pesadilla. Entre los tres configuran un único escenario capaz de ponerle los pelos de punta a cualquiera. No son tres problemas; son el problema, con mayúsculas.
viernes, 25 de diciembre de 2009
La voz de la mayoría
Tradicionalmente, el mensaje navideño del Rey ha llegado a los españoles medido al milímetro en cada una de sus palabras. Su contenido ha sido, generalmente, tan institucional como corresponde a una figura, la del jefe del Estado, a la que la Constitución otorga un papel de máxima representación pero ningúna capacidad de influencia real -más allá del carisma de la persona que ostenta la Corona- en la vida social y política del país. Sin salirse de ese guión, don Juan Carlos ha afinado algo más sus discursos en los últimos años y ya podemos ver en sus contenidos mensajes que nada tienen que ver con el mero trámite de una presencia televisiva anual. Pese a mantener la prudencia que la Carta Magna asigna a tan alta institución, el mensaje navideño tiene cada año "más titulares" por mucho que algunos prefieran ver en los mismos interpretaciones más o menos respetables, pero interpretaciones.
El de anoche, sin embargo, fue el más directo de todos, especialmente cuando ha solicitado sentido de Estado para salir de la crisis, un recado para Gobierno y oposición sin necesidad de que los haya llamado por su nombre o sus siglas. De esta manera, el Monarca ha puesto su voz a una demanda de la gran mayoría de la sociedad española, incapaz de entender como PSOE y PP son incapaces de alcanzar un consenso sobre aquellos temas trascendentales para el futuro de España. Siempre habrá quienes digan que el Rey "no debe meterse en política" y saque punta a sus palabras más allá de su alcance general, quien hable de "llamadas al orden" a los líderes de las dos grandes fuerzas políticas. Sin embargo, la redacción textual del mensaje navideño no ha hecho otra cosa que hacer de portavoz de la mayoría real de esta país, sin necesidad del permiso de un pase por las urnas, que otros si han experimentado pero luego no han sido capaces de transformar ni de lejos, en solitario o juntos, en la puesta en práctica de las herramientas para transformar en hechos los sentimientos de la más amplia de las mayorías.
La reacción de socialistas y populares no ha podido ser más esperanzadora y han acogido esa llamada a la unidad en los asuntos de Estado como si se tratase de una insospechada fórmula mágica que alguien ajeno a ellos les haya descubierto milagrosamente. "Un discurso pegado a la realidad", se ha dicho; "realista y acertado", se añade. Lástima que la experiencia invite al excepticismo y la mayoría no nos creamos que, como los dos grandes partidos han dicho, van a poner todo de su parte para seguir ese consejo de los españoles al que el Rey ha dado forma desde su privilegiada tribuna de jefe del Estado. La reciente historia de este país está plagada de llamadas a los grandes pactos de Estado en esto o aquello, y también al general fracaso de la inmensa mayoría de todos los intentos de alcanzarlos. Para que PSOE y PP se pongan de acuerdo y adquieran ese "sentido de Estado" tendrían que dejar de ser PSOE y PP. Claro que estamos en esa época del año en la que todo el bueno parece suavizar tensiones y acogerse a las "buenas intenciones". Uno quisiera equivocarse y constatar dentro de unos meses que ese 'espíritu' de las Navidades llega más allá del mes de enero. Por desgracia, lo más probable es que para entonces ya se estén acusando mutuamente hasta de los problemas más nimios, no digamos ya de los verdaderamente relevantes, y la bipolaridad cruenta mantenga la misma línea de confrontación que viene marcando la política española desde hace años, con crisis y antes de ella.
El de anoche, sin embargo, fue el más directo de todos, especialmente cuando ha solicitado sentido de Estado para salir de la crisis, un recado para Gobierno y oposición sin necesidad de que los haya llamado por su nombre o sus siglas. De esta manera, el Monarca ha puesto su voz a una demanda de la gran mayoría de la sociedad española, incapaz de entender como PSOE y PP son incapaces de alcanzar un consenso sobre aquellos temas trascendentales para el futuro de España. Siempre habrá quienes digan que el Rey "no debe meterse en política" y saque punta a sus palabras más allá de su alcance general, quien hable de "llamadas al orden" a los líderes de las dos grandes fuerzas políticas. Sin embargo, la redacción textual del mensaje navideño no ha hecho otra cosa que hacer de portavoz de la mayoría real de esta país, sin necesidad del permiso de un pase por las urnas, que otros si han experimentado pero luego no han sido capaces de transformar ni de lejos, en solitario o juntos, en la puesta en práctica de las herramientas para transformar en hechos los sentimientos de la más amplia de las mayorías.
La reacción de socialistas y populares no ha podido ser más esperanzadora y han acogido esa llamada a la unidad en los asuntos de Estado como si se tratase de una insospechada fórmula mágica que alguien ajeno a ellos les haya descubierto milagrosamente. "Un discurso pegado a la realidad", se ha dicho; "realista y acertado", se añade. Lástima que la experiencia invite al excepticismo y la mayoría no nos creamos que, como los dos grandes partidos han dicho, van a poner todo de su parte para seguir ese consejo de los españoles al que el Rey ha dado forma desde su privilegiada tribuna de jefe del Estado. La reciente historia de este país está plagada de llamadas a los grandes pactos de Estado en esto o aquello, y también al general fracaso de la inmensa mayoría de todos los intentos de alcanzarlos. Para que PSOE y PP se pongan de acuerdo y adquieran ese "sentido de Estado" tendrían que dejar de ser PSOE y PP. Claro que estamos en esa época del año en la que todo el bueno parece suavizar tensiones y acogerse a las "buenas intenciones". Uno quisiera equivocarse y constatar dentro de unos meses que ese 'espíritu' de las Navidades llega más allá del mes de enero. Por desgracia, lo más probable es que para entonces ya se estén acusando mutuamente hasta de los problemas más nimios, no digamos ya de los verdaderamente relevantes, y la bipolaridad cruenta mantenga la misma línea de confrontación que viene marcando la política española desde hace años, con crisis y antes de ella.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Unos alardean, otros se llevan el gato al agua
Mientras nuestra clase gobernante autonómica se esfuerza cada fin de año en convencernos de que el tratamiento del Estado para con Asturias es de favor, los hechos -machacones- se encargan de poner sus triunfalismos en su lugar. Todos sabemos a estas alturas que las cifras -incluso las cifras- tienen la condición de relatividad según en qué medida se tomen y con cuál se las compare, pero la experiencia nos indica que ya ni al 'gran pregonero' del Gobierno Zapatero, nuestro ilustre delegado del Gobierno, se le puede creer prácticamente nada de lo que dice y nos hace dudar hasta cuando acierta.
Están esos gobernantes vendiendo estos días que, a pesar de la crisis, Asturias todavía sigue siendo una de las comunidades privilegiadas por el Ejecutivo socialista de la nación. Los números -como antes comentaba- siempre tienen una esquina favorable por la que tomarlos para vender lo que sea. Sin embargo, hay otras realidades más contrastables que, a su manera, se encargan de retirarnos la condición de 'niña de mis ojos' del presidente Zapatero. Y voy a citar dos ejemplos que todo el mundo puede entender.
El primero se refiere a la reciente unanimidad de los responsables de las más importantes empresas constructoras sobre la efectividad del actual ministro de Fomento, José Blanco, a la hora de 'cazar al vuelo' cualquier clase de ayudas europeas para financiar las grandes infraestructuras. Hasta aquí todo excelente. El problema para los intereses de nuestra región es cuando se añade que el último gran pellizco 'rebañado' por 'Pepiño' a la UE para la alta velocidad se va para los AVE de Galicia y del País Vasco (no hace falta perder el tiempo en explicar por qué).
Otro ejemplo. El presidente de Cantabria ha recibido del presidente del Gobierno el compromiso de que el AVE de esta comunidad con Madrid y el que unira la capital montañesa con Bilbao estarán finalizados en 2015, la misma fecha que tiene por el momento el fin de la línea de alta velocidad entre Madrid y Asturias. El problema no es que la vecina comunidad tenga menos derechos que otras a alcanzar cuanto antes sus objetivos, sino que hasta hace bien poco esas aspiraciones tenían una fecha de conclusión a más largo plazo. Mientras aquí el Ministerio de Fomento sigue jugando a dibujar el mapa de la entrada de la alta velocidad en Asturias, otras regiones vecinas llevan una velocidad de crucero y unas inversiones superiores a las de un trazado aún por definir.
Se podrá decir que a Miguel Ángel Revilla le ha vendido Zapatero la misma 'moto' que a los asturianos en 2004 con la supresión del peaje de la autovía del Huerna -de eso ya hablaremos otro día-, pero algo me dice que no es así y que mientras nuestros 'gobernantinos' se empavonan con teorías otros se llevan el gato al agua. A lo mejor es que nuestro simpático vecino se encarga de suministrar cada Navidad a Zapatero unas excelentes anchoas de Santoña y otras delicias de su tierra. Quizá Areces debería programar algún viaje para llevar a La Moncloa un queso de Cabrales o los ingredientes para una buena fabada. Es broma, evidentemenete. Claro que una protesta a tiempo o un abandono definitivo del sempiterno amén a todo lo que digan en Madrid quizá tuviera mejores resultados. ¡Si ya ni siquiera les puedes reclamar un trato adecuado a los tuyos, apaga y vamonos!
Están esos gobernantes vendiendo estos días que, a pesar de la crisis, Asturias todavía sigue siendo una de las comunidades privilegiadas por el Ejecutivo socialista de la nación. Los números -como antes comentaba- siempre tienen una esquina favorable por la que tomarlos para vender lo que sea. Sin embargo, hay otras realidades más contrastables que, a su manera, se encargan de retirarnos la condición de 'niña de mis ojos' del presidente Zapatero. Y voy a citar dos ejemplos que todo el mundo puede entender.
El primero se refiere a la reciente unanimidad de los responsables de las más importantes empresas constructoras sobre la efectividad del actual ministro de Fomento, José Blanco, a la hora de 'cazar al vuelo' cualquier clase de ayudas europeas para financiar las grandes infraestructuras. Hasta aquí todo excelente. El problema para los intereses de nuestra región es cuando se añade que el último gran pellizco 'rebañado' por 'Pepiño' a la UE para la alta velocidad se va para los AVE de Galicia y del País Vasco (no hace falta perder el tiempo en explicar por qué).
Otro ejemplo. El presidente de Cantabria ha recibido del presidente del Gobierno el compromiso de que el AVE de esta comunidad con Madrid y el que unira la capital montañesa con Bilbao estarán finalizados en 2015, la misma fecha que tiene por el momento el fin de la línea de alta velocidad entre Madrid y Asturias. El problema no es que la vecina comunidad tenga menos derechos que otras a alcanzar cuanto antes sus objetivos, sino que hasta hace bien poco esas aspiraciones tenían una fecha de conclusión a más largo plazo. Mientras aquí el Ministerio de Fomento sigue jugando a dibujar el mapa de la entrada de la alta velocidad en Asturias, otras regiones vecinas llevan una velocidad de crucero y unas inversiones superiores a las de un trazado aún por definir.
Se podrá decir que a Miguel Ángel Revilla le ha vendido Zapatero la misma 'moto' que a los asturianos en 2004 con la supresión del peaje de la autovía del Huerna -de eso ya hablaremos otro día-, pero algo me dice que no es así y que mientras nuestros 'gobernantinos' se empavonan con teorías otros se llevan el gato al agua. A lo mejor es que nuestro simpático vecino se encarga de suministrar cada Navidad a Zapatero unas excelentes anchoas de Santoña y otras delicias de su tierra. Quizá Areces debería programar algún viaje para llevar a La Moncloa un queso de Cabrales o los ingredientes para una buena fabada. Es broma, evidentemenete. Claro que una protesta a tiempo o un abandono definitivo del sempiterno amén a todo lo que digan en Madrid quizá tuviera mejores resultados. ¡Si ya ni siquiera les puedes reclamar un trato adecuado a los tuyos, apaga y vamonos!
Laso, uno de los escasos políticos de Asturias
Aunque con unas horas de retraso, no me resisto a aportar a través de esta tribuna una pequeño recuerdo personal de uno de esos políticos de raza que, precisamente por eso, no han acaparado titulares de prensa nada más que cuando, como es el caso, nos ha dejado definitivamente. No era José María Laso Prieto ni mucho menos un político al uso, ni lo era ni lo fue nunca, a pesar de tratarse de una persona con las ideas muy claras, fiel hasta el final a un ideario, siempre coherente con esos parámetros y dispuesto en todo momento a aportar su sabiduría y su experiencia a una causa, la del Partido Comunista -luego, también, anque de otra manera a Izquierda Unida- hasta el extremo de haberse convertido en "el militante más activo de toda la izquierda asturiana", en acertada expresión de Germán Ojeda, aunque esa actividad se haya podido quedar oscurecisa por la falta de ambiciones personales, la misma que le llevaron a no ocupar cargos de relevancia. Su aportación era la del teórico pragmático, una actitud que le llevó a sufrir en silencio la evolución -¿...? de la organización por la que dio incluso su sangre cuando ser comunista constituía un seguro de persecución y torturas.
Durante estos dos últimos días se han prodigado los artículos de opinión de distinto signo glosando la figura de Laso. Sin embargo, más allá de la consideración personal a un veterano militante, hace muchos años que este 'estigmatizado' discípulo de Gramsci, sus propios compañeros hace muchos años que le habían apartado ya no sólo de los centros de decisión, sino incluso de los de opinión: eso sí, manteniéndolo como una especie de 'brazo incorrupto de Santa Teresa' siempre disponible para sacar en procesión cuando a Izquierda Unida, e incluso al Partido Comunista de Asturias, les era preciso recordar sus orígenes, de dónde venían.
Tuve la fortuna de conocer a José María Laso en los tiempos de la transición política, cuando todo estaba por hacer y uno era un simple figurante en la profesión periodística velando sus primeras armas en un nuevo campo que se abría sin unas fronteras restrictivas a la Prensa asturiana. Entonces, sus reflexiones en modo alguno dogmáticas, a pesar de su enraizado pensamiento comunismo, a algunos nos ayudaron a establecer las bases para crear un nuevo territorio informativo hasta entonces vetado por el uniformismo franquista. Él era una de esas escasas personas a las que podías acudir siempre en busca de una ayuda para comprender ese territorio que nuestras generaciones no habían tenido nuca la oportunidad de conocer, y su aportación era siempre coherente, nunca dogmática, adaptada a esa etapa en la que todo el mundo debía aportar su grano de arena -sin renunciar a sus ideas- para establecer un periodo de transición a la democracia.
Luego, esa democracia se fue estabilizando y las personas como José María Laso empezaron a dejar de ser necesaras para las generaciones de aspirantes a profesionales -muchos lo han conseguido- y, en silencio, sin hacer ruido, este veterano comunista se fue apartando, manteniendo sus principios y su conocimiento reflexivo a disposición de quienes quisieran escucharle, aunque esos modos y maneras ya no encajasen con los nuevos tiempos configurados por las ambiciones, por los fines que justificaban los medios, y su figura se restringiera a uno de los pequeños altares laterales de la 'iglesia' comunista para que las pocas personas que conservasen la fe tuvieran a quien recurrir, lejos de la todopoderosa corte celestial configurada como cualquier jerarquía al uso.
Ahora, Laso nos ha dejado y todos se acuerdan de él y reparten sus loas. Ésta, la mía, es mucho más modesta, pero sentida como la que más, porque afortunadamente la memoria ayuda a recordar la verdadera historia de la reciente política autonómica, ayuda a recordar que José María Laso Prieto fue, en verdad, uno de los escasos políticos auténticos que ha dado esta comunidad.
Durante estos dos últimos días se han prodigado los artículos de opinión de distinto signo glosando la figura de Laso. Sin embargo, más allá de la consideración personal a un veterano militante, hace muchos años que este 'estigmatizado' discípulo de Gramsci, sus propios compañeros hace muchos años que le habían apartado ya no sólo de los centros de decisión, sino incluso de los de opinión: eso sí, manteniéndolo como una especie de 'brazo incorrupto de Santa Teresa' siempre disponible para sacar en procesión cuando a Izquierda Unida, e incluso al Partido Comunista de Asturias, les era preciso recordar sus orígenes, de dónde venían.
Tuve la fortuna de conocer a José María Laso en los tiempos de la transición política, cuando todo estaba por hacer y uno era un simple figurante en la profesión periodística velando sus primeras armas en un nuevo campo que se abría sin unas fronteras restrictivas a la Prensa asturiana. Entonces, sus reflexiones en modo alguno dogmáticas, a pesar de su enraizado pensamiento comunismo, a algunos nos ayudaron a establecer las bases para crear un nuevo territorio informativo hasta entonces vetado por el uniformismo franquista. Él era una de esas escasas personas a las que podías acudir siempre en busca de una ayuda para comprender ese territorio que nuestras generaciones no habían tenido nuca la oportunidad de conocer, y su aportación era siempre coherente, nunca dogmática, adaptada a esa etapa en la que todo el mundo debía aportar su grano de arena -sin renunciar a sus ideas- para establecer un periodo de transición a la democracia.
Luego, esa democracia se fue estabilizando y las personas como José María Laso empezaron a dejar de ser necesaras para las generaciones de aspirantes a profesionales -muchos lo han conseguido- y, en silencio, sin hacer ruido, este veterano comunista se fue apartando, manteniendo sus principios y su conocimiento reflexivo a disposición de quienes quisieran escucharle, aunque esos modos y maneras ya no encajasen con los nuevos tiempos configurados por las ambiciones, por los fines que justificaban los medios, y su figura se restringiera a uno de los pequeños altares laterales de la 'iglesia' comunista para que las pocas personas que conservasen la fe tuvieran a quien recurrir, lejos de la todopoderosa corte celestial configurada como cualquier jerarquía al uso.
Ahora, Laso nos ha dejado y todos se acuerdan de él y reparten sus loas. Ésta, la mía, es mucho más modesta, pero sentida como la que más, porque afortunadamente la memoria ayuda a recordar la verdadera historia de la reciente política autonómica, ayuda a recordar que José María Laso Prieto fue, en verdad, uno de los escasos políticos auténticos que ha dado esta comunidad.
sábado, 19 de diciembre de 2009
Los gobernantes se 'retratan'
La avalancha de información diaria que se recibe en las redacciones de los medios de comunicación obliga necesariamente a que algunas noticias no encuentren hueco en las páginas de los diarios o en los espacios informativos de radio o televisión. Sin cuestionar la objetividad de quienes tienen la responsabilidad directa de hacer esa criba y decidir que 'sale' y que 'no sale' me sorprende no haber tenido referencia alguna -ya se sabe que uno no puede leerlo todo y por ello pido perdón si mi generalización tiene alguna excepción- de una de esas "notas" jugosas que de seguro tendrían mayor aceptación en el lector que otras de teórica mayor enjundia.
Me refiero a unos hechos recogidos unos días atrás por 'El Semanal Digital' referidos a la tradicional costumbre de que las sedes de las instituciones, en este caso los ministerios, dejen constancia para el futuro del paso por sus dependencias de quienes ocuparon en ellos la máxima responsabilidad y lo hagan a través de cuadros que pasan a enriquecer, con cada relevo, la galería de ocupantes de un sillón en el Consejo de Ministros.
La noticia se refería en este caso al departamento de Fomento y al 'conflicto' que se le planteó recientemenete a su titular, José Blanco, cuando su antecesora, Magdalena Álvarez, en la actualidad eurodiputada, reclamó su derecho a figurar en esa galería pictorica y, también siguiendo la costumbre, propuso como autor del retrato a su paisano Hernán Cortés. Los encargados de "les perres" tomaron nota y se iniciaron los trámites para que "Maleni" quedara inmortalizada para la posteridad en el macroedificio del paseo de La Castellana. La sorpresa para Blanco fue constatar que en la citada galería no aparecía por ninguna parte la efigie del antecesor de su antecesora, Francisco Álvarez-Cascos, un 'despiste' que 'Pepiño' se apresuró a corregir para evitar dejar un hueco en la colección pictórica de ministros del ramo. Puesto en contacto con el político asturiano y siguiendo el mismo procedimiento, Cascos eligió autor y lo hizo en la persona de Antonio López, Premio Príncipe de Asturias. De esta manera, los dos anteriores titulares de Fomento completarán la galería de forma prácticamente simultánea.
Hasta aquí estaría la información con claro gancho popular y, por lo que he tenido ocasión de comprobar, poco conocida por los españoles que siguen asiduamente los medios de comunicación.
Sin embargo, hay un aspecto que puede borrar la sonrisa a más de uno por estas "guerrinas" entre políticos de uno u otro signo y es el importe económico que la operación conlleva. La factura del cuadro de Magdalena Álvarez asciende a 76.560 euros y el de Cascos, como no podía ser de otra manera, a la hermosa cifra de 191.400 euros -los que todavía mantengan esa práctica que lo pasen a pesetas-. ¿De verdad se pueden estar retrasando pagos en la Administración a proveedores privados o se recortan presupuestos para asuntos sociales de vital importancia para dedicar esas cantidades a recordar a tantos 'ex' de cuyos nombres al pasar unos pocos años no recordamos ni quienes les tratamos, a alimentar la vanidad de quien por razones de valía o de fidelidad a un 'aparato' de partido ha tenido acceso a una alta responsabilidad? Creo que si se le pregunta a alguno de los millones de parados que hay en este país, los más generosos recomendarían que, para que su memoria de tanto alto cargo no se pierda del todo -de algunos es posible que sería mejor que así fuera- se les hiciera una caricatura y se colgaran del lugar que se considerase oportuno. Alguien dirá que esas cifras son menos que calderilla a la hora de confrontarla con las magnitudes de toda una crisis económica nacional, pero a veces es en los gestos en donde se demuestra la verdadera vocación de servicio y de estar en la vida institucional para resolver problemas. Con esa otra actuación habitual los políticos no hacen otra cosa que 'retratarse', en esa otra acepción de carácter peyorativo que todos damos a la palabra.
Me refiero a unos hechos recogidos unos días atrás por 'El Semanal Digital' referidos a la tradicional costumbre de que las sedes de las instituciones, en este caso los ministerios, dejen constancia para el futuro del paso por sus dependencias de quienes ocuparon en ellos la máxima responsabilidad y lo hagan a través de cuadros que pasan a enriquecer, con cada relevo, la galería de ocupantes de un sillón en el Consejo de Ministros.
La noticia se refería en este caso al departamento de Fomento y al 'conflicto' que se le planteó recientemenete a su titular, José Blanco, cuando su antecesora, Magdalena Álvarez, en la actualidad eurodiputada, reclamó su derecho a figurar en esa galería pictorica y, también siguiendo la costumbre, propuso como autor del retrato a su paisano Hernán Cortés. Los encargados de "les perres" tomaron nota y se iniciaron los trámites para que "Maleni" quedara inmortalizada para la posteridad en el macroedificio del paseo de La Castellana. La sorpresa para Blanco fue constatar que en la citada galería no aparecía por ninguna parte la efigie del antecesor de su antecesora, Francisco Álvarez-Cascos, un 'despiste' que 'Pepiño' se apresuró a corregir para evitar dejar un hueco en la colección pictórica de ministros del ramo. Puesto en contacto con el político asturiano y siguiendo el mismo procedimiento, Cascos eligió autor y lo hizo en la persona de Antonio López, Premio Príncipe de Asturias. De esta manera, los dos anteriores titulares de Fomento completarán la galería de forma prácticamente simultánea.
Hasta aquí estaría la información con claro gancho popular y, por lo que he tenido ocasión de comprobar, poco conocida por los españoles que siguen asiduamente los medios de comunicación.
Sin embargo, hay un aspecto que puede borrar la sonrisa a más de uno por estas "guerrinas" entre políticos de uno u otro signo y es el importe económico que la operación conlleva. La factura del cuadro de Magdalena Álvarez asciende a 76.560 euros y el de Cascos, como no podía ser de otra manera, a la hermosa cifra de 191.400 euros -los que todavía mantengan esa práctica que lo pasen a pesetas-. ¿De verdad se pueden estar retrasando pagos en la Administración a proveedores privados o se recortan presupuestos para asuntos sociales de vital importancia para dedicar esas cantidades a recordar a tantos 'ex' de cuyos nombres al pasar unos pocos años no recordamos ni quienes les tratamos, a alimentar la vanidad de quien por razones de valía o de fidelidad a un 'aparato' de partido ha tenido acceso a una alta responsabilidad? Creo que si se le pregunta a alguno de los millones de parados que hay en este país, los más generosos recomendarían que, para que su memoria de tanto alto cargo no se pierda del todo -de algunos es posible que sería mejor que así fuera- se les hiciera una caricatura y se colgaran del lugar que se considerase oportuno. Alguien dirá que esas cifras son menos que calderilla a la hora de confrontarla con las magnitudes de toda una crisis económica nacional, pero a veces es en los gestos en donde se demuestra la verdadera vocación de servicio y de estar en la vida institucional para resolver problemas. Con esa otra actuación habitual los políticos no hacen otra cosa que 'retratarse', en esa otra acepción de carácter peyorativo que todos damos a la palabra.
viernes, 18 de diciembre de 2009
¡Que los suspendan!
Hay semanas aciagas para el presunto buen nombre de los padres de la Patria y esta es una de ellas. Ayer, en el Senado, "un error" en el voto de dos diputados socialistas en el debate de la Ley de Presupuestos Generales del Estado incorporó a los mismos varias enmiendas de CiU no pactadas -otras sí lo habían sido- por un importe de unos 250 millones de euros. Aunque los socialistas se apresuraron a dejar claro que eso se "arregla sin problemas" en el Congreso, que tiene la última palabra sobre la norma, lo cierto es que volver a cuadrar unas Cuentas del Estado 'descuadradas' les va a obligar a desautorizar unas partidas que, en algunos casos tienen un importante contenido social. Al final el importe tendrá que volver a ser el que es, pero la imagen dada no se va a quedar en una simple anécdota.
Hoy mismo, en el Congreso de los Diputados, se votó la Ley Orgánica de Financiación Autonómica y para sorpresa de propios y extraños, una situación de alto riesgo para el Gobierno socialista, que necesitaba hasta el último apoyo para sacarla adelante por los pelos, se convirtió en una holgada mayoría gracias a un nuevo error, esta vez el de los portavoces de los grupos catalán y vasco que se equivocaron y a la hora de votar dieron a sus parlamentarios la indicación de apoyar la ley. Imagínense a los convergentes dando su apoyo a la norma que, según sus jefes de filas, va a cargarse el 'Estatut'. Aquí la cosa tendría más gracia - si no fuera por la seriedad del marco de una Cámara legislativa- al tener en cuenta los antecedentes inmediatos a la votación, que por cierto también tenía un margen exiguo favorable al Gobierno hasta el extremo de haber movilizado los socialistas 'so pena de excomunión' a todos sus diputados conminándoles a no faltar a la sesión bajo ninguna circunstancia. Algo parecido había hecho el PP, perdedor 'a priori' pero consciente de que sus oponentes están jugando en estos asuntos muchas veces hasta con un solo diputado. Pese a todo, la votación se celebró inicialmente con sólo 180 señorías en la sala. Las protestas de muchos de los ausentes, que argumentaron escasez de tiempo para llegar al escaño a tiempo después del pertinente aviso de la Mesa de que la votación iba a empezar. Algunos, incluso, se escudaron en fallos en los ascensores de la Cámara Baja para haberse encontrado ya con las puertas cerradas cuando trataban de acceder a sus asientos. La 'ingeniería' parlamentaria y la mano ancha del presidente, José Bono -la que no tenía su antecesor, Manuel Marín, por ejemplo-, permitieron corregir esas deficiencias operativas y repetir el recuento con el pleno casi al completo. Entonces fue cuando los encargados de indicar el sentido del voto a sus compañeros de CiU y PNV se equivocaron y dieron su apoyo a una norma que rechazan abiertamente, aunque con argumentos bien diferentes, ya que los vascos tienen regulada su financiación al margen del resto de comunidades. como todo el mundo sabe.
Dos errores en dos días que, aunque al final no vayan a trastocar la marcha del país, son muestras significativas de cómo funciona nuestro sistema parlamentario. Confusiones las tiene cualquiera, pero, por desgracia, son más frecuentes de lo que sería de desear. Ya no vamos a hablar del absentismo de sus señorías, ignominiosamente reflejado un día sí y otro no por las cámaras de televisión. Cierto que cuando se lo reprochas todos tienen la misma cantinela y se remiten a que el trabajo parlamentario se desarrolla en muchos frentes y no sólo en el plenario y en sus votaciones. Lo malo es que cualquier asiduo cronista parlamentario sabe que la excusa no cuela, al menos con carácter generalizado, y que "las obligaciones son lo primero", como nos decían ya en la escuela.
Y esto me lleva a que quizá habría que buscar un camino para que diputados y senadores no hicieran novillos. A lo mejor es necesario que, ahora que se cuida tanto la capacitación de los futuros profesionales -Bolonia y todo eso-, a todos estos aspirantes a hacer de la política una profesión se les exigiera una preparación especial, al margen de sus titulaciones u otras aptitudes y conocimientos. Vamos, que pasen por una 'escuela' específica, aunque la dignifiquen si lo prefieren con el más honorable título de 'master', que eviten espectáculos como los dos reseñados y otros muchos que 'enriquecen' los diarios de sesiones de las cámaras, que si quieren ser profesionales del parlamentarismo, y en aras de dignificar 'la res publica', que muestren las condiciones necesarias para ello, y no accedan al 'trabajo' por el simple hecho de la afinidad al que hace las listas del partido correspondiente. En fin -repito-, que vayan a la 'escuela', y si no dan la talla ¡que les suspendan!
jueves, 17 de diciembre de 2009
¿Es Valledor el problema?
En palabras pronunciadas ayer por un 'camarada' después de que el interesado anunciara su decisión, la renuncia de Francisco Javier García Valledor a su escaño como diputado de Izquierda Unida en la Junta General del Principado "estaba cantado". Las quejas de su jefe de filas, Jesús Iglesias, sobre la falta de "lealtad" por no aguantar el esfuerzo de agotar la legislatura -falta más de un año- no se sostienen 'a priori' salvo que analicemos motivos que prefiere más no enunciar en voz alta. De entrada, no parece que pudiera ponerse pega alguna a la decisión de Valledor, toda vez que el ya ex diputado regional había presentado su renuncia por escrito el pasado mes de abril y abandona el escaño, ación plausible en el siglo de los tránsfugas. Tampoco parece que las razones de no seguir apoyando algo en lo que no cree merezcan otra cosa que respeto y, desde luego, se pueden calificar de cualquier cosa menos de "pueril", como ayer hizo Iglesias.
Si se tiene en cuenta que las relaciones de Valledor con sus compañeros de la dirección vienen siendo formalmente malas desde hace un año, cuando ya expresó su discrepancia con la letra con la que se dio forma al pacto de gobierno entre la coalición y los socialistas, los sucesivos episodios de desencuentros por su periódica crítica al desarrollo de dicho pacto y, sobre todo, a la gestión de algunos de los consejeros socialistas del Gobierno de Areces no hacen sino escribir una historia necesariamente obligada a carecer de un final feliz. Lo raro - pienso- es que se haya llegado hasta aquí.
En este último año no han faltado los comentarios oficiosos que atribuían a Valledor sus discrepancias continuas con el hecho de que , firmado hace un año el pacto de gobierno con la FSA, se hubiera quedado fuera del Gobierno de coalición -en la pasada legislatura fue, como todo el mundo sabe, consejero de Justicia, entre otras competencias que hacían muy larga la denominación oficial de su departamento-. Desde entonces se ha estado alimentando esta especie de resentimiento, aliñado, incluso, con una secreta vocación de impulsar una nueva fuerza política. Todavía en las últimas horas, la comparecencia pública de hoy mismo de Valledor para oficializar su renuncia al escaño en el Parlamento asturiano han merecido sibilinas alusiones al mínimo apoyo que sus posiciones tienen en el seno de Izquierda unida y de los partidos coaligados con la misma, Bloque por Asturies y Los Verdes para llevar adelante cualquier esfuerzo para reorientar la marcha de su fuerza política y darle un nuevo carácter.
No faltan en estas argumentaciones bajo manga quienes trasladan el malestar del ahora ex diputado en su retirada de la cabecera de cartel de IU en las autonómicas de 2007 para colocar en ese lugar al citado Jesús Iglesias.
Quienes tratan de circunscribir a estas decisiones políticas la ruptura formalizada ayer olvidan, sin embargo, que en la anterior legislatura, habiendo sido el cartel electoral de IU y, tras el el primer acuerdo de gobierno con los socialistas, siendo 'Quico' miembro del Ejecutivo de coalición, ya trajo de cabeza a sus compañeros por convertirse en la 'mosca cojonera' que periódicamente ponía sobre el tapete discrepancias públicas con sus socios, encendiendo decenas de fuegos que sus compañeros de dirección de IU se encargaban de apagar en los despachos de partido. De ese periodo están las hemerotecas llenas de las permanentes quejas que los dirigentes socialistas lanzaban a sus coaligados por esa actitud, unas quejas en las que sólo faltó pedir formalmente la cabeza del consejero 'díscolo'.
De manera que relacionar ahora la marcha de Valledor con un proceso puntual, el acuerdo presupuestario de su fuerza política con el PSOE, un acuerdo cuyo alcance los que ahora le reprochan su decisión de irse han puesto en cuestión a lo largo de las últimas semanas para acabar justificándolo en lo que simple y llanamente podríamos denominar "posibilismo".
Es cierto que Valledor en las dos últimas legislaturas se ha pasado unos cuantos pueblos en más de una ocasión y que su gestión como consejero sin competencias estuvo plagada de claroscuros escenificados en un descontrol viajero que dio lugar a algunos conocidos motes. Lo que habría que preguntarse es si en esta dicotomía actual es más plausible el 'pragmatismo' de sus compañeros o la "coherencia" del discrepante, si en un análisis teórico de lo que representa en el panorama político español Izquierda Unida, todavía heredera directa del Partido Comunista -si es que alguien en estos momentos lo sabe-, el seguimiento de una ideología de izquierdas tiene más que ver con unos o con el otro.
El tema da para mucho, porque se puede llegar a desmenuzar qué es lo que queda de los que en otro tiempo se llamaron partidos de la izquierda en estos momentos, como se puede reflexionar sobre si el papel que en estos momentos están desarrollando en España los sindicatos se corresponde con sus objetivos programáticos y sociales. El problema es que en este país, tan dado a incorporar modos y costumbres norteamericanos , cada día tiene uno más la impresión de que todo se limita a dos grandes fuerzas políticas -los nacionalismos tienen su papel donde lo tienen, aunque muchas veces tengan la oportunidad de salir de ese territorio para imponer sus escasos votos al conjunto de la política española-, una de carácter netamente conservador y otra de corte liberal y que todo lo demás es accesorio.
Pero volviendo a la cuestión, el plante de Valledor no deja de ser una cuestión puntual que no debería tener mayores consecuencias más allá de que se va alguien que ha tenido un protagonismo en la reciente historia de Asturias. El meollo de la cuestión es que, mientras el PCE se "refunda" para intentar volver a ser lo que fue, o IU, con un nuevo líder, Cayo Lara, defiende en público la necesidad de la huelga o rechaza las políticas económicas y de empleo del Gobierno de Zapatero, la coalición se transforma allí donde tiene la opción de "tocar poder" y entrar en un gobierno, ya sea autonómico o municipal, y se adapta a la gestión 'socialdemócrata'. De esta manera han podido gestionar pero muchas veces a costa de renuncias a principios básicos de su ideario. Probablemente si esto no fuera así, IU de Asturias no habría apoyado los Presupuestos autonómicos para 2010, y ello pese a que las consejerías que gestionan han merecido mejor trato que otras que ocupan socialistas.
Una última observación personal. Creo que el enfado de Iglesias con Valledor por no hacer el "esfuerzo" de acabar la legislatura tienen dos variables dignas de mencionar. Una, que a quien te está haciendo la puñeta es mejor tenerlo cerca para controlar como te la hace; y dos, que el coordinador general no le personará a su ya ex diputado que con su marcha le haya abierto la puerta del Parlamento regional para más de un año a un militante del Bloque por Asturies que, por mucho que están en la misma coalición, son, sin duda, 'más peligrosos' que Valledor para que se mantenga la entente de gobierno y no molestar a los compañeros socialistas.
Si se tiene en cuenta que las relaciones de Valledor con sus compañeros de la dirección vienen siendo formalmente malas desde hace un año, cuando ya expresó su discrepancia con la letra con la que se dio forma al pacto de gobierno entre la coalición y los socialistas, los sucesivos episodios de desencuentros por su periódica crítica al desarrollo de dicho pacto y, sobre todo, a la gestión de algunos de los consejeros socialistas del Gobierno de Areces no hacen sino escribir una historia necesariamente obligada a carecer de un final feliz. Lo raro - pienso- es que se haya llegado hasta aquí.
En este último año no han faltado los comentarios oficiosos que atribuían a Valledor sus discrepancias continuas con el hecho de que , firmado hace un año el pacto de gobierno con la FSA, se hubiera quedado fuera del Gobierno de coalición -en la pasada legislatura fue, como todo el mundo sabe, consejero de Justicia, entre otras competencias que hacían muy larga la denominación oficial de su departamento-. Desde entonces se ha estado alimentando esta especie de resentimiento, aliñado, incluso, con una secreta vocación de impulsar una nueva fuerza política. Todavía en las últimas horas, la comparecencia pública de hoy mismo de Valledor para oficializar su renuncia al escaño en el Parlamento asturiano han merecido sibilinas alusiones al mínimo apoyo que sus posiciones tienen en el seno de Izquierda unida y de los partidos coaligados con la misma, Bloque por Asturies y Los Verdes para llevar adelante cualquier esfuerzo para reorientar la marcha de su fuerza política y darle un nuevo carácter.
No faltan en estas argumentaciones bajo manga quienes trasladan el malestar del ahora ex diputado en su retirada de la cabecera de cartel de IU en las autonómicas de 2007 para colocar en ese lugar al citado Jesús Iglesias.
Quienes tratan de circunscribir a estas decisiones políticas la ruptura formalizada ayer olvidan, sin embargo, que en la anterior legislatura, habiendo sido el cartel electoral de IU y, tras el el primer acuerdo de gobierno con los socialistas, siendo 'Quico' miembro del Ejecutivo de coalición, ya trajo de cabeza a sus compañeros por convertirse en la 'mosca cojonera' que periódicamente ponía sobre el tapete discrepancias públicas con sus socios, encendiendo decenas de fuegos que sus compañeros de dirección de IU se encargaban de apagar en los despachos de partido. De ese periodo están las hemerotecas llenas de las permanentes quejas que los dirigentes socialistas lanzaban a sus coaligados por esa actitud, unas quejas en las que sólo faltó pedir formalmente la cabeza del consejero 'díscolo'.
De manera que relacionar ahora la marcha de Valledor con un proceso puntual, el acuerdo presupuestario de su fuerza política con el PSOE, un acuerdo cuyo alcance los que ahora le reprochan su decisión de irse han puesto en cuestión a lo largo de las últimas semanas para acabar justificándolo en lo que simple y llanamente podríamos denominar "posibilismo".
Es cierto que Valledor en las dos últimas legislaturas se ha pasado unos cuantos pueblos en más de una ocasión y que su gestión como consejero sin competencias estuvo plagada de claroscuros escenificados en un descontrol viajero que dio lugar a algunos conocidos motes. Lo que habría que preguntarse es si en esta dicotomía actual es más plausible el 'pragmatismo' de sus compañeros o la "coherencia" del discrepante, si en un análisis teórico de lo que representa en el panorama político español Izquierda Unida, todavía heredera directa del Partido Comunista -si es que alguien en estos momentos lo sabe-, el seguimiento de una ideología de izquierdas tiene más que ver con unos o con el otro.
El tema da para mucho, porque se puede llegar a desmenuzar qué es lo que queda de los que en otro tiempo se llamaron partidos de la izquierda en estos momentos, como se puede reflexionar sobre si el papel que en estos momentos están desarrollando en España los sindicatos se corresponde con sus objetivos programáticos y sociales. El problema es que en este país, tan dado a incorporar modos y costumbres norteamericanos , cada día tiene uno más la impresión de que todo se limita a dos grandes fuerzas políticas -los nacionalismos tienen su papel donde lo tienen, aunque muchas veces tengan la oportunidad de salir de ese territorio para imponer sus escasos votos al conjunto de la política española-, una de carácter netamente conservador y otra de corte liberal y que todo lo demás es accesorio.
Pero volviendo a la cuestión, el plante de Valledor no deja de ser una cuestión puntual que no debería tener mayores consecuencias más allá de que se va alguien que ha tenido un protagonismo en la reciente historia de Asturias. El meollo de la cuestión es que, mientras el PCE se "refunda" para intentar volver a ser lo que fue, o IU, con un nuevo líder, Cayo Lara, defiende en público la necesidad de la huelga o rechaza las políticas económicas y de empleo del Gobierno de Zapatero, la coalición se transforma allí donde tiene la opción de "tocar poder" y entrar en un gobierno, ya sea autonómico o municipal, y se adapta a la gestión 'socialdemócrata'. De esta manera han podido gestionar pero muchas veces a costa de renuncias a principios básicos de su ideario. Probablemente si esto no fuera así, IU de Asturias no habría apoyado los Presupuestos autonómicos para 2010, y ello pese a que las consejerías que gestionan han merecido mejor trato que otras que ocupan socialistas.
Una última observación personal. Creo que el enfado de Iglesias con Valledor por no hacer el "esfuerzo" de acabar la legislatura tienen dos variables dignas de mencionar. Una, que a quien te está haciendo la puñeta es mejor tenerlo cerca para controlar como te la hace; y dos, que el coordinador general no le personará a su ya ex diputado que con su marcha le haya abierto la puerta del Parlamento regional para más de un año a un militante del Bloque por Asturies que, por mucho que están en la misma coalición, son, sin duda, 'más peligrosos' que Valledor para que se mantenga la entente de gobierno y no molestar a los compañeros socialistas.
martes, 15 de diciembre de 2009
Crónica de un fracaso anunciado
La IV Conferencia de Presidentes Autonómicos terminó hace pocas horas con un final tan predecible como esa "Crónica de una muerte anunciada" del genial García Márquez. Una larga jornada perfectamente escenografiada desde el Gobierno para no llegar a ninguna parte. Era lógico. ¿Qué podría hacer suponer que un pacto económico ante la crisis al que ni se han acercado en los últimos meses PSOE y PP podría ser factible en el cónclave autonómico donde, amén de la anécdota de la presencia de algún 'extraño', controlan los mandatarios autonómicos de los dos grandes partidos? ¿Por qué iban a coincidir en un texto común los presidentes de la Comunidad Valenciana, Galicia y Madrid, por poner tres ejemplos, con los de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, por citar otros tres? La política contra el paro, la subida de impuestos, la ley de Economía Sostenible son elementos que enfrentan abiertamente a socialistas y populares a nivel de direcciones nacionales y no hay razón alguna que se me alcance para pensar que podía tener un sentido distinto al tratarse de presidentes autonómicos si son de ambos partidos. Por tanto, parece que, buenas intenciones aparte, no hay razón alguna para rasgarse las vestiduras por este nuevo fracaso de este organismo creado por Zapatero más por cuestiones de imagen que de verdadera creencia en que pudiera ser un foro de encuentro para resolver los problemas nacionales desde una óptica autonómica.
Es posible que en esta ocasión el asunto central de la reunión dé más motivos que nunca para ratificar las posturas irreconciliables que los dos grandes partidos mantienen día a día, mes a mes, año a año, em las más imporantes cuestiones que afectan al futuro de este país. Sin embargo, no es preciso nada más que un breve repaso a los tres encuentros anteriores para llegar a la evidencia de que en ninguno de ellos se han sobrepasado las formas y que los escasos acuerdos alcanzados duermen el sueño de los justos, por muchos que se les haya querido publicitar en sus respectivos momentos. Y ya no se trata de que las normas básicas de periodicidad o de temarios se hayan saltado a la torera en función de intereses puntuales de quien la convoca, el presidente del Gobierno de la nación; es que la Conferencia de Presidentes Autonómicos nació, operaciones mediáticas aparte, muerta por su concepción y por las reglas del juego establecidas para un órgano sin capacidad de provocar realmente un mandato con capacidad ejecutiva. Las mayorías necesarias establecidas no se alcanzan si PSOE y PP no están de acuerdo y, en caso de un cambio de tendencia, si esa mayoría cualificada pudiera llegar a alcanzarse es fácil presumir que coincidiría con la del Ejecutivo nacional y entonces ya no sería necesario recurrir a Estado autonómico más allá de un formalista diálogo a dos voces.
La Conferencia de Presidentes Autonómicos nació muerta y no tiene visos de haber cristiano que la resucite. eso sí, como tantas otras políticas más de gestos que reales, servirá a Zapatero para defender su talante, su capacidad de diálogo, su aperturismo a la oposición. Tanto es así que, a falta de resultados, el presidente del Gobierno se ha mostrado como un gran experto en escenografía y lo que no se alcanza e acuerdos se perfecciona en imagen. En la de ayer, los presidentes autonómicos ya no estuvieron solos y cada uno de ellos acudió a la cita con su consejero de Economía -alguno se llevó a otro más- que ocuparon plaza discretamente en segundos planos físicos -sillas convenientemente distanciadas unos metros detrás de sus jefes de fila, mientras que el propio Zapatero añadió al escenario a sus tres vicepresidentes, con especial atención a esa incorporación de última hora de la responsable el área de Economía, Elena Salgado, una carta que el convocante se sacó de la manga en plan sorpresa a última hora.
Todo ello dio como resultado una escenario calcado físicamente de los grandes cónclaves europeos. Lo malo es que, lejos del esmero tramoyista, los resultados son -por la temática- aún más desoladores que en convocatorias precedentes.
Es posible que en esta ocasión el asunto central de la reunión dé más motivos que nunca para ratificar las posturas irreconciliables que los dos grandes partidos mantienen día a día, mes a mes, año a año, em las más imporantes cuestiones que afectan al futuro de este país. Sin embargo, no es preciso nada más que un breve repaso a los tres encuentros anteriores para llegar a la evidencia de que en ninguno de ellos se han sobrepasado las formas y que los escasos acuerdos alcanzados duermen el sueño de los justos, por muchos que se les haya querido publicitar en sus respectivos momentos. Y ya no se trata de que las normas básicas de periodicidad o de temarios se hayan saltado a la torera en función de intereses puntuales de quien la convoca, el presidente del Gobierno de la nación; es que la Conferencia de Presidentes Autonómicos nació, operaciones mediáticas aparte, muerta por su concepción y por las reglas del juego establecidas para un órgano sin capacidad de provocar realmente un mandato con capacidad ejecutiva. Las mayorías necesarias establecidas no se alcanzan si PSOE y PP no están de acuerdo y, en caso de un cambio de tendencia, si esa mayoría cualificada pudiera llegar a alcanzarse es fácil presumir que coincidiría con la del Ejecutivo nacional y entonces ya no sería necesario recurrir a Estado autonómico más allá de un formalista diálogo a dos voces.
La Conferencia de Presidentes Autonómicos nació muerta y no tiene visos de haber cristiano que la resucite. eso sí, como tantas otras políticas más de gestos que reales, servirá a Zapatero para defender su talante, su capacidad de diálogo, su aperturismo a la oposición. Tanto es así que, a falta de resultados, el presidente del Gobierno se ha mostrado como un gran experto en escenografía y lo que no se alcanza e acuerdos se perfecciona en imagen. En la de ayer, los presidentes autonómicos ya no estuvieron solos y cada uno de ellos acudió a la cita con su consejero de Economía -alguno se llevó a otro más- que ocuparon plaza discretamente en segundos planos físicos -sillas convenientemente distanciadas unos metros detrás de sus jefes de fila, mientras que el propio Zapatero añadió al escenario a sus tres vicepresidentes, con especial atención a esa incorporación de última hora de la responsable el área de Economía, Elena Salgado, una carta que el convocante se sacó de la manga en plan sorpresa a última hora.
Todo ello dio como resultado una escenario calcado físicamente de los grandes cónclaves europeos. Lo malo es que, lejos del esmero tramoyista, los resultados son -por la temática- aún más desoladores que en convocatorias precedentes.
martes, 8 de diciembre de 2009
Nuestra opción para otro Oscar
Confieso que Fernando Trueba nunca ha sido santo de mi devoción, lo cual no es óbice para que aprecie algunos aciertos importantes -los menos- en su irregular y heterodoxa filmografía. Siempre me ha parecido que su obra ha seguido una trayectoria errática desde aquella sobrevalorada "Opera prima", una película coyuntural que sirvió de referente en el campo del cine a una generación, hasta la absurda "Two much", pasando por la frecuente incursión en el documental 'culto' o 'social'. De por medio aparecieron relatos cinematográficos notables que siguen la pauta de la puesta en imágenes más clásica y también más convincente; vease "El año de las luces", "La niña de mis ojos" o "Belle epoque", ganadora en su día del Oscar de Hollywood a la mejor película de habla no inglesa. De lo que no cabe duda es de que el autor de todos estos títulos no se ha recatado nunca de su huida de tendencias o estilos, lo que le ha llevado a autoproclamarse en más de una ocasión "inclasificable".
Tras varios años sin filmar, especialmente ficción, Trueba ha vuelto recientemente con "El baile de la Victoria" y antes incluso de que fuera estrenada ya figuraba como la candidata española para optar a primeros del año próximo al premio internacional más cotizado, nuevamente el Oscar. Pese a lo antedicho, me acerque a la proyección de esta última obra del autor de "Sal gorda" con la mejor de las predisposiciones. Un 'trailer' sugerente y la presencia siempre atrayente del actor Ricardo Darín fueron el salvoconducto para pasar por taquilla a pesar de que el precio de las entradas se está poniendo por las nubes.
Sin embargo, tengo que confesar que el resultado ha sido bastante decepcionante. Se ha dicho que la obra original de Antonio Skarmeta, en la que se inspira el guión, tiene buena parte de la culpa de que "El baile de la Victoria" sea una película deslavazada, con unos personajes que tienen muchos menos matices de los que cabría esperar del desarrollo de la historia, que se nos antojan excesivamente simples, como sus respectivas historias personales, algo que no remedia la fusión de todas ellas, aunque los mejores momentos de su metraje surgen precisamente cuando se entrecruzan emocionalmente los destinos del trío protagonista, actuando de amalgama el carácter exageradamente ingenuo e idealista del joven al que da vida Abel Ayala. La historia personal de ese ladrón de guante blanco que interpreta Darín es lo más flojo de la historia, a pesar de la capacidad habitual del actor argentino para entrar en sintonía con el espectador y hacer creíble su creación con una simple mirada. No es mejor el atormentado personaje de Miranda Bodenhofer, de la que sabemos que mora en especie de autismo, del que sólo la libera la danza, por causa de haber sido testigo presencial del asesinato de sus padres por la Policía de Pinochet cuando tenía unos pocos años. El tercero, el aglutinador, se nos presenta a fuerza de ingenuo como una especie de extraterrestre, ilusorio y confiado, y ello a pesar de haber pasado dos años en prisión y haber sufrido las vejaciones y abusos sexuales de un alcaide baboso.
Cuando estas tres vidas se cruzan -dejo a un lado al personaje de la mujer de Darín, que interpreta una estilizada Ariadna Gil, porque su aparición y los datos que sobre ella nos proporcionan son ínfimos- nos encontramos con una historia que salta de género en género - a ratos drama, otra thriller de robos, incluso cine apunta tímidamente al cine políitico- sin llegar a centrarse en un camino claro. Y, por si esto fuera poco, Trueba tira de onirismo para colocar en un plano relevante a un caballo, la segunda pasión del muchacho, que se traslada por la película al galope ya sea en la cordillera andina, en la céntricas calles de Santiago a pleno día o en los páramos que dan acceso a la costa a la que el joven lleva a su amada para que conozca el mar (otro elemento simplista y sin conexión aparente con el resto de la historia).
En definitiva, aunque Trueba muestra que puede contar narrar en imágenes como el mejor, solamente lo hace a saltos y en muy contadas ocasiones, dejando destellos de buen cine que se disuelven al poco de empezar a deslumbrarnos. Me parece que "El baile de la Victoria" es un híbrido tanto de personajes como de situaciones que no logran encajar nunca en un relato coherente y único, algo que probablemente su autor no haya buscado intencionadamente, dado su carácter especialmente proclive a hacer -por decirlo claro- lo que le viene en gana en cada momento. ¡Ah! Y que a nadie se le ocurra, si tiene oportunidad de preguntarle, el porqué o el porqué no de un símbolo (el caballo), los vértices de un personaje (la joven Miranda) o una situación (el halo de tragedia que sobrevuela a ratos el relato). Este cineasta tiene un carácter muy difícil y detesta que hurguen en sus películas, como detesta la crítica cinematográfica, que confiesa no leer nunca. Él es así.
Tras varios años sin filmar, especialmente ficción, Trueba ha vuelto recientemente con "El baile de la Victoria" y antes incluso de que fuera estrenada ya figuraba como la candidata española para optar a primeros del año próximo al premio internacional más cotizado, nuevamente el Oscar. Pese a lo antedicho, me acerque a la proyección de esta última obra del autor de "Sal gorda" con la mejor de las predisposiciones. Un 'trailer' sugerente y la presencia siempre atrayente del actor Ricardo Darín fueron el salvoconducto para pasar por taquilla a pesar de que el precio de las entradas se está poniendo por las nubes.
Sin embargo, tengo que confesar que el resultado ha sido bastante decepcionante. Se ha dicho que la obra original de Antonio Skarmeta, en la que se inspira el guión, tiene buena parte de la culpa de que "El baile de la Victoria" sea una película deslavazada, con unos personajes que tienen muchos menos matices de los que cabría esperar del desarrollo de la historia, que se nos antojan excesivamente simples, como sus respectivas historias personales, algo que no remedia la fusión de todas ellas, aunque los mejores momentos de su metraje surgen precisamente cuando se entrecruzan emocionalmente los destinos del trío protagonista, actuando de amalgama el carácter exageradamente ingenuo e idealista del joven al que da vida Abel Ayala. La historia personal de ese ladrón de guante blanco que interpreta Darín es lo más flojo de la historia, a pesar de la capacidad habitual del actor argentino para entrar en sintonía con el espectador y hacer creíble su creación con una simple mirada. No es mejor el atormentado personaje de Miranda Bodenhofer, de la que sabemos que mora en especie de autismo, del que sólo la libera la danza, por causa de haber sido testigo presencial del asesinato de sus padres por la Policía de Pinochet cuando tenía unos pocos años. El tercero, el aglutinador, se nos presenta a fuerza de ingenuo como una especie de extraterrestre, ilusorio y confiado, y ello a pesar de haber pasado dos años en prisión y haber sufrido las vejaciones y abusos sexuales de un alcaide baboso.
Cuando estas tres vidas se cruzan -dejo a un lado al personaje de la mujer de Darín, que interpreta una estilizada Ariadna Gil, porque su aparición y los datos que sobre ella nos proporcionan son ínfimos- nos encontramos con una historia que salta de género en género - a ratos drama, otra thriller de robos, incluso cine apunta tímidamente al cine políitico- sin llegar a centrarse en un camino claro. Y, por si esto fuera poco, Trueba tira de onirismo para colocar en un plano relevante a un caballo, la segunda pasión del muchacho, que se traslada por la película al galope ya sea en la cordillera andina, en la céntricas calles de Santiago a pleno día o en los páramos que dan acceso a la costa a la que el joven lleva a su amada para que conozca el mar (otro elemento simplista y sin conexión aparente con el resto de la historia).
En definitiva, aunque Trueba muestra que puede contar narrar en imágenes como el mejor, solamente lo hace a saltos y en muy contadas ocasiones, dejando destellos de buen cine que se disuelven al poco de empezar a deslumbrarnos. Me parece que "El baile de la Victoria" es un híbrido tanto de personajes como de situaciones que no logran encajar nunca en un relato coherente y único, algo que probablemente su autor no haya buscado intencionadamente, dado su carácter especialmente proclive a hacer -por decirlo claro- lo que le viene en gana en cada momento. ¡Ah! Y que a nadie se le ocurra, si tiene oportunidad de preguntarle, el porqué o el porqué no de un símbolo (el caballo), los vértices de un personaje (la joven Miranda) o una situación (el halo de tragedia que sobrevuela a ratos el relato). Este cineasta tiene un carácter muy difícil y detesta que hurguen en sus películas, como detesta la crítica cinematográfica, que confiesa no leer nunca. Él es así.
domingo, 6 de diciembre de 2009
Ahora sí toca
Los esfuerzos del secretario general de la Federación Socialista Asturiana por cerrar todas las puertas a un posible debate sobre la candidatura de su partido a las todavía lejanas elecciones autonómicas no están teniendo muy buenos resultados. Es raro el día en que alguno de sus compañeros de filas no se salta a la torera la exigente consigna del 'general secretario' de los socialistas asturianos y proclama que es él y no otro quien tiene que ocupar la cabecera del cartel allá por el año 2011. El impenetrable Fernández no se cansa de repetir el "ahora no toca" y son muchos, y algunos significados, como esta misma semana el delegado del Gobierno, Antonio Trevín, quienes prefieren 'enfadarle' y poner sobre el tapete la conveniencia de ir preparando el terreno al nuevo candidato, una persona, por otra parte, que por carácter y estilo no resulta especialmente conocido, mucho menos carismático, entre la mayoría de los asturianos.
Sin embargo, el hecho más relevante en esta 'rebelión' interna en las filas del socialismo asturiano la ha protagonizado el líder sindical ugetista Eduardo Donaire, durante el reciente congreso regional de la Federación que preside, la del Metal, apelando directamente a sus deseos de ver a Fernández muy pronto como presidente del Principado. Supongo que al interesado, vanidades aparte, le habrá sentado a cuerno quemado esta arenga que contraviene radicalmente su estrategia de silencio. Pero lo realmente importante es el hecho de que la 'proclamación' venga de un sector muy concreto, el de la UGT, y concretamente de su facción más relevante, que hace ya tiempo que ha retirado su apoyo al actual presidente Areces y cuyos dirigentes no ocultan cada vez que pueden su hartazgo de un político "amortizado con creces".
La abierta apuesta de UGT en estos momentos tiene también mucho que ver con las declaraciones y movimientos periódicos del propio Areces y de su equipo de gobierno, que no pierden ocasión de hacer ver -con frases de doble sentido y apoyos en positivo- que el proyecto del actual mandatario autonómico está sin completar y que a éste le quedan "energías" suficientes para seguir al frente de la nave. Ya he comentado en alguna ocasión que a Areces no va a ser fácil sacarlo del despacho presidencial, que no va a dar facilidades para su relevo y que utilizará todos recursos e influencias a su alcance para intentar seguir en el puesto.
Si esta opción no figura para nada dentro de los planes de UGT, parece claro que esa creencia es bastante más amplia en el seno del socialismo asturiano. Quizá por eso un día sí y otro no aparecen declaraciones como las de Trevín o algunos dirigentes locales y a todos nos llegan otras en idéntico sentido que prefieren mantener el anonimato.
No sería conveniente dejar de lado en estas actitudes el temor de muchos de esos 'javieristas' a que el secretario general de la FSA pudiera llegar a 'rajarse' a última hora y por ello preferirían que la designación fuera cuanto más pronta mejor. Muchos no pueden olvidar que una característica de su futuro candidato es la indecisión y tiemblan al pensar en que a última hora les deje huérfanos, allanando el camino a las intenciones continuistas de Areces (en el PP existe una corriente parecida sobre una posible cuarta intentona de Ovidio Sánchez, aunque éste la haya negado, si no se aclara y pronto quién va a ser su cartel electoral en Asturias, algo que a día de hoy no tiene nombre y apellidos, mal que les pese a algunos). A fin de cuentas nadie olvida que a Javier fernández hubo que "empujarle" en su día para que diera el paso de asumir su candidatura a la secretaría general del PSOE asturiano, en una fase crítica de la organización.
Forzar que en esta ocasión no haya dudas y que cuanto antes Fernández sea el candidato no es sólo una estrategia política general. Muchos de los que se irán sumando al clamor por llegar a ese punto no están guiados exclusivamente por la inocencia. Muchos -y cada vez serán más si la cosa se aclara- tienen otra meta menos altruista: ir colocándose para un relevos que, si los socialistas vuelven a gobernar, traerá consigo un vuelco espectacular en la Administración autonómica asturiana. En fin, que lo importante para ellos es ir resituándose a modo de garantía para poder continuar desempeñando esta 'atractiva' profesión de la política.
Sin embargo, el hecho más relevante en esta 'rebelión' interna en las filas del socialismo asturiano la ha protagonizado el líder sindical ugetista Eduardo Donaire, durante el reciente congreso regional de la Federación que preside, la del Metal, apelando directamente a sus deseos de ver a Fernández muy pronto como presidente del Principado. Supongo que al interesado, vanidades aparte, le habrá sentado a cuerno quemado esta arenga que contraviene radicalmente su estrategia de silencio. Pero lo realmente importante es el hecho de que la 'proclamación' venga de un sector muy concreto, el de la UGT, y concretamente de su facción más relevante, que hace ya tiempo que ha retirado su apoyo al actual presidente Areces y cuyos dirigentes no ocultan cada vez que pueden su hartazgo de un político "amortizado con creces".
La abierta apuesta de UGT en estos momentos tiene también mucho que ver con las declaraciones y movimientos periódicos del propio Areces y de su equipo de gobierno, que no pierden ocasión de hacer ver -con frases de doble sentido y apoyos en positivo- que el proyecto del actual mandatario autonómico está sin completar y que a éste le quedan "energías" suficientes para seguir al frente de la nave. Ya he comentado en alguna ocasión que a Areces no va a ser fácil sacarlo del despacho presidencial, que no va a dar facilidades para su relevo y que utilizará todos recursos e influencias a su alcance para intentar seguir en el puesto.
Si esta opción no figura para nada dentro de los planes de UGT, parece claro que esa creencia es bastante más amplia en el seno del socialismo asturiano. Quizá por eso un día sí y otro no aparecen declaraciones como las de Trevín o algunos dirigentes locales y a todos nos llegan otras en idéntico sentido que prefieren mantener el anonimato.
No sería conveniente dejar de lado en estas actitudes el temor de muchos de esos 'javieristas' a que el secretario general de la FSA pudiera llegar a 'rajarse' a última hora y por ello preferirían que la designación fuera cuanto más pronta mejor. Muchos no pueden olvidar que una característica de su futuro candidato es la indecisión y tiemblan al pensar en que a última hora les deje huérfanos, allanando el camino a las intenciones continuistas de Areces (en el PP existe una corriente parecida sobre una posible cuarta intentona de Ovidio Sánchez, aunque éste la haya negado, si no se aclara y pronto quién va a ser su cartel electoral en Asturias, algo que a día de hoy no tiene nombre y apellidos, mal que les pese a algunos). A fin de cuentas nadie olvida que a Javier fernández hubo que "empujarle" en su día para que diera el paso de asumir su candidatura a la secretaría general del PSOE asturiano, en una fase crítica de la organización.
Forzar que en esta ocasión no haya dudas y que cuanto antes Fernández sea el candidato no es sólo una estrategia política general. Muchos de los que se irán sumando al clamor por llegar a ese punto no están guiados exclusivamente por la inocencia. Muchos -y cada vez serán más si la cosa se aclara- tienen otra meta menos altruista: ir colocándose para un relevos que, si los socialistas vuelven a gobernar, traerá consigo un vuelco espectacular en la Administración autonómica asturiana. En fin, que lo importante para ellos es ir resituándose a modo de garantía para poder continuar desempeñando esta 'atractiva' profesión de la política.
viernes, 4 de diciembre de 2009
La libertad de los españoles
Todo el mundo se ha enterado ya de que hoy, en el Congreso de los Diputados, donde como cada año se procedió a dar lectura a la Constitución por un sinfín de personajes, famosos y ciudadanos de a pie, un estudiante de secundaria al que le correspondía intervenir fue expulsado de la tribuna por una vicepresidenta de cuyo nombre ni siquiera me acuerdo. Al chico, de un colegio madrileño, le tocó en suerte dar lectura al artículo correspondiente al derecho a la huelga, y así lo hizo. Pero mire usted por donde decidió saltarse el guión e hizo su propia aportación afeando a los sindicatos su renuncia a recurrir a tal recurso, prefiriendo -dijo- bailarle el agua al Gobierno.
La vicepresidenta de cuyo nombre no me acuerdo le expulsó de la tribuna. Institucionalmente no parece que a la decisión pueda ponérsele tacha alguna. Otra cosa distinta es que esa rigidez mostrada ayer por la Mesa de la Cámara Baja se aplique a este caso concreto y no aparezca en un sinfín de ocasiones que también lo justificarían. Hoy mismo, otro joven aprovechó para recordar a un familiar suyo que por circunstancias políticas tuvo que abandonar en su día España. A éste no se le retiró el turno ni se le dio orden de bajar de la tribuna. Podría también recordar lo condescendientes que las presidencias parlamentarias son a la hora de aplicar el reglamento con los parlamentarios. Claro que alguien dirá que estos están en su casa y haciendo su trabajo. Lo malo es que la 'solemne' sesión de hoy fue abierta por el presidente del Congreso, José Bono, y éste no se recató en recordar la libertad de la que disfrutan ahora los españoles gracias a herramientas como la propia Constitución y las instituciones que se encargan de desarrollarla y aplicarla. A ello añadiría yo que a la clase dirigente política se les llena la boca a diario con el argumento de que el Parlamento es la expresión de la voluntad de los españoles, de todos.
En fin, que el 'incidente' de hoy es más que probable que se quede en una simple anécdota que en poco tiempo se habrá olvidado, pero no debería ser todo tan fácil. Es de sentido común que el Congrso no puede ser un lugar donde cada hijo de vecino vaya a decir lo que le viene en gana. Pero cuando, por motivos especiales, su salón de sesiones se abre a personas distintas a los propietarios temporales de los escaños, parece exagerada una expulsión como la de hoy y abre serias dudas sobre el alcance del derecho a la libertad de expresión, que también está en la Carta Magna, por cierto. A lo peor la decisión tiene más que ver con la crítica intervención del muchacho hacia el papel de los sindicatos, desde hace años más amigos que enemigos del Gobierno, que al hecho de salirse del guión. es posible que si el chaval hubiera acabado su lectura con un "¡Viva Zapatero!" -como el título de una reciente película italiana- hubiera concluido con el único baldón de una posible pitada desde las bancadas del PP.
La vicepresidenta de cuyo nombre no me acuerdo le expulsó de la tribuna. Institucionalmente no parece que a la decisión pueda ponérsele tacha alguna. Otra cosa distinta es que esa rigidez mostrada ayer por la Mesa de la Cámara Baja se aplique a este caso concreto y no aparezca en un sinfín de ocasiones que también lo justificarían. Hoy mismo, otro joven aprovechó para recordar a un familiar suyo que por circunstancias políticas tuvo que abandonar en su día España. A éste no se le retiró el turno ni se le dio orden de bajar de la tribuna. Podría también recordar lo condescendientes que las presidencias parlamentarias son a la hora de aplicar el reglamento con los parlamentarios. Claro que alguien dirá que estos están en su casa y haciendo su trabajo. Lo malo es que la 'solemne' sesión de hoy fue abierta por el presidente del Congreso, José Bono, y éste no se recató en recordar la libertad de la que disfrutan ahora los españoles gracias a herramientas como la propia Constitución y las instituciones que se encargan de desarrollarla y aplicarla. A ello añadiría yo que a la clase dirigente política se les llena la boca a diario con el argumento de que el Parlamento es la expresión de la voluntad de los españoles, de todos.
En fin, que el 'incidente' de hoy es más que probable que se quede en una simple anécdota que en poco tiempo se habrá olvidado, pero no debería ser todo tan fácil. Es de sentido común que el Congrso no puede ser un lugar donde cada hijo de vecino vaya a decir lo que le viene en gana. Pero cuando, por motivos especiales, su salón de sesiones se abre a personas distintas a los propietarios temporales de los escaños, parece exagerada una expulsión como la de hoy y abre serias dudas sobre el alcance del derecho a la libertad de expresión, que también está en la Carta Magna, por cierto. A lo peor la decisión tiene más que ver con la crítica intervención del muchacho hacia el papel de los sindicatos, desde hace años más amigos que enemigos del Gobierno, que al hecho de salirse del guión. es posible que si el chaval hubiera acabado su lectura con un "¡Viva Zapatero!" -como el título de una reciente película italiana- hubiera concluido con el único baldón de una posible pitada desde las bancadas del PP.
Una imagen con mil palabras
Me choca que en un tema tan recurrente en la prensa regional y nacional como es el regreso a la primera línea política de Francisco Álvarez-Cascos llevemos algunas semanas sin 'noticias'. Cualquier declaración, cualquier gesto, de él o de sus compañeros de la dirección del PP, daba origen a nuevas interpretaciones que casi siempre acababan en el retorno del veterano político asturiano.
Sin embargo, no he encontrado referencias al asunto tras el acto celebrado esta misma semana en el transcurso del cual don Juan Carlos recibió el I Premio FAES a la Libertad. ¿Y por qué iba a haberlas?, se preguntarán algunos. El protagonista era el Rey y su interlocutor protagonista el presidente de la mencionada fundación, José María Aznar. Sin embargo, una de las fotografías distribuidas ese día, además de la tradicional en la que los dos mencionados aparecen en el momento de la entrega del galardón, pasó prácticamente desapercibida. A fin de cuentas las imágenes no se leen, dirán otros. Craso error, porque, al margen de tratarse de un tópico -y como tal machaconamente real- una imagen sí puede valer más que mil palabras y a la que aludo estaba cargada de párrafos. Estaban -digámoslo ya-, aparte de los protagonistas principales, en primera fila y firmes y sonrientes, entre otros, Ángel Acebes y el citado Cascos.
Mientras muchos se empeñan en descifrar el rompecabecas del retorno del ex ministro de Fomento a partir de sus malquereres entre los que mandan en su partido en Asturias o a partir de las expectativas de hacerse con el poder en el Principado que puedan tener puestas en él Rajoy y su equipo -tampoco grandes simpatizantes del polémico ex vicepresidente-, otros preferimos escudriñar por latiitudes diferentes. Al margen de sus amplias actividades profesionales privadas, yo recomiendo a quienes estén interesados en el hipotético futuro político de Cascos que le sigan a través de imágenes como la mencionada, que vean en qué terrenos y con qué personas se mueve, cómo mide sus tiempos y sus escenarios.
Es posible que Cascos y Aznar no terminaran tan bien como era de esperar después de sus largos años de estrecha colaboración, pero el asturiano, como otros de los políticos ahora apartados pero que formaron parte del núcleo central del último líder que tuvo el PP -para lo bueno y para lo malo-, conforman un contrapoder sólido dentro del partido, y la sensación que día a día da la actual dirección -por muchas reuniones y cónclaves que celebren- sólo contribuyen a consolidar una idea muy extendida entre las bases: "con ellos ganamos y esos son los líderes que tenemos que volver a tener". Es obvio que no soy tan atrevido como para aventurar algún tipo de conspiración interna que acabe en una futura guerra interna en el seno de los populares. Las cosas no funcionan así. Pero a veces es el propio paso del tiempo el que, mansamente, madura las frutas y, cuando llega la sazón, las hace caer del árbol.
Si alguien -muchos, según parece- se muestran interesados en seguir los movimientos de Cascos que recuerden que se trata de uno de los políticos más avezados de la historia democrática de este país, y por ello, que atiendan a ese tipo de apariciones o gestos suyos que van punteando un camino cargado de significados a sumar. Dejémenos de conjeturas o adivinanzas con Rajoy, con Gabino de Lorenzo,... y pongamos mucha atención a las imágenes que, en el caso del político asturiano, tienen ahora mucho más valor que sus escasas y crípticas declaraciones sobre un futuro político por el momento incierto.
Sin embargo, no he encontrado referencias al asunto tras el acto celebrado esta misma semana en el transcurso del cual don Juan Carlos recibió el I Premio FAES a la Libertad. ¿Y por qué iba a haberlas?, se preguntarán algunos. El protagonista era el Rey y su interlocutor protagonista el presidente de la mencionada fundación, José María Aznar. Sin embargo, una de las fotografías distribuidas ese día, además de la tradicional en la que los dos mencionados aparecen en el momento de la entrega del galardón, pasó prácticamente desapercibida. A fin de cuentas las imágenes no se leen, dirán otros. Craso error, porque, al margen de tratarse de un tópico -y como tal machaconamente real- una imagen sí puede valer más que mil palabras y a la que aludo estaba cargada de párrafos. Estaban -digámoslo ya-, aparte de los protagonistas principales, en primera fila y firmes y sonrientes, entre otros, Ángel Acebes y el citado Cascos.
Mientras muchos se empeñan en descifrar el rompecabecas del retorno del ex ministro de Fomento a partir de sus malquereres entre los que mandan en su partido en Asturias o a partir de las expectativas de hacerse con el poder en el Principado que puedan tener puestas en él Rajoy y su equipo -tampoco grandes simpatizantes del polémico ex vicepresidente-, otros preferimos escudriñar por latiitudes diferentes. Al margen de sus amplias actividades profesionales privadas, yo recomiendo a quienes estén interesados en el hipotético futuro político de Cascos que le sigan a través de imágenes como la mencionada, que vean en qué terrenos y con qué personas se mueve, cómo mide sus tiempos y sus escenarios.
Es posible que Cascos y Aznar no terminaran tan bien como era de esperar después de sus largos años de estrecha colaboración, pero el asturiano, como otros de los políticos ahora apartados pero que formaron parte del núcleo central del último líder que tuvo el PP -para lo bueno y para lo malo-, conforman un contrapoder sólido dentro del partido, y la sensación que día a día da la actual dirección -por muchas reuniones y cónclaves que celebren- sólo contribuyen a consolidar una idea muy extendida entre las bases: "con ellos ganamos y esos son los líderes que tenemos que volver a tener". Es obvio que no soy tan atrevido como para aventurar algún tipo de conspiración interna que acabe en una futura guerra interna en el seno de los populares. Las cosas no funcionan así. Pero a veces es el propio paso del tiempo el que, mansamente, madura las frutas y, cuando llega la sazón, las hace caer del árbol.
Si alguien -muchos, según parece- se muestran interesados en seguir los movimientos de Cascos que recuerden que se trata de uno de los políticos más avezados de la historia democrática de este país, y por ello, que atiendan a ese tipo de apariciones o gestos suyos que van punteando un camino cargado de significados a sumar. Dejémenos de conjeturas o adivinanzas con Rajoy, con Gabino de Lorenzo,... y pongamos mucha atención a las imágenes que, en el caso del político asturiano, tienen ahora mucho más valor que sus escasas y crípticas declaraciones sobre un futuro político por el momento incierto.
martes, 1 de diciembre de 2009
Economía Insostenible
Hoy es día primero de mes y las ventanillas de los bancos adquieren un protagonismo incuestionable en la vida económica del país, la real no la de las grandes cifras ni la de las medidas gubernamentales contra la crisis. Si algunas veces una imagen vale más que mil palabras, en paralelo hay otras en que un hecho puntual y aparentemente insignificante en el conjunto de los esfuerzos nacionales por la recuperación supone más que mil artículos de los grandes expertos o 'gurus' económicos.
El que suscribe fue esta mañana testigo de una de esas 'anécdotas' que pueden llegar a poner los pelos de punta a cualquiera con un mínimo de sensibilidad social. El marco es una de esas citadas ventanillas de una entidad financiera y el personaje una clienta de avanzada edad y con evidentes signos de pertenecer a cualquier grupo menos a la antigua y denostada clase media, mucho menos a alguna suerte de élite económica, que acudía allí con su libreta para recoger probablemente una parte de su pensión o un pellizquito de sus ahorros para iniciar otro mes de esos que, uno tras otro, sin ser enero tienen más cuestas que L'Angliru para sortear las necesidades mínimas para vivir. La mujer en cuestión se acercó a la empleada de la caja y solicitó que le entregara 81 ó 82 euros. Ante esa aparente duda, la trabajadora del banco le preguntó cuál de las dos cantidades quería extraer de su cuenta y la respuesta de su interlocutora fue más o menos textualmente: "Dame 82; vale más que sobre a que falte". No es preciso echar mano de los buenos oficios de un escritor para que cualquiera se dé cuenta del significado de esas palabras. Si un euro, dentro de esa irrisoria cantidad, puede ser la barrera de que a una persona le llegue el dinero o le falte para tirar como pueda es que algo muy gordo está pasando en este país.
Supongo que sobrarán quienes digan que se trata de un hecho aislado, que es una simple anécdota, incluso que ese persona puede que tenga más que un directivo de una gran empresa. Pero para una gran mayoría, siendo un caso concreto, va mucho más allá y describe mejor una realidad social que cualquier expediente de regulación de empleo, que unos planes para ahorrar energía o una medidas para apoyar la rehabilitación de viviendas, por citar solamente algunas de las herramientas que el Ejecutivo ha agrupado para presentar a bombo y platillo su particular receta para salir de la recesión. A esa mujer y a miles de españoles que pasan por situaciones más que difíciles, aunque sin llegar a tal grado de gravedad, son a los que el presidente del Gobierno y su equipo económico deberían de explicar ese invento de la Ley de Economía Sostenible y no a una bonita presentadora de televisión en los lujosos salones del Palacio de La Moncloa.
Aunque utópico, me gusta imaginarme al señor Zapatero en ese momento y en ese lugar acercarse a la 'ciudadana de los 82 euros' y contarle lo que está haciendo para que España vaya mejor y los españoles salgan de la crisis, que le explique cosas como que va a controlar los desorbitados sueldos de los grandes directivos de corporaciones empresariales o a los consejeros de las potentes entidades financieras. Dejo al criterio de quien esto lea cuál sería la respuesta y el gesto de esa mujer agobiada por un euro. Hoy no voy a poner corolario a este comentario. La hipótesis y la tesis la tienen; pónganlo ustedes mismos.
El que suscribe fue esta mañana testigo de una de esas 'anécdotas' que pueden llegar a poner los pelos de punta a cualquiera con un mínimo de sensibilidad social. El marco es una de esas citadas ventanillas de una entidad financiera y el personaje una clienta de avanzada edad y con evidentes signos de pertenecer a cualquier grupo menos a la antigua y denostada clase media, mucho menos a alguna suerte de élite económica, que acudía allí con su libreta para recoger probablemente una parte de su pensión o un pellizquito de sus ahorros para iniciar otro mes de esos que, uno tras otro, sin ser enero tienen más cuestas que L'Angliru para sortear las necesidades mínimas para vivir. La mujer en cuestión se acercó a la empleada de la caja y solicitó que le entregara 81 ó 82 euros. Ante esa aparente duda, la trabajadora del banco le preguntó cuál de las dos cantidades quería extraer de su cuenta y la respuesta de su interlocutora fue más o menos textualmente: "Dame 82; vale más que sobre a que falte". No es preciso echar mano de los buenos oficios de un escritor para que cualquiera se dé cuenta del significado de esas palabras. Si un euro, dentro de esa irrisoria cantidad, puede ser la barrera de que a una persona le llegue el dinero o le falte para tirar como pueda es que algo muy gordo está pasando en este país.
Supongo que sobrarán quienes digan que se trata de un hecho aislado, que es una simple anécdota, incluso que ese persona puede que tenga más que un directivo de una gran empresa. Pero para una gran mayoría, siendo un caso concreto, va mucho más allá y describe mejor una realidad social que cualquier expediente de regulación de empleo, que unos planes para ahorrar energía o una medidas para apoyar la rehabilitación de viviendas, por citar solamente algunas de las herramientas que el Ejecutivo ha agrupado para presentar a bombo y platillo su particular receta para salir de la recesión. A esa mujer y a miles de españoles que pasan por situaciones más que difíciles, aunque sin llegar a tal grado de gravedad, son a los que el presidente del Gobierno y su equipo económico deberían de explicar ese invento de la Ley de Economía Sostenible y no a una bonita presentadora de televisión en los lujosos salones del Palacio de La Moncloa.
Aunque utópico, me gusta imaginarme al señor Zapatero en ese momento y en ese lugar acercarse a la 'ciudadana de los 82 euros' y contarle lo que está haciendo para que España vaya mejor y los españoles salgan de la crisis, que le explique cosas como que va a controlar los desorbitados sueldos de los grandes directivos de corporaciones empresariales o a los consejeros de las potentes entidades financieras. Dejo al criterio de quien esto lea cuál sería la respuesta y el gesto de esa mujer agobiada por un euro. Hoy no voy a poner corolario a este comentario. La hipótesis y la tesis la tienen; pónganlo ustedes mismos.
Las excusas no bastan
Desde nuestra profesión de periodistas tenemos la ocasión de transmitir a la sociedad toda clase de información, la posibilidad de desvelar hechos y actuaciones que en otras circunstancias quedarían en el anonimato, el privilegio de criticar a los protagonistas de la vida pública. Eso y mucho más, pero siempre bajo la tremenda responsabilidad de hacerlo con serenidad, con datos precisos y contratados y con argumentos sólidos. Es frecuente que en el buen desarrollo de esta labor recibamos zancadillas, desmentidos, varapalos,... de aquellos que preferirían que algunas verdades permanecieran recluidas en el silencio salvador para quienes se rigen por sus propias normas e ignoran las que nos afectan a todos.
Sin embargo, hay ocasiones en las que es preciso poner el saco del revés y mirar hacia el interior, hacia nuestro propio trabajo y reflexionar durante unos minutos sobre el alcance del mismo cuando se desarrolla con prisas y sin responsabilidad. El caso del joven canario acusado de las lesiones que provocaron la muerte de una niña de tres años que polarizó durante unos días la atención de algunos de los principales medios nacionales es un ejemplo tremendo de los niveles a los que se puede llevar la información cuando la cada día más acuciante presión por ser los 'primeros' o por 'ir más allá que los demás' acelera los teclados y la creación redaccional. El joven en cuestión ha quedado en libertad sin cargos tras demostrar la autopsia que las lesiones se las había causado la niña días antes jugando. La responsabilidad del médico cuyo parte dio origen al principio del "linchamiento mediático y social" es muy grave, pero no exculpa a la frenética carrera de los grandes rotativos para contribuir a ese juicio precipitado y antidemocrático que ha dado lugar a que el otrora presunto delincuente deba contar con escolta policial para evitar que grupos enardecidos se tomasen la justicia por su mano.
Conocida la realidad de los hechos, todos los que alentaron la 'condena anticipada' se han apresurado a replegar velas y ocultar el desenlace del asunto en lo más profundo de las páginas más interiores de sus diarios. Algunos han dado la cara y se han atrevido a pedir excusas al joven canario. Escaso bagaje para un mal que ya tiene mal remedio.
Sensacionalismo y escaso rigor lo ha habido siempre en esta profesión -hasta alguna genial película ha puesto el dedo sobre la llaga de esta lacra, una veces con humor ('Primera plana') y otras con absoluta seriedad ('El gran carnaval'), pero la cada día más enconada competencia, la inmediatez de la información que han ido incorporando las continuamente mejoradas nuevas tecnologías hacen que la tentación de caer en la irresponsabilidad sea cada día más fácil.
Quizá casos como el de Canarias sean un buen elemento para detenerse un rato a pensar en la responsabilidad social -de la judicial ya se encargan las instancias pertinentes- de esta profesión y pensarse dos veces los mensajes que trasladamos a la sociedad sin que ello signifique en momento alguno renunciar al derecho a la información y a la libertad para ejercerla con responsabilidad. De lo contrario, es más que posible que la consideración social de nuestra profesión pueda en un día muy lejano llegar a alcanzar los bajos niveles de la clase política, la que, por cierto, ya ha logrado el dudoso honor de figurar como el cuerto problema de este país en la consideración de sus habitantes.
Sin embargo, hay ocasiones en las que es preciso poner el saco del revés y mirar hacia el interior, hacia nuestro propio trabajo y reflexionar durante unos minutos sobre el alcance del mismo cuando se desarrolla con prisas y sin responsabilidad. El caso del joven canario acusado de las lesiones que provocaron la muerte de una niña de tres años que polarizó durante unos días la atención de algunos de los principales medios nacionales es un ejemplo tremendo de los niveles a los que se puede llevar la información cuando la cada día más acuciante presión por ser los 'primeros' o por 'ir más allá que los demás' acelera los teclados y la creación redaccional. El joven en cuestión ha quedado en libertad sin cargos tras demostrar la autopsia que las lesiones se las había causado la niña días antes jugando. La responsabilidad del médico cuyo parte dio origen al principio del "linchamiento mediático y social" es muy grave, pero no exculpa a la frenética carrera de los grandes rotativos para contribuir a ese juicio precipitado y antidemocrático que ha dado lugar a que el otrora presunto delincuente deba contar con escolta policial para evitar que grupos enardecidos se tomasen la justicia por su mano.
Conocida la realidad de los hechos, todos los que alentaron la 'condena anticipada' se han apresurado a replegar velas y ocultar el desenlace del asunto en lo más profundo de las páginas más interiores de sus diarios. Algunos han dado la cara y se han atrevido a pedir excusas al joven canario. Escaso bagaje para un mal que ya tiene mal remedio.
Sensacionalismo y escaso rigor lo ha habido siempre en esta profesión -hasta alguna genial película ha puesto el dedo sobre la llaga de esta lacra, una veces con humor ('Primera plana') y otras con absoluta seriedad ('El gran carnaval'), pero la cada día más enconada competencia, la inmediatez de la información que han ido incorporando las continuamente mejoradas nuevas tecnologías hacen que la tentación de caer en la irresponsabilidad sea cada día más fácil.
Quizá casos como el de Canarias sean un buen elemento para detenerse un rato a pensar en la responsabilidad social -de la judicial ya se encargan las instancias pertinentes- de esta profesión y pensarse dos veces los mensajes que trasladamos a la sociedad sin que ello signifique en momento alguno renunciar al derecho a la información y a la libertad para ejercerla con responsabilidad. De lo contrario, es más que posible que la consideración social de nuestra profesión pueda en un día muy lejano llegar a alcanzar los bajos niveles de la clase política, la que, por cierto, ya ha logrado el dudoso honor de figurar como el cuerto problema de este país en la consideración de sus habitantes.
viernes, 27 de noviembre de 2009
¿Y si nos quedamos fuera?
El aparato propagandístico del presidente Zapatero y su equipo de gobierno emite a diario mensajes optimistas que tratan de hacer llegar a la opinión pública española el convencimiento de que, dentro de lo malo y con alguna salvedad, el país está ya saliendo de la recesión, aunque no lo haga al ritmo de otros países de la Unión Europea frente a los que hace solamente un par de años presumíamos de llevarles varios cuerpos de ventaja en lo que a crecimiento y prosperidad se refiere. Lo que ocurre es que las cifras siempre son mucho más contundentes que las palabras cuando de economía estamos hablando y los guarismos desarman todas las valoraciones argumentales sin otro sustento que el de calmar los ánimos de una sociedad cada día más escéptica y deprimida.
Frente a los mensajes optimistas gubernamentales, se vienen sucediendo las más o menos bienintencionadas advertancias de los socios europeos, de organismos internacionales o de cualificados analistas que, por resumirlo simplistamente en pocas palabras, podría decirse que recomiendan a España la configuración de un nuevo modelo económico que le permite recuperar el terreno perdido y subirse al tren de la recuperación que, con Francia y Alemania de locomotoras, empiezan a permitir que se vea la luz al final del túnel.
Hasta el momento, el Ejecutivo ha hecho oídos sordos a todos esos consejos y ha decidido que puede hacer esa tarea en solitario y según sus propios fórmulas. En esa línea, Zapatero y sus ministros llevan semanas anunciando una 'Ley de Economía Sostenible' cuyas líneas principales de actuación hemos podido conocer hoy mismo. ¿Es esta normativa la pócima mágica que precisaba el país para invertir la tendencia y empezar de nuevo a crecer, como ya lo están haciendo otros de su entorno? Será preciso conocer si ese texto tiene una línea argumental común y coherente con la coyuntura real o si, por el contrario, como apunta a primera vista se limita a recoger en un solo documento una lista interminable de medidas aisladas, muchas ya avanzadas individualmente, que van desde la desgravación del alquiler hasta los cambios en la contratación pública, desde medidas de ayuda a la creación de empresas a incentivación del ahorro energético, desde el control de los emolumentos a los altos directivos a los cambios de las medidas fiscales. En definitiva una ensalada elaborada con algunas buenas materias primas pero que, salvo que nos convenzan de lo contrario, carece del aliño necesario para convertirlo en un proyecto conjunto de garantía. Si a ello se añade que, como ya han advertido los expertos de forma inmediata, brillan por su ausencia las medidas "duras", las que conllevan un desgaste que este Gobierno no parece dispuesto a afrontar, se puede llegar a la conclusión de que esta nueva ley no responde precisamente a ese "nuevo modelo económico" que Europa, la economía global y la sociedad española reclaman para abandonar de verdad la crisis, limitándose a un largo catálogo de "buenas intenciones" incapaces de tomar al toro por los cuernos y orientar todas las energías y recursos disponibles a una única meta, la susodicha salida del pozo.
El anuncio del contenido de esta 'Ley de Economía Sostenible' coincide en el tiempo con la aparición en un rotativo del prestigio de 'The Economist' de un informe sobre la economía española que encabezan con la concesión a nuestro país de un título de tan dudoso prestigio como "el nuevo enfermo de Europa". Al margen de aspectos concretos de la puesta en cuestión del camino que Zapatero y su equipo han elegido para abordar el problema, que cualquiera puede consultar a través de internet, lo que el periódico británico viene a decir en un idioma que todo el mundo entiende es que España tiene que hacer mucho más que lo que está haciendo para solucionar la grave situación. Mientras otros países europeos emergen, aquí la economía sigue reduciéndose y la faceta endogámica del equipo gubernamental español no parece dispuesta a aceptar los consejos de nadie, comprometidos fielmente con sus propio proyecto, un proyecto que no parece generar excesiva confianza, aunque todos desearíamos que triunfara por el bien común de España y de los españoles.
Pero esa recuperación tiene que empezar a notarse y pronto, antes de las fechas que nos fían los más optimistas, porque entretanto las economías europeas que han dado la vuelta a la tortilla y han iniciado el despegue hacia la recuperación ya empiezan a hablar, desde el punto de vista comunitario, de "la gripe española". Por el momento esa 'enfermedad' la aceptan como un mal menor y hacen suyos sus efectos, pero esa situación no se puede prolongar por mucho tiempo. Nadie quiere arrastrar un lastre ajeno cuando su coyuntura propia invita a empezar a pisar el acelerador del crecimiento. Zapatero y su equipo deberían tomar nota de ello y ponerse las pilas para aprovechar ese tirón de países como Alemania o Francia y montarse en su estela para que el tren económico europeo nos lleve finalmente a todos al destino ansiado. Ignorar esto sería tanto como correr el riesgo de encontrarse solo en una estación después de que el convoy hubiera pasado. Un pesimista visceral comentaba recientemente que, de seguir por un camino equivocado corremos el riesgo de quedarnos fuera de todo. Es una negra visión que nadie quisiera aceptar, pero a veces este tipo de argumentos quedan flotando en el aire para preocupaciión y desconfianza de todos. ¿Y si por querer ser tan diferentes nos quedamos fuera?
Frente a los mensajes optimistas gubernamentales, se vienen sucediendo las más o menos bienintencionadas advertancias de los socios europeos, de organismos internacionales o de cualificados analistas que, por resumirlo simplistamente en pocas palabras, podría decirse que recomiendan a España la configuración de un nuevo modelo económico que le permite recuperar el terreno perdido y subirse al tren de la recuperación que, con Francia y Alemania de locomotoras, empiezan a permitir que se vea la luz al final del túnel.
Hasta el momento, el Ejecutivo ha hecho oídos sordos a todos esos consejos y ha decidido que puede hacer esa tarea en solitario y según sus propios fórmulas. En esa línea, Zapatero y sus ministros llevan semanas anunciando una 'Ley de Economía Sostenible' cuyas líneas principales de actuación hemos podido conocer hoy mismo. ¿Es esta normativa la pócima mágica que precisaba el país para invertir la tendencia y empezar de nuevo a crecer, como ya lo están haciendo otros de su entorno? Será preciso conocer si ese texto tiene una línea argumental común y coherente con la coyuntura real o si, por el contrario, como apunta a primera vista se limita a recoger en un solo documento una lista interminable de medidas aisladas, muchas ya avanzadas individualmente, que van desde la desgravación del alquiler hasta los cambios en la contratación pública, desde medidas de ayuda a la creación de empresas a incentivación del ahorro energético, desde el control de los emolumentos a los altos directivos a los cambios de las medidas fiscales. En definitiva una ensalada elaborada con algunas buenas materias primas pero que, salvo que nos convenzan de lo contrario, carece del aliño necesario para convertirlo en un proyecto conjunto de garantía. Si a ello se añade que, como ya han advertido los expertos de forma inmediata, brillan por su ausencia las medidas "duras", las que conllevan un desgaste que este Gobierno no parece dispuesto a afrontar, se puede llegar a la conclusión de que esta nueva ley no responde precisamente a ese "nuevo modelo económico" que Europa, la economía global y la sociedad española reclaman para abandonar de verdad la crisis, limitándose a un largo catálogo de "buenas intenciones" incapaces de tomar al toro por los cuernos y orientar todas las energías y recursos disponibles a una única meta, la susodicha salida del pozo.
El anuncio del contenido de esta 'Ley de Economía Sostenible' coincide en el tiempo con la aparición en un rotativo del prestigio de 'The Economist' de un informe sobre la economía española que encabezan con la concesión a nuestro país de un título de tan dudoso prestigio como "el nuevo enfermo de Europa". Al margen de aspectos concretos de la puesta en cuestión del camino que Zapatero y su equipo han elegido para abordar el problema, que cualquiera puede consultar a través de internet, lo que el periódico británico viene a decir en un idioma que todo el mundo entiende es que España tiene que hacer mucho más que lo que está haciendo para solucionar la grave situación. Mientras otros países europeos emergen, aquí la economía sigue reduciéndose y la faceta endogámica del equipo gubernamental español no parece dispuesta a aceptar los consejos de nadie, comprometidos fielmente con sus propio proyecto, un proyecto que no parece generar excesiva confianza, aunque todos desearíamos que triunfara por el bien común de España y de los españoles.
Pero esa recuperación tiene que empezar a notarse y pronto, antes de las fechas que nos fían los más optimistas, porque entretanto las economías europeas que han dado la vuelta a la tortilla y han iniciado el despegue hacia la recuperación ya empiezan a hablar, desde el punto de vista comunitario, de "la gripe española". Por el momento esa 'enfermedad' la aceptan como un mal menor y hacen suyos sus efectos, pero esa situación no se puede prolongar por mucho tiempo. Nadie quiere arrastrar un lastre ajeno cuando su coyuntura propia invita a empezar a pisar el acelerador del crecimiento. Zapatero y su equipo deberían tomar nota de ello y ponerse las pilas para aprovechar ese tirón de países como Alemania o Francia y montarse en su estela para que el tren económico europeo nos lleve finalmente a todos al destino ansiado. Ignorar esto sería tanto como correr el riesgo de encontrarse solo en una estación después de que el convoy hubiera pasado. Un pesimista visceral comentaba recientemente que, de seguir por un camino equivocado corremos el riesgo de quedarnos fuera de todo. Es una negra visión que nadie quisiera aceptar, pero a veces este tipo de argumentos quedan flotando en el aire para preocupaciión y desconfianza de todos. ¿Y si por querer ser tan diferentes nos quedamos fuera?
martes, 24 de noviembre de 2009
El disparate catalán
¿Aceptamos el Estado o no? Esta es la pregunta que corresponde hacerse a raiz de la polvareda levantada en los dos últimos días después de la filtración -con todos los visos de corresponderse con la realidad- de una inmediata decisión del Tribunal Constitucional sobre los recursos -no hay que dirigir todos los dardos contra el PP, promotor del más amplio y relevante, ya que también han tomado la iniciativa dos comunidades autónomas y el Defensor del Pueblo-, que no recurso, contra el contenido del nuevo Estatuto catalán. Una decisión que retiraría del texto aprobado por el Parlamento y ratificado en referéndum en Cataluña una buena parte de los signos "identitarios" logrados en arduas y prolongadas en el tiempo negociaciones de los dirigentes políticos de la mayoría de los partidos políticos de esa comunidad, socialistas incluidos.
Parece claro que, de confirmarse lo adelantado por 'El País' el pasado domingo al Título Preliminar del estatuto no lo reconocería "ni la madre que lo parió". Exclusión del término nación, rechazo al "deber" de conocer el catalán o negativa a admitir los "derechos históricos" son algunos de los ejemplos definitorios de que el texto que la Generalitat viene ya desarrollando desde hace tiempo puede quedar rebajado de categoría en aspectos de difícil digestión para el nacionalismo, incluyendo en el mismo al mismísimo PSC de José Montilla.
Buenos conocedores de la capacidad del medio informativo citado para acceder a la fuente clara, aunque el debate se encuentre oficialmente todavía abierto en el seno del Constitucional, todos los grupos políticos catalanes, excepción hecha -obviamente- del PP, se han aprestado a salir a la palestra para vaticinar con más o menos bravuconería que una decisión contraria a su Estatuto abriría la puerta a cualquier tipo de "rebelión" que alcanza, en algunos casos, a la advertencia de un posible argumento para cuestionarse la pertenencia de Catalunya al Estado español.
Al margen del mal papel en el que quedarían buena parte de los promotores del texto que desde hace años discute el más alto tribunal, lo verdaderamente preocupante es el sustrato que se deriva de las declaraciones de Montilla, de Carod-Rovira, de Mas,...: sólo admito la autoridad del órgano decisor de se pronuncia en una determinada dirección, la mía. En caso contrario, "la montamos" y "aquí puede pasar de todo". Como decía al principio, lo que realmente está en cuestión con este tipo de posicionamientos es la aceptación o no del Estado y su distribución de poderes, un tema que, por desgracia no es la primera vez que se plantea en "nuestra consolidada democracia". Si se rechaza ese campo de juego, no hay partido y entonces tendremos que empezar a plantearnos de nuevo todo desde el principio, empezando por la propia Constitución, herramienta básica que ha servido al país para avanzar armónicamente durante más de treinta años. Y no es que la Carta Magna tenga que ser intocable; eso lo admiten todos los partidos del arco parlamentario. La cuestión es si se afronta su reforma con criterios de racionalidad y de prudencia o si, por el contrario, como parecen apuntar algunos, hay que lanzarle un torpedo a sus cimientos y esqueleto sostenedor del cuerpo legislativo global, opción que tiene muy poco de democrático y puede retrotraernos a las cavernas del tardofranquismo y los balbuceos de una salida de la dictadura.
No me sorprende que arrecien las llamadas a la prudencia, aunque conociendo a buena parte de los protagonistas hay motivos más que suficientes para estar preocupados.
Cuestión aparte es que el órgano que tiene en este momento la responsabilidad de pronunciarse lleve años sumido en una situación de enfrentamientos y conjuras internas que han contribuido a dar armas a sus detractores para poner en duda su "credibilidad". Pero aunque sus integrantes son magistrados con una "probada solvencia" para dar cuerpo a la última instancia jurísica del Estado, no hay que olvidar que son las mismas fuerzas políticas que ahora se quejan de los retrasos, de las indecisiones, de los pronunciamientos los que se han encargado desde siempre de asegurarse que, a pesar de la consagrada separación de poderes, tienen vara alta para decidir -repartirse- quiénes van a estar ahí, dejando en muchos casos marcadas a fuego sobre sus espaldas unas siglas partidistas que son las que verdaderamente contribuyen luego a dar motivo a la duda sobre su independencia.
O se acepta pulpo como animal de compañía o me llevo el juego, parece que es la consigna que corre en estos momentos por la clase política catalana, capaz de recurrir en ciertos casos a argumentos "jurídicos" peregrinos para justificar su anunciada beligerancia. Pues no, las reglas son para todos o estamos hablando de cualquier cosa menos de democracia.
Y todo ello sin olvidar que, todos estos años de retraso en una decisión que ya debería conocerse hace tiempo si no fuera por el "miedo" que todavía representan en este país los nacionalismos, minoritarios en el conjunto del país, todo ello -digo- sin olvidar que la falta de una decisión sobre el Estatuto catalán ha ralentizado, cuando no paralizado, el desarrollo de idénticas normas para otras muchas comunidades autónomas, todos pendientes del camino que marquen -como antes en la financiación- los todopoderosos catalanes.
Parece claro que, de confirmarse lo adelantado por 'El País' el pasado domingo al Título Preliminar del estatuto no lo reconocería "ni la madre que lo parió". Exclusión del término nación, rechazo al "deber" de conocer el catalán o negativa a admitir los "derechos históricos" son algunos de los ejemplos definitorios de que el texto que la Generalitat viene ya desarrollando desde hace tiempo puede quedar rebajado de categoría en aspectos de difícil digestión para el nacionalismo, incluyendo en el mismo al mismísimo PSC de José Montilla.
Buenos conocedores de la capacidad del medio informativo citado para acceder a la fuente clara, aunque el debate se encuentre oficialmente todavía abierto en el seno del Constitucional, todos los grupos políticos catalanes, excepción hecha -obviamente- del PP, se han aprestado a salir a la palestra para vaticinar con más o menos bravuconería que una decisión contraria a su Estatuto abriría la puerta a cualquier tipo de "rebelión" que alcanza, en algunos casos, a la advertencia de un posible argumento para cuestionarse la pertenencia de Catalunya al Estado español.
Al margen del mal papel en el que quedarían buena parte de los promotores del texto que desde hace años discute el más alto tribunal, lo verdaderamente preocupante es el sustrato que se deriva de las declaraciones de Montilla, de Carod-Rovira, de Mas,...: sólo admito la autoridad del órgano decisor de se pronuncia en una determinada dirección, la mía. En caso contrario, "la montamos" y "aquí puede pasar de todo". Como decía al principio, lo que realmente está en cuestión con este tipo de posicionamientos es la aceptación o no del Estado y su distribución de poderes, un tema que, por desgracia no es la primera vez que se plantea en "nuestra consolidada democracia". Si se rechaza ese campo de juego, no hay partido y entonces tendremos que empezar a plantearnos de nuevo todo desde el principio, empezando por la propia Constitución, herramienta básica que ha servido al país para avanzar armónicamente durante más de treinta años. Y no es que la Carta Magna tenga que ser intocable; eso lo admiten todos los partidos del arco parlamentario. La cuestión es si se afronta su reforma con criterios de racionalidad y de prudencia o si, por el contrario, como parecen apuntar algunos, hay que lanzarle un torpedo a sus cimientos y esqueleto sostenedor del cuerpo legislativo global, opción que tiene muy poco de democrático y puede retrotraernos a las cavernas del tardofranquismo y los balbuceos de una salida de la dictadura.
No me sorprende que arrecien las llamadas a la prudencia, aunque conociendo a buena parte de los protagonistas hay motivos más que suficientes para estar preocupados.
Cuestión aparte es que el órgano que tiene en este momento la responsabilidad de pronunciarse lleve años sumido en una situación de enfrentamientos y conjuras internas que han contribuido a dar armas a sus detractores para poner en duda su "credibilidad". Pero aunque sus integrantes son magistrados con una "probada solvencia" para dar cuerpo a la última instancia jurísica del Estado, no hay que olvidar que son las mismas fuerzas políticas que ahora se quejan de los retrasos, de las indecisiones, de los pronunciamientos los que se han encargado desde siempre de asegurarse que, a pesar de la consagrada separación de poderes, tienen vara alta para decidir -repartirse- quiénes van a estar ahí, dejando en muchos casos marcadas a fuego sobre sus espaldas unas siglas partidistas que son las que verdaderamente contribuyen luego a dar motivo a la duda sobre su independencia.
O se acepta pulpo como animal de compañía o me llevo el juego, parece que es la consigna que corre en estos momentos por la clase política catalana, capaz de recurrir en ciertos casos a argumentos "jurídicos" peregrinos para justificar su anunciada beligerancia. Pues no, las reglas son para todos o estamos hablando de cualquier cosa menos de democracia.
Y todo ello sin olvidar que, todos estos años de retraso en una decisión que ya debería conocerse hace tiempo si no fuera por el "miedo" que todavía representan en este país los nacionalismos, minoritarios en el conjunto del país, todo ello -digo- sin olvidar que la falta de una decisión sobre el Estatuto catalán ha ralentizado, cuando no paralizado, el desarrollo de idénticas normas para otras muchas comunidades autónomas, todos pendientes del camino que marquen -como antes en la financiación- los todopoderosos catalanes.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Un negro futuro para el periodista
He leído estos días con preocupación el fallo de la Audiencia Nacional en contra de los trabajadores de la Agencia Efe en el conflicto colectivo planteado por éstos contra la Dirección a propósito de la obligatoriedad de que los redactores y redactores gráficos de la empresa usen cámaras de televisión para grabar algunas de las informaciones que sus superiores les encargan. Resulta realmente increible que tan alto órgano judicial se haya pronunciado en este sentido, un objetivo al que vienen dedicando desde hace tiempo muchos de sus esfuerzos las empresas y grandes grupos de comunicación en una medida de tintes exclusivamente economicistas y de ahorro de personal.
Con esta sentencia no solamente se destruye cualquier criterio objetivo sobre las categorías profesionales en el sector, sino que se abre un negro panorama que amenaza con acabar con los atributos que siempre han definido, antes y ahora, la sesencia del noble oficio de poner al servicio de la sociedad la información, cada uno desde su correspondiente categoría profesional.
Y es malo que toda una Audiencia Nacional utilice entre sus bases legales argumentos tan peregrinos como el hecho de que Efe haya facilitado a sus redactores unos cursillos acelerados para el manejo de esas minicámaras. También cualquier gran grupo de prensa diaria podría incluir entre sus 'ofertas voluntarias' a sus periodistas la posibilidad de una pequeño módulo de FP sobre mecánica. Ello ayudaría a que, en caso de una avería en talleres o un fallo en la rotativa correspondiente, cualquier redactor se viene impelido a integrarse en el equipo de reparación dados sus 'conocimientos'. Es un caso extremo, pero ilustrativo de a dónde nos pueden llevar fallos como el del alto tribunal.
Las noticias sobre el mundo de la comunicación suelen tener escasa repercusión en los propios medios salvo cuando se trata de alguna gran operación de compraventa o fusión, o a la hora del autobombo sobre resultados, ya sean económicos o de audiencia. La del fallo contrario al comité intercentros de Efe no ha tenido apenas eco más que en dos o tres periódicos y en algunos de tapadillo. Claro que alguno se ha apresurado a calificar el fallo de "histórico" y adelantar el claro precedente que esta medida puede tener en el resto de los medios de comunicación en un futuro próximo.
Lo dicho, tiempos negros se avecinan para una profesión que, si bien no cuenta entre las que más respeto despierta en la ciudadanía, todavía mantiene un fin social de primera necesidad, hacer llegar a la ciudadanía con rigor y objetividad lo que ocurre a nuestro alrededor. Desvirtuar la figura del periodista-redactor con la acumulación de funciones propias de otros compañeros de profesión sólo va a contribuir a que en un futuro no tan lejano los objetivos que han definido desde siempre este oficio se diluyan hasta convertirlo en especie en vías de extinción.
Con esta sentencia no solamente se destruye cualquier criterio objetivo sobre las categorías profesionales en el sector, sino que se abre un negro panorama que amenaza con acabar con los atributos que siempre han definido, antes y ahora, la sesencia del noble oficio de poner al servicio de la sociedad la información, cada uno desde su correspondiente categoría profesional.
Y es malo que toda una Audiencia Nacional utilice entre sus bases legales argumentos tan peregrinos como el hecho de que Efe haya facilitado a sus redactores unos cursillos acelerados para el manejo de esas minicámaras. También cualquier gran grupo de prensa diaria podría incluir entre sus 'ofertas voluntarias' a sus periodistas la posibilidad de una pequeño módulo de FP sobre mecánica. Ello ayudaría a que, en caso de una avería en talleres o un fallo en la rotativa correspondiente, cualquier redactor se viene impelido a integrarse en el equipo de reparación dados sus 'conocimientos'. Es un caso extremo, pero ilustrativo de a dónde nos pueden llevar fallos como el del alto tribunal.
Las noticias sobre el mundo de la comunicación suelen tener escasa repercusión en los propios medios salvo cuando se trata de alguna gran operación de compraventa o fusión, o a la hora del autobombo sobre resultados, ya sean económicos o de audiencia. La del fallo contrario al comité intercentros de Efe no ha tenido apenas eco más que en dos o tres periódicos y en algunos de tapadillo. Claro que alguno se ha apresurado a calificar el fallo de "histórico" y adelantar el claro precedente que esta medida puede tener en el resto de los medios de comunicación en un futuro próximo.
Lo dicho, tiempos negros se avecinan para una profesión que, si bien no cuenta entre las que más respeto despierta en la ciudadanía, todavía mantiene un fin social de primera necesidad, hacer llegar a la ciudadanía con rigor y objetividad lo que ocurre a nuestro alrededor. Desvirtuar la figura del periodista-redactor con la acumulación de funciones propias de otros compañeros de profesión sólo va a contribuir a que en un futuro no tan lejano los objetivos que han definido desde siempre este oficio se diluyan hasta convertirlo en especie en vías de extinción.
Corrupción
La guerra a muerte que mantienen desde hace años los dos principales partidos políticos de ámbito estatal ha llevado a sus estrategas a buscar en cada momento el punto flaco en el que golpear con precisión de boxeador veterano al contrario. Si el Partido Popular ha encontrado su filón en la crisis económica y en la evidente incapacidad del Gobierno socialista para gestionarla y sacar a flote el país, el PSOE, amparado en ese inmenso montón de basura que ha resultado el 'caso Gürtel' y todas sus ramificaciones, ha orientado todas sus energías hacia el punto débil de la corrupción detectado en sus oponentes.
En la política, como en la guerra, prácticamente se vale todo a la hora de ganar y, manipulaciones aparte, los dos asuntos en cuestión ofrecen pólvora suficiente para librar las grandes batallas nacionales. El principal problema es que, en el caso de la 'hoja de ruta' socialista los resultados han deparado más perjuicios a la política española de los beneficios de hacer partícipe a la ciudadanía de que la corrupción existe y hay que ponerla de manifiesto para atajarla.
Al margen de las zarandajas de los pactos nacionales a dos bandas, de los códigos de buena conducta y otras lindezas que ahora circulan por los ámbitos partidistas, lo cierto es que la estrategia del PSOE lo único que ha conseguido en la sociedad española es que haya crecido la percepción generalizada de que la corrupción no tiene siglas y que el ciudadano de a pie llegue a aquella famosa frase de nuestros abuelos y padres de que "todos son iguales", generalización que la transición democrática había logrado que varias generaciones desechasen como costumbres de otros tiempos.
Lo malo de utilizar determinadas armas sobre las que no se tiene el control absoluto es que se pueden volver contra uno mismo. Ahora, los sondeos ya no hacen distingos y mayoritariamente apuestan por la creencia de que algo huele a podrido en la política, lleve el carné que lleve el 'servidor de la patria'. Y, por si había alguna duda, la Fiscalía General del Estado ha hecho públicas las cifras de procedimientos penales abiertos por corrupción contra cargos públicos y, aunque a algunos les pueda sonar a extraño resulta que la palma se la lleva el PSOE, con 264 cargos investigados, frente a 200 del PP. O sea, que allá se andan. ¡Y lo que no sabremos!
En la política, como en la guerra, prácticamente se vale todo a la hora de ganar y, manipulaciones aparte, los dos asuntos en cuestión ofrecen pólvora suficiente para librar las grandes batallas nacionales. El principal problema es que, en el caso de la 'hoja de ruta' socialista los resultados han deparado más perjuicios a la política española de los beneficios de hacer partícipe a la ciudadanía de que la corrupción existe y hay que ponerla de manifiesto para atajarla.
Al margen de las zarandajas de los pactos nacionales a dos bandas, de los códigos de buena conducta y otras lindezas que ahora circulan por los ámbitos partidistas, lo cierto es que la estrategia del PSOE lo único que ha conseguido en la sociedad española es que haya crecido la percepción generalizada de que la corrupción no tiene siglas y que el ciudadano de a pie llegue a aquella famosa frase de nuestros abuelos y padres de que "todos son iguales", generalización que la transición democrática había logrado que varias generaciones desechasen como costumbres de otros tiempos.
Lo malo de utilizar determinadas armas sobre las que no se tiene el control absoluto es que se pueden volver contra uno mismo. Ahora, los sondeos ya no hacen distingos y mayoritariamente apuestan por la creencia de que algo huele a podrido en la política, lleve el carné que lleve el 'servidor de la patria'. Y, por si había alguna duda, la Fiscalía General del Estado ha hecho públicas las cifras de procedimientos penales abiertos por corrupción contra cargos públicos y, aunque a algunos les pueda sonar a extraño resulta que la palma se la lleva el PSOE, con 264 cargos investigados, frente a 200 del PP. O sea, que allá se andan. ¡Y lo que no sabremos!
martes, 17 de noviembre de 2009
CINE ESPAÑOL
Del cine español se viene hablando últimamente mucho, aunque buena parte del sonido es más ruido que otra cosa. Uno no sabe si quedarse con los defensores de la calidad de las producciones que salen al mercado o con las declaraciones del señor Guardans, el brazo derecho de la ministra González Sinde, sujeto como todo alto cargo al papel de reductor de expectativas fruto de la crisis económica. Pues ni con unos ni con otro. Desde luego, la media habitual de las películas nacionales se encuentra en estos momentos en una de las fases más descorazonadoras de los últimos años, por mucho que se empeñen los presuntos creadores en defender su obra.
Sin embargo, como en los cuentos, de vez en cuando aparece es instante de magia y un destello despereza el aburrimiento de tanta falsa comedia o 'thriller' sicológico. Y uno de esos momentos se ha producido ahora con el estreno de "Celda 211", uno de esos ejemplos que permiten recuperar la confianza no sólo en el cine nacional, sino en el CINE (son mayúsculas).
Acudí a la proyección con un saco al hombro de opiniones superlativas, cargadas de adjetivos elogiosos y, en un mano, con mi recelo hacia las posibilidades reales de Daniel Monzón, autor de tres películas fallidas, aunque una de ellas, la anterior, "La caja Kovak", apuntaba posibilidades.
Todos los recelos quedaron olvidades a medida que discurría el metraje de "Celda 211", una 'rara avis' de esas que enganchan desde el principio hasta el final con un elenco de personajes reales, creíbles, entrañables y brutales a un mismo tiempo, y con un poso infalible para cualquier historia, la amistad, el compañerismo, llevados hasta la muerte si es preciso. Pero luego había que mover a esos elementos y darles un ritmo. ¡Y vaya si Monzón lo hace!
Quiero decir con esto que, si nos abstraemos de algún rostro conocido -cada día más extraordinario Luis Tosar- y ponemos en inglés los títulos de crédito nadie dudaría en situar a "Celda 211" a la altura de los mejores filmes de ambiente penitenciario de las cinematografías más potentes. Vamos, que podría ser nuestro "Bruebaker" español, pero en mejor.
Personajes, incluidos los múltiples secundarios, climas, ritmo narativo, todo funciona para completar una verdadera obra que, si no maestra, se aproxima bastante.
Sin embargo, como en los cuentos, de vez en cuando aparece es instante de magia y un destello despereza el aburrimiento de tanta falsa comedia o 'thriller' sicológico. Y uno de esos momentos se ha producido ahora con el estreno de "Celda 211", uno de esos ejemplos que permiten recuperar la confianza no sólo en el cine nacional, sino en el CINE (son mayúsculas).
Acudí a la proyección con un saco al hombro de opiniones superlativas, cargadas de adjetivos elogiosos y, en un mano, con mi recelo hacia las posibilidades reales de Daniel Monzón, autor de tres películas fallidas, aunque una de ellas, la anterior, "La caja Kovak", apuntaba posibilidades.
Todos los recelos quedaron olvidades a medida que discurría el metraje de "Celda 211", una 'rara avis' de esas que enganchan desde el principio hasta el final con un elenco de personajes reales, creíbles, entrañables y brutales a un mismo tiempo, y con un poso infalible para cualquier historia, la amistad, el compañerismo, llevados hasta la muerte si es preciso. Pero luego había que mover a esos elementos y darles un ritmo. ¡Y vaya si Monzón lo hace!
Quiero decir con esto que, si nos abstraemos de algún rostro conocido -cada día más extraordinario Luis Tosar- y ponemos en inglés los títulos de crédito nadie dudaría en situar a "Celda 211" a la altura de los mejores filmes de ambiente penitenciario de las cinematografías más potentes. Vamos, que podría ser nuestro "Bruebaker" español, pero en mejor.
Personajes, incluidos los múltiples secundarios, climas, ritmo narativo, todo funciona para completar una verdadera obra que, si no maestra, se aproxima bastante.
Cuando el carbón suena
El futuro de la minería del carbón es como el Guadiana, aparece y desaparece, aunque en este segundo caso deja tras de sí en muchas ocasiones efectos negativos para el sector. No vamos a recordar ahora todo el historial de recetas 'jibaristas' de los expertos en energía que solicitaron los correspondientes recortes basándose en unos criterios estrictamente económicos que, en frío, podían ser incontestables. Fruto de esos oráculos vinieron los sucesivos recortes, que no fueron mayores gracias a la existencia de unos sindicatos, los mineros, que son de los pocos que mantienen el espíritu genuino de estas organizaciones sociales: defender a sus trabajadores y los puestos de trabajo. ¿Existiría hoy HUNOSA si no fuera por la presencia de las centrales mineras y, sin quitar mérito a nadie, por la existencia de un auténtico líder como es el inagotable líder del SOMA, José Ángel Fernández Villa? Mientras sus compañeros de otros sectores se han ido aburguesando a base de sillones en consejos de entidades financieras públicas, de empresas y organismos de idéntico carácter o de formar parte del séquito oficial del presidente autonómico de turno en sus inavcabables viajes internacionales, los sindicatos mineros , sus dirigentes, han sido de los pocos que han roto la tónica de "no moverse para salir en la foto" y, en cada uno de los momentos difíciles, han dicho las "verdades del barquero" a todo diós, por supuesto también a los dirigentes institucionales y políticos de los partidos en los que militan e incluso ocupan -o ocupaban- cargos.
Cierto que en esas batallas se han ido dejando plumas, pero el sector, a pesar de que las cifras apuntan a medidas drásticas periódicamente, se ha mantenido dada su condición de estratégico, y no sólo para una región como Asturias, sino para el conjunto del sector energético.
Mucho me temo que, tras uno de los obligados paréntesis, estamos iniciando un nuevo ciclo de ataque basado en los "inasumibles" costes del carbón español. Días atrás, el portavoz económico del PPP, Cristóbal Montoro, ponía la primera banderilla, bien erropado por los criterios de la Unión Europea, permanente espada de Damocles para el sector. Hasta aquí, lo normal. Lo más preocupante es que leamos hoy en la prensa que la Comisión Nacional de la Energía empieza a poner sobre el tapete sus nuevas recetas y traslada al Gobierno "seis propuestas de mejora" para el decreto del carbón, además de plantear que los incentivos para el consumo del mineral se extiendan sólo hasta el año 2012 y recordar que esta política tiene una inevitable repercusión en la tarifa eléctrica. En fin, una reconvención camuflada al plan del carbón.
A mi todo esto me huele mal, especialmente si a las pocas horas el presidente del Principado solicita a Zapatero que defienda el carbón durante la inminente Presidencia española de la UE. Y es que cuando el carbón suena..., preparate para la tijera. A fin de cuentas es la historia de los últimos años.
Por mucho que los mandatarios asturianos y sus voceros recurran a la innovación y a los servicios, muy necesarios por cierto, la dieta económica de esta región sigue sin poder prescindir de la industria y la minería. Sin ellas, sería como una mesa de dos patas, inestable y con posibilidades de venirse al suelo.
En estas circunstancias, sería bueno que todos los partidos políticos asturianos se olvidasen de sus enfrentamientos y remasen en una única dirección. Por cierto, ¿está dispuesto el presidente regional del PP, Ovidio Sánchez, a plantar cara a los dirigentes económicos de su partido a nivel nacional al margen de una frase o dos para titular en un periódico?
En cualquier caso, la confianza que esos políticos nos inspiran hacen cuando menos dudar de que se tomen el asunto como 'casus belli' y defiendan las ayudas y los tamaños de explotación actuales sin dar un solo paso atrás. Eso me lleva a recordar que todavía nos quedan Maximino y Villa, no tan locuaces como hace tiempo, pero me niego a creer que el paso de los años o el desgaste de la lucha sindical les haya desactivado. En el caso del líder del SOMA hay que confiar que su voz sigue siendo más alta que la de muchos de sus correligionarios socialistas, a pesar de haber ido perdiendo peso político en cargos e instituciones. Cualquier otro escenario me resulta, aún hoy, difícil de creer.
Cierto que en esas batallas se han ido dejando plumas, pero el sector, a pesar de que las cifras apuntan a medidas drásticas periódicamente, se ha mantenido dada su condición de estratégico, y no sólo para una región como Asturias, sino para el conjunto del sector energético.
Mucho me temo que, tras uno de los obligados paréntesis, estamos iniciando un nuevo ciclo de ataque basado en los "inasumibles" costes del carbón español. Días atrás, el portavoz económico del PPP, Cristóbal Montoro, ponía la primera banderilla, bien erropado por los criterios de la Unión Europea, permanente espada de Damocles para el sector. Hasta aquí, lo normal. Lo más preocupante es que leamos hoy en la prensa que la Comisión Nacional de la Energía empieza a poner sobre el tapete sus nuevas recetas y traslada al Gobierno "seis propuestas de mejora" para el decreto del carbón, además de plantear que los incentivos para el consumo del mineral se extiendan sólo hasta el año 2012 y recordar que esta política tiene una inevitable repercusión en la tarifa eléctrica. En fin, una reconvención camuflada al plan del carbón.
A mi todo esto me huele mal, especialmente si a las pocas horas el presidente del Principado solicita a Zapatero que defienda el carbón durante la inminente Presidencia española de la UE. Y es que cuando el carbón suena..., preparate para la tijera. A fin de cuentas es la historia de los últimos años.
Por mucho que los mandatarios asturianos y sus voceros recurran a la innovación y a los servicios, muy necesarios por cierto, la dieta económica de esta región sigue sin poder prescindir de la industria y la minería. Sin ellas, sería como una mesa de dos patas, inestable y con posibilidades de venirse al suelo.
En estas circunstancias, sería bueno que todos los partidos políticos asturianos se olvidasen de sus enfrentamientos y remasen en una única dirección. Por cierto, ¿está dispuesto el presidente regional del PP, Ovidio Sánchez, a plantar cara a los dirigentes económicos de su partido a nivel nacional al margen de una frase o dos para titular en un periódico?
En cualquier caso, la confianza que esos políticos nos inspiran hacen cuando menos dudar de que se tomen el asunto como 'casus belli' y defiendan las ayudas y los tamaños de explotación actuales sin dar un solo paso atrás. Eso me lleva a recordar que todavía nos quedan Maximino y Villa, no tan locuaces como hace tiempo, pero me niego a creer que el paso de los años o el desgaste de la lucha sindical les haya desactivado. En el caso del líder del SOMA hay que confiar que su voz sigue siendo más alta que la de muchos de sus correligionarios socialistas, a pesar de haber ido perdiendo peso político en cargos e instituciones. Cualquier otro escenario me resulta, aún hoy, difícil de creer.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Ni unido, ni limpio
Si la reunión que días atrás celebró la dirección nacional del PP para afrontar los manifiestos problemas internos que desde hace tiempo deterioran su imagen no había sido terapia suficiente, Rajoy y su equipo han ampliado el exorcismo de sus demonios internos con la convención nacional de este fin de semana en Barcelona. Del conjunto de ambas citas ha salido un mensaje repetido unánimente: "Ya ha pasado todo". Las declaraciones de todos los dirigentes significativos que semanas atrás habían sembrado dudas sobre la posibilidad de cohesionar el partido han sonado a "consigna", aunque no en todos los casos igual de convincente.
A partir de ahora, la dirección actual va a vender día a día su capacidad para lograr ese lema de "un solo partido, un solo líder y un solo proyecto". El problema es que es más que probable que la realidad se encargue de desmentirles. Aunque para muchos sean simples detalles, fotos como la de Camps y Barberá paseando con Fernando Alonso en un Ferrari por las calles de Valencia a la misma hora en que se formalizaba "el cierre de la crisis" o la ausencia de esperanza Aguirre por "motivos familiares" de esa misma 'foto' son hechos significativos de que lo único que se ha logrado es poner sordina a las hostilidades por el momento. Y qué decir de la ausencia de Aznar en el cónclave barcelonés, en este caso no por rechazo a Rajoy y su proyecto, sino porque se le dijo con ansoluta claridad que no 'hacía falta' para nada. "Pues para eso me voy a Oriente, donde me reclaman y, además, me pagan", debió decir el ex presidente del Gobierno.
Rajoy debe ser consciente de que el partido no está bien por mucho que se reúna. Reclamar como colofón de la convención de este fin de semana "un partido unido y limpio" implica el práctico reconocimiento de que en este momento no está ni lo uno ni lo otro, un hecho, por lo demás, que no hace falta estudiar Ciencias Políticas para constatarlo.
Sólo con sortilegios como los de las dos últimas semanas el PP no va a ganar las elecciones y ello pese a las facilidades que les da cada día el Gobierno socialista de Zapatero. Sólo la noticia que ayer abría todas las portadas de los periódicos, con una Europa abandonando la recesión, mientras en ese infierno se queda todavía España. o declaraciones como las del propio presidente del Gobierno asegurando que no importa salir de la crisis un trimestre antes o después -¡Qué se lo diga a los trabajadores, a los parados,..., porque a él y a los suyos, evidentemente no les van a afectar tres o seis meses de vacas flacas-, cosas como estas serían suficientes en otro país para dar la vuelta a los resultados de 2004 ó 2008 y poner a la oposición en la 'pole' para 2012.
Sin embargo, ni todos estos meses de 'desatinos' gubernamentales, ni la incapacidad de ese equipo para gestionar la economía han servido apenas para romper el 'empate técnico' y situar al PP varios puntos por delante en la intención de voto.
Los partidos funcionan como funcionan y a estas alturas no los va a cambiar nadie. Por eso, al final será Rajoy, con su estilo y con su equipo de confianza, el que dispute a Zapatero el Gobierno en 2012. Y con este panorama -y a pesar del tiempo que falta- nadie se atrevería a aventurar una ruptura de ese equilibrio. Este país necesita otros líderes, y ya que estamos hablando del PP les remito al sondeo de un diario tan poco sospechoso como 'Público' que sitúa la victoria del PP con cabezas de lista como Alberto Ruiz-Gallardón o Rodrigo Rato, ambos capaces de ganar -dice la encuesta- a Zapatero, no así Rajoy. No se trata de que una consulta o dos, o cien decidan la postura de un partido, pero sí deberían llevar a sus responsables a pensar que, si tienen un proyecto diferenciado del de sus adversarios y quieren ponerlo en práctica no hay otra forma que ganar las elecciones, aunque eso signifique algún sacrificio sobre la ortodoxia endogámica. Hay que ganar con el líder mejor preparado para ello, pero ¿hay alguien que se crea a estas alturas que esto es posible en la España del siglo XXI? Si existe, por favor, que me lo diga para elevarlo al 'guines'.
A partir de ahora, la dirección actual va a vender día a día su capacidad para lograr ese lema de "un solo partido, un solo líder y un solo proyecto". El problema es que es más que probable que la realidad se encargue de desmentirles. Aunque para muchos sean simples detalles, fotos como la de Camps y Barberá paseando con Fernando Alonso en un Ferrari por las calles de Valencia a la misma hora en que se formalizaba "el cierre de la crisis" o la ausencia de esperanza Aguirre por "motivos familiares" de esa misma 'foto' son hechos significativos de que lo único que se ha logrado es poner sordina a las hostilidades por el momento. Y qué decir de la ausencia de Aznar en el cónclave barcelonés, en este caso no por rechazo a Rajoy y su proyecto, sino porque se le dijo con ansoluta claridad que no 'hacía falta' para nada. "Pues para eso me voy a Oriente, donde me reclaman y, además, me pagan", debió decir el ex presidente del Gobierno.
Rajoy debe ser consciente de que el partido no está bien por mucho que se reúna. Reclamar como colofón de la convención de este fin de semana "un partido unido y limpio" implica el práctico reconocimiento de que en este momento no está ni lo uno ni lo otro, un hecho, por lo demás, que no hace falta estudiar Ciencias Políticas para constatarlo.
Sólo con sortilegios como los de las dos últimas semanas el PP no va a ganar las elecciones y ello pese a las facilidades que les da cada día el Gobierno socialista de Zapatero. Sólo la noticia que ayer abría todas las portadas de los periódicos, con una Europa abandonando la recesión, mientras en ese infierno se queda todavía España. o declaraciones como las del propio presidente del Gobierno asegurando que no importa salir de la crisis un trimestre antes o después -¡Qué se lo diga a los trabajadores, a los parados,..., porque a él y a los suyos, evidentemente no les van a afectar tres o seis meses de vacas flacas-, cosas como estas serían suficientes en otro país para dar la vuelta a los resultados de 2004 ó 2008 y poner a la oposición en la 'pole' para 2012.
Sin embargo, ni todos estos meses de 'desatinos' gubernamentales, ni la incapacidad de ese equipo para gestionar la economía han servido apenas para romper el 'empate técnico' y situar al PP varios puntos por delante en la intención de voto.
Los partidos funcionan como funcionan y a estas alturas no los va a cambiar nadie. Por eso, al final será Rajoy, con su estilo y con su equipo de confianza, el que dispute a Zapatero el Gobierno en 2012. Y con este panorama -y a pesar del tiempo que falta- nadie se atrevería a aventurar una ruptura de ese equilibrio. Este país necesita otros líderes, y ya que estamos hablando del PP les remito al sondeo de un diario tan poco sospechoso como 'Público' que sitúa la victoria del PP con cabezas de lista como Alberto Ruiz-Gallardón o Rodrigo Rato, ambos capaces de ganar -dice la encuesta- a Zapatero, no así Rajoy. No se trata de que una consulta o dos, o cien decidan la postura de un partido, pero sí deberían llevar a sus responsables a pensar que, si tienen un proyecto diferenciado del de sus adversarios y quieren ponerlo en práctica no hay otra forma que ganar las elecciones, aunque eso signifique algún sacrificio sobre la ortodoxia endogámica. Hay que ganar con el líder mejor preparado para ello, pero ¿hay alguien que se crea a estas alturas que esto es posible en la España del siglo XXI? Si existe, por favor, que me lo diga para elevarlo al 'guines'.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Una gran pinacoteca en Gijón
Exposiciones artísticas hay muchas, pero en contadas ocasiones en una ciudad como la nuestra, Gijón, se tiene la oportunidad de acceder a una de la categoría de la que ayer inauguró Cajastur en su centro Cultural Palacio Revillagigedo bajo el epígrafe "El espejo que huye".
La muestra es fruto de la política de apertura al exterior de la gallega Fundación María José Jove, que, en colaboración con la entidad financiera asturiana, ha seleccionado un amplio catálogo de entre sus fondos para que puedan conocerlos aquellos que no tienen el acceso a su sede permanente en A Coruña.
Confieso que no tenía siquiera conocimiento de la existencia de esta joven fundación, pero un paseo por las salas del Revillagigedo, al margen del propio placer de contemplar obra de algunos de los artistas españoles mas señeros del pasado siglo, ofrece una ligera idea de la extraordinaria labor que sus responsables están realizando en lo que a la formación de una completa e interesante historia del arte del pasado siglo.
Al margen de la disponibilidad de fondos propios, hay que resaltar la gran labor de selección realizada por el comisario de la muestra, David Barro.
No es frecuente encontrar en las mismas paredes obras de Picasso, Dalí, Miró, Leger o Kandinsky, pero también de Tapies, Barceló, Antonio Saura, canogar, el Equipo Crónica o Anglada Camarasa, sin olvidar artistas tan destacados como Darío de Regoyos o Santiago Rusiñol, más 'clasicos' o 'académicos' que todos los anteriores. Maruja Mallo, fernández Granell, Lucio Muñoz, Luis Gordillo,... En fin, una lista completísima que, aunque con un cuadro por autor -excepto Picasso, que tiene dos- convierten estos día al Revillagigedo en un remedo a pequeña escala de las grandes pinacotecas nacionales e internacionales.
Quizá para algunas personas una obra de algunos de los citados no les diga más que una mezcla informe de colores y formas o los trazos temblorosos y las figuras esquematizadas de un dibujo infantil. En cualquier caso, el arte de hoy en día -gustos al margen- se eleva a los altares en función de la firma del autor y, con este criterio, "El espejo que huye" es un excelente templo ocupado por una amplia nómina de los dioses de la creación pictórica. Felicidades.
La muestra es fruto de la política de apertura al exterior de la gallega Fundación María José Jove, que, en colaboración con la entidad financiera asturiana, ha seleccionado un amplio catálogo de entre sus fondos para que puedan conocerlos aquellos que no tienen el acceso a su sede permanente en A Coruña.
Confieso que no tenía siquiera conocimiento de la existencia de esta joven fundación, pero un paseo por las salas del Revillagigedo, al margen del propio placer de contemplar obra de algunos de los artistas españoles mas señeros del pasado siglo, ofrece una ligera idea de la extraordinaria labor que sus responsables están realizando en lo que a la formación de una completa e interesante historia del arte del pasado siglo.
Al margen de la disponibilidad de fondos propios, hay que resaltar la gran labor de selección realizada por el comisario de la muestra, David Barro.
No es frecuente encontrar en las mismas paredes obras de Picasso, Dalí, Miró, Leger o Kandinsky, pero también de Tapies, Barceló, Antonio Saura, canogar, el Equipo Crónica o Anglada Camarasa, sin olvidar artistas tan destacados como Darío de Regoyos o Santiago Rusiñol, más 'clasicos' o 'académicos' que todos los anteriores. Maruja Mallo, fernández Granell, Lucio Muñoz, Luis Gordillo,... En fin, una lista completísima que, aunque con un cuadro por autor -excepto Picasso, que tiene dos- convierten estos día al Revillagigedo en un remedo a pequeña escala de las grandes pinacotecas nacionales e internacionales.
Quizá para algunas personas una obra de algunos de los citados no les diga más que una mezcla informe de colores y formas o los trazos temblorosos y las figuras esquematizadas de un dibujo infantil. En cualquier caso, el arte de hoy en día -gustos al margen- se eleva a los altares en función de la firma del autor y, con este criterio, "El espejo que huye" es un excelente templo ocupado por una amplia nómina de los dioses de la creación pictórica. Felicidades.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Los diferentes criterios del AVE
La pasada semana escribí en esta modesta tribuna un comentario sobre la ausencia del Gobierno asturiano en la 'foto de familia' que en Aragón oficializó el AVE Santander-Mediterráneo. Por primera vez desde que abrí esta ventana hubo participación y controversia. Una persona anónima se mostraba de acuerdo con la postura del Gobierno asturiano contraria a ese proyecto y con sus argumentos en defensa de que la comunicación de Asturias con las comunidades del Mare Nostrum pasaba por Madrid. Incluso, esa persona mencionaba el importe -a su juicio un desembolso injustificado- del tramo Asturias-Santander, que empalmaría con ese futuro nuevo eje ferroviario.
Dos puntualizaciones a esa argumentación completamente respetable. Por un lado, no tiene en cuenta que no se trata de unir el Principado con Santander, ni siquiera con Valencia, sino con el valle del Ebro y Cataluña -¿o también ahí vamos a ir en alta velocidad por Madrid?- que conforman con la Comunidad valenciana probablemente el eje más dinámico de España. Por otro, conectar por alta velocidad las capitales asturiana y cántabra sería completar el AVE del Cantábrico, un trazado del que hasta la fecha, de las comunidades de la Cornisa, solamente el Gobierno del Principado se ha desvinculado.
Se dirá que tanto un proyecto como el otro son, por ahora, eso, proyectos, pero en ningún caso me parece justificado desvincularse de ellos. También dirá alguno que lo queremos "todo". Bueno, pues sí. Quizá haya que recordar a algunos que en otros lugares de España ya se diseñan infraestructuas de menor empaque territorial, con todo el respeto -todo sea dicho- para sus beneficiarios.
Un ejemplo, el AVE entre Murcia y Almería. ¿Por qué no? Ya está en marcha. Lo peor es que uno descubre detalles que hablan del distinto criterio que Fomento utiliza a la hora de planificar. Un detalle, en ese nuevo trazado el departamento de José Blanco admite que habrá dos paradas en 65 kilómetros, una en Lorca y otra en Vera, una localidad en la que, curiosamente, veranean altos cargos socialistas. ¿Pero cuando el 'número dos' de Fomento vino en agosto a Asturias a explicarnos las 'ideas' -que no otra cosa- para el trazado desde Pola de Lena hasta... (¿Llanera? ¿Oviedo? ¿Gijón?) no esgrimió el argumento de que en distancias costas no se pueden hacer varias paradas porque no le da tiempo al AVE a tomar su velocidad máxima antes de tener que empezar ya a reducirla?
La alta velocidad la quieren todos -bueno, casi todos- y las obras hay que hacerlas paso a paso. Lo que es necesario es que el Gobierno de Zapatero establezca de una vez un criterio único y racional para afrontar el diseño nacional definitivo, que nos llevará al año 2020 ó 2025. ¿Quién sabe?
Lo de González y Guerra en el 82 priorizando sobre cualquier otro el AVE de Sevilla tenía el argumento de la Expo, aunque no todo el mundo lo entendió así. Ya va siendo hora de que todos seamos en verdad iguales en infraestructuras; por ahora no es así.
Dos puntualizaciones a esa argumentación completamente respetable. Por un lado, no tiene en cuenta que no se trata de unir el Principado con Santander, ni siquiera con Valencia, sino con el valle del Ebro y Cataluña -¿o también ahí vamos a ir en alta velocidad por Madrid?- que conforman con la Comunidad valenciana probablemente el eje más dinámico de España. Por otro, conectar por alta velocidad las capitales asturiana y cántabra sería completar el AVE del Cantábrico, un trazado del que hasta la fecha, de las comunidades de la Cornisa, solamente el Gobierno del Principado se ha desvinculado.
Se dirá que tanto un proyecto como el otro son, por ahora, eso, proyectos, pero en ningún caso me parece justificado desvincularse de ellos. También dirá alguno que lo queremos "todo". Bueno, pues sí. Quizá haya que recordar a algunos que en otros lugares de España ya se diseñan infraestructuas de menor empaque territorial, con todo el respeto -todo sea dicho- para sus beneficiarios.
Un ejemplo, el AVE entre Murcia y Almería. ¿Por qué no? Ya está en marcha. Lo peor es que uno descubre detalles que hablan del distinto criterio que Fomento utiliza a la hora de planificar. Un detalle, en ese nuevo trazado el departamento de José Blanco admite que habrá dos paradas en 65 kilómetros, una en Lorca y otra en Vera, una localidad en la que, curiosamente, veranean altos cargos socialistas. ¿Pero cuando el 'número dos' de Fomento vino en agosto a Asturias a explicarnos las 'ideas' -que no otra cosa- para el trazado desde Pola de Lena hasta... (¿Llanera? ¿Oviedo? ¿Gijón?) no esgrimió el argumento de que en distancias costas no se pueden hacer varias paradas porque no le da tiempo al AVE a tomar su velocidad máxima antes de tener que empezar ya a reducirla?
La alta velocidad la quieren todos -bueno, casi todos- y las obras hay que hacerlas paso a paso. Lo que es necesario es que el Gobierno de Zapatero establezca de una vez un criterio único y racional para afrontar el diseño nacional definitivo, que nos llevará al año 2020 ó 2025. ¿Quién sabe?
Lo de González y Guerra en el 82 priorizando sobre cualquier otro el AVE de Sevilla tenía el argumento de la Expo, aunque no todo el mundo lo entendió así. Ya va siendo hora de que todos seamos en verdad iguales en infraestructuras; por ahora no es así.
Los Oscar de Tini
Asistí esta tarde al acto de entrega de los premios Sociedad de la Información. Asturias 2009, que tuvieron como escenario el teatro de la Laboral. Era la primera vez en sus cinco años de existencia y desconozco si el estilo del de ayer es continuista o si el diseño se ha remozado en esta ocasión. Hablaré por ello sólo de lo que conozco.
La cita de ayer en el coliseo de Cabueñes me ha dejado un profundo malestar interior que ha hecho revolverse las tripas del joven que, por edad, hace años he dejado de ser. No se explica que cuando estamos esgrimiendo la crisis económica, la bajada de los ingresos de la comunidad autónoma como consecuencia de una notable menor recaudación de impuestos, cuando se están negociando unos presupuestos a la baja, metiendo tijera en servicios básicos, cuando se apela a la austeridad, se monte un 'chou' como el de hoy a base de cantantes famosos, como David Civera -gran atracción para llenar las butacas del teatro- o David de María, ballets espectaculares en su vestuario y profusión de integrantes, hasta uno de ellos con toda la imaginería y la música del 'Thriller' del desaparecido Michael Jackson, dos o tres cómicos y un escenario más propio de una gran gala nacional que de una entrega de galardones centrados en el aprovechamiento de las nuevas tecnologías tanto para empresarios, estudiantes, educadores, colectivos ciudadanos, organizaciones con fines sociales. ¿Qué tenía que ver todo ese espectáculo -Areces se refirió textualemente a el como "gran fiesta"- con el reconocimiento al esfuerzo de personas y colectivos para aprovechar una herramienta que cada vez ofrece más posibilidades para mejorar el servicio, la comunicación y el conocimiento?
Por si fuera poco, lo que a la concesión de los premios se refiere se resolvió al más puro estilo de los Oscar de Hollywood o de algunos de sus hermanos menores de otras nacionalidades. Causa estupor ver al concejal gijonés José María Pérez, al viceconsejero Luis Iturrioz o a la consejera Ana Rosa Migoya -todos ellos a cual más soso, si de espectáculo se trataba- haciendo de émulos de Steve Martin o George Clooney y, tras anunciar los presentadores el galardón que se iba a hacer público, repetir uno tras otros aquellos de "y los nominados son...".
En fin, que como 'show' la cosa funcionó medianamente bien. Otra cosa es si era eso lo que correspondía a este momento.
No sé lo que costó el evento -eso sí, no hubo pinchos-, ni me importa. Es la imagen la que preocupa. ¿Cómo se vende un montaje de este tipo a los miles de parados que han incrementado las oficinas del desempleo en los últimos meses, o a las miles de personas que llevan meses, o años, esperando recibir la ayuda de la ley de dependencia, por poner solamente un par de ejemplos? El desembolso no iba a cubrir ni en una ínfima parte ninguno de los múltiples huecos que se le amontonan al Ejecutivo asturiano, pero el respeto a los destinatarios de sus políticas exigen otras formas.
No vi por allí a nadie de Izquierda Unida, empeñada -dicen sus dirigentes- en aprovechar todo el dinero disponible para auténticas políticas sociales. Posiblemente alguno de esos mandatarios se encontrasen aullando a la luna esas proclemas, mientras preservan sus sillones en la Administración regional y en algunos ayuntamientos.
Cosas así son las que contribuyen a desacreditar a la clase política, que luego lamenta el concepto que de ella tiene la ciudadanía para, a continuación, hacer actos de contricción y proponerse tomar medidas para corregir esa percepción.
Todo lo anterior no empece en absoluto los meritos de los galardonados, que demostraron con su tenacidad e ímpetu que, con herramientos adecuadas, la imaginación y el esfuerzo pueden mejorarse a sí mismo, a su entorno y al conjunto de la sociedad en la que están inmersos. Pero hoy no fueron ellos -aunque les correspondía- los protagonistas.
La cita de ayer en el coliseo de Cabueñes me ha dejado un profundo malestar interior que ha hecho revolverse las tripas del joven que, por edad, hace años he dejado de ser. No se explica que cuando estamos esgrimiendo la crisis económica, la bajada de los ingresos de la comunidad autónoma como consecuencia de una notable menor recaudación de impuestos, cuando se están negociando unos presupuestos a la baja, metiendo tijera en servicios básicos, cuando se apela a la austeridad, se monte un 'chou' como el de hoy a base de cantantes famosos, como David Civera -gran atracción para llenar las butacas del teatro- o David de María, ballets espectaculares en su vestuario y profusión de integrantes, hasta uno de ellos con toda la imaginería y la música del 'Thriller' del desaparecido Michael Jackson, dos o tres cómicos y un escenario más propio de una gran gala nacional que de una entrega de galardones centrados en el aprovechamiento de las nuevas tecnologías tanto para empresarios, estudiantes, educadores, colectivos ciudadanos, organizaciones con fines sociales. ¿Qué tenía que ver todo ese espectáculo -Areces se refirió textualemente a el como "gran fiesta"- con el reconocimiento al esfuerzo de personas y colectivos para aprovechar una herramienta que cada vez ofrece más posibilidades para mejorar el servicio, la comunicación y el conocimiento?
Por si fuera poco, lo que a la concesión de los premios se refiere se resolvió al más puro estilo de los Oscar de Hollywood o de algunos de sus hermanos menores de otras nacionalidades. Causa estupor ver al concejal gijonés José María Pérez, al viceconsejero Luis Iturrioz o a la consejera Ana Rosa Migoya -todos ellos a cual más soso, si de espectáculo se trataba- haciendo de émulos de Steve Martin o George Clooney y, tras anunciar los presentadores el galardón que se iba a hacer público, repetir uno tras otros aquellos de "y los nominados son...".
En fin, que como 'show' la cosa funcionó medianamente bien. Otra cosa es si era eso lo que correspondía a este momento.
No sé lo que costó el evento -eso sí, no hubo pinchos-, ni me importa. Es la imagen la que preocupa. ¿Cómo se vende un montaje de este tipo a los miles de parados que han incrementado las oficinas del desempleo en los últimos meses, o a las miles de personas que llevan meses, o años, esperando recibir la ayuda de la ley de dependencia, por poner solamente un par de ejemplos? El desembolso no iba a cubrir ni en una ínfima parte ninguno de los múltiples huecos que se le amontonan al Ejecutivo asturiano, pero el respeto a los destinatarios de sus políticas exigen otras formas.
No vi por allí a nadie de Izquierda Unida, empeñada -dicen sus dirigentes- en aprovechar todo el dinero disponible para auténticas políticas sociales. Posiblemente alguno de esos mandatarios se encontrasen aullando a la luna esas proclemas, mientras preservan sus sillones en la Administración regional y en algunos ayuntamientos.
Cosas así son las que contribuyen a desacreditar a la clase política, que luego lamenta el concepto que de ella tiene la ciudadanía para, a continuación, hacer actos de contricción y proponerse tomar medidas para corregir esa percepción.
Todo lo anterior no empece en absoluto los meritos de los galardonados, que demostraron con su tenacidad e ímpetu que, con herramientos adecuadas, la imaginación y el esfuerzo pueden mejorarse a sí mismo, a su entorno y al conjunto de la sociedad en la que están inmersos. Pero hoy no fueron ellos -aunque les correspondía- los protagonistas.
viernes, 6 de noviembre de 2009
El que no se mueve no sale en la foto
Uno de los ingeniosos políticos protagonistas de la transición política acuñó una de esas frases que hacen historia: "El que se mueve no sale en la foto". Ahora los políticos asturianos que nos gobiernan han encontrado una variante sobre la misma: "El que no se mueve no sale en la foto".
Viene a cuento esta introducción por la foto publicada ayer en la que aparecen todos los mandatarios autonómicos desde el Norte al Levante para presentar en Zaragoza, junto al ministro de Fomento, el proyecto de AVE del Mediterraneo, que rompe la radialidad de las líneas en marcha hasta el momento para vertebrar la unión de la Cornisa Cantábrica con el eje mediterráneo, foco económico más dinámico de España desde hace años.
Lo que como asturiano no me sorprende, pero me duele muy adentro es ver que en esa gran foto de familia no aparece ni el presidente del Principado ni cualquiera de sus escuderos en el Gobierno autonómico. La fotografía es toda una panorámica de la verdadera relevancia que cada cuál tiene en la España de las Autonomías. Y lo peor de todo es que nuestro 'gobiernín', por boca de su consejero de Infraestructuras, tiene la desvergüenza de afirmar que a Asturias ese proyecto no le interesa y que nuestra conexión con el Levante es por Madrid.
Podría aceptarse este argumento si la alta velocidad de Asturias con Madrid estuviera resuelta, pero, de momento, al margen del tramo común con Galicia y el País Vasco que llega desde la capital de España hasta Valladolid, no hay más que obras y, en algunos casos, proyectos sin adjudicar o, lo que es peor, otros sin resolver.
En la programación radial de la alta velocidad Asturias va a llegar en último lugar, por mucho que se empeñe ese extraordinariopublicista, aunque sin credibilidad alguna, que es el delegado del Gobierno en el Principado, Antonio Trevín (si alguien tiene el humor que repase sus periódicas correcciones de calendarios con afirmaciones que, vistas con la perspectiva del tiempo, sólo provocarían la sonrisa, cuando no el cabreo por considerar idiotas a sus destinatarios).
Hace muchos años, cuando el PSOE rechazaba sistemáticamente la variante de Pajares, un político considerado, como era Pedro de Silva, argumentaba esa reticencia con otra prioridad, unir Asturias con el auténtico eje económico del Mediterráneo a traves del valle del Ebro. Entonces ambas obras eran más bien utópicas, pero cada cual, desde su responsabilidad, expresaba sus prioridades, y la del PSOE, partiendo de que el ex presidente del Principado era su cabeza visible, era la susodicha alternativa.
Ahora Areces, Buendía y otros camaradas gobernantes aseguran que esa opción no interesa, como antes también se han quedado al margen de la apuesta generalizada de todas las comunidades del Norte por el AVE del Cantábrico. Lo malo de todo esto es que, como queda reseñado, es casi seguro que quedaremos a la cola del proyecto radial de alta velocidad, que avanza a más velocidad en cualquier dirección que en la asturiana. Lo más probable es que, tarde o temprano la racionalidad se imponga y el Principado se apunte al eje de alta velocidad Santander-Mediterraneo ahora planteado con el apoyo físico y moral de todos los presidentes del camino y adyacentes, y también -ya se ha dicho en numerosas ocasiones- al hipotético AVE del Cantábrico si finalmente los proyectos en curso siguen adelante -eliminar sólo en territorio asturiano un proyecto que apoyan Galicia, Cantabria y País Vasco suena a chiste-. Claro que para cuando el Principado cambie de opinión su posición de fuerza será la de un simple becario y volverá a asumir ese papel que parece tan querido a sus mandatarios de furgón de cola de todo progreso.
Lo he comentado en más de una ocasión y ahora hay que volver a manifestarlo por desgracia: ¿Qué habremos hecho los asturianos para merecernos la clase política que tenemos? Seguro que algo terrible, a tenor de los resultados. Y esta no es la opinión personal y subjetiva de un simple periodista. Salgan a la calle y pregunten, veran que esa opinión la comparten una mayoría de sus conciudadanos. A lo peor es que Areces y su equipo interpretaron mal la frase de Guerra y piensan que hay que callarse y no salir en la foto para mantenerse en el erial de la política asturiana. Que no se equivoquen, la imagen de Aragón vale más que mil palabras y es una auténtica ofensa para los asturianos, una más.
Viene a cuento esta introducción por la foto publicada ayer en la que aparecen todos los mandatarios autonómicos desde el Norte al Levante para presentar en Zaragoza, junto al ministro de Fomento, el proyecto de AVE del Mediterraneo, que rompe la radialidad de las líneas en marcha hasta el momento para vertebrar la unión de la Cornisa Cantábrica con el eje mediterráneo, foco económico más dinámico de España desde hace años.
Lo que como asturiano no me sorprende, pero me duele muy adentro es ver que en esa gran foto de familia no aparece ni el presidente del Principado ni cualquiera de sus escuderos en el Gobierno autonómico. La fotografía es toda una panorámica de la verdadera relevancia que cada cuál tiene en la España de las Autonomías. Y lo peor de todo es que nuestro 'gobiernín', por boca de su consejero de Infraestructuras, tiene la desvergüenza de afirmar que a Asturias ese proyecto no le interesa y que nuestra conexión con el Levante es por Madrid.
Podría aceptarse este argumento si la alta velocidad de Asturias con Madrid estuviera resuelta, pero, de momento, al margen del tramo común con Galicia y el País Vasco que llega desde la capital de España hasta Valladolid, no hay más que obras y, en algunos casos, proyectos sin adjudicar o, lo que es peor, otros sin resolver.
En la programación radial de la alta velocidad Asturias va a llegar en último lugar, por mucho que se empeñe ese extraordinariopublicista, aunque sin credibilidad alguna, que es el delegado del Gobierno en el Principado, Antonio Trevín (si alguien tiene el humor que repase sus periódicas correcciones de calendarios con afirmaciones que, vistas con la perspectiva del tiempo, sólo provocarían la sonrisa, cuando no el cabreo por considerar idiotas a sus destinatarios).
Hace muchos años, cuando el PSOE rechazaba sistemáticamente la variante de Pajares, un político considerado, como era Pedro de Silva, argumentaba esa reticencia con otra prioridad, unir Asturias con el auténtico eje económico del Mediterráneo a traves del valle del Ebro. Entonces ambas obras eran más bien utópicas, pero cada cual, desde su responsabilidad, expresaba sus prioridades, y la del PSOE, partiendo de que el ex presidente del Principado era su cabeza visible, era la susodicha alternativa.
Ahora Areces, Buendía y otros camaradas gobernantes aseguran que esa opción no interesa, como antes también se han quedado al margen de la apuesta generalizada de todas las comunidades del Norte por el AVE del Cantábrico. Lo malo de todo esto es que, como queda reseñado, es casi seguro que quedaremos a la cola del proyecto radial de alta velocidad, que avanza a más velocidad en cualquier dirección que en la asturiana. Lo más probable es que, tarde o temprano la racionalidad se imponga y el Principado se apunte al eje de alta velocidad Santander-Mediterraneo ahora planteado con el apoyo físico y moral de todos los presidentes del camino y adyacentes, y también -ya se ha dicho en numerosas ocasiones- al hipotético AVE del Cantábrico si finalmente los proyectos en curso siguen adelante -eliminar sólo en territorio asturiano un proyecto que apoyan Galicia, Cantabria y País Vasco suena a chiste-. Claro que para cuando el Principado cambie de opinión su posición de fuerza será la de un simple becario y volverá a asumir ese papel que parece tan querido a sus mandatarios de furgón de cola de todo progreso.
Lo he comentado en más de una ocasión y ahora hay que volver a manifestarlo por desgracia: ¿Qué habremos hecho los asturianos para merecernos la clase política que tenemos? Seguro que algo terrible, a tenor de los resultados. Y esta no es la opinión personal y subjetiva de un simple periodista. Salgan a la calle y pregunten, veran que esa opinión la comparten una mayoría de sus conciudadanos. A lo peor es que Areces y su equipo interpretaron mal la frase de Guerra y piensan que hay que callarse y no salir en la foto para mantenerse en el erial de la política asturiana. Que no se equivoquen, la imagen de Aragón vale más que mil palabras y es una auténtica ofensa para los asturianos, una más.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Conservar o crecer
Funciona desde hace muchos años en mi ciudad de residencia un pequeño restaurante que ha logrado mantener en todo este tiempo una niveles de estilo familiar y de calidad gastronómica que han permitido que sus mesas no sepan prácticamente lo que es estar vacías tanto a la hora del almuerzo como a la de la cena. Su éxito, fruto de una magnífica gestión, nos ha llevado a muchos de sus clientes a preguntarles a sus responsables por qué no se han planteado en algún momento una ampliación a ojos vista de previsibles resultados optimistas. La respuesta siempre ha sido "así estamos bien" y "éste es nuestro tamaño adecuado".
Otro negocio de hostelería más reciente empezó con un establecimiento cuyos óptimos resultados llevaron a sus dueños a buscar nuevas fronteras y crear una auténtica cadena que abarca un amplio abanico de las posibilidades que ofrece el sector. El resultado es de abundantes éxitos y algún que otro fracaso, lo que arroja un balance final favorable.
Ambas opciones tienen sus razones incontestables aunque según quien las analice apelará a la seguridad o el conservadurismo, en un caso, y a la necesidad de expansión y crecimiento o al riesgo asumido, en el otro.
Uno que con los años se va haciendo más desconfiado prefiere la primera fórmula, sin quitar todo el mérito que se merecen los que optan por la segunda. Y lo que me vale para la hostelería también me sirve para algunos ámbitos de mayor envergadura de la vida económica y social. Creo que a buen entendedor sobran más palabras.
Otro negocio de hostelería más reciente empezó con un establecimiento cuyos óptimos resultados llevaron a sus dueños a buscar nuevas fronteras y crear una auténtica cadena que abarca un amplio abanico de las posibilidades que ofrece el sector. El resultado es de abundantes éxitos y algún que otro fracaso, lo que arroja un balance final favorable.
Ambas opciones tienen sus razones incontestables aunque según quien las analice apelará a la seguridad o el conservadurismo, en un caso, y a la necesidad de expansión y crecimiento o al riesgo asumido, en el otro.
Uno que con los años se va haciendo más desconfiado prefiere la primera fórmula, sin quitar todo el mérito que se merecen los que optan por la segunda. Y lo que me vale para la hostelería también me sirve para algunos ámbitos de mayor envergadura de la vida económica y social. Creo que a buen entendedor sobran más palabras.
¿No habrá próxima vez?
Al fin el presidente nacional del PP ha sacado ese genio que tan bien mantiene guardado y ayer se ha puesto 'duro' ante un comité nacional previamente preparado para cerrar filas ante una crisis que llevaba camino de convertirse en irreversible. Rajoy expuso ayer su decálogo -aunque es posible que no hayan sido diez las cuestiones expuestas- de lo que es inadmisible para un partido político y lo ha hecho al más puro estilo de los férreos partidos de la izquierda de otros tiempos: cierre de filas y todo el mundo a callar.
Es verdad que los que provocaron el cónclave de ayer no salieron ninguno bien parados. Esperanza Aguirre, con su ausencia, justificada en que así dejaba más libertad a todos para hablar de ella y de sus conflictos con su rival madrileño y la dirección nacional, ha sido un grave error y parece más el resultado del miedo a llevarse un revolcón, como probablemente hubiera ocurrido de comparecer. Ruiz-Gallardón sí acudió a la cita, pero sus palabras y el empecinamiento en defender a su 'número dos', Manuel Cobo, definitivamente desautorizado por la mayoría de dirigentes, fueron respondidos con un significativo silencio, algo raro para un "líder" acostumbrado a despertar más entusiasmo entre sus correligionarios.
Con estos mimbres Rajoy se hizo un buen cesto y, respaldado por la mayoría del comité nacional, decretó la ley del silencio en el PP y advirtió a todos los 'rebeldes' de que los recientes conflictos en la Comunidad Valenciana o en Madrid, dos de los principales feudos del partido, no se van a repetir, insinuando que su flema se ha terminado y para aviso a los navegantes hizo una definitoria alusión a que las listas electorales las hace Génova, algo que estaría fuera de lugar dada la lejanía de la convocatoria de comicios, si no se interpreta como la reconvención que fue a quienes osan ponerle el partido a los pies de los caballos de un electorado atónito por los hechos de estos últimos meses.
Podría parecer que al fin Rajoy ha decidido ratificar su liderazgo a nivel interno y algunas voces autorizadas le animaron a que "no pases ni una más". Sin embargo, pensar que la reconocida crisis interna se ha cerrado no se lo creen ni los más optimistas, máxime cuando tanto Esperanza Aguirre y los suyos como Alberto Ruiz-Gallardón y los de él, no han dejado en ningún momento de plantear sus respectivos órdagos. la primera dijo pocas horas antes de la reunión "que me exoedienten si se atreven" y el portavoz del segundo y detonante del último enfrentamiento del "derby" madrileño popular, Manuel Cobo, rechaza una y otra vez retractarse de lo que dijo, aunque admita que no lo hizo en el lugar adecuado.
Pensar que un 'puñetazo en la mesa' ante un auditorio entregado -amplio, pero con asientos que defender- puede acabar convenciendo a dos gallos de pelea para que compartan corral y lo hagan en armonía es como tratar de convertir a un adulto a la existencia de los Reyes Magos.
No habrá próxima vez, rubricó tras la reunión de ayer la secretaria general, María Dolores de Cospedal. "Espera y verás", le diría un veterano.
Es verdad que los que provocaron el cónclave de ayer no salieron ninguno bien parados. Esperanza Aguirre, con su ausencia, justificada en que así dejaba más libertad a todos para hablar de ella y de sus conflictos con su rival madrileño y la dirección nacional, ha sido un grave error y parece más el resultado del miedo a llevarse un revolcón, como probablemente hubiera ocurrido de comparecer. Ruiz-Gallardón sí acudió a la cita, pero sus palabras y el empecinamiento en defender a su 'número dos', Manuel Cobo, definitivamente desautorizado por la mayoría de dirigentes, fueron respondidos con un significativo silencio, algo raro para un "líder" acostumbrado a despertar más entusiasmo entre sus correligionarios.
Con estos mimbres Rajoy se hizo un buen cesto y, respaldado por la mayoría del comité nacional, decretó la ley del silencio en el PP y advirtió a todos los 'rebeldes' de que los recientes conflictos en la Comunidad Valenciana o en Madrid, dos de los principales feudos del partido, no se van a repetir, insinuando que su flema se ha terminado y para aviso a los navegantes hizo una definitoria alusión a que las listas electorales las hace Génova, algo que estaría fuera de lugar dada la lejanía de la convocatoria de comicios, si no se interpreta como la reconvención que fue a quienes osan ponerle el partido a los pies de los caballos de un electorado atónito por los hechos de estos últimos meses.
Podría parecer que al fin Rajoy ha decidido ratificar su liderazgo a nivel interno y algunas voces autorizadas le animaron a que "no pases ni una más". Sin embargo, pensar que la reconocida crisis interna se ha cerrado no se lo creen ni los más optimistas, máxime cuando tanto Esperanza Aguirre y los suyos como Alberto Ruiz-Gallardón y los de él, no han dejado en ningún momento de plantear sus respectivos órdagos. la primera dijo pocas horas antes de la reunión "que me exoedienten si se atreven" y el portavoz del segundo y detonante del último enfrentamiento del "derby" madrileño popular, Manuel Cobo, rechaza una y otra vez retractarse de lo que dijo, aunque admita que no lo hizo en el lugar adecuado.
Pensar que un 'puñetazo en la mesa' ante un auditorio entregado -amplio, pero con asientos que defender- puede acabar convenciendo a dos gallos de pelea para que compartan corral y lo hagan en armonía es como tratar de convertir a un adulto a la existencia de los Reyes Magos.
No habrá próxima vez, rubricó tras la reunión de ayer la secretaria general, María Dolores de Cospedal. "Espera y verás", le diría un veterano.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)